CAPÍTULO XV
BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD
LA ANTIGUA LIBRERÍA. -
LA DE LOS JESUÍTAS. - PLAN DEL DR. LISA PARA ABRIR AL PÚBLICO LA
BIBLIOTECA. - PERSONAL. - DOTACIÓN. - ACRECENTAMIENTOS SUCESIVOS. -
DESTRUCCIÓN DE LA BIBLIOTECA EN EL SEGUNDO SITIO. - PLAUSIBLES
GESTIONES DE LA UNIVERSIDAD PARA REPONER SU BIBLIOTECA. - PLAN QUE
PRESENTA A LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL. - JUNTAS DE BIBLIOTECA. -
RENTAS CON QUE SE CONTABA. - MATRÍCULA ESPECIAL. - SUCESIVOS
ACRECENTAMIENTOS. - LA BIBLIOTECA ACTUAL.
Hasta 1742, que
encontramos un acuerdo del Claustro celebrado en 25 de octubre, no
bailamos nada en los libros de Gestis que nos dé noticia de
la
librería antigua de nuestra Universidad. En él se dice que
"el que quisiere usar de los libros de la Escuela para los actos
de Conclusiones y Academias, debe dar dos reales de plata al Bedel,
cada vez, por el trabajo de sacarlos, debiendo ser responsable de
ello si alguno o todos se perdieren".
Ese acuerdo es todo un
Reglamento; el que use los libros, abone por ello una cantidad, y el
que extravíe alguno, lo reponga o pague su importe.
Indudablemente
la Universidad tenía una modesta colección de libros, a la que no
podía darse el nombre de librería o de biblioteca y que se
enriqueció el año 1772 al expulsarse a los Jesuítas de
España.
En 2 de mayo de ese mismo año se dictó una Real
Provisión disponiendo que las librerías de los Regulares expulsos
de la Compañía se entregasen a las Universidades españolas, y en
su vista, la Junta municipal de esta población
recibió las
oportunas órdenes a este fin encaminadas, la cual, por conducto de
su presidente, se dirigió al Rector y Claustro, con fecha 29 de
dicho mes, para que designara personas que, con los señores Miguel
Lorenzo Franco de Villalva y Marqués de Ariño, pudiera verificarse
la entrega.
En Claustro celebrado en 19 de junio, fueron
designados por la Universidad los doctores Asso, Briz, Garro y Royo.
(Gestis, núm. 7, fols. 258 y 264).
En 7 de octubre de 1774 se
recomendó a la comisión nombrada formulara el presupuesto necesario
para la "fábrica de la librería" y los medios más
conducentes "para afrontar el dinero necesario"; hay que
advertir que en 30 de septiembre de ese mismo año, la Junta
municipal reclamó, insistentemente, los recibos de la entrega hecha
de las librerías de los expulsos jesuitas; lo cual indica que
nuestros universitarios aun no habían cumplido, al cabo de dos años,
la misión que se les confió de inventariar los fondos recibidos.
(Gestis, números 461 y 492).
En 16 de agosto de 1775, el Real
Consejo comunica al Rector de esta Universidad que se accede a su
petición y que, por lo tanto, para el sostenimiento y fomento de la
librería de la Universidad, se le aplican los cuatro censales que
tenían de dotación, los que se han entregado de los colegios de la
extinguida orden de la Compañía de Jesús, manifestando que se le
entregaran los Estatutos de pertenencia bajo el correspondiente
resguardo, al objeto de que cuide de su buena administración.
Ya
tenía, pues, la Universidad de Zaragoza, libros para su biblioteca y
rentas para su sostenimiento, y justo es decir que supo fomentar la
primera y administrar bien las segundas, procurando, por cuantos
medios tuvo a su alcance, que tan rico caudal bibliográfico fuera de
utilidad, no sólo a la
clase escolar, sino al público en
general.
En 6 de febrero de 1775 se da cuenta, en Claustro, de que
el Infante D. Gabriel había dado a la Universidad un tomo de la obra
Salustra, y que juntamente con ocho tomos de la obra Palacio de
Caserta, habían sido puestos en la librería por el bibliotecario y
catedrático D. Inocencio Camón, y en 7 de junio del mismo
año, el Dr. D. José Amar remite para la librería de la Universidad
su obra Instrucción curativa de las calenturas conocidas vulgarmente
con el nombre de "tabardillo*, acordándose en Claustro
darle las gracias por carta y que del libro se haga cargo el
bibliotecario D. Inocencio de Camón. (Tomo 9 de Gestis, fol.
352).
En 6 de junio de 1777, D. Francisco de Paula de Roa dio
cuenta al Claustro de que había gastado algunas cantidades en la
librería para estantes y colocar en lugar correspondiente los libros
que se hallaban en el suelo, en varias redes
y vidrieras, puertas,
hierros y todo cuanto era necesario para la seguridad y uniformidad
correspondiente; el Claustro aprobó los gastos y se resolvió
también que el Sr. Roa continuara adelantando las cantidades que
hicieran falta hasta que la biblioteca tuviera caudal propio y fondos
suficientes para
que se reintegrara de sus adelantos.
Ya en
noviembre de 1780, la librería de la Universidad debía estar
arreglada y catalogada, o por lo menos, en un principio de
clasificación de sus fondos bibliográficos, desde el momento en que
el Rector dio cuenta, en Claustro celebrado el 8 de ese mes y año,
de que había algunos libros y obras
duplicadas que se podían
vender, si parecía conveniente, y con las cantidades que se
recaudaran, adquirir algunas otras obras, y si había sobrante,
destinarlo a lo que en la biblioteca se considerara de mayor
urgencia.
Se dio comisión a los doctores Arpas, Camón y Campos,
para que examinaran las obras duplicadas y estudiaran la venta de las
mismas en las mejores condiciones posibles.
En 29 de diciembre de
1780, el Sr. Roa comunica al Claustro que el Receptor había cobrado
del repolio del señor Sáenz de Buruaga, arzobispo que fue de
Zaragoza, los 6.000 reales correspondientes, y que con ellos se
habían comprado redes para la colocación de los libros y algunas
otras cosas
necesarias para el mejor arreglo de la biblioteca.
Se
acordó que los Sres. Acha, Roa y Camón, que formaban la comisión o
Junta de biblioteca, continúen en su misión, que desempeñan a
conciencia y satisfacción de todo el Claustro, y que se pongan redes
hasta donde alcance el dinero recibido. (Gestis, núm. 13, fols. 34 y
102).
En 8 de enero de 1781, los comisionados que acabamos de
mencionar presentan la lista de las obras duplicadas que deben ser
destinadas al cambio o a la venta. Se acuerda en Claustro de que en
vista de que con los 6.000 reales cobrados de la Mitra no se han
podido colocar nada más que unas cien redes en la biblioteca y que
era de absoluta necesidad arbitrar recursos para las veintisiete
restantes, que son precisas, al objeto de guardar otros tantos
Escrinios de la biblioteca, que se vendan y los fondos se entreguen
al Receptor y se destinen a la librería.
En 6 de febrero de
dicho, año, Aspas y Camón ya presentan al Claustro una memoria
exponiendo las condiciones en que las obras duplicadas se
encontraban, pues depositadas en el viejo archivo de la Universidad,
eran pasto de la humedad, de los ratones y de las sabandijas;
inútiles completamente muchos de ellos, habían formado un
inventario cuya nota detallada presentaron con anterioridad, y que el
librero de la capital D. José Monge ofrecía por ellos 140 libras, y
no habiendo encontrado mejor postor, habíanselos adjudicado a
condición de que además había de entregar, a beneficio de la
librería, ocho tomos en folio de las obras de D. Antonio Agustín,
impresión de Luca; los dos tomos de San Isidro, impresión de
Madrid, y otros que se le señalaron; el Claustro aprobó todo lo
hecho por dichos señores. (Gestis, núm. 13, fol. 121 v.).
Esta
venta encontró su protesta en el Claustro, la del señor Roa, el
cual presentó un memorial en 12 de marzo al Rector, oponiéndose a
lo actuado, con fútiles pretextos a nuestro entender; suplicaba el
Sr. Roa se le diera testimonio
para usar de su derecho ante la
superioridad. Sin embargo, el Claustro siguió este negocio adelante,
apesar de la protesta del Sr. Roa; se le dio el testimonio que
solicitaba, pero fueron devueltos al librero Monge los vales y
contratos de 140 libras, con la firma y conformidad de los
comisionados al pie, y el correspondiente recibí con expresión "de
las especies de dinero y libros en que los satisfizo", pasando
las libras jaquesas a poder del Receptor y los libros, que Monge
entregó, a los comisionados bibliotecarios, al objeto de que de
ellos se hicieran cargo y los pusieran en la librería. (Gestis, núm.
13, fol. 388 v.).
Entre los Documentos daremos todos los
referentes a este interesante asunto, así como la nota de los libros
adquiridos por Monge, porque ella nos da una idea de lo que era la
antigua librería de nuestra Universidad y de parte dé sus fondos
bibliográficos.
Comenzó la Universidad a estudiar la manera de
abrir al público su biblioteca, a cuyo efecto dio comisión al Dr.
Lissa para que redactara el oportuno informe.
Dicho señor, en 5
de noviembre de 1795, presentó el siguiente:
Plan que presenta el
Dr. D. Vicente Lissa, con el objeto de verificar el uso publico de la
Bibliotheca de la Universidad Literaria:
"1.° La mayor
dificultad que puede ofrecerse para verificar el uso publico de la
bibliotheca de la Universidad literaria, es la falta de caudales para
los gastos que necesariamente han de ocurrir con este objeto; en él
se echa de ver el beneficio común que ha de experimentar todo
cursante, igual por lo menos al que disfrutó quando la Universidad
literaria presentó al servicio de S. M. ocho hombres, lo escusó del
sorteo que le amenazaba, por cuya causa podrá superarse esta
dificultad, exigiendo por ahora el aumento de la matricula
acordado
por el Claustro en pleno y exponiéndole la necesidad de que subsista
con el preciso destino a los gastos de la bibliotheca, pues en
conformidad de lo que pide el explendor y enseñanza de un
Estudio general, quiere S. M., en su Cedula de 14 de marzo de
1759, se proporcionen medios a fin de que las Universidades logren el
beneficio de una pública bibliotheca.
2.° El tanto impuesto
sobre la matricula, deberá exigirse de aquellos que no hicieren
constar su pobreza con cédula de su cathedratico, en conformidad en
los Reales Estatutos, en orden a lo dispuesto sobre la expresada
matricula. Su aumento podrá computarse anualmente en doscientos
duros, y desde luego, los que se cobraren en este curso, se deberán
destinar al arreglo de la bibliotheca, en cuyos Índices generales no
se comprehenderan los libros prohibidos ni manuscritos, pues no han
de estar expuestos al publico sino en una sala separada, con su
indice particular, cuyas llaves tendrán en su poder el
Protector y el Bibliothecario.
3.° Se procurará, al tiempo del
arreglo, anotar las obras duplicadas y las ediciones, para que puedan
cambiarse las menos útiles por otras que fueren precisas en la
bibliotheca, teniendo presente, para el mejor acierto, la de San
Ildefonso u otra bien ordenada.
4.° Para este fin deberán
comisionarse un cathedratico y un doctor de cada facultad, que
gratuitamente quisieren encargarse, para el que se ofrece desde luego
el que presenta el plan a éstos, y qualesquiera otro comisionado se
agregará el Dr. D. Thadeo Lasarte, por el conocimiento que tiene
en
la bibliotheca, quien assistirá a su arreglo quando buenamente
pudiere y en toda ocasión suministrará las noticias que se le pidan
por los comisionados.
5.° Verificado el arreglo, se abrirá la
bibliotheca tan solamente en el Curso, sus días lectivos y de
oposiciones a Cathedras, de nuebe a once por la mañana y de
dos a quatro por la tarde, a excepción de aquellos en que hubiere
Claustro, decreto u otra función de Escuela que lo impidiesse, en
las que se cerrará o limitarán sus horas según pareciere al
protector y bibliothecarios, los que dispondrán que en el día
anterior se haga saber al publico, en un papel que a éste fin se
colocará en dicha bibliotheca.
