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domingo, 29 de noviembre de 2020

CAPÍTULO XV, BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD

CAPÍTULO XV

BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD

LA ANTIGUA LIBRERÍA. - LA DE LOS JESUÍTAS. - PLAN DEL DR. LISA PARA ABRIR AL PÚBLICO LA BIBLIOTECA. - PERSONAL. - DOTACIÓN. - ACRECENTAMIENTOS SUCESIVOS. - DESTRUCCIÓN DE LA BIBLIOTECA EN EL SEGUNDO SITIO. - PLAUSIBLES GESTIONES DE LA UNIVERSIDAD PARA REPONER SU BIBLIOTECA. - PLAN QUE PRESENTA A LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL. - JUNTAS DE BIBLIOTECA. - RENTAS CON QUE SE CONTABA. - MATRÍCULA ESPECIAL. - SUCESIVOS ACRECENTAMIENTOS. - LA BIBLIOTECA ACTUAL.

Hasta 1742, que encontramos un acuerdo del Claustro celebrado en 25 de octubre, no bailamos nada en los libros de Gestis que nos dé noticia de la
librería antigua de nuestra Universidad. En él se dice que "el que quisiere usar de los libros de la Escuela para los actos de Conclusiones y Academias, debe dar dos reales de plata al Bedel, cada vez, por el trabajo de sacarlos, debiendo ser responsable de ello si alguno o todos se perdieren".
Ese acuerdo es todo un Reglamento; el que use los libros, abone por ello una cantidad, y el que extravíe alguno, lo reponga o pague su importe.
Indudablemente la Universidad tenía una modesta colección de libros, a la que no podía darse el nombre de librería o de biblioteca y que se enriqueció el año 1772 al expulsarse a los Jesuítas de España.
En 2 de mayo de ese mismo año se dictó una Real Provisión disponiendo que las librerías de los Regulares expulsos de la Compañía se entregasen a las Universidades españolas, y en su vista, la Junta municipal de esta población
recibió las oportunas órdenes a este fin encaminadas, la cual, por conducto de su presidente, se dirigió al Rector y Claustro, con fecha 29 de dicho mes, para que designara personas que, con los señores Miguel Lorenzo Franco de Villalva y Marqués de Ariño, pudiera verificarse la entrega.
En Claustro celebrado en 19 de junio, fueron designados por la Universidad los doctores Asso, Briz, Garro y Royo. (Gestis, núm. 7, fols. 258 y 264).
En 7 de octubre de 1774 se recomendó a la comisión nombrada formulara el presupuesto necesario para la "fábrica de la librería" y los medios más conducentes "para afrontar el dinero necesario"; hay que advertir que en 30 de septiembre de ese mismo año, la Junta municipal reclamó, insistentemente, los recibos de la entrega hecha de las librerías de los expulsos jesuitas; lo cual indica que nuestros universitarios aun no habían cumplido, al cabo de dos años, la misión que se les confió de inventariar los fondos recibidos. (Gestis, números 461 y 492).
En 16 de agosto de 1775, el Real Consejo comunica al Rector de esta Universidad que se accede a su petición y que, por lo tanto, para el sostenimiento y fomento de la librería de la Universidad, se le aplican los cuatro censales que tenían de dotación, los que se han entregado de los colegios de la extinguida orden de la Compañía de Jesús, manifestando que se le entregaran los Estatutos de pertenencia bajo el correspondiente resguardo, al objeto de que cuide de su buena administración.
Ya tenía, pues, la Universidad de Zaragoza, libros para su biblioteca y rentas para su sostenimiento, y justo es decir que supo fomentar la primera y administrar bien las segundas, procurando, por cuantos medios tuvo a su alcance, que tan rico caudal bibliográfico fuera de utilidad, no sólo a la
clase escolar, sino al público en general.
En 6 de febrero de 1775 se da cuenta, en Claustro, de que el Infante D. Gabriel había dado a la Universidad un tomo de la obra Salustra, y que juntamente con ocho tomos de la obra Palacio de Caserta, habían sido puestos en la librería por el bibliotecario y catedrático D. Inocencio Camón, y en 7 de junio del mismo año, el Dr. D. José Amar remite para la librería de la Universidad su obra Instrucción curativa de las calenturas conocidas vulgarmente con el nombre de "tabardillo*, acordándose en Claustro darle las gracias por carta y que del libro se haga cargo el bibliotecario D. Inocencio de Camón. (Tomo 9 de Gestis, fol. 352).
