domingo, 22 de noviembre de 2020

CAPITULO VII, CANCELARIOS

CAPITULO VII

CANCELARIOS

SU ORIGEN. - SU NOMBRAMIENTO EN ZARAGOZA. - LA BULA DE SIXTO IV. PEDRO DE LA CABRA Y SUS DIFERENCIAS CON EL CABILDO CESARAUGUSTANO. - NUEVA BULA DE SIXTO IV. - EL PRIVILEGIO DE JUAN II. - PEDRO DE LA CABRA, PRIMER VICE-CANCELARIO. - CANCELARIOS QUE HA TENIDO NUESTRA UNIVERSIDAD. - SUPRESIÓN DEL CANCELARIATO EN LAS UNIVERSIDADES ESPAÑOLAS. - LA BULA DE GREGORIO XVI. - GESTIONES DE NUESTRA UNIVERSIDAD PARA CONSERVAR SU CANCILLER. - RESULTADO NEGATIVO DE LA PETICIÓN. - VICECANCILLERES.

En los antiguos Maestrescuelas están los orígenes de los Cancelarios de las Universidades españolas; en la de Salamanca el Maestrescuela fue investido con las atribuciones de Canciller, emancipándose gradualmente del Obispo y Cabildo y llegando a representar la autoridad pontificia.
Fue la de Lérida la Universidad más antigua de la Corona de Aragón y en ella era Cancelario un eclesiástico constituido en dignidad, disponiéndose que para honor de la Iglesia y del Estado obtuviera siempre este cargo un canónigo de aquella catedral y que a él estuvieran subordinados todos los doctores, maestros y escolares, con jurisdicción civil y criminal sobre los mismos.
En la de Valladolid, Clemente XI, por su bula fechada en Aviñón en julio de 1346, establece que en adelante fuese Canciller el abad de su Santa Iglesia Colegial, y en la de Huesca también existía el Cancelariato que luego se llamó
Maestrescuela y cuyo nombramiento, que pretendió al principio la corte romana, fue cedido por ésta a la corona.
En la de Barcelona vemos que ejercía las funciones de Canciller el Obispo y en casi todas las demás Universidades españolas, la suprema jerarquía en ellas se le confiaba a un eclesiástico. Tenían para esto varias e importantes razones: la primera y principal era la supremacía, que desde antiguo, tenía la Iglesia sobre la dirección intelectual de los pueblos cristianos y por la cual era necesario acudir al Pontífice siempre que se trataba de establecer una enseñanza cualquiera. Tan grande llegó a ser este poder en los países extranjeros, que la Universidad de París, por ejemplo - la más célebre de todas - nada hacía sin la aprobación o mandato de la Silla Apostólica: "Esta le dio el fuero eclesiástico y
arregló su disciplina; ésta modificaba, según le convenía, sus estudios, y ésta creaba o suprimía asignaturas a tal punto, que Honorio III le prohibió enseñar el Derecho Civil, disposición que se observó hasta el reinado de Luis XIV" (1:Gil de Zárate: La Instrucción pública en España. Cap. I, Sec. 4,a, tomo II.).
Entre nosotros no alcanzó a tanto este poder en un principio, por las particulares circunstancias de la península y sólo a contar desde el siglo XII empezó a prevalecer, haciendo rápidos progresos.
Se gobernaba la de Zaragoza concediendo el grado de Bachiller y acaso el de Licenciado, hasta 1474, en el cual advirtiéndose la pericia que adquirían en ella los cursantes y para que fuesen más autorizados los grados que en lo sucesivo se habían de conceder, pensó en establecerla o confirmarla con gracia pontificia el político D. Fernando el Católico, en ocasión en que era Rey de Sicilia y Príncipe de Aragón.
Dirigió formal súplica al Papa Sixto IV, pidiendo lo mismo, el Cabildo, los Jurados de la Ciudad y Pedro de la Cabra, el joven, ciudadano de Zaragoza, que era Maestro mayor del antiguo Estudio y que estaba graduado de Maestro
en Artes y de Dr. en Medicina.
Pensóse, pues, al erigir el que había en Estudio general de Artes, en crear un Cancelario o Canciller perpetuo; pudo ser causa, para lo primero, el aprovechamiento de los escolares que en él se formaban, y para lo segundo, la erección de Universidad general, cuya perpetuidad de establecimiento exigía igual permanencia del que obtuviese el cargo que se trataba de implantar.
La oportunidad de poseer la Cabra el Magisterio mayor del antiguo Estudio (que era una prebenda o ración en la Santa Iglesia de La Seo, de provisión alternativa entre el Arzobispo y su Cabildo, como ya hemos dicho), inclinó a
pensar en hacerlo Canciller y Rector perpetuo en calidad de tal Maestro mayor y a que se pidiese que obtuvieran tan alto cargo los que en lo sucesivo fuesen Maestros mayores y Rectoros de la Universidad de Artes, que en este concepto llamaremos moderna.
En efecto, el Sumo Pontífice defirió a estas súplicas y la erigió como se pedía en ellas, expidiendo en 13 de diciembre de 1474 la Bula correspondiente, manifestando en ella haber enriquecido la Divina Majestad a esta ciudad con fecundidad de bienes y muchedumbre de gracias; que de tiempo antiguo
existía en Zaragoza un vigoroso Estudio de Artes y que continuamente salían de ella hombres peritos en las Artes y en la Filosofía, teniendo para su gobierno un Maestro que llamaba Mayor y que era Rector del citado estudio.
Esto era la narrativa de las preces o súplicas, y para alabanza del Santísimo nombre de Dios, propagación de la fe católica y exaltación de la Santa Iglesia Romana, erigió la vieja escuela en Estudio general con oficio de Cancelario
perpetuo, limitándolo a la Facultad de Artes. Aunque Su Santidad quería que Pedro de la Cabra, en calidad de Maestro Mayor perpetuo, fuese Rector y Canciller y usase los privilegios de tal en dar los grados y todo lo demás, y que gozasen de esta prerrogativa los que en lo sucesivo le sucediesen en estos cargos, esto no obstante no podemos contar a la Cabra como el primer Canciller de nuestra Universidad, pues dejó de serlo apenas nombrado.
Habiéndose originado varias discusiones entre el Cabildo cesaraugustano y el nuevo Cancelario, no llegó a tener éste efecto, según se infiere de las nuevas súplicas dirigidas al mismo Sixto IV por parte de D. Fernando de Aragón, del
Cabildo de la Santa Iglesia y de la misma ciudad de Zaragoza.
Por éstas se pretendía que para mayor lustre del nuevo Estudio nombrase Su Santidad al Arzobispo que lo fuere de Zaragoza, con tal que no pudiera instituir, para ejercer su oficio, a otro que al mismo Pedro de la Cabra, Rector y Maestro Mayor del citado Estudio, y a los que le sucediesen en este empleo, debiendo valer las letras apostólicas de la erección, del mismo modo que si en ellas no estuviese nombrado Canciller el dicho la Cabra, y lo estuviera el Arzobispo; defirió, nuevamente, a estos ruegos Su Santidad, despachando
letras apostólicas de esta gracia en 1.° de diciembre de 1475, conforme se pedía en aquéllas, y el Rey D. Juan I I mandó obedecer entrambas bulas, mediante Privilegio de 25 enero de 1477, que contiene un Exequatur Regio de los más antiguos y famosos de Aragón.
De aquí es, que a Pedro de la Cabra se le debe colocar entre los Maestros Mayores como Rector y Vicecanciller del Estudio viejo y nueva Universidad de Artes; pues esos títulos le da la gracia pontificia y únicamente han de contarse
como tales cancelarios los Arzobispos de Zaragoza, hasta la extinción del cargo.
Fue el canceliarato en nuestra Universidad, y con arreglo a los Estatutos de 1583, un cargo que los Arzobispos tenían, pero puramente honorífico; su intervención era limitadísima, pues ya en esos Estatutos claramente se dice "que el dicho señor Arzobispo, por el título dicho de Canceller, no pueda entrometerse en cosa alguna de la dicha Universidad, ni pretender que haya de ser llamado ni consultado por ellas, ni haya de entrebenir en las cosas tocantes a los grados, ni a lo demás tocante al gobierno, regimiento y estado de la Universidad..., y en interin se guarde esto sin que sea menester aceptación del dicho señor Arzobispo, ni loacion ni aprobación alguna de lo en este Estatuto ordenado, y cuando lo contradixere y no quisiere ni lo consintiere que el Rector como Rector haya de dar los grados sin título de Canceller; en la sede vacante, los dé como procancellario del Arzobispo, sin nombrar nombre, pues no lo haurá sino la dignidad".
Más todavía: en ese mismo Estatuto se dispone que los grados los dé el Rector sin pasar aviso "ni razón alguna" al Arzobispo, haciendo todo lo que deba hacer en casos tales y en su ausencia (la del Rector) el Vice-rector, sin que pueda entrometerse en nombrar Procancelerio alguno, ni su Vicario general, "ni que otra persona alguna por el dicho Arzobispo pueda dar grados ni pretender darlos", firmando el Rector en las actas de éstos: TAL Rector et procancellarius universitatis et studii generalis caesaraugustani predictus; y en el principio: TAL Rector universitatis et studii generalis civitatis caesaraugustae et eiusdem universitatis et studii generalis cancellarius pro Ilmo. et Rmo. Domino Domino TAL Archiepiscopo cesaraugustano, etc.
Hasta los Estatutos de 1753, en cuantos se hicieron en nuestra Universidad, para nada se menciona el cargo de Cancelario. En éstos se le señala el Título XLIX, que viene a confirmar lo que se hizo en 1583, pues se dice: "Quién ha
de dar los Grados: = Primeramente estatuyo y ordeno que tenga titulo de Canceller el Muy Rdo. en Cristo Arzobispo de Zaragoza, que es o por tiempo fuese, si no pareciere a mi Real persona que se estatuya otra cosa, y no sea menester aceptación ni aprobación de dicho Arzobispo, y el Rector sea
Vice-Canciller de el Arzobispo, de manera que, en siendo Rector, tomando la posesión, y hecho juramento ipso facto, sea Pro-Cancelario, sin que para esto sea menester licencia de el Arzobispo, y si este quiere ir a dar los Grados a la Escuela, pueda, yendo a ella por el orden dispuesto en estos Estatutos y no de otra manera, y si fuese a dar algún Grado o asistir en Conclusiones o a otra función publica de la Escuela, tenga en el theatro por asiento la filia de el medio con dosel. = Item: estatuyo que no tenga obligación el Rector de
dar aviso al Arzobispo de los que huviesen de graduarse; antes bien, sin consulta alguna haga el examen y dé los Grados, y el Arzobispo no pueda llevar propina, sino es que personalmente los vaya a dar a la Universidad, y el Rector se ha de firmar N. Rector, & Procancellarius Universitatis, y en el principio dirá Pro lllustrissimo & Reverendissimo Domino Don N., Archiepiscopo caesaraugustano, Cancellario, &; y el dicho Arzobispo, por título de Canceller, no pueda entrometerse en cosa alguna de el govierno de la Universidad, y
cuando el Arzobispo no consintiese en lo ordenado por este Estatuto, el Rector haya de dar los Grados sin el titulo de Canceller, sino solo con el de Rector".
Tal vez estas limitaciones fueron causa de la escasa o nula protección que la Universidad recibió de sus Cancilleres; salvo Apaolaza, hijo de la Escuela, que dotó sus cátedras de Artes - y no hablemos de lo que pensó hacer, pero
no hizo, D. Fernando de Aragón-, ningún otro dio muestras de proteger a la Universidad; hubo algunos que incluso fundaron, ampararon y dotaron Colegios que, a la sombra de la Universidad, vivieron y en algunas ocasiones quisieran sobrepujarla, pero ninguno, salvo Apaolaza, dio cantidades para el fomento de sus cátedras; al contrario, al ponerse por un monarca una pensión a la Mitra de Zaragoza, hicieron cuanto pudieron para no pagarla, como en otro lugar diremos.
Los Cancelarios que ha tenido la Universidad de Zaragoza desde su creación por la Bula de Sixto IV y el Privilegio de Juan II, hasta su supresión en 1832, han sido los siguientes:
Al darse la nueva Bula de Sixto IV y de la que ya hemos hecho mérito, así como del Privilegio de Juan II, se hallaba vacante la silla arzobispal de Zaragoza, por muerte de Don Juan de Aragón, primero de este nombre, y permaneció la Universidad sin Cancelario hasta el 14 de agosto de 1478, en que se dio el arzobispado en perpetua administración al primero de los que le han ilustrado; fue éste D. Alfonso de Aragón, hijo de D. Fernando el Católico y de D.a Aldonza Roch de Ivorra, que, después, casó con D. Francisco Galcerán de Castro y de Pinós, Vizconde de Etal, y había nacido en Cervera el año 1470 (1: Zurita: Anales, tomo IV, L. 20, cap. 23, pág. 296.). Tomó posesión del Arzobispado en 27 de marzo y tuvo su Sínodo en diciembre del mismo año. Fue Lugarteniente y Capitán General de Aragón; en las Cortes de 1484 se le habilitó para que las continuase y acabase en nombre de S. M.; recibió el sagrado orden del presbiterado en el Monasterio de Santa Fe del Orden del Cister, en 7 de noviembre de 1501, y nunca dijo otra misa sino la primera en que se ordenó. Además de esto, recibió, en 27 de octubre de 1502, el juramento que hicieron nuestras Cortes a la Sra. D.a Juana, Archiduquesa de Austria, y al Príncipe Archiduque, su marido. Murió en Lécera a 24 de febrero de 1520 y se le enterró en la Santa Iglesia de La Seo de Zaragoza, delante del altar mayor (2).
(2) En tiempo de este Arzobispo, el 17 de septiembre de 1516, concedió una Bula León X para el Arzobispo de Zaragoza, como Canceller, para que se Informase e hiciera lo que le pareciese, a fin de que los religiosos no leyesen Artes ni diesen Orados a los seglares, a súplicas del Vicecanciller Rector, llamado Maestro Mayor, Bachilleres, Camareros; Cubicularios y Universidad del Estudio de Zaragoza.