(Imágenes: El Crucifijo de
las juras. La maza de Torrellas. Pág. 383)
6.° Para el
cuidado y govierno de ella se nombrará un Protector, un
Bibliothecario perpetuo, dos Quadrienales, un Depositario y tres
assistentes, con las facultades y honorarios que se expresan en los
números correspondientes.
PROTECTOR
7.° El
empleo de Protector será perpetuo y deverá siempre conferirse por
el Claustro de Consiliarios y Cathedraticos, sin propuesta alguna a
un doctor o maestro que fuere ministro togado, prebendado de esta
Santa Iglesia o sujeto
de conocida dignidad; en su consequencia se
nombrará por primer Protector al Dr. D. Faustino de Acha,
cathedratico jubilado de Prima en Canones, cuya memoria deve ser
grata a la Escuela por los beneficios que le ha dispensado.
8.°
Será del cargo de Protector contribuir en quanto estubiere de su
parte, para que los cursantes logren en la bibliotheca el beneficio
común a que se aspira, assistir a ella los días y horas que le
pareciere, y providenciará con los
bibliothecarios lo mas
conveniente, celebrando en su casa, a la hora que fuere de su agrado,
las Juntas que ocurrieren, y tendrá voto y calidad en todos los
asuntos y negocios que en ella se trataren.
9.° Si el electo para
Protector residiere fuera de esta Ciudad, podría nombrar su
Vice-protector a la persona que le parezca, teniendo las calidades
sobredichas para que en su lugar sirva el empleo oon los mismos
derechos, preheminencias y facultades.
BIBLIOTHECARIO
PERPETUO
10. Se nombrará para este empleo al Dr. D. Thadeo
Lasarte, por el amor que ha manifestado constantemente a la Escuela y
el particular cuidado que le ha merecido la bibliotheca, a la que
deverá assistir todos los días, sin la precisión de permanecer en
ella las horas en que estubiere abierta.
11. Este empleo será
siempre perpetuo, y quando vacare, se procederá a la elección en la
misma forma que se ha de executar la de los bibliothecarios
quadrienales los que serán atendidos en ella para que consigan por
este medio
un honorífico descanso.
BIBLIOTECARIOS
QUADRIENALES
12. Para los empleos de los bibliothecarios
quadrienales se nombrarán dos doctores o maestros (sin excluir a los
cathedraticos), quienes se obligarán a la assistencia y
responsabilidad, hecha la entrega por medio de los indices o en otra
forma, afianzando a satisfacción de la Junta.
13. El Claustro de
consiliarios y cathedraticos, en el primero del mes de octubre,
elegirá, en virtud de propuesta de la Junta de bibliotheca, con
votos secretos, uno de estos bibliothecarios cada dos años, y durará
quatro el tiempo de su empleo, contándose desde el día de San
Lucas.
14. El primer electo servirá tan solamente dos años, para
que se haga lugar el que haya siempre una vacante de dos en dos años
y quede una persona instruida en la bibliotheca.
15. Si vacare
alguno de estos empleos antes de cumplirse los quatro años, el
nuebamente electo deberá serlo tan solamente por el tiempo
que le restaba al que causó la vacante, pero assi este como los
demás que hubieren completado los quatro años, podrán ser
reelegidos antes de examinarse las propuestas, con las que convengan
en el reelecto dos partes de votos de las tres que compusieren, el
Claustro, sin que pueda dispensarse la votación secreta.
16. En
los casos de gravedad que ocurrieren en la biblioteca, se dará parte
al Protector, quien convocará a Junta para acordar lo que
corresponda, participándose al Claustro si el asunto lo exigiese, y
en los de menor gravedad, providenciarán los bibliothecarios
quadrienales con anuencia del perpetuo lo mas oportuno, estando
siempre a sus órdenes los ministros de la Escuela y sin vulnerar la
jurisdicción académica, que reside en su
Rector.
DEPOSITARIO
17. Para satisfacer los gastos
que ocurrieren en el arreglo, se depositará en el Dr. D. Josef
Garro el caudal procedente del aumento de la matrícula de este año,
interviniendo en su exacción los que comisionare el Claustro de
consiliarios y cathedraticos, y agregando el referido D. Josef Garro,
al
mismo caudal, el sobrante del que pertenece a las mensualidades
de los estudiantes que sirven a S. M. en nombre de la Escuela, y el
que corresponda en el día a la bibliotheca, satisfará lo que se le
librare por qualquiera de los comisionados para el arreglo, y finado
este, dará sus cuentas a la Junta
de bibliotheca, haviendo
presentado anteriormente las fianzas a satisfacción de la misma.
18.
El caudal perteneciente a la bibliotheca se administrará en adelante
por el que obtuviere este empleo de Depositario, confiriéndose de
dos en dos años en virtud de propuesta de la Junta de bibliotheca;
finado el tiempo, dará cuenta a la misma, a cuyas sesiones assistirá
con voto y será atendido para el empleo de bibliothecario
quadrienal.
ASSISTENTES
19. Para el nombramiento de los
tres assistentes se pondrán edictos de acuerdo del Claustro en el
patio de la Escuela, los que expresarán su obligación, reducida a
assistir a la bibliotheca las horas y días en que estubiere abierta,
por lo que se les contribuirá anualmente con el honorario expresado
en el núm. 21 y se les atenderá si fueren aplicados para
dispensarles los grados de bachiller gratuitamente en la facultad que
cursaren, deviendose arreglar a las instrucciones que les comunicaren
el Protector y bibliothecarios por lo respectivo a la
bibliotheca.
20. Los pretendientes presentarán, dentro del tiempo
señalado en los edictos, memorial al Claustro, con expresión de sus
estudios; todo se remitirá a la Junta de bibliotheca, para que,
tomando las correspondientes instrucciones, haga una terna para cada
uno de estos empleos, y el Claustro elija de ella el que entendiere
mas del caso. Estos empleos durarán el tiempo que estimare el
Claustro.
HONORARIOS
21. Los honorarios podrán ser por
ahora, en cada un año, los siguientes:
Al bibliothecario
perpetuo... 40 duros
A los dos quadrienales... 60 "
A los
tres assistentes... 60 "
Total 160
duros
22. Computándose anualmente el aumento de matricula con
doscientos duros y los honorarios en ciento sesenta, como aparece del
numero anterior, quedan en beneficio de la biblioteca quarenta, que
podrán invertirse en la decencia de la misma, colocando si pareciere
en una de sus salas, los días de riguroso imbierno, uno o dos
braseros para mayor comodidad de los bibliothecarios, reservándose,
para satisfacer qualquier otro gasto, el censo que tiene en su favor
dicha bibliotheca, y si algún año (lo que no se espera) fuese
menos
el producto de la matricula, podrá entonces el arca de la
Escuela prestar a la bibliotheca lo que le faltare con calidad de
reintegro.
JUNTA DE BIBLIOTHECA
23. Se compondrá esta
Junta del Protector, Bibliothecario perpetuo, Quadrienales y
Depositario, sirviendo su Secretaria uno de los mismos nombrado por
ella, en la que se tratará de los asuntos concernientes al cuidado,
gobierno y servicio de la bibliotheca y de los medios que puedan
proporcionar su dotación.
24. La Junta, para el Claustro primero
de octubre, propondrá, con arreglo al núm. 12, una terna para el
empleo de bibliothecario, cuando correspondiere su elección o vacare
fuera del tiempo ordinario, teniendo presente el que no
deve
incluirse en la terna al cathedratico que tuviese la elección
respectiva a su cathedra en la misma hora en que ha de servirla el
que huviere de servir en calidad de bibliothecario antiguo, pues no
deverá faltar jamás en la bibliotheca uno de los bibliothecarios
quadrienales.
25. También harán terna para los empleos de
assistentes con arreglo al núm. 20, cuidando assi mismo que los
propuestos no tengan a una misma hora la de sus cathedras, pues han
de assistir dos continuamente en la bibliotheca, y
ninguno podrá
separarse de ella sin permiso de los bibliothecarios, prefiriéndose
para estos empleos, en igualdad de circunstancias, a los
bachilleres.
Este plan tiene varias imperfecciones; a pesar de
ellas, se manifiesta que, verificándose en todas sus partes, podría
sin mucha dificultad verificarse el uso público de la preciosa
bibliotheca de la Universidad literaria. Entonces, tal vez
se
lograría alguna dotación y tendrían cumplimiento estas ideas, pues
no puede dudarse que nuestro sabio ministro ha de tomar un grande
empeño en sostener el uso publico de una arreglada bibliotheca,
cuyas ventajas le son bien conocidas. Acaso se lograría con el
tiempo que se agregaran a esta bibliotheca las de los Prelados
ecclesiasticos del Reyno, que, según la Real Cédula de 17 de
febrero de 1771, deven reservarse perpetuamente a favor de la Mitra,
con destino al común aprovechamiento, el que disfrutarían sin duda
alguna los estudiantes de cada una de las diócesis, trayendolas a la
Universidad de la capital, siendo constante por otra parte lo difícil
que es este establecimiento en sus respectivas ciudades, como lo
acredita la experiencia.
Si S. M. accediese a ello, tenia ya la
bibliotheca de la Universidad su correspondiente dotación, pues en
virtud de otra Real Cédula se deven regular y assignar para este fin
de los frutos de las Mitras, desde quatrocientos a ochocientos
ducados, según las circunstancias. Por ultimo, podría esperarse que
alguna otra preciosa bibliotheca se agrupasse igualmente a la de la
Escuela y que hubiesse cathedraticos y graduados que en señal de
gratitud la dejassen las suyas, sabiendo el buen uso que se haría de
ellas, sin que pueda tenerse por violenta la exacción de los quatro
reales vellón sobre el tanto con que acostumbra a contribuirse al
tiempo de la matricula, pues según noticias, hay Universidad en que
se paga por ella los referidos quatro reales vellón, y no falta otra
en estar o a lo menos han estado en practica iguales exacciones,
dirigidas al beneficio de los concursantes; y consta que en el Real
Colegio de San Vicente de la Universidad de Huesca, paga cada
individuo, al tiempo de su ingreso, doscientos reales por el uso de
la bibliotheca. = Zaragoza 6 de
noviembre de 1795. = Dr. Vicente
de Lissa y de las Balsas". (Gestis, núm. 22, fols. 48 a
61).
***
En 14 de noviembre de 1796, en Claustro pleno,
el Rector dio cuenta de que la Junta de biblioteca le había
manifestado estar ya todo dispuesto para abrirla al público el día
17 del mismo mes, presentando también el plan insertado
con
anterioridad. El Claustro aprobó unánimemente todo lo
actuado, así como la memoria presentada, agradeciendo a la Junta de
biblioteca su ímproba labor y animándola para que continuara en su
puesto y haga al Rey la Representación
acordada en Claustro de 12
de noviembre.
También en ese mismo Claustro se dio cuenta de los
donativos que se habían hecho con destino a la biblioteca, acordando
se hicieran constar en acta sus nombres y se les dieran las gracias.
Eran éstos: D. Baltasar Voldo, Conde de
Sástago; D. Severo
Aguirre, D. José Elizondo, D. Ignacio Muñoz, D. Alejandro Ortiz, D.
Vicente de Lissa, D. Manuel Berné, D. Pedro Tomás, D. Cirilo de
Tubo, D. Juan Baranchán, D. Lorenzo Flez, D. Tadeo Lasarte, D.
Faustino de
Acha, D. Joaquín Otal, D. José María Puig, D. Tomás
López, D. Francisco Amar y el Colegio de Médicos.