En 6 de junio de 1777, D. Francisco de Paula de Roa dio cuenta al Claustro de que había gastado algunas cantidades en la librería para estantes y colocar en lugar correspondiente los libros que se hallaban en el suelo, en varias redes
y vidrieras, puertas, hierros y todo cuanto era necesario para la seguridad y uniformidad correspondiente; el Claustro aprobó los gastos y se resolvió también que el Sr. Roa continuara adelantando las cantidades que hicieran falta hasta que la biblioteca tuviera caudal propio y fondos suficientes para
que se reintegrara de sus adelantos.
Ya en noviembre de 1780, la librería de la Universidad debía estar arreglada y catalogada, o por lo menos, en un principio de clasificación de sus fondos bibliográficos, desde el momento en que el Rector dio cuenta, en Claustro celebrado el 8 de ese mes y año, de que había algunos libros y obras
duplicadas que se podían vender, si parecía conveniente, y con las cantidades que se recaudaran, adquirir algunas otras obras, y si había sobrante, destinarlo a lo que en la biblioteca se considerara de mayor urgencia.
Se dio comisión a los doctores Arpas, Camón y Campos, para que examinaran las obras duplicadas y estudiaran la venta de las mismas en las mejores condiciones posibles.
En 29 de diciembre de 1780, el Sr. Roa comunica al Claustro que el Receptor había cobrado del repolio del señor Sáenz de Buruaga, arzobispo que fue de Zaragoza, los 6.000 reales correspondientes, y que con ellos se habían comprado redes para la colocación de los libros y algunas otras cosas
necesarias para el mejor arreglo de la biblioteca.
Se acordó que los Sres. Acha, Roa y Camón, que formaban la comisión o Junta de biblioteca, continúen en su misión, que desempeñan a conciencia y satisfacción de todo el Claustro, y que se pongan redes hasta donde alcance el dinero recibido. (Gestis, núm. 13, fols. 34 y 102).
En 8 de enero de 1781, los comisionados que acabamos de mencionar presentan la lista de las obras duplicadas que deben ser destinadas al cambio o a la venta. Se acuerda en Claustro de que en vista de que con los 6.000 reales cobrados de la Mitra no se han podido colocar nada más que unas cien redes en la biblioteca y que era de absoluta necesidad arbitrar recursos para las veintisiete restantes, que son precisas, al objeto de guardar otros tantos Escrinios de la biblioteca, que se vendan y los fondos se entreguen al Receptor y se destinen a la librería.
En 6 de febrero de dicho, año, Aspas y Camón ya presentan al Claustro una memoria exponiendo las condiciones en que las obras duplicadas se encontraban, pues depositadas en el viejo archivo de la Universidad, eran pasto de la humedad, de los ratones y de las sabandijas; inútiles completamente muchos de ellos, habían formado un inventario cuya nota detallada presentaron con anterioridad, y que el librero de la capital D. José Monge ofrecía por ellos 140 libras, y no habiendo encontrado mejor postor, habíanselos adjudicado a condición de que además había de entregar, a beneficio de la librería, ocho tomos en folio de las obras de D. Antonio Agustín, impresión de Luca; los dos tomos de San Isidro, impresión de Madrid, y otros que se le señalaron; el Claustro aprobó todo lo hecho por dichos señores. (Gestis, núm. 13, fol. 121 v.).
Esta venta encontró su protesta en el Claustro, la del señor Roa, el cual presentó un memorial en 12 de marzo al Rector, oponiéndose a lo actuado, con fútiles pretextos a nuestro entender; suplicaba el Sr. Roa se le diera testimonio