Le sucedió en el oficio de Canciller D. Juan de Aragón, el día 2 de junio de 1520; era hijo del antecedente y de Doña Ana de Gurrea y nieto del rey D. Fernando el Católico; parece que había nacido en 1492, por cuanto sólo tenía
veintiocho años al tiempo de su promoción al Arzobispado (1). No se consagró y únicamente se ordenó de Diácono. En el mismo año de su elección se celebró Sínodo y estableció varias Constituciones que incluye la Colección de Bernucio y aseguraba el Dr. Carrillo, "que aun se observaban en nuestro tiempo".
En el de este prelado se hizo la elección de Adriano VI en Pontífice Romano, hallándose este Cardenal Obispo de Tortosa y Maestro del Embajador y Rey Carlos V; en fuerza de ello partió para Roma Su Santidad y de paso se detuvo
en esta Ciudad, desde el sábado 29 de marzo (2), que era a mitad de Quaresma y Víspera de su Dominica cuarta, hasta el día 11 de junio, en que se celebraba la Pascua del Espíritu Santo. Murió nuestro Prelado y Canciller en Madrid, a 25 de noviembre de 1530 y se le enterró en la Santa Iglesia Metropolitana de La Seo, ante el altar mayor.
Le sucedió D. Fadrique de Portugal; era hijo segundo de D. Alfonso, Conde de Faro, y de D. María, Condesa de Odemira. Al tiempo de su promoción a esta silla y cancelariato se hallaba en Barcelona, Virrey del Principado de Cataluña, y desde allí envió Procurador especial para que tomase posesión en 12 de abril del año 1532. Había sido obispo de Calahorra y posteriormente de Sigüenza, y le distinguió el monarca y toda la corte general de Aragón con el especial privilegio, jamás concedido a otro prelado, de que pudiera proveer en extranjeros del reino de Aragón las dignidades y beneficios que vacasen en su Arzobispado, sin embargo del Fuero del Reino intitulado De Proelaturis, limitándole, sin embargo, la gracia a los naturales de los reinos de Su Majestad.

(1) Carrillo: Vida de San Valero, Catálogo de los Obispos y Arzobispos de Zaragoza, pág. 277.
(2) Sayas: cap. 73 de sus Anales, Junto con Marton, Santuario de Santa Engracia de Zaragoza, cap. V, pág. 509.