Entre otros
donativos hubo alguno de verdadera importancia, como fue el del
ex-Rector y Protector de la Universidad D. Faustino de Acha, que
mereció los honores de que en Claustro celebrado el 24 de octubre de
ese mismo año de
1796, se acordara, a más de significarle la
gratitud de la Universidad, comisionando a los doctores Lasarte y
Miguel para que en nombre de los Claustros le visitaran, colocar su
retrato en el Claustrillo, al lado de los hijos ilustres de la
Escuela o de los más beneméritos. (Gestis, núm. 23, fol.
27).
Cumpliendo lo acordado en 22 de noviembre de este año, la
Universidad dirigió al Rey el memorial correspondiente,
participándole el funcionamiento de la biblioteca e interesándole
para su sostenimiento y fomento.
En Claustro de 27 de febrero de
1797, se dio cuenta de la Real provisión del Consejo de 13 del
mismo, para que a la mayor brevedad se le informe del número de
dependientes que se consideran necesarios para el servicio de la
biblioteca, qué dotación podría señalarse a cada uno de ellos, a
cuánto podía ascender el producto de la peseta con que han de
contribuir los cursantes al tiempo de matricularse, si les sería o
no gravosa esta contribución o puede haber otro arbitrio más
equitativo para formar un fondo con que subvenir a los gastos de este
nuevo establecimiento y todo lo demás que estime conducente para la
instrucción del asunto.
La Universidad informó al Consejo
haciendo constar lo siguiente:
Personal: dos bibliotecarios, tres
asistentes, un portero; con la dotación de 4.000 reales a los
primeros, 2.000 a los segundos y 2.000 al tercero.
Para el
sostenimiento: como compra de libros, encuadernaciones, etc., 14.000
reales vellón. En total, 30.000 reales vellón; que el producto de
la peseta da unos 4 ó 5.000 reales anuales, y que como con esta
cantidad y la que puedan dar los escasos bienes de la biblioteca, no
son suficientes para su sostenimiento, que no encuentra nada mejor ni
más práctico que las rentas de esta Mitra, la cual cree la
Universidad, y así lo hace constar, viene obligada a ello, porque
debe ser la primera en amparar y proteger la cultura, no ya porque el
Arzobispo sea Cancelario de la Universidad, sino para dar así
cumplimiento a lo ordenado por el Rey en su Cédula de 17 de febrero
de 1771, que mandó reservar las librerías de los prelados con
destino al aprovechamiento público, asignando de los fondos de la
Mitra 800 ducados, disposición que en Zaragoza ha quedado sin
efecto, "ni para ella se ha dado otro paso que encerrar y
sepultar en el olvido las librerías que dejaron los arzobispos D.
Juan Sáenz de Buruaga y don Bernardo Velarde".
Y sigue
diciendo el Claustro en su informe: "Si los prelados en general
deben considerarse obligados por todos estos respetos, en el Muy
Rvdo. Arzobispo de Zaragoza concurre otra superior recomendación,
porque se halla revestido del
carácter de Canceller de la
Universidad, cuya dignidad le autoriza en la Escuela con una
representación respetable, y su propia dignidad parece que insta a
que se interese en lo que ha de ceder en un beneficio publico tan
grande y ha de condecorar tanto el cuerpo del qual es el superior de
honor".
(Gestis, núm. 23, fols. 281 a 289).
Este informe
lo dieron los doctores Acha, Romanillos, Latorre, Broto, Gorraiz,
Muñoz, Garro, Lasarte, Amat, Berné, Lissa y Ortiz.
En 8 de junio
de 1797 y según un estado de cuentas que se presentó en Claustro y
que por lo curioso publicamos, la Biblioteca debía al arca de la
Universidad 600 libras, 11 sueldos y 9 dineros, "acordándose
que por ahora se reintegren a la caja 100 libras que se tomaron del
caudal perteneciente al
aniversario de D. Maria Theresa Lorieri y
Lafiguera, y que verificado dicho reintegro, vea el Claustro
de que se empleen en el objeto principal de la fundación del citado
aniversario".
En 24 de julio del mismo año, el Dr. Lissa
expone en Claustro que D. Félix Nebot tiene un censo de 100
libras jaquesas de capital a favor de la biblioteca, del que está
debiendo de cinco a seis pensiones, y que si el Claustro
quiere
tomarlo en vales de 150 pesos en pago de uno y otro,
lo luirá, y si no que pagará las pensiones; el acuerdo fue
de que pague las pensiones y de que después redima el censo si
quiere al efectivo, en atención a que en esta cantidad no cabe vale.
(Gestis, núm. 23, fol. 926).
En 20 de septiembre se da cuenta de
que el Conde de Sástago ha remitido el primer tomo de su Descripción
de las obras del Canal Imperial, al objeto de que se coloque
en la librería, y en 9 de febrero del siguiente año de 1798 da
cuenta el Rector de que el canónigo de esta Iglesia Catedral y
Rector que había sido el año anterior, D. Tomás Muñoz Salvador le
había entregado 300 libras jaquesas, al objeto de que se les diera
el destino que se creyera más conveniente; aplicándolas al fomento
de la biblioteca, en vista de estas
manifestaciones.
En 13 de
febrero de ese mismo año, el Dr. Lissa hace presente, en Claustro,
que los doctores y comisionados de la Universidad habían tratado con
los ejecutores testamentarios de D. Alejandro Ortiz, al objeto de que
pasaran a la biblioteca los 458 volúmenes de la Facultad
médica, donados por dicho señor, y que en el caso de vender
algunos de los demás que componían la librería del Dr. Ortiz,
sería preferida la Universidad, con toda aquella rebaja en el precio
que las facultades que tenían les pudiera permitir; por lo cual,
creía
el Rector, y así lo proponía, de que se estaba en el caso
de dar las gracias por su noble conducta y hacer "alguna
demostración por el difunto". (Gestis, núm. 24, fol. 53).
En
21 de igual mes y año, D. Gregorio Peña y Garro remite, con atenta
carta, 50 ejemplares de la Oración latina, que compuso a la apertura
de la biblioteca y archivo, y se repartan los demás por el Sr. Lecha
entre los claustrales,
dándose las gracias al donante.
En 7 de
febrero de 1799, el Rector dio cuenta de que los ejecutores
testamentarios del canónigo doctoral que fue de esta Catedral, D.
José Martínez San Juan, le entregaron los papeles que en vida se le
habían dejado en depósito a dicho señor acerca de la memoria del
Dr. Cerbuna, acordando el
Claustro que pasen a la Junta de
biblioteca para su estudio e informe. Ya hemos dicho cuanto hace al
caso en este asunto relacionado con el expediente de la vida y
virtudes del fundador de la Universidad, que es al que se refiere
el
acuerdo.
En 1800 la Universidad trató nuevamente de
enagenar los libros sobrantes que por duplicados o incompletos
tenía en su biblioteca, a cual objeto organizó una rifa de
los mismos, autorizada por el Supremo Consejo y con arreglo a una
Instrucción dada por éste; esa rifa debió celebrarse a fines de
enero del expresado año (no en 1799, como dice Borao), pues el plazo
concedido para la venta de billetes expiraba el 20 del mencionado
mes; pero no habiéndose vendido nada más que unos 600 de los 3.000
billetes que se hicieron, se solicitó y se obtuvo una ampliación
del plazo de tres meses, ampliación que expiraba el 30 de abril. Los
libros que habían de rifarse estaban tasados en 18.000 reales
vellón.
Borao, en su obra (pág. 60), dice que correspondieron
al Duque del Infantado 4.070 volúmenes y que el precio del billete
era de 6 reales vellón.
Un nuevo donativo tuvo la biblioteca de
la Universidad, pero en esta ocasión el Claustro dio más
preferencia al dinero que a los libros; en enero de dicho año se dio
cuenta de una carta del ejecutor testamentario del Sr. Galindo, el
cual
había muerto de epidemia en Málaga y había dejado
su librería al Convento de Predicadores de Zaragoza y a su
Universidad; pero como su traslado aquí, por lo numerosa y buena que
es (así dice la carta), ha de costar mucho tiempo
aunque se lleve
por mar hasta los Alfaques, y el Obispo de Málaga ofrece
quedársela a precio de tasación, y considerando la Universidad que
es mejor así, se acuerda que la compre el Sr. Obispo y el dinero se
reparta entre las dos entidades favorecidas por el testador; la carta
iba firmada por Feliciano Molina. (Gestis, núm. 30, fol. 53).
En
3 de junio de 1806 se da cuenta de que el doctor don Manuel Latorre
dejó todos sus libros a la biblioteca de la Universidad, acordándose
se cantara un aniversario por su alma.
En 5 de octubre de ese
mismo año, el Inquisidor Villafañez oficia a la Universidad,
diciendo]a que del reconocimiento practicado en su biblioteca ha
resultado hallarse muchos libros prohibidos sin el correspondiente
permiso para retenerlos, y que el Tribunal del Santo Oficio ha
considerado como muy preciso el que dicho señor Inquisidor prevenga
al Rector y Claustro la indispensable necesidad que tienen de acudir
al dicho Sr. Inquisidor general y de habilitarse por este medio con
la licencia que corresponde, haciéndolo
constar después al Santo
Oficio en término de dos meses.
En 12 de octubre de igual año se
dio cuenta, en Claustro, de una carta del Arzobispo Abad de San
Indefonso, en que, contestando a la de gracias que le dirigió
la Universidad con motivo de haber donado para esta biblioteca un
ejemplar del Resumen de la Historia eclesiástica que había
publicado, se
ofrece de nuevo a esta Escuela.
Por cuanto hemos
venido exponiendo, vemos que nuestra Universidad se había preocupado
siempre del fomento de la cultura pública, que a este fin había
procurado hacerse con una selecta biblioteca lo mejor dotada y
organizada que fuera posible; el año 1809, al ser destruida por las
minas y bombas francesas, ocupaba siete salas que daban a la fachada
principal, o sea a la calle de la Puerta del Sol (hoy Coso Bajo) y
tenía unos 7.000 u 8.000 volúmenes, pero sin duplicados ni obras
incompletas, que, como ya hemos dicho, por dos veces fueron
enagenadas; esas siete salas estaban muy bien decoradas y
adornábanlas los retratos de los que habían sido sus bienhechores o
fomentadores, entre ellos, y por acuerdo del Claustro, el de D.
Faustino Acha y Descartín. Estaba servida por tres bibliotecarios y
los ayudantes correspondientes.
"Mas la guerra, enemiga de
las ciencias, asestó sus tiros directamente contra tan hermosa
fuente de sabiduría y no perdonó medio para derrocar hasta los
cimientos un fuerte, que, opuesto por Minerva a la ignorancia,
protegía la juventud estudiosa en otro tiempo y en nuestros días la
teoría de militar, baluarte contra los bárbaros destructores de
todo lo bueno. Será para siempre memorable en la Historia la defensa
de los zaragozanos situados en nuestra biblioteca, y difícilmente
pudiéramos imaginar (a no haberlo visto) que no bastaban una brecha
y una mina volada para que se abandonase esta librería al enemigo,
que con destruirla por medio de otra segunda mina se hizo al fin
dueño de sus restos" (1). De entre los escombros, dice Borao,
consta que se
sacaron algunos libros, y los demás se reclamaron
en 1814 por medio del Diario de Zaragoza, diciendo ser procedentes de
jesuitas y de los Canónigos del Río y D. Faustino Acha.
(1)
De un Memorial elevado al Rey por la Universidad en 1813. (Gestis,
núm. 46, fol. 17).
Colocáronse en Trinitarios
provisionalmente los que habían pertenecido de hecho a la
Universidad, que fueron poco más de cincuenta volúmenes.
Pasados
esos años de lucha y de sobresalto, al reanudar sus tareas
literarias nuestra Universidad, pensó con cariño verdadero el
reconstruir, fuera como fuera, su biblioteca.