para usar de su derecho ante la superioridad. Sin embargo, el Claustro siguió este negocio adelante, apesar de la protesta del Sr. Roa; se le dio el testimonio que solicitaba, pero fueron devueltos al librero Monge los vales y contratos de 140 libras, con la firma y conformidad de los comisionados al pie, y el correspondiente recibí con expresión "de las especies de dinero y libros en que los satisfizo", pasando las libras jaquesas a poder del Receptor y los libros, que Monge entregó, a los comisionados bibliotecarios, al objeto de que de ellos se hicieran cargo y los pusieran en la librería. (Gestis, núm. 13, fol. 388 v.).
Entre los Documentos daremos todos los referentes a este interesante asunto, así como la nota de los libros adquiridos por Monge, porque ella nos da una idea de lo que era la antigua librería de nuestra Universidad y de parte dé sus fondos bibliográficos.
Comenzó la Universidad a estudiar la manera de abrir al público su biblioteca, a cuyo efecto dio comisión al Dr. Lissa para que redactara el oportuno informe.
Dicho señor, en 5 de noviembre de 1795, presentó el siguiente:
Plan que presenta el Dr. D. Vicente Lissa, con el objeto de verificar el uso publico de la Bibliotheca de la Universidad Literaria:
"1.° La mayor dificultad que puede ofrecerse para verificar el uso publico de la bibliotheca de la Universidad literaria, es la falta de caudales para los gastos que necesariamente han de ocurrir con este objeto; en él se echa de ver el beneficio común que ha de experimentar todo cursante, igual por lo menos al que disfrutó quando la Universidad literaria presentó al servicio de S. M. ocho hombres, lo escusó del sorteo que le amenazaba, por cuya causa podrá superarse esta dificultad, exigiendo por ahora el aumento de la matricula
acordado por el Claustro en pleno y exponiéndole la necesidad de que subsista con el preciso destino a los gastos de la bibliotheca, pues en conformidad de lo que pide el explendor y enseñanza de un Estudio general, quiere S. M., en su Cedula de 14 de marzo de 1759, se proporcionen medios a fin de que las Universidades logren el beneficio de una pública bibliotheca.
2.° El tanto impuesto sobre la matricula, deberá exigirse de aquellos que no hicieren constar su pobreza con cédula de su cathedratico, en conformidad en los Reales Estatutos, en orden a lo dispuesto sobre la expresada matricula. Su aumento podrá computarse anualmente en doscientos duros, y desde luego, los que se cobraren en este curso, se deberán destinar al arreglo de la bibliotheca, en cuyos Índices generales no se comprehenderan los libros prohibidos ni manuscritos, pues no han de estar expuestos al publico sino en una sala separada, con su indice particular, cuyas llaves tendrán en su poder el Protector y el Bibliothecario.
3.° Se procurará, al tiempo del arreglo, anotar las obras duplicadas y las ediciones, para que puedan cambiarse las menos útiles por otras que fueren precisas en la bibliotheca, teniendo presente, para el mejor acierto, la de San Ildefonso u otra bien ordenada.
4.° Para este fin deberán comisionarse un cathedratico y un doctor de cada facultad, que gratuitamente quisieren encargarse, para el que se ofrece desde luego el que presenta el plan a éstos, y qualesquiera otro comisionado se agregará el Dr. D. Thadeo Lasarte, por el conocimiento que tiene en
la bibliotheca, quien assistirá a su arreglo quando buenamente pudiere y en toda ocasión suministrará las noticias que se le pidan por los comisionados.
5.° Verificado el arreglo, se abrirá la bibliotheca tan solamente en el Curso, sus días lectivos y de oposiciones a Cathedras, de nuebe a once por la mañana y de dos a quatro por la tarde, a excepción de aquellos en que hubiere Claustro, decreto u otra función de Escuela que lo impidiesse, en las que se cerrará o limitarán sus horas según pareciere al protector y bibliothecarios, los que dispondrán que en el día anterior se haga saber al publico, en un papel que a éste fin se colocará en dicha bibliotheca.