Murió en Barcelona el día 6 de enero de 1539 y se le enterró en Sigüenza.
El gran Canciller de nuestra Universidad, superior a todos los elogios, fue D. Fernando de Aragón, augusto padre de la Universidad literaria "que la concibió, fundó y no llegó a sacarla al público para dexar aun esta gloria a uno de sus favorecidos y que fue hechura suya" (1). Era nieto de D. Fernando el Católico, hijo de D. Alonso y de D. Ana de Gurrea, hermano de D. Juan, el segundo de
los Cancilleres (2), y nació el 25 de julio de 1498. Renunciando al mundo y la Encomienda mayor de Alcañiz y Maestrazgo mayor de Montesa, que le quiso dar su abuelo, vistió el hábito de San Bernardo en el monasterio de Piedra,
después fue Abad de Veruela. Presentado últimamente al obispado de Zaragoza en 30 de marzo de 1539, se aceptó por Su Santidad, en 21 de mayo y tomó posesión en 17 de junio, según las noticias que hay en la Cartuja de Aula Dei, (3) aunque otras dicen, y éstas son de Blasco de Lanuza, que fue en 16 de julio; favoreció mucho a D. Pedro Cerbuna, fundador que había de ser de la Universidad de Zaragoza, dándole, primeramente, una canongía en la Santa Iglesia de La Seo y posteriormente el Priorato de la misma. Según Camón en sus Mss. y Frailla en su Lucidario, este Prelado quiso fundar la Universidad y para ello intercedió con el Emperador Carlos V, su primo hermano, y con los Sumos Pontífices Julio III y Paulo IV a fin de que se expidiesen las bulas en forma que las trajo, por la posta, su mismo agente en la Curia Romana, Diego Hernández, natural de la villa de Arguedas, en Navarra. Ninguna diligencia omitió para poner en planta la Universidad literaria y estudiar cuanto conviniera, hasta el punto que el año 1559 hizo traer de Salamanca una puntual noticia de su antigüedad y privilegios.

(1) Camón, Ms. núm. 168, pág. 5, B U.Z.
(2) D. José Pellicer de Osau, en la Prefacion a la Aula de Dios del P. Dicastllo.
(3) Tabla que está en el cap. de la Cartuja sobredicha.

Pero estos nobles propósitos se frustraron por haberse indispuesto nuestro Canciller con la ciudad, aplicando los caudales que había destinado a este objeto para la construcción y dotación de la Cartuja de Aula Dei.
Lleno de virtudes y años, cuando cumplía los 76 murió en Zaragoza en 29 de enero de 1575, y fue enterrado, el día de San Blas, en la capilla de San Bernardo de la Metropolitana de La Seo, al lado del Evangelio, frente al sepulcro de su madre.
Fr. Bernardo Alvarado: Fué el último Cancelario del Estudio viejo; de la Orden de Menores Observantes, natural de Fresneda en la diócesis de Calahorra y la Calzada en Castilla la Vieja (1: D. Francisco Xavier Garma: Theatro Universal de España, tomo IV, cap. 5, pág. 59.), casi no puede aumentar el número de nuestros Cancilleres, pues no tomó posesión del arzobispado y sin embargo se le nombra en los Episcopologios de esta Santa Iglesia y debe, por ello, hacerse digna memoria de sus altos empleos.
Fue confesor de Felipe II y Obispo de Cuenca y Córdoba, Comisario general de la Santa Cruzada y Consejero de Estado desde 1573; el Monarca le nombró para la Mitra de Zaragoza en marzo de 1577 y se le despacharon muy pronto las bulas apostólicas de su confirmación, pero, sin embargo, falleció antes de tomar posesión, en 21 de diciembre de ese mismo año, en la Calzada y allí mismo se le enterró en un convento de Religiosos de su Orden de San Francisco.
D. Andrés Santos: Natural de Quintana de la Vega, en la diócesis de León; fue nombrado por S. M. en 1579 y tomó posesión por Procurador en 4 de julio e hizo su entrada en Zaragoza el 5 del mismo mes, y aunque se le hizo el acostumbrado recibimiento, no juró en Cabildo hasta al 15 de dicho mes de julio.
Había sido Inquisidor en muchos tribunales de los que tenía en España el Santo Oficio, y Obispo de Teruel; celebró Sínodo el mismo año de su promoción y dio principio a él en 20 de septiembre. Visitó personalmente toda su diócesis;
celebró la misa nupcial del Duque de Saboya con la Infanta Doña Catalina en 12 de marzo de 1585; asistió a las Cortes de Monzón de aquel mismo año y en ellas hizo una excelente labor. Murió en Monzón en 18 de noviembre y se le enterró en Zaragoza, en La Seo y capilla de Nuestra Señora de las Nieves.
En el segundo año de su pontificado se concibió la erección formal del antiguo Estudio de Artes en Universidad literaria de todas ciencias. En 28 de octubre de 1584 se dirigía al Rey protestando de los Estatutos hechos y rogando al monarca interviniera cerca de los Jurados al objeto de no llevar el asunto "por términos de justicia".
El séptimo Canciller fue D. Andrés de Bobadilla y Cabrera, hijo de D. Pedro Fernández de Cabrera y Bobadilla, segundo Conde de Chinchón, y de D.a Elena de la Cerda; nació en Segovia en 1544 (1). Estudió en Alcalá, Gramática,
Dialéctica, Filosofía y Teología; fue abad de Alcalá la Real, y como tal, asistió al Concilio provincial que celebró en Toledo su Arzobispo D. Gaspar de Quiroga, por septiembre de 1582, donde tuvo la Cédula real del nombramiento de Obispo de Segovia, y confirmado por el Pontífice, le consagró el mismo Arzobispo Quiroga en 6 de febrero de 1583; entró en su pueblo natal, en 2 de Abril de 1583, a ser su Prelado, teniendo treinta y nueve años de edad. En 1586 se le nombró para este arzobispado, por el mes de julio, y tomó posesión
por Procurador en 18 de marzo de 1587, y al día siguiente hizo su entrada en la capital de su diócesis.
Pasó a Tarazona a las Cortes que celebró allí S. M., y en nombre del Rey las presidió, cosa que hasta entonces sólo se había concedido a personas reales (2).
(1) Colmenares: Historia de Segovia, cap. XXXXVI.
(2) Carrilo: Historia de San Valero, Cat.° de Obispos y Arzobispos de Zaragoza, p , 286.

Murió en Tarazona a 25 de agosto de 1592 y está enterrado en Chinchón, en una Iglesia que había labrado y se concluyó después de su muerte.
Le sucedió D. Alonso Gregorio, natural de Aldea, diócesis de León. Fue nombrado Arzobispo de esta diócesis en diciembre de 1592; tomó posesión mediante su Procurador don D. Marco Antonio Revés y entró en Zaragoza en 2 de marzo de 1593.
Había sido Vicario general de D. Andrés Santos y, posteriormente, lo fue también del Sr. de Bobadilla, en cuyo nombre tomó posesión de la Silla de Zaragoza y en la que le había de suceder de allí a seis años; después fue electo Obispo de Albarracín en 1590, haciendo su solemne entrada en aquella ciudad a 6 de Abril de 1591. En ella hizo las Constituciones con que se regía en tiempos del Dr. Carrillo (1).
Presidió las exequias que en la Magdalena se hicieron, en abril de 1597, por el alma del fundador de nuestra Universidad D. Pedro Cerbuna (2).
Siendo Vicario general del señor D. Andrés Santos, escribió una interesante obra en la cual daba noticias exactas y curiosas de todas cuantas iglesias, capillas, beneficios, instituciones y fundaciones de obras pías había en este arzobispado. Fue sumamente misericordioso y dedicaba gran parte de sus rentas a ayudar y socorrer a los pobres, así como a los estudiantes menesterosos, al objeto de que pudieran continuar sus estudios.
Visitó varias veces su diócesis; mandó imprimir libros de Coro y el manual para administrar los Santos Sacramentos; con el fin de celebrar Sínodo, había acomodado todas las Constituciones sinodales de este arzobispado y arreglado
otras nuevas. Murió, con gran opinión de santidad, en 27 de octubre de 1602 y se le enterró en La Seo, capilla de Nuestra Señora, junto al Arzobispo D. Andrés Santos.

(1) Carrillo: Obra ya citada, pág. 373.
(2) Frailla; Lucidario, pág. 25.