Así ya vemos que en
Claustro de 30 de octubre de 1818, el Dr. Bernad propone que en vista
de las manifestaciones que, tanto el Jefe político como el
Intendente, habían hecho en el sentido de que nuestra Universidad
recogiese cuantos libros le fuera posible para volver a formar su
librería, de los conventos "que se hallaban en la casa de la
sociedad y otras partes", se acuerda que los doctores Villava,
Bernad y Tomeo arreglen una Representación para dichas autoridades,
pidiendo todos estos libros.
Firme la Universidad en su noble y
patriótico propósito de hacerse, cuanto antes, con una buena
biblioteca y abrirla al público, en 7 de diciembre de este año
presentó a la Excelentísima Diputación provincial el siguiente
Plan que para la formación de una biblioteca pública propone a la
Diputación provincial de Aragón el Claustro de la Universidad
Literaria de Zaragoza:
"En virtud de la propuesta que hizo el
Claustro de la Universidad de Zaragoza a la Diputación provincial de
Aragón sobre que se reemplazase la perdida de la biblioteca antigua
publica de la Escuela, concediendo al Claustro la facultad de
reunir
y coordinar los inmensos volúmenes que existen a cargo del Gobierno,
se pidió al Claustro, en oficio de 18 de noviembre ultimo, que
formase un plan relativo a este extremo, manifestando la Diputación
haber estimado la expresada solicitud. En su vista se propone el
proyecto siguiente, en el que, agregando las rentas de la antigua
biblioteca y ofreciendo gratuitamente sus trabajos los individuos de
la Escuela, solo se piden las rentas necesarias para el pago de los
gastos que han de aumentarse, debiendo estar la nueva abierta todo el
año, pues antes solo lo estaba en el tiempo del curso, como que
había otras bibliotecas. El caudal que se designa para este aumento
es el correspondiente a la antigua biblioteca publica de San
Ildefonso, que por ningún titulo puede estar secuestrado, no
perteneciendo a aquella Comunidad, sino exclusivamente a la
instrucción publica. Bajo estos, se han formado los siguientes
artículos:
1. ° El Gobierno de la Universidad pertenecerá al
Claustro, quien retendrá en sí la economía superior del
establecimiento y continuando el método establecido anteriormente,
cuya utilidad acreditó la experiencia, nombrará una Junta de
Catedráticos y Doctores de todas las facultades, a cuyo cuidado
estará la inspección inmediata de la librería, la qual se llamará
Junta de Biblioteca.
2.° La Junta de biblioteca nombrará entre
sus individuos un Secretario y un Tesorero; dará por sí los
destinos de ayudantes o sirvientes, y para los empleos de
Bibliotecario mayor y Bibliotecarios segundos, propondrá, como hasta
aquí, ternas al Claustro.
3.° Habrá un Bibliotecario mayor y
dos segundos, conforme a la Real Cédula de 1807, y entre los
pretendientes deberán sor preferidos los doctores a licenciados,
estos a los bachilleres y estos a los que no tuviesen grado
alguno.
Lo que contribuyen los cursantes y graduados para el
establecimiento y la idoneidad que en ellos se encuentre para los
cargos, son la causa por la que deben ser preferidos. Se nombrarán
también tres ayudantes para el servicio del publico, limpieza de los
libros y estantes y demás trabajos materiales que puedan
ocurrir.
4.° El Bibliotecario mayor se considerará jefe de este
establecimiento, podrá tomar por sí las providencias interinas que
crea convenientes y cuidará de hacer observar las determinaciones de
la Junta. Deberá asistir a la biblioteca a
celar el cumplimiento
exacto de los demás empleados, pudiendo advertir a los
bibliotecarios y reprender a los ayudantes, según lo exigiesen las
circunstancias.
5.° Los bibliotecarios segundos deberán asistir
con puntualidad y atender al buen servicio del publico; deberán
hacer, bajo la dirección del mayor, las correcciones de los Índices
o catálogos respectivos, adquirir las noticias de las
obras
dignas que se publicasen y proponer a la Junta las que creyesen
necesario se compren.
6.° Los ayudantes deberán alcanzar los
libros de los estantes, entregarlos y recogerlos, volviéndolos a
poner en el mismo lugar de donde los sacaron. Considerándose como
criados del publico, observarán en su porte y lenguaje la
mayor
atención, debiendo preguntar a los bibliotecarios si existen o no
las obras que ellos no conociesen o no bailasen en los Índices,
quedándoles absolutamente prohibido el poder despedir a ninguno bajo
pretexto de que no hay en la librería la obra por que se pregunta,
pues esta respuesta la deberán dar precisamente los bibliotecarios,
a fin de evitar abusos conocidos. Será de su obligación,
igualmente, el componer los tinteros, cortar plumas, limpiar y
sacudir los libros, estantes, mesas y asientos, quedando para el
barrendero el limpiar los vidrios, paredes, techos, pavimento y lo
exterior de los estantes.
7.° Las llaves de los estantes deberán
tenerlas en sus cajones los bibliotecarios, conservando en su poder
las de las salas los dos segundos, por meses alternativamente.
Siempre ha de haber un bibliotecario para abrir la biblioteca, y si
por justa causa faltaren los tres, han de enviar por sustituto
un
individuo de la Junta, pasando antes noticia al Rector y obteniendo
su consentimiento, no pudiendo entrar solos nunca los ayudantes.
8.°
La biblioteca deberá establecerse en la Universidad apenas lo
permitan las circunstancias, pero por ahora podrá situarse en el
Colegio de PP. Trinitarios, donde se empezará desde luego la
división de libros por facultades.
9.° Estará abierta al
publico, después de formada, todos los días del año, excepto los
en que se debe de oír misa, y aquellas cortas vacaciones que el
Claustro acordare a propuesta de la Junta. Las horas serán en enero,
febrero, noviembre y diembre, de nueve a once y de dos a
quatro; en marzo, abril, setiembre y octubre, de nueve a once y de
tres a cinco, y en mayo, junio, julio y agosto, de ocho a diez por la
mañana y de quatro a seis por la tarde.
10. El trasporte y
reunión de libros no puede la Universidad por si sola desempeñarlo,
pues en el día no tiene fondo alguno, y los profesores trabajan sin
mas retribución que la de ser útiles a la Patria, pero la
Diputación podría,
destinando algunos presidiarios o excitando
algún otro auxilio semejante, proporcionar sin dispendio esta
traslación hallándose tan próximos los edificios donde existen y
han de llevarse los libros.
11. Reunidos ya los volúmenes en el
parage destinado, el Claustro proporcionará, por medio de sus
celosos individuos, la coordinación y separación de volúmenes por
el método que prescribirá la Junta de biblioteca, cuyos individuos
presidirán estos trabajos. = Como los libros que están a la orden
del Gobierno le corresponden distintos títulos y como los de ambas
bibliotecas antiguas son del dominio de la nación, por esto deben
prefixarse las reglas siguientes: 1.a Todos los libros que eran de la
Universidad y de la biblioteca publica de San Ildefonso, deben
reclamarse como propios de la nación donde quiera que existan, y
destinarse en propiedad para esta nueva librería. 2.a Los libros
proprios (sic) de las personas que huyeron con el Govierno
intruso o que por estar en su poder se han secuestrado, deben
igualmente agregarse como los anteriores, salvo el derecho que puedan
tener a algunos sus verdaderos dueños. 3.a Los libros de conventos o
corporaciones y también los de personas particulares que existen
almacenados o bajo las ordenes de las autoridades, deberán agregarse
a la biblioteca, pero tan solo en clase de depósito, logrando así
sus dueños la ventaja de poder encontrarlos y el publico la de usar
de ellos, Ínterin no los reclamaran con legítimo derecho. La
reclamación de estas obras deberá hacerse a la Junta, la que
mandará restituirlas a las corporaciones quando se hallen
restablecidas y repuestas en sus derechos por la autoridad
competente, y a los particulares siempre que acrediten en debida
forma su derecho de pertenencia. 4.a Finalmente, la preciosa
biblioteca que el difunto Marques de Roda confió al Seminario
Sacerdotal de esta ciudad y legó al publico destinándola para el
uso común, no está abierta como correspondía, defraudándose la
intención del testador y sufriendo los ciudadanos este perjuicio.
Como la única razón que motiva el estar cerrada es la falta de
rentas para cubrir los gastos inherentes a la publicidad, hallándose
estos ya satisfechos en la nueva biblioteca, parece conforme que se
agregue a ésta aquella que se destinó al uso de la nación, por lo
que sus representantes debían proporcionar al publico la utilidad
que con derecho le pertenece.
12. De los libros asignados en
propiedad podrán los duplicados venderse o rifarse en beneficio de
la biblioteca a disposición de la Junta, lo que no podrá hacerse de
modo alguno con los que evidentemente no se conozca pertenencia
a
esta clase.
13. La Universidad aplicará a la biblioteca quanto
redituen los arvitrios que había adoptado para la manutención
de la perdida, y consistían en el derecho de quatro reales vellón
por cada cursante que se matriculaba, y en lo que
pueda cobrarse
de unos pequeños censos que con la librería de los jesuitas agregó
S. M. a la de la Escuela. Pero como en el día es tan corto el numero
de matriculas como difícil el cobro de pensiones, el Claustro
propone a la Diputación que de cada grado mayor o menor que se
confiriese en la Universidad, se cobre una propina regular de
examinador para la biblioteca. Como el Marques de la Compuesta asignó
a la biblioteca publica, cuyo servicio estaba encargado a los
Religiosos de San Ildefonso, las rentas suficientes para el pago de
bibliotecarios sirvientes y aun para compra anual de libros, parece
claro que este caudal debe destinarse en el día a la biblioteca que
se proyecta erigir, en lugar de comprenderlo en el sequestro de los
bienes de la comunidad a que por ningún titulo pertenecía.
14.
Los bibliotecarios gozarán por ahora de sola la gratificación que
antes tenían, esperando se les proporcionara un situado
correspondiente en mejorando las circunstancias de la nación. El
estado adjunto, formado con toda la moderación posible, demuestra el
caudal necesario para mantener abierta la biblioteca, debiendo
notarse que, hasta llegar el día de su apercion, no se
cobrará salario alguno, pagándose tan solo los trabajos de los
mozos necesarios para sacudir y manejar los volúmenes, siendo
gratuito el servicio que prestarán al publico los individuos del
Claustro.
15. Últimamente, la Junta de biblioteca arreglará todo
lo concerniente al método y coordinación de los libros y a
proporcionar con la mayor brevedad al publico el uso de un
establecimiento tan útil y necesario. Prescribirá a cada empleado
sus funciones y cargas y dará parte al Claustro en el ordinario de
cada mes de lo que se fuere adelantando en el proyecto y de lo que
creyese digno de su atención". (Gestis, foto. 109 a 111 del
núm. 45).
"Estado del caudal necesario para pagar los
gastos necesarios en la biblioteca pública:
Un bibliotecario mayor
tendrá anualmente … 1.000 reales.
Los dos segundos, a 800
reales cada uno... 1.600 “
A cada uno de los tres ayudantes, a razón de
6 reales diarios, se les señalan 2.200 reales,
que
hacen... 6.600 “
Al barrendero, por gratificación
anual... 300 “
SUMA 9.500 rs. vn. (reales
vellón)
Nota. - Estas asignaciones deberán empezar el
día que se abriese al público la biblioteca y considerarse como
interinas hasta que puedan proporcionarse los fondos competentes. =
Zaragoza y diciembre 7 de 1813. = Dr. de Castiel". (Gestis, fol.
112, núm. 45).
***
En 28 de octubre de 1814, la
Universidad dirige al Rey un sentido Memorial dándole cuenta de la
total ruina de la biblioteca y manifestándole que consideraba como
de sus "primeros deberes acudir y reparar esta tan notable falta
de depósitos de fe y de erudición", que trabaja con entusiasmo
para conseguirlo, pero que no "puede nada sin el auxilio del
soberano, pues se halla sin útiles, sin libros, sin caudales",
pidiendo, respetuosamente, se le asignara "la colección de
libros formada en esa Corte de los secuestrados a los partidarios del
intruso Rey, puesto que, vendidos, han de rendir poco interés, y
será muy grande el que resulte de organizar de nuevo tan útil
establecimiento". (Gestis, núm. 46, fol. 17).