(Imágenes: El Crucifijo de las juras. La maza de Torrellas. Pág. 383)

6.° Para el cuidado y govierno de ella se nombrará un Protector, un Bibliothecario perpetuo, dos Quadrienales, un Depositario y tres assistentes, con las facultades y honorarios que se expresan en los números correspondientes.

PROTECTOR

7.° El empleo de Protector será perpetuo y deverá siempre conferirse por el Claustro de Consiliarios y Cathedraticos, sin propuesta alguna a un doctor o maestro que fuere ministro togado, prebendado de esta Santa Iglesia o sujeto
de conocida dignidad; en su consequencia se nombrará por primer Protector al Dr. D. Faustino de Acha, cathedratico jubilado de Prima en Canones, cuya memoria deve ser grata a la Escuela por los beneficios que le ha dispensado.
8.° Será del cargo de Protector contribuir en quanto estubiere de su parte, para que los cursantes logren en la bibliotheca el beneficio común a que se aspira, assistir a ella los días y horas que le pareciere, y providenciará con los
bibliothecarios lo mas conveniente, celebrando en su casa, a la hora que fuere de su agrado, las Juntas que ocurrieren, y tendrá voto y calidad en todos los asuntos y negocios que en ella se trataren.
9.° Si el electo para Protector residiere fuera de esta Ciudad, podría nombrar su Vice-protector a la persona que le parezca, teniendo las calidades sobredichas para que en su lugar sirva el empleo oon los mismos derechos, preheminencias y facultades.

BIBLIOTHECARIO PERPETUO

10. Se nombrará para este empleo al Dr. D. Thadeo Lasarte, por el amor que ha manifestado constantemente a la Escuela y el particular cuidado que le ha merecido la bibliotheca, a la que deverá assistir todos los días, sin la precisión de permanecer en ella las horas en que estubiere abierta.
11. Este empleo será siempre perpetuo, y quando vacare, se procederá a la elección en la misma forma que se ha de executar la de los bibliothecarios quadrienales los que serán atendidos en ella para que consigan por este medio
un honorífico descanso.

BIBLIOTECARIOS QUADRIENALES

12. Para los empleos de los bibliothecarios quadrienales se nombrarán dos doctores o maestros (sin excluir a los cathedraticos), quienes se obligarán a la assistencia y responsabilidad, hecha la entrega por medio de los indices o en otra forma, afianzando a satisfacción de la Junta.
13. El Claustro de consiliarios y cathedraticos, en el primero del mes de octubre, elegirá, en virtud de propuesta de la Junta de bibliotheca, con votos secretos, uno de estos bibliothecarios cada dos años, y durará quatro el tiempo de su empleo, contándose desde el día de San Lucas.
14. El primer electo servirá tan solamente dos años, para que se haga lugar el que haya siempre una vacante de dos en dos años y quede una persona instruida en la bibliotheca.
15. Si vacare alguno de estos empleos antes de cumplirse los quatro años, el nuebamente electo deberá serlo tan solamente por el tiempo que le restaba al que causó la vacante, pero assi este como los demás que hubieren completado los quatro años, podrán ser reelegidos antes de examinarse las propuestas, con las que convengan en el reelecto dos partes de votos de las tres que compusieren, el Claustro, sin que pueda dispensarse la votación secreta.
16. En los casos de gravedad que ocurrieren en la biblioteca, se dará parte al Protector, quien convocará a Junta para acordar lo que corresponda, participándose al Claustro si el asunto lo exigiese, y en los de menor gravedad, providenciarán los bibliothecarios quadrienales con anuencia del perpetuo lo mas oportuno, estando siempre a sus órdenes los ministros de la Escuela y sin vulnerar la jurisdicción académica, que reside en su Rector.

DEPOSITARIO

17. Para satisfacer los gastos que ocurrieren en el arreglo, se depositará en el Dr. D. Josef Garro el caudal procedente del aumento de la matrícula de este año, interviniendo en su exacción los que comisionare el Claustro de consiliarios y cathedraticos, y agregando el referido D. Josef Garro, al
mismo caudal, el sobrante del que pertenece a las mensualidades de los estudiantes que sirven a S. M. en nombre de la Escuela, y el que corresponda en el día a la bibliotheca, satisfará lo que se le librare por qualquiera de los comisionados para el arreglo, y finado este, dará sus cuentas a la Junta
de bibliotheca, haviendo presentado anteriormente las fianzas a satisfacción de la misma.
18. El caudal perteneciente a la bibliotheca se administrará en adelante por el que obtuviere este empleo de Depositario, confiriéndose de dos en dos años en virtud de propuesta de la Junta de bibliotheca; finado el tiempo, dará cuenta a la misma, a cuyas sesiones assistirá con voto y será atendido para el empleo de bibliothecario quadrienal.