Le sucedió D. Tomás de Borja: hijo de D. Juan, Duque de Gandía, y de D.a Francisca de Castro Pinós y Aragón, hija de los Vizcondes de Evol, nacido en Gandía, diócesis de Valencia. Fue colegial de San Bartolomé, en Salamanca; de
allí pasó a Canónigo de la Santa Iglesia de Toledo y Abad de la Santísima Trinidad, dignidad de la Santa Iglesia de Orense; en Toledo le nombraron Consultor de aquella Inquisición y ya lo era de la de Roma; también fue en Toledo Juez de la Cruzada, Subsidio y Excusado. En 1594 fue nombrado Presidente del Consejo del Sr. Archiduque Alberto, Arzobispo de la misma Santa Iglesia; también fue Consejero Presidente del Supremo de la Santa Inquisición, en Madrid, desde 1598 hasta 1599; después obtuvo el obispado de Málaga, tomando posesión de él en 14 de marzo de 1599 (1), y allí enfermó de peste por haber administrado los Santos Sacramentos a los contagiados de ella, socorriéndoles en lo temporal y espiritual; en 1602 fue presentado para el obispado de Córdoba, pasando en el mismo año al arzobispado de Santiago, y antes de expedírsele las bulas se le dio el de Zaragoza por muerte del Sr. Gregorio, tomando posesión en 13 de agosto de 1603. Fue Virrey de Aragón desde el año de 1606. Murió en esta ciudad a 7 de septiembre de 1610.
Le sucedió en el arzobispado y en el canceliarato de nuestra Universidad Fr. Pedro Manrique, paje que fue de Felipe II y después religioso de la Orden de San Agustín; había tomado el hábito en Talavera de la Reyna. Fue un gran predicador, y en su Orden, Asistente general en Roma y Vicario general de España y de las Indias; S. M. le nombró Obispo de Tortosa en 1600 y lo confirmó S. S. en 1601, a 13 de febrero; ejerció el importante cargo de Virrey de Cataluña, nombrado en 1610 (2),

(1) P . Martín de Roas: Fundación y Dignidades de Málaga.
(2) Jordán: Tomo III de la Historia de la Provincia de Aragón, lib. II, cap. XI, núm. 8, pág. 178, col. 2.a

y desempeñándolo, fue elevado a la silla arzobispal de Zaragoza, tomando posesión en 1.° de julio de 1611, aunque Lanuza dice que en junio (1).
Celebró Sínodo provincial en 1.° de octubre de 1614, que duró basta el 1.° de marzo de 1615; también Carrillo dice que el Sínodo comenzó en 9 de noviembre.
Murió en 7 de junio de 1615, en Zaragoza, y fue enterrado en la capilla de Nuestra Señora de la Metropolitana de La Seo, al lado del Canciller Sr. Santos.
El undécimo Canciller fue Fr. Pedro González de Mendoza, hijo de D. Ruiz Gómez de Silva y de D.a Ana de Mendoza, Príncipes de Eboli (Éboli, Évoli) y Melito, Duques de Pastrana y Francavila (2), de la Orden de San Francisco, en la cual obtuvo los provincialatos y Comisaría general; fue electo Obispo de Osma y Arzobispo de Granada, de cuya silla fue trasladado a ésta de Zaragoza, de la que tomó posesión en 18 de julio de 1616 (3), aunque otras noticias muy seguras dicen que fue en 18 de junio (4). Carrillo no dice que fue Obispo de Osma, y por las licencias que dio para imprimir algunas obras del padre Murillo, en 16 de agosto de 1603 (5) y 21 de diciembre de 1606, parece que obtuvo la Comisaría general de su Orden en ese tiempo, y aunque todavía hay el suficiente hasta su promoción para obtener a más del Obispado de Osma, el Arzobispado de Granada, en la noticia que escribió de sus ascensos este Prelado, consta haberlo sido de Osma. Quiso ser Obispo de Sigüenza, y con efecto, después de haber tenido dos arzobispados, pasó a ese obispado en 6 de diciembre de 1623.

(1) Lanuza: Historias Eclesiásticas y Seculares, lib. V, cap. XIII, pág. 432. - Carrillo, pág. 295 del Catálogo.
(2) Historia de Nuestra Señora de la Salceda, lib. II, cap. XVIII, pág. 341, donde se da noticia de la vida de este Prelado.
(3) Blasco: Historias Eclesiásticas y Seculares, lib. V, cap. XVIII, pág. 437.
(4) Catálogo de Obispos y Arzobispos de Zaragoza en la Historia de San Valero, p. 278.
(5) Sermones de Adviento.

Le sigue en este arzobispado Fray Juan de Peralta, natural de Mendigorría, villa del reino de Navarra, de los linajes ilustres de Peralta y del de Ursúa; sus padres fueron don Juan Martínez y doña Úrsula de Peralta; perteneció a la Orden de San Jerónimo, y fue, durante nueve años consecutivos, Prior de San Lorenzo el Real, del Escorial (1). El P. Santos dice que tomó el hábito de su Orden en 13 de febrero de 1585 y que profesó en el siguiente; que había estudiado Artes en Alcalá y Gramática en Estella y Pamplona; que leyó en su Religión Filosofía y Teología y fue nombrado Obispo de Tuy (2) y luego de Zamora, en cuya Santa Iglesia ilustró, con nuevo adorno, los sepulcros de San Ildefonso y San Atilano; también añade que no quiso aceptar la Comisaría general de Cruzada ni el gobierno del arzobispado de Toledo. De Obispo de Zamora fue promovido al arzobispado de Zaragoza, tomando posesión en 18 de mayo de 1624. Presidió en las Cortes de Barbastro y Calatayud, en el año 1626, el Brazo Eclesiástico, y visitó su diócesis con mucha prudencia; en su visita le sorprendió la muerte en el lugar de Maynar, en 5 de octubre de 1629; se le enterró en La Seo, capilla de Nuestra Señora.
El decimotercero Canciller ya se eligió del gremio y claustro de nuestra Universidad, y lo fue D. Martín Ferrer de Valenzuela, natural de Daroca. Siendo Canónigo de La Seo, incorporó en esta Universidad los grados que tenía de
Teología y Artes, en 1583. Fue Obispo de Albarracín, desde el año 1593 hasta el de 1596, en que fue trasladado a Teruel y de esta silla a Tarazona, en 1614, de donde vino a ocupar la de Zaragoza en 18 de junio de 1630. Anteriormente había sido Colegial de los menores y Mayor de la Universidad de Alcalá, Catedrático de la misma, Canónigo de la Santa Iglesia de Teruel, Canciller de Competencias y Calificador del Santo Oficio.

(1) P . Santos: Historia del Orden de San Jerónimo, Part. 4.a, lib . IV, cap. VIII, fol. 738.
(2) Consagrado en la Capilla Real por D. Fernando de Acebedo, Arzobispo de Burgos, siendo Asistentes los obispos de Badajoz y Mérida.