En 4 de abril
de 1820 se pide el restablecimiento de la antigua Junta de
Catedráticos y Doctores, cubriéndose las vacantes que pudieran
ocurrir; en 1828, el Infante D. Carlos, protector de la Universidad,
hace un donativo de 10.000 reales vellón con destino a la
biblioteca, y ese mismo año, en 6 de junio, se dicta la Real orden
siguiente:
"Inspección General de Instrucción Publica. =
Por el Excmo. Sr. Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y
Justicia, se ha dirigido a esta Inspección General, con fecha 22 de
mayo próximo anterior, la Real orden que sigue: =
"Illmo.
Sr.: Accediendo el Rey N. S. a la instancia de don Vicente Lisa y
las Balsas, Ministro jubilado de la Real Audiencia de
Extremadura, se ha dignado mandar que se restablezca la biblioteca de
la Universidad literaria de Zaragoza y se continúe la exacción de 4
reales vellón a todos los cursantes al tiempo de presentarse a
la matricula, con excepción de los pobres, con que antes contribuían
para sostener y fomentar aquella, bajo las reglas y declaraciones
que
comprenden los ocho artículos siguientes: = 1.° Que se establezca
una Junta que se denominará "Real Junta de Biblioteca de la
Universidad de Zaragoza, y se entenderá en todo directamente con el
Ministerio del Despacho de mi cargo. = 2.° Que la referida Junta se
componga de siete vocales, incluso el Presidente y Secretario,
teniendo éste voto y aquél calidad en caso de empate, creando
ademas un Tesorero, que lo sera uno de los individuos de aquella. =
3.° Que el Rector de la Universidad sea Presidente de la Junta,
eligiéndose por S. M. los vocales que devan formarla entre los
doctores mas condecorados o catedráticos antiguos, y en caso de
vacante, se haga terna por la misma Junta para proveerla, deviendo
ser el Secretario, así por su edad como por su expedición, sugeto
capaz de desempeñar las funciones propias de su cargo. = 4.° Que se
celebren por lo menos dos sesiones en cada semana, ocupándose desde
luego la Junta en separar el antiguo edificio de la biblioteca por lo
menos en la parte que sea bastante para reunir y colocar los libros
que le huviesen quedado, los pertenecientes a los MM. RR. Arzobispos
de Zaragoza, ya difuntos, D. Juan Saenz de Buruaga y D. Vicente
Martinez y Gimenez, y los que corresponden al Espolio en qualquiera
vacante de sus sucesores, quedando éstos exentos de la formación de
la biblioteca llamada episcopal. = 5.° Que para el servicio de la
biblioteca de la Universidad quando estuviere abierta, haya por ahora únicamente un bibliotecario que deverá ser doctor o en su defecto
bachiller en qualquiera de las facultades, dos asistentes y un
portero, todos tres estudiantes siempre que lo permitan sus
ocupaciones literarias. = 6.° Que respecto de que la biblioteca solo
ha de estar abierta durante el Curso y en sus días lectivos, se
asignan por dotación al bibliotecario ochocientos reales vellón, y
a los assistentes y portero, quatrocientos a cada uno, no
satisfaciéndose esta asignación a ninguno de ellos hasta que
finalize el año escolar. = 7.° Que estos empleos sean trienales y
de provisión de la Junta, pudiendo esta reelegir a los que los
sirvan siempre que lo estime conveniente, y proceder a su separación
si no cumpliesen sus respectivas obligaciones. = Y 8.° Que la Junta
procure, por todos los medios que estén a su alcance, hacer una
completa liquidación de las deudas que tenga a su favor el
establecimiento, proponiendo los medios prudentes para su mas cómodo
y progresivo reintegro y las medidas útiles que faciliten su mas
pronto restablecimiento. = Y la comunico a V. S. para su inteligencia
y que se disponga su puntual cumplimiento en todos los extremos que
contiene, dándome aviso de su recivo y de quedar ejecutada. = Dios
guarde a V. S. muchos años. Madrid 6 de junio de 1828. = Francisco
Marin. = Señor Rector de la Universidad de Zaragoza". = Es
copia del original, que debolbí al Sr. Rector, según lo
acordado en el Claustro general de este día, de que certifico. = Joaquín Pardo y Vicente, Secretario". (Gestis, núm. 59, fol.
101).
Pocos días después (29 de junio) se dictaba la siguiente
disposición:
"Por el Excmo. Sr. Secretario de Estado y del
Despacho de Gracia y Justicia, se ha dirigido a esta Inspección
general, con fecha del 9 del corriente, la Real orden que sigue: =
"Illmo. Sr.: El Rey N. S. se ha dignado nombrar para componer la
Junta de Biblioteca de la Universidad de Zaragoza que se mandó
establecer en el art. 1. ° de la Real orden de 22 de mayo próximo,
bajo la presidencia del Rector de aquella Escuela, a los Doctores D.
Vicente Lissa y las Balsas, D. Gregorio Peña, P. M. Pr. Francisco
Garroverea, D. Pedro Tomeo y D. Florencio Marcellán con la calidad de
Secretario. = Y lo comunico a V. S. para su inteligencia y
cumplimiento. = Francisco Marin". (Gestis, núm. 59, folio
106).
En 1836 (30 de marzo) se nombran individuos de la Junta de
Biblioteca a los Doctores D. Isidro Dolz, D. Miguel Laborda, D.
Joaquín Iñigo, D. Marcos Bertrand, D. Mariano Nougués y D. Pedro
Navarro, solicitándose la sanción de
S. M. a estos
nombramientos, aprobándose al año siguiente un Memorial del Dr.
Español, síndico fiscal de la Escuela, en el que se hace ver la
conveniencia de que esta Junta no fuera independiente del
Claustro.
En ese mismo año de 1837, la Universidad recibe un
oficio de los ejecutores testamentarios de D. Rosa Berné,
manifestando haber dejado ésta, en su último codicilo, a la Junta
de Biblioteca, una posesión de ocho cahíces de tierra
y toda la
librería, que era importantísima y constaba de unos 1.500
volúmenes, de su difunto hermano D. Manuel.
En 11 de septiembre
se acuerda solicitar del Jefe político le sea entregada a la
Universidad la librería del Arzobispo de Zaragoza, y en 1840 nos
encontramos en los Gestis con que en 2 de octubre se da cuenta de las
gestiones practicadas por la Universidad, cerca del Jefe político de
la provincia,
para incautarse de la biblioteca pública del
Seminario Sacerdotal de San Carlos; que habiendo tenido completo
éxito todo lo en este sentido actuado, se presentó en dicho
Seminario una Comisión de Catedráticos con un dependiente, a
encargarse de las llaves del local destinado a librería y proceder a
todo lo demás que comprendiera al cumplimiento de lo mandado por la
superioridad; las llaves fueron entregadas, pero con la consiguiente
protesta del presidente del Seminario.
Con posterioridad dicho
presidente recurrió al Jefe político para que la incautación
quedara sin efecto; éste envió la solicitud al Rector de la
Universidad para que el Claustro informara en el sentido que tuviera
por conveniente. La resolución no se hizo esperar mucho: en 25 de
octubre se decretaba "que los libros propios del Colegio
Sacerdotal de San Carlos quedan a la absoluta y libre disposición
del mismo", pero que se adjudican a la Universidad, con todas
sus pertenencias, los del Excmo. Sr. D. Manuel Roda y Arrieta (1),
los de la biblioteca llamada de San Ildefonso y todos los de los
Conventos suprimidos, con facultades para trasladarlos a su edificio
"para que los tenga y use de ellos conforme a la Real orden de
22 de septiembre de 1838, quedando en su virtud sin efecto la de 9 de
diciembre del mismo año, mas sin perjuicio del derecho de patronado
en la librería de San Ildefonso, que se reserva a los
fideicomisarios o habientes, derecho para que lo ejerzan como lo han
hecho hasta aquí, bajo las bases del convenio celebrado en 22 de
junio de 1837 entre los mismos y la Junta creada por el Jefe político
don Fermín Moreno, o a la que adopten de nuevo con el Claustro
general y sean conformes a dicha Real orden de 22 de septiembre y año
citados". (Gestis, núm. 71, fol. 37).
En 1.° de marzo de
1843 encontramos el nombramiento de bibliotecario hecho a favor del
Dr. D. Antonio Guzmán, con la asignación de 3.000 reales, y en 29
de julio del siguiente año vemos un oficio de la Junta de Hacienda,
manifestando "que la comisión de ornato había dado su
aprobación al modelo de los estantes de su biblioteca", y
condiciones para la subasta. Estas eran:
1.a Que la construcción
se ejecute en pública subasta, mediante el pliego que se
arreglará.
2.a Que se haga la entrega de los estantes en madera
blanca o sin pintura.
3.a Que se oculte el coste-presupuesto, a
fin de ser la Junta libre de admitir las proposiciones.
4.a Que se
reserve por un año, al menos, la entrega de cierta parte del valor
en seguridad de la buena construcción o de los vicios que se
adviertan en la madera; y
5.a Que de todo se dé cuenta en el
inmediato Claustro.
Por esta época contaba la biblioteca con unos
7.162 reales vellón de renta por sus fincas, y unos 3.570 de
matrículas.
(1) Ignoramos las causas, pero estos libros de D.
Manuel de Roda no llegaron a ser entregados tampoco a la biblioteca
de la Universidad; siguen figurando en la del Seminario Sacerdotal de
San Carlos y son su principal riqueza bibliográfica.
Después
de un período durante el cual la biblioteca estuvo clausurada,
vuelve a abrirse al público en 1849 - ya con más de 12.000
volúmenes, en su mayor parte de Teología, por haberse acrecido
principalmente con obras procedentes de las librerías de los
Conventos. Quedó instalada en la parte del edificio que es hoy
Instituto provincial y que antes había sido Colegio de Trinitarios;
estaba distribuida en varios grandes salones, con desahogadas
dependencias que
se desalojaron de sus libros en 1862, viniendo
éstos a llenar algunas salas de la planta baja y del piso principal
de la Universidad, sufriendo un nuevo traslado y quedando instalada
en esta última parte la biblioteca.
En el Anuario del cuerpo de
archiveros de 1881 se dice que en aquella época aun estaba sin
estucar la fachada correspondiente a la calle de la Universidad, a
diferencia de la principal del edificio, que ofrecía, ya concluida,
más elegante aspecto. Los siete huecos de la galería de entrada que
caen al patio, estaban cerrados hasta el medio punto, que cubrían
ventanas de cristales, por donde penetraba luz bastante, permitiendo
esto la colocación de nuevos estantes en la dicha galería,
preparada así para ser, a poca costa, nueva sala de lectura, en caso
necesario. Pero ciertos y determinados desperfectos que se notaron y
hacían peligrosa la continuación de aquel estado de cosas,
motivaron el traslado de los libros, aunque no en su totalidad, a un
lugar inadecuado, como era la antigua capilla de la casa (1). (1) En
oficio dirigido por el bibliotecario interino D. Eugenio Borao, al
Director general de Instrucción pública, con fecha 2 de julio de
1867, pedía las cantidades necesarias para los gastos que ocasionara
esta traslación, y al mismo tiempo, con un gran deseo en pro del
arte patrio, solicitaba la traslación definitiva, suponemos que a la
llamada casa de la Infanta, pues en la comunicación (cuya minuta
tenemos a la vista) se dice: "aquí debiera concluir si no
hubiese coincidido con el hundimiento próximo de la biblioteca y la
dificultad de trasladarse a otro sitio de la Universidad, la ya
acordada venta de una casa estimable cual pocas para el arte por
su magnífico y renombrado patio de estilo plateresco... ¿Qué mejor
ocasión para arrancar esa joya de las manos del extranjero que ya la
acecha...?"