ASSISTENTES

19. Para el nombramiento de los tres assistentes se pondrán edictos de acuerdo del Claustro en el patio de la Escuela, los que expresarán su obligación, reducida a assistir a la bibliotheca las horas y días en que estubiere abierta, por lo que se les contribuirá anualmente con el honorario expresado en el núm. 21 y se les atenderá si fueren aplicados para dispensarles los grados de bachiller gratuitamente en la facultad que cursaren, deviendose arreglar a las instrucciones que les comunicaren el Protector y bibliothecarios por lo respectivo a la bibliotheca.
20. Los pretendientes presentarán, dentro del tiempo señalado en los edictos, memorial al Claustro, con expresión de sus estudios; todo se remitirá a la Junta de bibliotheca, para que, tomando las correspondientes instrucciones, haga una terna para cada uno de estos empleos, y el Claustro elija de ella el que entendiere mas del caso. Estos empleos durarán el tiempo que estimare el Claustro.

HONORARIOS

21. Los honorarios podrán ser por ahora, en cada un año, los siguientes:
Al bibliothecario perpetuo... 40 duros
A los dos quadrienales... 60 "
A los tres assistentes... 60 "
Total 160 duros

22. Computándose anualmente el aumento de matricula con doscientos duros y los honorarios en ciento sesenta, como aparece del numero anterior, quedan en beneficio de la biblioteca quarenta, que podrán invertirse en la decencia de la misma, colocando si pareciere en una de sus salas, los días de riguroso imbierno, uno o dos braseros para mayor comodidad de los bibliothecarios, reservándose, para satisfacer qualquier otro gasto, el censo que tiene en su favor dicha bibliotheca, y si algún año (lo que no se espera) fuese menos
el producto de la matricula, podrá entonces el arca de la Escuela prestar a la bibliotheca lo que le faltare con calidad de reintegro.

JUNTA DE BIBLIOTHECA

23. Se compondrá esta Junta del Protector, Bibliothecario perpetuo, Quadrienales y Depositario, sirviendo su Secretaria uno de los mismos nombrado por ella, en la que se tratará de los asuntos concernientes al cuidado, gobierno y servicio de la bibliotheca y de los medios que puedan proporcionar su dotación.
24. La Junta, para el Claustro primero de octubre, propondrá, con arreglo al núm. 12, una terna para el empleo de bibliothecario, cuando correspondiere su elección o vacare fuera del tiempo ordinario, teniendo presente el que no deve
incluirse en la terna al cathedratico que tuviese la elección respectiva a su cathedra en la misma hora en que ha de servirla el que huviere de servir en calidad de bibliothecario antiguo, pues no deverá faltar jamás en la bibliotheca uno de los bibliothecarios quadrienales.
25. También harán terna para los empleos de assistentes con arreglo al núm. 20, cuidando assi mismo que los propuestos no tengan a una misma hora la de sus cathedras, pues han de assistir dos continuamente en la bibliotheca, y
ninguno podrá separarse de ella sin permiso de los bibliothecarios, prefiriéndose para estos empleos, en igualdad de circunstancias, a los bachilleres.
Este plan tiene varias imperfecciones; a pesar de ellas, se manifiesta que, verificándose en todas sus partes, podría sin mucha dificultad verificarse el uso público de la preciosa bibliotheca de la Universidad literaria. Entonces, tal vez
se lograría alguna dotación y tendrían cumplimiento estas ideas, pues no puede dudarse que nuestro sabio ministro ha de tomar un grande empeño en sostener el uso publico de una arreglada bibliotheca, cuyas ventajas le son bien conocidas. Acaso se lograría con el tiempo que se agregaran a esta bibliotheca las de los Prelados ecclesiasticos del Reyno, que, según la Real Cédula de 17 de febrero de 1771, deven reservarse perpetuamente a favor de la Mitra, con destino al común aprovechamiento, el que disfrutarían sin duda alguna los estudiantes de cada una de las diócesis, trayendolas a la Universidad de la capital, siendo constante por otra parte lo difícil que es este establecimiento en sus respectivas ciudades, como lo acredita la experiencia.
Si S. M. accediese a ello, tenia ya la bibliotheca de la Universidad su correspondiente dotación, pues en virtud de otra Real Cédula se deven regular y assignar para este fin de los frutos de las Mitras, desde quatrocientos a ochocientos ducados, según las circunstancias. Por ultimo, podría esperarse que alguna otra preciosa bibliotheca se agrupasse igualmente a la de la Escuela y que hubiesse cathedraticos y graduados que en señal de gratitud la dejassen las suyas, sabiendo el buen uso que se haría de ellas, sin que pueda tenerse por violenta la exacción de los quatro reales vellón sobre el tanto con que acostumbra a contribuirse al tiempo de la matricula, pues según noticias, hay Universidad en que se paga por ella los referidos quatro reales vellón, y no falta otra en estar o a lo menos han estado en practica iguales exacciones, dirigidas al beneficio de los concursantes; y consta que en el Real Colegio de San Vicente de la Universidad de Huesca, paga cada individuo, al tiempo de su ingreso, doscientos reales por el uso de la bibliotheca. = Zaragoza 6 de
noviembre de 1795. = Dr. Vicente de Lissa y de las Balsas". (Gestis, núm. 22, fols. 48 a 61).