También se le eligió Consejero de Estado en 1626, y fundó el Colegio de Aragón en Alcalá. Hizo construir una suntuosísima capilla en el Colegio de Daroca, al lado de la del Santísimo Misterio, en la que gastó 20.000 ducados. Murió el 28 de noviembre de 1631, recibiendo cristiana sepultura en su capilla de Daroca.
Le sucedió Fr. Juan de Guzmán, de la Orden de San Francisco, el cual era Arzobispo de Tarragona antes del 6 de septiembre de 1633, en cuyo día sucedió en este arzobispado y Cancillería aneja al Sr. Ferrer. Murió en su palacio arzobispal el 2 de Marzo de 1634; fue enterrado en La Seo, capilla de Nuestra Señora, de quien fue devotísimo.
D. Pedro Apaolaza o Paulaza, según el libro de Incorporaciones de nuestra Universidad, que pudo ver Camón (1: Ms. núm. 168, fol. 5 . - B. U. Z.), fue el Arzobispo y Cancelario que siguió al Sr. de Guzmán. Era natural de Moyuela, lugar de la diócesis de Zaragoza, hijo del Maestro Domingo de Paulaza y de María Ramírez, y nació en 13 de julio de 1567. Hizo sus estudios en nuestra Universidad y en ella recibió el grado de Licenciado en 8 de agosto de 1590, y ya tenía el de Bachiller en Artes, desde el 14 de mayo de 1588. Se graduó de Doctor teólogo en la misma en 21 de octubre del año de 1612, y pasó, con comisión de la Universidad, a Teruel, para solicitar que el Obispo Ferrer fundase en Zaragoza el Colegio que erigió en Alcalá, y cobró 50 libras para los gastos de esta jornada. Fue electo abad de San Victorián en 20 de julio de 1612, y como tal, acudió al Sínodo provincial de Zaragoza del año 1615; en 19 de noviembre de 1622 fue promovido al obispado de Barbastro y celebró un Sínodo en 29 de Abril de 1623; en 2 de agosto de 1625 ya tomó posesión del obispado de Albarracín, al que fue trasladado, y de éste, en 1632, al de Teruel, desde cuya silla vino a la de esta diócesis en 7 de marzo de 1635.
Agradecido a la Universidad en la cual hizo sus estudios, y deseando ampararla y protegerla, cumpliendo con su cargo de Cancelario, aumentó el salario a las cátedras de Artes o Filosofía en 27 de mayo de 1642, con ciertas condiciones,
siendo la más favorable a la Universidad la de que no pudieran revocarse ni alterarse sus Estatutos por ésta a solas, ni tampoco por la Ciudad, ni aun por entrambas juntas, sin expreso consentimiento y aprobación del Soberano, de quien debía solicitarse la confirmación de los que entonces se otorgaron. De este modo logró que, dignándose confirmarlos Felipe IV en 26 de enero de 1645, tuviera leyes fijas la Universidad y se volviese a los soberanos Protectores del Estudio el régimen del mismo. Reconocida la Universidad a su
munificencia, colocó dos retratos de este Prelado, uno en el Teatro o Paraninfo y otro en el Claustrillo, con la siguiente inscripción:
ILLMUS. D. D. PETRUS : APAOLAZA : ARAGONENSIS
OPPIDI : DE : MOYUELA :
QUEM : NOSTRA : SCHOLA : PRIMIS : ALVIT : LITTERIS :
PRIMIORIBUS : FACULTATIBUS : EDUCAVIT :
CUI : MULTO : FAENORE : REDIDIT : INCREMENTA :
ACADEMIAM : SI : NON : INVENISSET : FECISSET :
PHILOSOPHIAM : ET : THEOLOGIAM : IN DELITIIS
HABUIT :
MAGNIFICO CENSU DOTAVIT ET DITAVIT :
PAEVENTUS A PRIMO ,
HAND PRIMUS ACADEMIAE FUNDATOR;
JUNIOR ILLA
NON : SECUNDUS :
EVANGELICA IN ORATIONE
AUREA CUM BASILIO LUSCINIA :
IN PONTIFICIO SOLIO
MYSTAGOGIAE SACRAE CUM AMBROSIO PHARUS
VlR GENIO, VIRTUTI; INGENIO, LITTERATURAE COMPOSITUS :
TOTUS INFULIS NATUS,
SEXIES, E CAENOBIO SANCTI VICTORIANI,
USQUE AD METTROPOLITANUM AUGUSTALE INFULATUS;
LUCENS ET ARDENS SUPRA CANDELABRUM,
MUNIA EPISCOPATUS EXPLEVIT MERITIS;
FORTUNAE SUD ARTIFEX ,
FORTUNAE CORONIS LONGE MAIOR.

Murió en las Casas de Don Juan el 21 de junio de 1643 y fue enterrado en La Seo, en la capilla de Nuestra Señora, colateral al altar mayor.

El Cancelario decimosexto de nuestra Universidad lo fue Fr. Juan Cebrián, natural del lugar de Perales, de la diócesis de Teruel; pertenecía a la Orden de Nuestra Señora de la Merced, y fue Maestro en la misma desde el año de 1622 (1), Obispo de Albarracín desde el año de 1633, pasó a regir la diócesis de Teruel en 1635, y desde ésta a la de Zaragoza en 1644. Tuvo Sínodo en 5 de marzo de 1659, en la villa de Valderrobles. (Valderrobres, Vall-de-roures, Vall de Roures) En su palacio arzobispal murió el año 1646 el príncipe Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV, y nuestro Arzobispo condujo sus restos al Monasterio del Escorial. Fue del Consejo de Estado y Virrey de Aragón. Murió en Juslibol (Deus lo vol) el 2 de diciembre de 1662 y recibió cristiana sepultura en el Convento de Capuchinos de Zaragoza.
Le sucedió en esta diócesis Fr. Francisco de Gamboa, natural de Orio, diócesis de Pamplona; hijo del Licenciado Martín de Segurola y de D.a Juliana de Gamboa; del Orden de San Martín, cuyo hábito vistió en Salamanca, y allí profesó, en 9 de abril de 1618. Fue Catedrático de Escoto, Durando, Prima de Escritura y de Vísperas y Prima de Teología en la Universidad de Salamanca (2);

(1) Neila: Excelencias del Convento de San Lázaro de Zaragoza, cap. XXI, pág. 242.
(2) Jordán: Historia de la Provincia de Aragón, tomo III, lib. II, núm. 9, pág. 179, columna 1.a - por cierto que en la obra Zaragoza, de los Sres. Gascón de Gotor, tomo II, página 65, se dice que desempeñó estas cátedras en la Universidad de Zaragoza; si esto fuera así, profesor de tal calidad no le hubiera pasado desapercibido a Camón.

Prior del Convento de la misma ciudad; Definidor y Provincial de Castilla, se le eligió en Madrigal, en el año 1647, confesor de D. Juan de Austria, Obispo de Doria, desde cuya silla fue promovido a la de Zaragoza y a la dignidad de Canciller de nuestra Universidad, en 27 de septiembre de 1663. Escribió una Carta Pastoral que lleva la fecha de 22 de julio de 1665, intimando a todos sus
súbditos y especialmente a los eclesiásticos, regulares y seglares, la providencia del Sumo Pontífice Alejandro VII, acerca de que evitasen las visitas de las monjas de este arzobispado. Honró la Universidad con su presencia, presidiendo unas Conclusiones.
Murió en esta ciudad a 24 de mayo de 1674 y fue enterrado en el Convento de San Agustín de Zaragoza, aunque quiso que se le enterrase en el Colegio de Santo Tomás de Villanueva.
D. Diego de Castrillo, natural de León, fue el Arzobispo que le sigue; auditor de la Sagrada Rota, Canónigo de la Santa Igesia Catedral de Sevilla, Obispo de Cádiz: todas estas dignidades había tenido el Sr. Castrillo al ser promovido
al arzobispado de Zaragoza y cancelariato de nuestra Universidad, en 18 de febrero de 1677. Fue después electo Arzobispo de Santiago y no aceptó. Fundó y dotó en Zaragoza el Hospital de Convalecientes en 1683, y murió en 9 de junio de 1686; su cuerpo fue enterrado en La Seo, en la capilla de la Virgen.
En 31 de enero de 1678 honró la Universidad con su presencia, acudiendo, como Cancelario de la misma, a presidir el acto de Conclusiones, para el grado de Teología, que ese día defendió Sebastián Foz; en dicha ceremonia, el Rector y la Ciudad - que también las honró con su presencia – salieron a recibir al Arzobispo a la tercera grada de la puerta alta (la de la Magdalena) y la Ciudad antes de llegar a las gradas, y habiéndose incorporado todos, el Sr. Arzobispo se colocó enmedio del Rector y del Jurado en Cap, y los demás Jurados iban delante, llevando al Jurado en Cap a la mano derecha, y en esta forma subieron a sus asientos y comenzó el acto, y después, a la salida, acompañaron al Sr. Arzobispo en la misma forma que al recibimiento. "Y aunque se hizo assi, la ciudad se excedió en el acompañamiento, porque no debía salir al recibimiento hasta que el Sr. Arzobispo estuviese dentro del Teatro, asentados en sus puestos, y allí debía salir a las gradas del Teatro y subir juntos en la forma de arriba dicha, no debiendo servir de norma esto, sino otras que hubo con el Arzobispo Gamboa" (Gestis, n.° IV, fol. 123).
Por cierto que en este acto de Conclusiones hubo una grave cuestión de etiqueta (de las muchas que se originaban en nuestra Universidad) con el Zalmedina: dejemos relatarla al Secretario de la Universidad, al levantar acta de estas Conclusiones. "Estando en el acto de Conclusiones, llegó el Zalmedina D. Jerónimo Antón y quiso sentarse en su puesto porque le habían convidado a las Conclusiones, y hubo un grande altercado con el Jurado en Cap sobre el puesto, por hallarse el Sr. Arzobispo a su lado, y después se sentó entre el Jurado en Cap y Arzobispo, y habiendo estado un rato en las Conclusiones el Zalmedina, por no tener puesto para salir de estas, se marchó antes de acabar, solo acompañado de los Ministros de la Universidad, y estuvieron sentados el
Rector al lado del Arzobispo, en el puesto que se acostumbra a sentar en los demás actos, el Sr. Arzobispo y Jurados. Y por haber visto después de la función el Ceremonial de la Ciudad en la forma que está advertido, excedió la Ciudad en el acompañamiento de la entrada del Arzobispo, pero no a la salida,
porque se debe acompañar hasta el puesto arriba señalado". (Ibidem).
Le sucedió D. Antonio Ibáñez de la Riva Herrera, natural del lugar de Solares, del arzobispado de Burgos; hijo de D. Antonio Ibáñez de Agüero. Fue Catedrático en la Universidad de Oviedo, Colegial en el Mayor de San Ildefonso
en Alcalá, Magistral de las Santas Iglesias de Osma y Málaga, Arcediano de Ronda y después Obispo de Ceuta, nombrándosele para este arzobispado en 18 de junio de 1687. Fue, también, Gobernador del Consejo de Castilla desde
25 de junio de 1690 hasta 15 de diciembre de 1692; Virrey y Capitán general de Aragón, nombrado en el año de 1693.
Tuvo el importante cargo de Inquisidor general (1), siendo, por último, electo Arzobispo de Toledo en 1709, aunque no quiso S. S. despacharle las bulas por el disgusto que le causó lo que se ejecutó contra su Nuncio en España (2). Celebró Sínodo en Zaragoza en 20 de octubre de 1697 (3); anteriormente había publicado una doctísima Pastoral ensalzando la dignidad sacerdotal, y encargó a sus Ministros Eclesiásticos el desempeño de sus oficios, con fecha 25 de julio de 1695; otra dio a luz en 10 de mayo de 1708, inspirando a sus feligreses la constancia en la obediencia y fidelidad al soberano Felipe V, y encargándoles rogasen a su Divina Majestad por los felices sucesos y victorias de sus armas. Murió en Madrid a 30 de septiembre de 1710.
En el cancelariato y arzobispado le sucedió D. Antonio Pérez de Aracil y Rada, natural de Alfaro, hijo de D. Álvaro Pérez de Aracil y de D.a Bárbara de Rada; nació en 24 de diciembre de 1647.
Estudió Filosofía y Teología en Salamanca, fue Colegial del Mayor de San Ildefonso de Alcalá y Catedrático de Artes de aquella Universidad, Canónigo Magistral, Arcediano de Arévalo, de la Santa Iglesia de Ávila y Obispo de León,
electo en 1704. Nombrado para la Sede de Zaragoza, hizo su entrada el 29 de septiembre de 1714 (4) y fue Prelado santísimo. El año 1718 providenció se recogiesen los pobres en el Hospital de Misericordia, y para sustentarlos, a más de otras limosnas y fábricas que hizo en el mismo, daba mensualmente una importante cantidad de trigo. Quiso renunciar esta Mitra en 1721 y retirarse a un desierto de religiosos, pero la Santa Iglesia y Ciudad de Zaragoza mediaron con S. M. tan eficazmente, que no se le admitió la renuncia.