Y decimos "aunque no en su totalidad",
porque aun quedaban en la parte del edificio no pocos volúmenes, que
posteriormente se reunieron con el grueso de la biblioteca.
El 3
de abril de 1886 recibía el Jefe de la biblioteca un oficio del
Rector, Presidente de la Junta de obras que se llevaban a cabo en la
Universidad, ordenándole que con toda rapidez desalojara, bajo la
dirección del individuo de aquella Junta, D. Pablo Gil y Gil, el
local de la galería que ocupaba la biblioteca, "aunque sólo
los estantes de la derecha, dejando los libros en el suelo del salón
interior, debidamente ordenados, y colocando a los lectores en el
despacho donde están ahora los empleados de esa dependencia".
De esta orden protestó el Jefe de la biblioteca, y protestó porque
con fecha 22 de diciembre del año anterior, la Dirección general de
Instrucción pública ordenaba al Rector D. José Nadal que se
pusiera de acuerdo con el arquitecto y el Jefe de la biblioteca, para
"que, reunidos los tres con carácter de Comisión, escogitaran
los medios a su alcance, para que los citados libros se hallen en el
indicado tiempo lo mejor acondicionados que sea posible para su
conservación y custodia", y resultaba que al Sr. Martínez
Gómez, director en aquella época,
de la biblioteca de la
Universidad, no se le había convocado ni una sola vez a reunión
alguna y se había prescindido completamente de su colaboración en
asunto que tanto le afectaba.
Otros varios traslados ha sufrido
nuestra primera biblioteca, dentro de la Universidad, por obras o por
conveniencias particulares de algún Rector, traslados que llevaron a
ella la consiguiente perturbación, desorganizándola casi
completamente; el último que sufrió fue por los años 1909 al 1910,
a causa de la reforma general del edificio. Durante esas obras
también prescindió, completamente, del personal facultativo la
Junta que las dirigía.
Hoy sus fondos bibliográficos continúan,
en gran parte, en la antigua capilla, habiéndose habilitado en la
planta principal la sala de lectura, con nueva estantería para las
obras más solicitadas por los lectores, último cambio de local de
los ocurridos. ¡Ojalá sea el último!
Para que pueda apreciarse
la progresión habida durante el pasado siglo, sólo haremos la
siguiente consideración: Después de la destrucción casi total de
la biblioteca en la lucha napoleónica, se reunieron en los
Trinitarios poco más de 50 volúmenes; pues bien, en 1881 había
30.000, más luego hemos de añadir las importantes donaciones hechas
por el obispo de Palencia D. Juan Francisco Martínez, D. Juan
Sánchez Muñoz, abad D. Pedro (sin que conste su apellido), D.
Manuel Turmo y D. Tomás Fermín de Lezaún. Y en constante relación
los bibliotecarios con los literatos y periodistas de la capital de
Aragón, como se lee en el Anuario del Cuerpo de archiveros
bibliotecarios de 1882, se han ido recibiendo paulatinamente otros
donativos del poeta D. Valentín Marín y Carbonell, del orador y
crítico de arte D. Faustino Sancho Gil, del historiador
y
filólogo Conde de la Viñaza (su “biblioteca histórica” la
he transcrito y está online en biblioteca-historica.blogspot.com)
y de los catedráticos D. Martín Villar y D. Clemente Ibarra. Y
posteriormente, a más de la parte que proporcionalmente correspondió
de la rica biblioteca del Duque de Osuna, han hecho donaciones D.
Teodoro Ríos, D. Inocencio Maynar, D. Salustiano Fernández de la
Vega, D. Nicolás Montells y los Sres. Unceta y Hernández Fajarnés,
celosísimo senador este último por la Universidad cesaraugustana y
a quien nosotros no podemos por menos de tributar un sentidísimo
recuerdo por la gratitud que merece como inspirador y patrocinador
decidido del proyecto de instalación definitiva de esta biblioteca
universitaria, haciendo las convenientes obras en la parte que da a
la calle de la Universidad. Añádanse a esos acrecentamientos las
partidas procedentes de los envíos anuales del Depósito
de
libros y de la consignación de 1.500 pesetas que han figurado en los
presupuestos para el pago de suscripciones y adquisición de obras
nuevas, y se tendrá idea de los ingresos con que se ha enriquecido
de un tiempo a esta parte el establecimiento que es objeto de este
artículo.
Por lo que toca a la biblioteca universitaria actual,
diremos que se halla dividida en dos secciones: la una, llamada de la
Universidad, en el edificio que ésta ocupa en la plaza de la
Magdalena, y la otra, llamada de Medicina y Ciencias, por estar
formada por los fondos bibliográficos pertenecientes a las referidas
facultades y hállase instalada en la soberbia construcción de nueva
planta, erigida propia y exclusivamente con tal objeto en la plaza de
Paraíso, dando vista a la plaza de Aragón.
La primera de ambas
secciones es de estructura sumamente irregular y consta de dos
departamentos, a saber: la sala de lectura y el depósito de libros.
La sala de lectura está situada en la planta principal, habiéndose
tomado con este
fin una parte de la galería del claustro y una
estancia que da al llamado Coso Bajo. Entre la galería y esta
estancia (que hace dos años ha sido dividida en dos por un elegante
tabique de madera, para hacer un despacho al Jefe de la biblioteca,
con mesas para que trabajen aisladamente catedráticos o personas
distinguidas), donde están colocadas las mesas de los bibliotecarios
y cedularios para los índices, se han colocado hasta veintinueve
estantes, en los cuales se han procurado poner aquellas obras de
Jurisprudencia, Historia y Bellas Letras que el público más
solicita, dejando algún espacio para lo que haya de ingresar, según
cálculo prudencial.
En la sala de lectura hay una pequeña puerta
de comunicación, por la cual se pasa al espacioso y monumental salón
que fue capilla (lo único que queda del viejo edificio que albergó
la Universidad literaria de Zaragoza) y que ha sido
hasta hace
pocos años el único local de que disponía la biblioteca. En ese
salón, y al instalarla, se colocaron dos cuerpos de estanterías,
que a primera vista se diferencian y distinguen por su construcción
bien diversa, corriendo a lo largo del segundo cuerpo (o cuerpo
anterior) una galería bastante ancha que permite el servicio y
manejo de los fondos estanteados en ella. Recientemente, pues a pesar
de sus proporciones la vieja capilla resultaba insuficiente para
encerrar el hermoso y gran caudal de libros que hoy existen en la
biblioteca de la Universidad, se han construido tres cuerpos de
estantería, dobles, en el centro y paralelos, y otro cuerpo en el
frente, con un total de ochenta y cuatro armarios, en los cuales han
podido ser colocados los 8.000 o 10.000
volúmenes, que durante
muchos años permanecían formando una enorme pila a uno de los
lados; hoy no hay ya un libro fuera de sus estantes, ni por los
suelos se ve el más pequeño montón de ellos; han podido hacerse
estas importantes reformas merced al celo y laboriosidad del actual
personal facultativo y al interés vivísimo con que atiende y cuida
todo cuanto con la biblioteca está relacionado, el actual Rector de
esta Universidad y Senador por ella, el excelentísimo e ilustrísimo
Sr. D. Ricardo Royo y Villanova, fomentador en grado sumo de
la cultura pública y amparador ilustre de los fondos bibliográficos
que atesora la Universidad que con tanto acierto rige. Por él se
consiguió que en los presupuestos de 1915 y 1916 se consignara la
cantidad de 5.000 pesetas para el arreglo definitivo de dicho local,
y con esas 10.000 pesetas han podido llevarse a cabo las
importantes reformas en esos años verificadas.
Los
fondos bibliográficos que existen en dicho local, son los
siguientes: Galería: Manuscritos, incunables, obras de Aragón e
impresas en Aragón, legado Unceta, obras en curso de publicación,
las del Registro general de entrada, legado Hernández Fajarnos,
Teología. - Parte baja, armarios laterales: Jurisprudencia, Bellas
Letras, Historia, Enciclopedia.
Estanterías centrales: secciones
de duplicados e incompletos, todas las obras que correspondieron de
la biblioteca de Osuna, en su gran mayoría de Historia y muchas de
ellas con riquísimas encuadernaciones, y unos 5.000 volúmenes sin
clasificación todavía, pero en su mayor parte Teología dogmática
y moral, Santos Padres y Doctores de la Iglesia, griegos y latinos,
etc. En resumen, la sección de la Universidad consta hoy de unos
40.000 volúmenes, entre ellos más de 200 incunables y unos 300
manuscritos.
La no corta distancia que separaba el Hospital de
Nuestra Señora de Gracia, donde se hallaban instaladas las cátedras
de Medicina, de la Universidad, donde siempre ha estado la biblioteca
universitaria, y las muchas horas que los
alumnos de Medicina
tenían ocupadas diariamente en cátedras y clínicas, impedía a
éstos su asistencia a la biblioteca para consagrar algunos ratos al
estudio, para adquirir y ampliar los conocimientos peculiares de su
carrera.
A fin de remediar esta dificultad que se venía sintiendo
hacía algún tiempo por profesores y alumnos, y para no desatender
una necesidad tan importante como es el proporcionar libros de texto
y de consulta, en una Facultad en que
las publicaciones son tan
frecuentes y caras y en que no todos los que las estudian disponen de
abundantes recursos, el Claustro de Profesores de la Facultad
mencionada dispuso, en el mes de noviembre de 1881, la apertura de su
especial biblioteca instalada en una sala próxima a las Aulas y
formada por algunas obras adquiridas con el importe de la mitad de
los derechos académicos. Pero faltando pronto la persona que se
había brindado a prestar gratuitamente el servicio de la biblioteca,
el señor Decano limitó el uso de los
libros a los señores
Profesores y practicó algunas gestiones encaminadas a conseguir la
apertura de esta biblioteca y el nombramiento de un individuo del
Cuerpo facultativo de Archiveros y Bibliotecarios que se encargase de
organizar y servir este Centro de estudio. Como resultado de estas
gestiones, la Dirección general de Instrucción pública, de
conformidad con lo informado por el Jefe de la Biblioteca
universitaria de Zaragoza y con lo dictaminado por la Junta
facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos, dictó una Orden, con
fecha 18 de julio de 1883, mandando constituir una sección especial
de Medicina,
en un local próximo a las clases, con todas las
obras relativas a dicha ciencia que poseía la Facultad en su
especial biblioteca juntamente con las obras de Medicina existentes
en la universitaria. Se disponía así mismo que uno de los
funcionarios adscriptos a esta última, fuese el encargado del
servicio de la nueva biblioteca. Allí siguió funcionando, hasta que
en el mes de agosto de 1893, por orden del señor Rector, se trasladó
al local que hoy ocupa en el edificio, que en dicho año se inauguró,
con destino a las facultades de Ciencias y Medicina.
***
Desde
el año 1859, en el cual, por Real decreto de 8 de mayo, se aprobaron
las bases para la organización de los archivos y bibliotecas
públicas, y se creaba el Cuerpo facultativo de Archiveros,
Bibliotecarios y Anticuarios, las dos
bibliotecas universitarias
están regidas por personal del mismo.
Los principales artículos
de ese R. D. son los siguientes:
"Las bibliotecas públicas
que hoy existen y las que con este carácter se formen en lo
sucesivo, estarán bajo la dependencia inmediata de la Dirección
general de Instrucción pública (hoy Dirección general de Bellas
Artes).
"Para su servicio y organización se dividirán en
bibliotecas de 1.a, 2.a y 3.a clase.
"Serán de 1.a la
Nacional y las que consten de más de 100.000 volúmenes; de 2.a, las
que consten de más de 20.000, y de 3.a, las que no lleguen a este
número.
"Las bibliotecas que en la actualidad se hallen
agregadas a las Universidades e Institutos, continuarán prestando el
mismo servicio que hasta aquí a los citados establecimientos y al
público, debiendo comunicarse con el Gobierno por conducto de los
Rectores.