***

En 14 de noviembre de 1796, en Claustro pleno, el Rector dio cuenta de que la Junta de biblioteca le había manifestado estar ya todo dispuesto para abrirla al público el día 17 del mismo mes, presentando también el plan insertado con
anterioridad. El Claustro aprobó unánimemente todo lo actuado, así como la memoria presentada, agradeciendo a la Junta de biblioteca su ímproba labor y animándola para que continuara en su puesto y haga al Rey la Representación
acordada en Claustro de 12 de noviembre.
También en ese mismo Claustro se dio cuenta de los donativos que se habían hecho con destino a la biblioteca, acordando se hicieran constar en acta sus nombres y se les dieran las gracias. Eran éstos: D. Baltasar Voldo, Conde de
Sástago; D. Severo Aguirre, D. José Elizondo, D. Ignacio Muñoz, D. Alejandro Ortiz, D. Vicente de Lissa, D. Manuel Berné, D. Pedro Tomás, D. Cirilo de Tubo, D. Juan Baranchán, D. Lorenzo Flez, D. Tadeo Lasarte, D. Faustino de
Acha, D. Joaquín Otal, D. José María Puig, D. Tomás López, D. Francisco Amar y el Colegio de Médicos.
Entre otros donativos hubo alguno de verdadera importancia, como fue el del ex-Rector y Protector de la Universidad D. Faustino de Acha, que mereció los honores de que en Claustro celebrado el 24 de octubre de ese mismo año de
1796, se acordara, a más de significarle la gratitud de la Universidad, comisionando a los doctores Lasarte y Miguel para que en nombre de los Claustros le visitaran, colocar su retrato en el Claustrillo, al lado de los hijos ilustres de la Escuela o de los más beneméritos. (Gestis, núm. 23, fol. 27).
Cumpliendo lo acordado en 22 de noviembre de este año, la Universidad dirigió al Rey el memorial correspondiente, participándole el funcionamiento de la biblioteca e interesándole para su sostenimiento y fomento.
En Claustro de 27 de febrero de 1797, se dio cuenta de la Real provisión del Consejo de 13 del mismo, para que a la mayor brevedad se le informe del número de dependientes que se consideran necesarios para el servicio de la biblioteca, qué dotación podría señalarse a cada uno de ellos, a cuánto podía ascender el producto de la peseta con que han de contribuir los cursantes al tiempo de matricularse, si les sería o no gravosa esta contribución o puede haber otro arbitrio más equitativo para formar un fondo con que subvenir a los gastos de este nuevo establecimiento y todo lo demás que estime conducente para la instrucción del asunto.
La Universidad informó al Consejo haciendo constar lo siguiente:
Personal: dos bibliotecarios, tres asistentes, un portero; con la dotación de 4.000 reales a los primeros, 2.000 a los segundos y 2.000 al tercero.
Para el sostenimiento: como compra de libros, encuadernaciones, etc., 14.000 reales vellón. En total, 30.000 reales vellón; que el producto de la peseta da unos 4 ó 5.000 reales anuales, y que como con esta cantidad y la que puedan dar los escasos bienes de la biblioteca, no son suficientes para su sostenimiento, que no encuentra nada mejor ni más práctico que las rentas de esta Mitra, la cual cree la Universidad, y así lo hace constar, viene obligada a ello, porque debe ser la primera en amparar y proteger la cultura, no ya porque el Arzobispo sea Cancelario de la Universidad, sino para dar así cumplimiento a lo ordenado por el Rey en su Cédula de 17 de febrero de 1771, que mandó reservar las librerías de los prelados con destino al aprovechamiento público, asignando de los fondos de la Mitra 800 ducados, disposición que en Zaragoza ha quedado sin efecto, "ni para ella se ha dado otro paso que encerrar y sepultar en el olvido las librerías que dejaron los arzobispos D. Juan Sáenz de Buruaga y don Bernardo Velarde".
Y sigue diciendo el Claustro en su informe: "Si los prelados en general deben considerarse obligados por todos estos respetos, en el Muy Rvdo. Arzobispo de Zaragoza concurre otra superior recomendación, porque se halla revestido del