(1) Sarma: Teatro Universal, tomo IV, cap. XXI, pág. 226.
(2) Marqués de San Felipe: Comentarios de la guerra de España, tomo I, año 1709.
(3) Synodales del Sr. Ibáñez de 1697; impresas en Zaragoza por Pascual Bueno, 1698.
(4) Magdalena: Exequias del Sr. Aracil. Zaragoza, 1724; en 4.°

En 1726 hizo su Obispo auxiliar al Dr. D. Gregorio Galindo, Vicario de Belchite. Logró que la inmunidad del clero secular y regular de esta ciudad, en punto a eximirse de impuestos para el abasto y mantenimiento de su consumo, se observase de forma que tuviera el Estado Eclesiástico carnicerías, neverías y tejares propios y peculiares de los exentos. Esta empresa dificultosísima, allanada, por su activo celo, de la inmunidad, le acreditó sobre lo mucho que
ya lo estaba, por un acérrimo defensor dé su báculo pastoral.
Por su muerte tuvo nuestra Universidad el contratiempo de pretenderse fundar en la ermita de Nuestra Señora de los Desamparados, cercana a la villa de Belchite, un Seminario donde, precisamente, debían residir, por mucho tiempo, los que quisiesen recibir las Sagradas Órdenes, a fin de ser instruidos en aquel centro en las materias morales. Hubo de recurrir a S. M. la Universidad y quedó sin efecto la fundación.
Le siguió D. Tomás Crespo de Agüero, natural de Rucandio, en la diócesis de Burgos, y luego de Santander. Era hijo de D. Juan Crespo de Hoyo y D.a Francisca de Agüero y de la Sierra, habiendo nacido el año 1668. Estudió la Sagrada Teología en la Universidad de Alcalá y fue Colegial del Mayor de San Ildefonso en la misma, electo en 27 de mayo de 1697; posteriormente, Canónigo Lectoral de las Santas Iglesias de Cádiz (1698) y Sevilla (1705) y en ésta, por muchos años, Gobernador de su arzobispado. Promovido al obispado
de Ceuta en 1721, fue trasladado a Zaragoza y entró en esta ciudad en mayo de 1727.
Hizo por el fomento de las letras, fuera de la Universidad, cuanto pudo; protegió a los PP. de las Escuelas Pías, dándoles su permiso para fundar en Zaragoza, el año de 1735 (25 de julio); el amparo que les dio nuestro Cancelario, facilitó que la Ciudad los recibiese bajo su protección en 19 de
enero de 1736, y llevando adelante sus ideas, fundó, construyó y dotó la Iglesia, Colegio y Escuelas Pías, aplicando a ello crecidas sumas.
Nuestra Universidad le mereció el honor de haberle comunicado por carta, fechada en Illescas a 8 de abril de 1727, la presentación que S. M. había hecho a su favor para esta Mitra y Cancillería.
Murió en Zaragoza a 3 de marzo de 1742 y fue enterrado en el Santo Templo Metropolitano de Nuestra Señora del Pilar, en la capilla de San Juan Bautista: su sepulcro tiene la siguiente inscripción:
HAC SUB GELIDA IACET URNA THOMAS
CRISPUS DE AGÜERO : VILLAE DE
RUCANDIO, DlOECESIS BURGENSIS : MA-
IORIS ILDEFONSI COLLEGII
ALUMNUS : GADICENSIS, ET HISPALENSIS
LECTORALIS CANONICUS : SEPTENSIS
(EPISCEPUS) EPISCOPUS : DEMUM HUIUS ECCLESIAE
ARCHIEPISCOPUS OBIIT 3 MARTII ANNI 1742.
REQUIESCAT IN PACE.

Sucedió al Sr. Crespo, D. Francisco de Añoa y Busto, natural de Viana, en la diócesis de Calahorra; era hijo de don Andrés de Añoa y de D.a Inés Busto; nació el 27 de febrero de 1684. Estudió jurisprudencia en la Universidad de Alcalá y fue Colegial del Mayor de Santa Cruz de Valladolid, Canónigo y dignidad de la Santa Iglesia de Cuenca e Inquisidor allí mismo.
Electo Obispo de Pamplona desde el año de 1736, hizo su entrada en aquella ciudad en 4 de julio, consagrado ya en la de Cuenca; desde allí fue trasladado a esta Santa Iglesia, haciendo su entrada pública en Zaragoza en 7 de abril de
1743, la que gobernó con suma prudencia; su caridad y magnanimidad pudieron poner en el estado en que se halla el tabernáculo de Nuestra Señora del Pilar, que casi todo hizo labrar a sus expensas.