"En las bibliotecas que se hallen al servicio de
las Universidades e Institutos, se formará colección de todos los
libros de texto referentes a las materias que se enseñen en cada
establecimiento, y se procurará aumentarlas con obras
nacionales
y extranjeras.
"Se cuidará asimismo de reunir en las
bibliotecas universitarias o provinciales otra colección especial de
las obras históricas y literarias que traten más particularmente de
los sucesos o instituciones del antiguo Reino o distrito respectivo
en que cada una radica. Y en las provincias que se distingan
hoy
por sus adelantos en algún ramo especial de conocimientos, industria
o artes, se procurará igualmente formar un repertorio completo, en
cuanto sea posible, de obras, así antiguas como modernas, sobre cada
uno de los indicados ramos.
"Las bibliotecas provinciales se
unirán, siempre que las circunstancias lo permitan, a las
universitarias o de Instituto. Entre tanto, se sujetarán al mismo
régimen que las demás bibliotecas públicas.
"En cada
biblioteca universitaria se irá formando, según lo consientan los
recursos, un monetario, especialmente de las monedas y medallas
geográficas e históricas del distrito a que
pertenezca".
Actualmente se rigen por el "Reglamento
para el régimen y gobierno de las bibliotecas públicas del Estado",
aprobado por S. M. en 18 de octubre de 1901, siendo ministro de
Instrucción pública el Conde de Romanones; en ese Reglamento, ya
con miras más amplias y modernas, se dictan reglas para el personal
facultativo que debe regir las bibliotecas, personal administrativo y
subalterno, organización facultativa, organización administrativa,
lectura pública y disposiciones particulares referentes a impresos y
manuscritos, así como en lo que se refiere a los concursos
bibliográficos de la Nacional.
Antiguamente, la biblioteca de la
Universidad, como todas las regidas por el Cuerpo facultativo de
Archiveros y Bibliotecarios, estaba catalogada siguiendo la
clasificación bibliográfica de Brunet, que la dividía en estas
secciones:
Teología, Jurisprudencia, Ciencias y Artes, Bellas
Letras, Historia y Enciclopedias o periódicos. Hoy está ordenada
con arreglo a las "Instrucciones" dadas por Real orden de
31 de julio de 1902, que ha suprimido las secciones bibliográficas,
y coloca los libros por tamaños, con arreglo a una escala consignada
en ellas, y numerados correlativamente.
Los catálogos son: uno
alfabético de autores, otro de materias y otro topográfico, más
los de incunables, manuscritos y obras raras y curiosas.
Hemos de
hacer constar que los Decanatos tienen en la Universidad sus
bibliotecas particulares, menos el de Medicina, que dio todos sus
libros a la de aquella facultad, a pesar de la orden de la
Subsecretaría de Instrucción pública y Bellas Artes de 19 de mayo
de 1906, que rogaba a los Decanos de todas las facultades españolas
contribuyeran con todos sus medios al fomento de las bibliotecas
universitarias, aportando a ellas el caudal de libros reunidos en los
Decanatos y coadyuvando con los bibliotecarios, bajo la dirección de
los señores Rectores, al empleo de los créditos de que puedan
disponer.
Los bibliotecarios de que tenemos noticias, desde que
está servida por el Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios
y Arqueólogos, son los siguientes:
D. Eugenio Borao (interino),
D. Joaquín Ferraz y Anglada, D. Benito Gutiérrez Sanz, D. Eugenio
Escudero y Franco, D. Alfredo Escobar, D. Gregorio Martínez Gómez,
D. Gregorio Callejo y Caballero, D. Ángel Somoza y Fernández, D.
Francisco Marzo y López, D. Juan Ximénez de Embún, D. Enrique
Garcés y Ferrer, D. Mariano García Repollés, D. Gregorio
García-Arista y Rivera, D. Tomás González Martín, D. José M.a de
Valdenebro y Cisneros, D. Miguel Lahoz y Calvo, D. Pedro Sánchez
Viejo, D. Francisco Ferrer y Roda, D. Manuel Jiménez Catalán, D.
Juan Irigoyen y Guerricabeitia, D. Faustino Gil Ayuso, D. Juan
Ibarlucea y Urriz, D. Mariano Bernad y Bardaxí (interino), D. Manuel
Abizanda y Broto (id.), D. Julio Vidal y Compairé, D. Jesús Comín
y Sagüés y D. José Jiménez Herrera.
El personal actual es el
siguiente:
D. Manuel Jiménez Catalán, Jefe de la Biblioteca y
Archivo universitario. (Co-autor de esta obra)
Sección de
la Universidad: Facultativos, D. Francisco Ferrer y Roda y D. Julio
Vidal y Compairé; Subalterno, D. Francisco Andreu Mainar.
Sección
de Medicina y Ciencias: Facultativo, D. Pedro Sánchez Viejo;
Subalterno, D. Vicente Larraz.
Consignaciones para ambas
bibliotecas: Para material de oficina, 600 pesetas; para material
científico, 1.500.
Horas de servicio público: De ocho de la
mañana a dos de la tarde, durante el curso; de nueve a una, en los
meses de verano.
El movimiento de lectores en estos últimos años,
según los datos estadísticos que se nos han facilitado, viene a
ser, por término medio, de 20.000 a 24.000 lectores por año, entre
ambas bibliotecas.
CÓDICES, MANUSCRITOS, INCUNABLES Y LIBROS
RAROS O CURIOSOS
Los principales son los siguientes:
Les Epistoles de Séneca a Lucil: letra del siglo XV, procedente del
archivo de los Condes de Guimerá, en la villa de este nombre.
Están publicadas estas epístolas por el cultísimo bibliófilo
catalán D. Luis Faraudo de Saint-Germain.
Crónica
de D. Álvaro de Luna: letra del siglo XV. Lleva "ex-libris"
de D. Ramón Santocildes. Se publicó esta crónica la primera vez en
Milán, en 1546, y difiere ligeramente de la publicada por D. José
Miguel de Flores.
Nobiliario de D. Pedro de Portugal, con notas de
Jerónimo Zurita: letra del siglo XVI. La obra original fue escrita
en Portugal por D. Pedro.
Ordinaciones del término de la Romareda
de la ciudad de Çaragoça: letra del mismo siglo que el
anterior.
Cancionero catalán: letra del siglo XV, que fue
propiedad de Turmo. Fue publicado en parte por Baselga
(Zaragoza, 1896), con un índice de poetas.
Glossae observantiarum
Regni Aragonum compositae a Micer Joanne Antich de Bages:
diferentes letras de los siglos XVI y XVII. Procede de la donación
de D. Vicente Lissa. Hay otros manuscritos de estas mismas glosas de
Antich de Bages, todo él de letra del siglo XVI, con "ex-libris"
de D. Tomás Fermín de Lezaún, que debe ser el que vio Latassa.
Don
Clarisel de las Flores: libro de caballerías que compuso D. Gerónimo
Ximénez de Urrea. Dos volúmenes; letra muy clara del siglo XVI, y
según se apunta en el Anuario de 1882, pág. 213, creída del propio
Urrea.
Descripçao de
Ceiláo [do Constantino de Saa de Miranda]: letra del siglo XVII, en
papel muy encolado, que le da un aspecto especial. Descrito en el
Anuario, pág. 216.
Apuntaciones de D. Agustín de Boda: letra
casi ilegible del siglo XV. También descrito en el Anuario de 1882,
pág. 201.
Constitutiones synodales dioecesis Caesaraugustanae,
con varias letras del siglo XV.
Regula beati Benedicti abbatis:
manuscrito en vitela, de letra gruesa del mismo siglo XV, como el
anterior.
Conquestes e histories deis Reys de Aragó e
cótes (comtes con ó nasal) de Barcelona, compilades per lo honorable mossen pere (sic)
Tomic: letra del siglo XVI. Es traslado del incunable
de Rosembach, por más que no coincida la fecha del colofón (V.
Haebler: Tipografía ibérica del siglo XV, núm. 641).
Códice
Villarense: indudablemente uno de los más interesantes de la
biblioteca, con letras de los siglos XIII y XIV, en vitela y papel
cebtí. Lleva "ex-libris" del Dr. Villar, de
donde el apelativo con que se le designa, y en la misma
guarda del
"ex-libris" le pusieron un título facticio que dice
así: "Libro de las antigüedades de España y de los Reyes
della" (sic). En realidad, no es sólo interesante para el
historiador en general, sino también para los que cultiven
la
Gramática, la Preceptiva literaria y otros órdenes de
conocimientos.
Regla del bienaventurado padre ntro. sant Agustín,
obpo. de yponia ad moñchos.: del siglo XV, descrito en la pág. 206
del Anuario.
Lucidario de la Universidad y Estudio general
de la Ciudad de Çaragoça, por Diego Frailla: letra del siglo
XIX, de don Inocencio Camón, quien hizo esta copia, según
afirmación propia, en 1768. Y debe ser, a su vez, copia de la
revisada por Nasarre, porque el original pasó a la Biblioteca
Real de
Madrid, dice Latassa. Según todos los caracteres
de los tratados que comprende este manuscrito, se trata de autógrafos
del aludido Camón, autor de las "Noticias" que
vamos a indicar.
Noticias sobre la Universidad de Zaragoza,
escritas por D. Inocencio Camón y Tramullas: letra del siglo XVIIII,
autógrafo original. D. Jerónimo Borao se sirvió de
este manuscrito para su Historia de la Universidad de
Zaragoza. Este
manuscrito debió ser el original que de esta obra
hizo el autor en la oficina tipográfica de Calixto Ariño
(¿1868?).
Biografía de D. Faustino Casamayor y noticias de sus
años políticos e históricos. Obras inéditas que posee la
Universidad de Zaragoza, por D. Jerónimo Borao. (Zaragoza, 1885).
Firma y rúbrica de Borao.
Años políticos e históricos. De las
cosas particulares sucedidas en la Ciudad de Zaragoza [por D.
Faustino Casamayor]. Años 1782 - 1833. Letra de los siglos XVIII y
XIX, autógrafo. Debió constar de 50 o 51 tomos, habiéndose perdido
los señalados con los números 11 y 23, correspondientes a los
años
de 1794 y 1816. El Anuario del Cuerpo de 1882, pág. 224, ya
hace notar esta falta de volúmenes. El tomo 18 trae intercalado, al
folio 8.°, el Tratado de la peste de Zaragoza del año 1652, escrito
por el licenciado Joseph de Estiche, cirujano. A pesar de las
afirmaciones de Latassa, Borao, en su Biografía, sostiene que toda
la obra pertenece a Casamayor, padre. Este precioso manuscrito de
vida local fue descrito, según se ha dicho ya, en el Anuario del
Cuerpo de Archiveros, y entre los trabajos que se hicieron con motivo
y ocasión del Centenario de los Sitios, se publicó una parte - la
más próxima a la lucha que se conmemoraba - con un notable estudio,
debido a la pluma del literato D. José Valenzuela, amén de varios
artículos y otras noticias encaminadas a llamar la atención sobre
este curioso manuscrito, en el cual pueden estudiarse paso a paso
tantos años seguidos de historia cesaraugustana.
Tratado de la
Chimica: letra del siglo XIX, donación de D.a Rosa Berné.
Discurso
sobre Alfonso X “el Sabio": letra del mismo siglo que el
anterior, manuscrito procedente del legado Unceta.
Los principales
impresos del siglo XV son los que figuran a continuación:
Monte
Rotherio, Gruido: Manipulus curatorum. - Zaragoza: Mateo Flandro,
1475. - Primer libro impreso en Zaragoza con fecha cierta y primero
en España con nombre de impresor.
Fragmentum arati phaenomenon:
Venetiis - Antonius de Strata, 1488.
Aristóteles: Physica et
Metaphysica: Lugduni, S. i., 1486.
Opera de naturali philosophia:
Venetiis - Philipus Venetus, 1482.
De moribus seu Ethicorurn:
Cesaraugusta: Paulus Hurus, 1492. Texto regleteado. Paitan la
Introducción de Philosophia moral de Aretino y el Razonamiento de
Marcelino y Leonardo.