carácter de Canceller de la Universidad, cuya dignidad le autoriza en la Escuela con una representación respetable, y su propia dignidad parece que insta a que se interese en lo que ha de ceder en un beneficio publico tan grande y ha de condecorar tanto el cuerpo del qual es el superior de honor".
(Gestis, núm. 23, fols. 281 a 289).
Este informe lo dieron los doctores Acha, Romanillos, Latorre, Broto, Gorraiz, Muñoz, Garro, Lasarte, Amat, Berné, Lissa y Ortiz.
En 8 de junio de 1797 y según un estado de cuentas que se presentó en Claustro y que por lo curioso publicamos, la Biblioteca debía al arca de la Universidad 600 libras, 11 sueldos y 9 dineros, "acordándose que por ahora se reintegren a la caja 100 libras que se tomaron del caudal perteneciente al
aniversario de D. Maria Theresa Lorieri y Lafiguera, y que verificado dicho reintegro, vea el Claustro de que se empleen en el objeto principal de la fundación del citado aniversario".
En 24 de julio del mismo año, el Dr. Lissa expone en Claustro que D. Félix Nebot tiene un censo de 100 libras jaquesas de capital a favor de la biblioteca, del que está debiendo de cinco a seis pensiones, y que si el Claustro quiere
tomarlo en vales de 150 pesos en pago de uno y otro, lo luirá, y si no que pagará las pensiones; el acuerdo fue de que pague las pensiones y de que después redima el censo si quiere al efectivo, en atención a que en esta cantidad no cabe vale. (Gestis, núm. 23, fol. 926).
En 20 de septiembre se da cuenta de que el Conde de Sástago ha remitido el primer tomo de su Descripción de las obras del Canal Imperial, al objeto de que se coloque en la librería, y en 9 de febrero del siguiente año de 1798 da cuenta el Rector de que el canónigo de esta Iglesia Catedral y Rector que había sido el año anterior, D. Tomás Muñoz Salvador le había entregado 300 libras jaquesas, al objeto de que se les diera el destino que se creyera más conveniente; aplicándolas al fomento de la biblioteca, en vista de estas
manifestaciones.
En 13 de febrero de ese mismo año, el Dr. Lissa hace presente, en Claustro, que los doctores y comisionados de la Universidad habían tratado con los ejecutores testamentarios de D. Alejandro Ortiz, al objeto de que pasaran a la biblioteca los 458 volúmenes de la Facultad médica, donados por dicho señor, y que en el caso de vender algunos de los demás que componían la librería del Dr. Ortiz, sería preferida la Universidad, con toda aquella rebaja en el precio que las facultades que tenían les pudiera permitir; por lo cual, creía
el Rector, y así lo proponía, de que se estaba en el caso de dar las gracias por su noble conducta y hacer "alguna demostración por el difunto". (Gestis, núm. 24, fol. 53).
En 21 de igual mes y año, D. Gregorio Peña y Garro remite, con atenta carta, 50 ejemplares de la Oración latina, que compuso a la apertura de la biblioteca y archivo, y se repartan los demás por el Sr. Lecha entre los claustrales,
dándose las gracias al donante.
En 7 de febrero de 1799, el Rector dio cuenta de que los ejecutores testamentarios del canónigo doctoral que fue de esta Catedral, D. José Martínez San Juan, le entregaron los papeles que en vida se le habían dejado en depósito a dicho señor acerca de la memoria del Dr. Cerbuna, acordando el
Claustro que pasen a la Junta de biblioteca para su estudio e informe. Ya hemos dicho cuanto hace al caso en este asunto relacionado con el expediente de la vida y virtudes del fundador de la Universidad, que es al que se refiere el
acuerdo.