El 16 de abril, o sea a los pocos días de haber hecho su entrada pública en Zaragoza, la Universidad le dio embajada con las solemnidades de rúbrica; a las once de la mañana se reunieron en la Escuela, vestidos de ceremonia, pero sin insignias, los Doctores que a ella habían de concurrir; dirigiéndose en coches al palacio arzobispal, por el Coso, Calle Nueva, San Gil y Plaza de La Seo. El orden de la comitiva era el siguiente: coche primero, Ministros de la Universidad (Bedel, Alguacil y Maestro de Ceremonias); segundo, el Secretario con dos catedráticos de los más modernos de Jurisprudencia; los de Filosofía iban con los de Teología, por ser del gremio, siguiendo los coches por facultades y antigüedad; en el último iba el Rector con los Catedráticos de Prima y Vísperas; en la plaza de la Magdalena se agregó con su coche el Dr. D. Baltasar Dutarriz, Catedrático de Vísperas, poniéndose inmediato al segundo. Llegados al palacio, subieron hasta la pieza tercera, que era la llamada de los arzobispos, saliendo Su lima, hasta la puerta de dicha estancia a recibir a la Universidad, y habiéndose hecho los recíprocos cumplimientos, entraron todos al cuarto de Su Ilustrísima, y tomando asiento, el Rector pronunció una "elegante expresión del gozo que la Universidad había recibido con la venida de Su Urna, y de tenerle por Canciller, siendo por todos títulos tan benemérito como era notorio a todos, a que respondió con muchas muestras de agradecimiento y se ofreció a servir a la Escuela en cuanto pudiese", con lo que se despidieron, saliendo a acompañarles hasta la misma pieza de los arzobispos, y muy próximo al salir de ella, se pasaron todos a besarle la mano por su orden y les echó su bendición, y desde allí salieron acompañando los capellanes y pajes hasta la escalera principal, en donde se tomaron los
coches con el mismo orden. (Gestis, núm. V, fol. 235).
Honró a la Universidad con su presencia en varias ocasiones, pues asistió a las Reales exequias celebradas en 19 de octubre de 1746 por el alma del difunto rey Felipe V, y como Cancelario, presidió el 6 de abril de 1755 el grado de Doctor en Cánones de D. Ramón Pignatelli Aragón y Moncayo.
Murió en Zaragoza a 26 de febrero de 1764 y se le enterró en el panteón de Nuestra Señora del Pilar.
Le sucedió en el arzobispado y cancelariato Don Luis García Mañero, natural de Sotillo, en la diócesis de Osma; hijo de don Gabriel García Mañero y de doña Ana Ruiz de la Cuesta, habiendo nacido en 26 de septiembre de 1703. Estudió la Jurisprudencia en la Universidad de Valladolid; fue Colegial del Mayor de Cuenca, en Salamanca, posteriormente doctoral de Oviedo, después electo por
S. M. Canónigo de Santiago y más tarde promovido al obispado de Tortosa en 1760. Trasladado a Zaragoza en 1765, a 8 de enero, en cuyo día tomó posesión por procurador, habiéndole presentado S. M. en agosto de 1764 y despachádole sus bulas S. S. en 26 de noviembre del mismo año; hizo su entrada pública en esta ciudad el 17 de marzo del primero de dichos años.
Fue celosísimo Prelado en el cumplimiento de su ministerio y de que desempeñasen sus súbditos los peculiares de cada uno. En el turbulento suceso de Zaragoza del 6 de abril de 1766 (1), mostró su piedad y espíritu caritativo, saliendo personalmente a sosegarlo, y poniendo en ello todo su esfuerzo por la persuasión y el ejemplo de mansedumbre y edificación, que supo dar.
Murió en 20 de julio de 1767, siendo enterrado en el panteón de Nuestra Señora del Pilar, debajo de la obra del magnífico tabernáculo de la Santa Capilla.

(1) Este alboroto o sublevación ocurrido en Zaragoza en la fecha señalada, es conocido en la historia con el nombre de motín del pan; unos cuantos embaucadores soliviantaron al pueblo, que en actitud tumultuaria se echó a la calle, cometiendo toda clase de excesos. Las acertadas medidas de las autoridades militares de la plaza y los trabajos que el arzobispo realizó,
mandando sacar en procesión el Santísimo Sacramento y las Comunidades religiosas, para que por calles y plazas exhortaran a la muchedumbre alborotada, aquietaron los ánimos.

El Arzobispo que le sucede fue Don Juan Sáenz de Buruaga, natural de Berricano, en la diócesis de Calahorra; hijo de don Francisco Sáenz de Buruaga y de Ochoa y de doña María Ortiz de Landaluce, nació en 3 de febrero de 1707. Estudió la Sagrada Teología y fue Colegial del Mayor de Alcalá, electo en 2 de junio de 1729, y Catedrático de Artes en aquella Universidad; posteriormente, Canónigo Magistral de la Santa Iglesia de Segovia y después promovido a la de Lugo en 14 de junio de 1762 y trasladado a ésta de Zaragoza en octubre de 1767; se le despacharon las bulas en enero de 1768. Regaló a la Virgen del Pilar, en 1775, una artística corona y otra al Niño Jesús que en sus
brazos sostiene la Vrgen; ambas estaban valoradas en 35.000 duros (1).
Le siguió D. Bernardo Velarde, que había nacido en Santillana el 3 de enero de 1720. Estudió Gramática y Filosofía y la Jurisprudencia civil en Alcalá, ingresando en el Colegio Mayor de dicho arzobispado. Fue doctoral de Palencia y Sevilla, desde donde pasó al obispado de Tortosa por elección de Carlos III y desde esta silla a la de Zaragoza en 1779.
Modesto hasta la exageración, dice un escritor contemporáneo (2) que hizo su entrada en Zaragoza "con la sotana llena de costuras y remiendos". Protector de las Bellas Artes, dio 7.500 duros para pagar los frescos de las bóvedas del Templo del Pilar, obra de los hermanos Bayeu y Goya. Murió el 12 de junio de 1782.

(1) Gascón de Gotor: Zaragoza, tomo II, pág. 76.
(2) Gascón de Gotor: Obra ya citada, pág. 77 del tomo II.

Le sucedió en el arzobispado y cancelariato Don Agustín de Lezo y Palomeque: nació en Lima el 24 de agosto de 1724. Hizo sus estudios en Pamplona, teniendo por maestros a los PP. Dominicos; obtuvo el grado de Doctor en Salamanca; fue Abad de la Iglesia Colegial de la villa de Cardona, Obispo de Pamplona, de donde fue trasladado a esta silla arzobispal, promovido por Carlos III, y haciendo su entrada pública el 22 de febrero de 1783 con gran solemnidad y acompañamiento. Dotó espléndidamente el Hospital de Nuestra Señora de Gracia; decoró la fachada de su palacio que da al Ebro; donó 5.000 pesetas y cien camas para el de Convalecientes; instituyó el Jubileo de las Cuarenta Horas en virtud de bula expedida el 6 de febrero de 1786; fundó el Seminario Sacerdotal en la casa–colegio que ocuparon los jesuitas antes de su expulsión, abriéndose las clases en 1.° de mayo de 1788 e invirtiendo en la fábrica más de 10.000 pesetas, e hizo otras muchas obras de beneficencia, contribuyendo, además, con su propio peculio, a sostener la guerra contra Francia, hasta el extremo de quedarse pobre, y redactando Pastorales a este fin encaminadas, como la de 17 de agosto de 1794, que fue leída en los púlpitos. Murió el 10 de febrero de 1796, a los setenta y un años de edad.
Le sucedió Fr. Joaquín Company, franciscano. Tomó el hábito de esta Orden en Valencia, cuando sólo contaba quince años de edad. Huérfano de padres desde edad temprana y acogido en Gandía por un tío suyo, estudió la Filosofía y la Teología, ganando por oposición el cargo de Lector en Artes de aquella Universidad y más tarde una de Teología. Elegido Definidor en 1775 en el Capítulo provincial celebrado en Alicante, proclamado Ministro provincial en 1778 en San Diego de Alfara y Comisario general, fue electo Arzobispo de Zaragoza en 1797 por el Monarca (1: Los Gascón de Gotor, en su obra Zaragoza, dicen que fue en 1798.). Desde Madrid mandó a nuestra Universidad la siguiente carta:
"M. Ille. Sr. = Muy señor mio y de mi mayor respeto: habiendome nombrado el Rey N. Sr. (que Dios guarde) Prelado de esa Santa Metropolitana Iglesia, lo participo a V. S. M. Ille. expresándole los grandes deseos que tengo de contribuir en cuanto penda de mi arbitrio para el adelantamiento de los estudios de esa celebre Universidad. = Estoy persuadido, que no puede haber empleo mas digno de un Prelado celoso, que protexer la buena instruccion de los jovenes, como que pende de ella se hallen despues sugetos a propósito para el gobierno espiritual y temporal de los pueblos, y hacerles felices. Animado Yo de estos justos sentimientos estaré pronto para procurar por todos medios las mayores ventajas de V. S. M. Ille. - Dios guarde a V. S. M. Ille. Muchos años. Madrid, 12 de julio de 1797. = M. Ille. Sr. De V. S. M. Ile. afectísimo seguro servidor, Fr. Joaquín Company. = M. Ille. Sr. Rector y Claustro de la Universidad de Zaragoza". (Gestis, núm. 23, fol. 897).
La Universidad contestó con la siguiente:
"Exmo. y Revmo. Sr. = Muy señor mío: Ha recibido esta Universidad la de V. Ex.a de 12 de los corrientes, en que la participa haber nombrado el Rey Ntro. Sr. (que Dios guarde) a V. Ex.a Prelado de esta Sta. Metropolitana Iglesia, sincerandola al mismo tiempo de sus grandes deseos en contribuir en cuanto penda de su arbitrio para el adelantamiento de los Estudios. En tan justa elección se toma las enhorabuenas, y las repite a V. Ex.a con aquel debido gozo, y expresión de gracias correspondientes al honor que recibe de ser V. Ex.a su Canceller, y a los singulares deseos y ofrecimientos para su engrandecimiento, conque se sirve distinguirla. En verdad, las Universidades son el taller donde se forman los mayores hombres a beneficio de la Religión y Estado, y en el día apoyada esta Escuela en tan benéfico Protector toma ya aliento para que se realicen los indicados anelos de V. Ex.a = Dios guarde a V. Ex.a muchos años, como la Universidad ha menester. = Del Claustro de la Universidad de Zaragoza a 18 de julio de 1797. = Illmo. Sr.: B. L. M. de V. S. Ilma., El Claustro de la Universidad Literaria". (Gestis, núm. 23, fol. 878).