De Cicerón: Ciceronis opera, qui ad artem
oratoriam pertinent. Orationes pro Cthesiphonte: Venetiis -
Bartholomeus Alexandrinus et Andrea Asulanus, 1485.
Tuullius (sic)
de Officijs: S. l. i. n. a. - Este ejemplar presenta algunas
diferencias con el descrito por Haín, número 5.280, si bien el
orden de los tratados y aun la redacción de títulos y rúbricas es
idéntica. El citado repertorio le asigna el año 1496.
Fori Aragonum: Cesaraugusta: Paulus Hurus, 1496. - Le sigue el Acto
del quitamiento perpetuo dela (sic) hermandat y la Porrogacion (sic)
delos fueros criminales, cuyos dos últimos opúsculos no tienen
lugar, impresor ni año, pero tienen los mismos caracteres
tipográficos que los Fueros de las prensas de Pablo
Hurus.
Henricus de Gorrichen: Conclusiones sententiarum: S. l.
i. n. a. - Incunable que sólo presenta diferencias muy pequeñas con
el descrito en Haín, núm. 7.811, el cual supone anterior a 1489. Se
ha encuadernado con esta obra una de las cuatro partes que
corresponden a la obra entera de Pedro Lombardo, el Maestro de las
Sentencias, que fue impresa por Juan de Colonia y Nicolás Jenson, en
Venecia, el año 1481. Esta es la cuarta parte, con el comentario de
Duns Escoto y las correcciones del célebre escritor inglés Tomás
Penketh, lector en la Universidad de Padua.
Johannes:
Comprehensorium: Valencia. - S. i.: Lamberto Palmart, 1475. Primer
incunable español conocido con fecha.
Liber cronicarum:
Nuremberg: Antonio Koberger, 1493. Con multitud de grabados en
madera, representando personajes célebres y vistas de ciudades,
repitiéndose a veces idéntico grabado para ciudades diferentes. Lo
que está tratado con más extensión en esta obra es el centro de
Europa (de la Europa medioeval).
Franciscus Maioranis: Sermones de
landibus sanctorum [Al fin: Venetiis. - Pellegrinus de Pasqualibus,
1493].
Benedictus de Parentinis [Zaragoza: S. i. - S. a.,
¿1478?].
San Vicente Ferrer: Sermones [Al fin: Venetiis. -
Jacobus de Lencho, 1496]. Contiene sermones de témporas y de santos,
y además, con portada propia, otra parte más, la tercera; y la
primera parte - "Pars hyemalis" - , faltando la vida del
inmortal predicador, debida al escritor siciliano Pedro Rausano.
Procede del donativo de D. Juan Francisco Martínez, obispo y
catedrático.
Franciscus Philelphus: Orationes cumquibusdam aliis
eiusdem operibus (S. l. ¿Mediolani? S. a.: ¿1481?). Con los
Sinónimos de Juan de Garlandría (sic) y las Epístolas de Juan
Mario.
Franciscus Philelphus: Epistolae familiares [Al fin:
Venetiis. - Joannes de Cereto, 1498]. Se ha encuadernado con este
epistolario la edición de Cátulo de Venecia de 1496, comentada por
el erudito caballero paduano Paladio Fusco.
Ptolomeus: Epitoma
Joannis de Monte Regio in almagestum Ptolomei [Al fin: Venetiis. -
Johannes Hamman de Landoia, 1496]. Con otras obras del Regiomontano,
matemático.
Petrus Reginaldetus: Speculum finalis retributionis
(S. l. n. i.). [Al fin: 1496]. Con la edición de la Imitación de
Cristo, impresa en Venecia por Dyonisio y Peregrino en 1485, y el
Confesional del Obispo megarense D. Andrés Escobar, que carece de
todos los datos de impresión.
Salustio: [Be]llum catilinarum
(sic) cum commento Laurenti valensis (S. l. i. n. a.).
Stella
clericorum (S. l.: ¿Daventrie? - S. i.: ¿Richardus Paffraet?; S.
a.: ¿1494?).
Johannes de Tambaco: Consolatorium theologicum:
Basilee: Johannes de Amerbach o Averbach [14].92.
Joannes de
Turrecremata, Cardinalis Sancti Sixti: Expositio brevis et
utilis super psalterio [Al fin: Cesaraugusta. - S. i.: 1482]. El
primer incunable puntuado (Haebler dice interpunción).
Cuadruplicado.
Turrecremata: Expositio brevis et utilis super toto
psalterio: Rome. - Udalricus Gallus de Bienna, 1470. Uno de los
incunables más interesantes de esta biblioteca, por ser la edición
príncipe de la obra.
Paulus Venetus: Lógica (S. l.:
¿Bononiae? S, i.: ¿Henricus de Haerlem? S. a.: ¿1485?).
Encuadernada con el compendio del matemático Nicolás de Orbeliis (o
Dorbellis), impreso en Bolonia por Enrique de Harlem en 1485, con
cuya obra ofrece positivas semejanzas, y con la exposición de la
Metafísica del Estagirita, del mismo autor y de la misma
imprenta.
Paulus Venetus: Quadratura [seu Dubia]: [Al fin:
Venetiis. - Bonetus Locatellus, 1493]. Con la llamada Magna Lógica
del propio Pablo Véneto o de Venecia, impresa en esta hermosa
ciudad por Albertino Vercelense, en 1499.
Jacobus de Voragine:
Legenda sanctorum (S. l. n. i.). - [Al fin: 1497]. Este incunable
procede del donativo que recibió este establecimiento en 1828 del
catedrático y obispo de Palencia, Ilmo. Sr. D. Juan Francisco
Martínez.
Gerardus de Zutphania: De reformatione virium anime [S.
l.: Basilea. - S. i.: Joannes de Amerbach o Averbach, 1492]. En el
mismo volumen se han encuadernado: un ejemplar del Consolatorium
theologicum de Johannes de Lambaco o Tambaco, cuyo pie de imprenta es
como se ha puesto en el
anterior impreso de la obra de Zutphania;
el "Libro de las meditaciones", del Doctor Melífluo, del
mismo lugar y año; la "Imitación de Cristo", en su
edición de Venecia de 1486, impresa por Francisco Madiis, y los
"Sermones a eremitas", del admirable Doctor San Agustín,
que salió de la oficina de
Vicente Benalio, en Venecia, por el
año 1492.
Y cerraremos esta relación de los principales impresos
del siglo XV que atesoran los estantes de la Biblioteca de esta
Universidad, con el incunable montserratino, también de
Gerardo de Zutphania: De spiritualibus ascensionibus [Al fin:
Monteserrato Joannes Luschner, 1499], al cual acompañan, como
espléndido cortejo, dos opúsculos de San Buenaventura:
Sanctus Bonaventura de instructione novitiorum et de quatuor
virtutibus
cardinalibus, y Liber sancti Bonaventura qui incendium
amoris dicitur, alias regimen conscientie vel fons vite, debidos, en
el propio lugar y año, al mismo tipógrafo.
En cuanto a
libros raros y preciosos, pueden señalarse el bellísimo misal
de Jorge Coci, o sea el oficio divino para la Iglesia Catedral
de Tarazona, publicado en 1529 en nuestra ciudad; el Graduate
carthusiensis, en vitela, con bellísimas capitales, impreso por
Chandiere en 1578. Y después de otros
que citó el laborioso y
culto bibliotecario D. Eugenio Borao, como la Introductio in
oryctographiam et zoologiam Aragoniae (1784), el Psalterium
hebraeum (1516) y las obras del eximio prelado Fr. Bartolomé
de las Casas, habrá que anotar el curiosísimo volumen avalorado
por las siguientes obras del genial D. Francisco de Quevedo:
"Política de Dios, Govierno de
Christo, Tyranía de Satanás.
Escrívelo con las plumas de los Evangelistas" (aquí, el nombre
y apellidos del autor): Zaragoza, Pedro Verges, 1626; edición
primera. Y con la "Política de Dios" están encuadernadas
las siguientes obras: Historia de la vida del Buscón, cuyo
pie de imprenta coincide con el anterior; Sueños y discursos:
Çaragoça, Pedro Cabarte, 1627; El peor escondrixo de la Muerte:
Çaragoça, Juan de Larumbe, 1629 (la más antigua que trae Fernández
Guerra, si bien advierte que se publicó modificada); Memorial por el
Patronato
de Santiago: Çaragoça: Verges, 1629 (de la cual hay un
ejemplar en el Museo Británico, según el crítico citado); Doctrina
moral del conocimiento propio: Çaragoça, Verges, 1630, edición
primera; El Chitón de las Tarabillas, del mismo lugar, impresor y
año que la obra precedente (también edición primera);
Cvento de
cventos, del mismo lugar e impresor, año 1629 (edición que no
conoció Fernández Guerra, siquiera no sea la primera, que es de
1626); El Entremetido Don Reymondo (sic): Barcelona, Estevan Liberos,
1630. No la cita Fernández Guerra, ni la del "Catecismo de
vocablos para instruir a las Damas hembrilatinas. Dirigido a Doña
Babilionia", de Zaragoza, que dio a la estampa el ya repetido
Pedro Verges, corriendo el año 1630.
Hay también ediciones muy
notables de Santos Padres y Doctores de la Iglesia.
Entre los
libros raros y curiosos que se conservan en la sección de Medicina y
Ciencias, citaremos:
[Abu-l-Alhoçain
ben Abdallah eben çina.
Avicena]: Flores
Auicenne (sic). - [Lugduni: Claudius
Davost, 1508].
[Abu-l-Alhoçain
ben Abdallah eben çina
. Avicena]: Auicéne medicorum principis canonú liber. -
[Venetiis: Heredú... Dñi Octauiani Scoti, 1520].
Carolus
Clusius: Exoticorvm libri decem... Item Petri Belloni. -
Observationes eodem Carolo Clusio, interprete. - [Lugduni -
Batavorum]. Officina Plantiniana Raphelongi, 1606.
Ignacio Jordán
de Asso: Introductio in Oryctographiam et Zoologiam Aragonice...
- Amstelodami. - Sommer, 1784.
Ignacio Jordán de Asso y del Río:
Mantissa stirpium indigenarum Aragonicae. - S. l. [¿Massilae?]
n. i., 1781.
Ignacio Jordán de Asso y del Río: Synopsis stirpium
indigenarum Aragoniae. - Massiliae: s. i., 1779.
Juan
Thomas Porcell Sardo: Información y cvracion de la peste de Çaragoça
y praeservacion contra peste en general. - Çaragoça:
Bartholome de Nagera, 1565.
Damián Carbón: Libro del arte de las
comadres o madrinas y del regimiento de las preñadas y paridas y de
los niños. - [Mallorca, Hernando de Cansoles]. 1541.
Bernardino
Montaña de Monserrat: Libro de la Anatomía del hóbre... -
Valladolid: Sebastián Martínez, 1551.
Alexandrinus Diophantus:
Arithmeticorvm libri sex et de nvmeris mvltangvlis liber vnvs, cvm
commentariis C[laudi] G[aspari] Bacheti... et observationibus D.
P[etri] de Fermant... - Tolosa: Bernardos Bosc, 1670.
Además de
estas obras antiguas, tiene esta biblioteca publicaciones de tanta
importancia como las siguientes:
Annales de l´Institut Pasteur
(Journal de Microbiologie), publicados bajo la dirección de Mr.
Pasteur. Este es uno de los tres ejemplares que en España se
conservan completos o casi completos; al que posee esta biblioteca le
faltan los tomos 1.° y 2.°
Archives de Medicine experimentale et
Anatomie pathologique. Publicados bajo la dirección de Mr. Charcot.
Trabajos del Laboratorio de investigaciones biológicas de la
Universidad de Madrid. Continuación de la "Revista trimestral
micrográflca", publicados por D. Santiago Ramón y Cajal,
en la cual se contienen todos los interesantes y valiosos trabajos
debidos a tan eminente maestro.