Hizo su entrada pública y solemne en Zaragoza el 15 de junio de 1798, y después de haberle enviado un mensaje de salutación y que señalara hora para recibir a la Universidad, ésta le dio Embajada el día 21 del expresado mes y año, a las diez de su mañana, en la forma siguiente: reunidos los claustrales en la Universidad, vestidos de ceremonia, pero sin insignias, partió la comitiva, en coches, desde la puerta principal (calle de la puerta del Sol) al palacio Arzobispal, por el Coso, calles de San Gil y de la Cuchillería, por el orden siguiente: primero, Ministros de la Universidad; segundo, Secretario y tres Catedráticos de Artes; tercero, Catedráticos de Medicina; cuarto y quinto, Cánones y Leyes; sexto y séptimo, Teólogos; octavo, Rector, con el catedrático más antiguo de Teología, Dr. Latorre, y cerrando la comitiva un coche de respeto. Descendieron en la puerta de la Escala del palacio, y subidos, con el ceremonial acostumbrado, a las habitaciones de su excelencia, fue cumplimentado por el Rector "con una oración correspondiente a su elocuencia" y contestada "con la mayor expresión" se tomó la vuelta hasta llegar a la Sala del Claustro, donde se despidieron los doctores. (Gestis, núm. 24, fol. 136).
Fue trasladado el Sr. Company a la Sede de Valencia, su tierra natal, donde falleció doce años después de haber sido promovido a aquella silla.
D. Ramón José de Arce: Nacido en Selaya, del valle de Carriedo, provincia de Santander; Colegial en el Mayor de Cuenca de la Universidad de Salamanca; Canónigo lectoral de las Catedrales de Segovia y Córdoba y de Nuestra Señora
de Valencia; Ministro togado en el Consejo de Hacienda y Real Junta de Juros; Consejero en el Supremo de Castilla y del Estado; Arzobispo de Burgos, Inquisidor general, Capellán Mayor de S. M., se posesionó de su cargo de Arzobispo de esta diócesis en julio de 1802.
En 3 de agosto de ese año, la Universidad acordó visitar en corporación a su Cancelario; el 4, en coche, el Secretario fue al Palacio Arzobispal a pedir hora en nombre de los Claustros, y al día siguiente se le dio Embajada, con el mismo ceremonial que al Sr. Company.
Este Arzobispo renunció su cargo en 1816, sustituyéndole D. Manuel Vicente Martínez y Jiménez, natural de Tartanedo, diócesis de Sigüenza, habiendo nacido el 5 de octubre de 1759. Obtuvo y desempeñó las cátedras de Filosofía y Teología en el Colegio Universidad de Sigüenza y la canongía de Penitenciario en la Catedral de la misma ciudad; fue después Magistral de Murcia, Obispo de Astorga, y, por último, Arzobispo de Zaragoza, y elegido para el mismo cargo en Granada. Murió en Zaragoza en 1823.
D. Bernardo Francés Caballero, nació en Madrid en 14 de octubre de 1774. Fue Obispo de la Seo de Urgel en 28 de julio de 1817, siendo nombrado arzobispo de Zaragoza en 27 de septiembre de 1824. Muy afecto al régimen absolutista,
se le designó para formar parte de la Regencia del Reino en aquella época y siendo Obispo de la Seo de Urgel, pero no quiso aceptar tal cargo. Al llegar las épocas revueltas de nuestra política, por el año 1835, se vio perseguido y calumniado, huyendo de Zaragoza y refugiándose en Burdeos, en donde falleció el 13 de diciembre de 1843.
A su solemne y pública entrada en Zaragoza, celebrada el día 15 de enero de 1825, asistió la Universidad en corporación, dándole después Embajada con toda solemnidad.
Fue el último Cancelario que tuvo nuestra Universidad, pues el 25 de mayo de 1832, la Inspección de Instrucción pública comunicaba al Rector y Claustro de este Centro docente, el Breve de Gregorio XVI, dado en Roma a 27 de marzo de 1831, suprimiendo el cargo en todas las Universidades del Reino y confiriendo en los Rectores la autoridad y representación que antes tenían los designados para desempeñarlo; la parte más importante del mismo dice así:
"Bien persuadido de esto nuestro amado en Cristo Fernando, Rey Católico, habiendo visto claramente que muchas veces se originan disputas entre el Rector y el Cancelario de una Universidad sobre al ejercicio de la jurisdicción que a cada uno corresponde; parecióle muy conveniente, al dar los
nuevos Estatutos a todas las universidades, extinguir el cargo de Cancelario y confiar al Rector sólo todo el gobierno de la Universidad, pues las más veces ejercían aquel cargo personas que, distraídas por negocios enteramente contrarios a él, no prestaban asidua atención a sus obligaciones, como era
menester; lo cual creyó poderse conseguir, confiriéndole a los Maestros que por razón de su oficio frecuentan las Universidades, y ocupados en instruir a los jóvenes, experimentan sus inclinaciones.

"Por lo cual, Nos, queriendo condescender con los deseos del Rey Católico y hacer un favor especial a todos y cada una de aquellos a quienes estas letras favorecen, y absolviéndolos y declarándolos absueltos solamente para el objeto
de las presentes de cualquiere excomunión y entredicho y demás censuras, sentencias y penas eclesiásticas fulminadas de cualquier modo y por cualquiera causa, sí acaso se hallaren incursos en algunas; con nuestra autoridad apostólica aprobamos y confirmamos la sobredicha extinción del cargo
de Cancelario en todas las Universidades del Reino de España y la declaramos válida y eficaz, y en su consecuencia, el Rector de cada Universidad represente la persona de Cancelario y haga sus veces y tenga el gobierno de la Universidad" (1: Damos la traducción castellana, pues el texto del Breve está en latín.).
La de Zaragoza, honrada y encariñada con la alta representación conferida a los arzobispos de Zaragoza, quiso ser una excepción en esta medida de carácter general: en Claustro de todos los doctores más antiguos de las diversas facultades, celebrado en 15 de junio de 1832, se propuso por algunos que se dirigiera al Monarca atenta solicitud para que en esta Universidad continuara con el cargo de Cancelario el Arzobispo y sus sucesores en la silla, aunque la mayoría convino "en que era ardua empresa y difícil el logro de una
orden particular que exceptué a esta Escuela de la regla general, pero considerando que, a pesar de esto, en el caso de que represente sobre el particular el Ilmo. Sr. Cabildo, con quien la Universidad tiene tantos motivos de gratitud, el Claustro también debe hacerlo por su parte, apoyado en las
razones que ya se tuvieron presentes en el acta de cinco de este mes y otras que podrán aumentarse". (Gestis, núm. 62, fol. 54).
Los deseos nobles de la Universidad de Zaragoza quedaron sin efecto; en septiembre de ese mismo año se confirmaba en todas sus partes, por una orden de la Inspección, la supresión del cancelariato y se manifestaba que los Rectores asumieran sus funciones, incluso en las visitas de inspección a los Colegios, visitas que anteriormente eran de la exclusiva competencia del Canciller.
En cuanto al cargo de Vicecanciller, queda ya de sobra reseñado en el transcurso de este capítulo; en el Estudio viejo lo ejercían los Maestros mayores, y en la nueva Universidad los Rectores.

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