En 1800 la Universidad trató nuevamente de enagenar los libros sobrantes que por duplicados o incompletos tenía en su biblioteca, a cual objeto organizó una rifa de los mismos, autorizada por el Supremo Consejo y con arreglo a una Instrucción dada por éste; esa rifa debió celebrarse a fines de enero del expresado año (no en 1799, como dice Borao), pues el plazo concedido para la venta de billetes expiraba el 20 del mencionado mes; pero no habiéndose vendido nada más que unos 600 de los 3.000 billetes que se hicieron, se solicitó y se obtuvo una ampliación del plazo de tres meses, ampliación que expiraba el 30 de abril. Los libros que habían de rifarse estaban tasados en 18.000 reales vellón.
Borao, en su obra (pág. 60), dice que correspondieron al Duque del Infantado 4.070 volúmenes y que el precio del billete era de 6 reales vellón.
Un nuevo donativo tuvo la biblioteca de la Universidad, pero en esta ocasión el Claustro dio más preferencia al dinero que a los libros; en enero de dicho año se dio cuenta de una carta del ejecutor testamentario del Sr. Galindo, el cual
había muerto de epidemia en Málaga y había dejado su librería al Convento de Predicadores de Zaragoza y a su Universidad; pero como su traslado aquí, por lo numerosa y buena que es (así dice la carta), ha de costar mucho tiempo
aunque se lleve por mar hasta los Alfaques, y el Obispo de Málaga ofrece quedársela a precio de tasación, y considerando la Universidad que es mejor así, se acuerda que la compre el Sr. Obispo y el dinero se reparta entre las dos entidades favorecidas por el testador; la carta iba firmada por Feliciano Molina. (Gestis, núm. 30, fol. 53).
En 3 de junio de 1806 se da cuenta de que el doctor don Manuel Latorre dejó todos sus libros a la biblioteca de la Universidad, acordándose se cantara un aniversario por su alma.
En 5 de octubre de ese mismo año, el Inquisidor Villafañez oficia a la Universidad, diciendo]a que del reconocimiento practicado en su biblioteca ha resultado hallarse muchos libros prohibidos sin el correspondiente permiso para retenerlos, y que el Tribunal del Santo Oficio ha considerado como muy preciso el que dicho señor Inquisidor prevenga al Rector y Claustro la indispensable necesidad que tienen de acudir al dicho Sr. Inquisidor general y de habilitarse por este medio con la licencia que corresponde, haciéndolo
constar después al Santo Oficio en término de dos meses.
En 12 de octubre de igual año se dio cuenta, en Claustro, de una carta del Arzobispo Abad de San Indefonso, en que, contestando a la de gracias que le dirigió la Universidad con motivo de haber donado para esta biblioteca un ejemplar del Resumen de la Historia eclesiástica que había publicado, se
ofrece de nuevo a esta Escuela.
Por cuanto hemos venido exponiendo, vemos que nuestra Universidad se había preocupado siempre del fomento de la cultura pública, que a este fin había procurado hacerse con una selecta biblioteca lo mejor dotada y organizada que fuera posible; el año 1809, al ser destruida por las minas y bombas francesas, ocupaba siete salas que daban a la fachada principal, o sea a la calle de la Puerta del Sol (hoy Coso Bajo) y tenía unos 7.000 u 8.000 volúmenes, pero sin duplicados ni obras incompletas, que, como ya hemos dicho, por dos veces fueron enagenadas; esas siete salas estaban muy bien decoradas y adornábanlas los retratos de los que habían sido sus bienhechores o fomentadores, entre ellos, y por acuerdo del Claustro, el de D. Faustino Acha y Descartín. Estaba servida por tres bibliotecarios y los ayudantes correspondientes.
"Mas la guerra, enemiga de las ciencias, asestó sus tiros directamente contra tan hermosa fuente de sabiduría y no perdonó medio para derrocar hasta los cimientos un fuerte, que, opuesto por Minerva a la ignorancia, protegía la juventud estudiosa en otro tiempo y en nuestros días la teoría de militar, baluarte contra los bárbaros destructores de todo lo bueno. Será para siempre memorable en la Historia la defensa de los zaragozanos situados en nuestra biblioteca, y difícilmente pudiéramos imaginar (a no haberlo visto) que no bastaban una brecha y una mina volada para que se abandonase esta librería al enemigo, que con destruirla por medio de otra segunda mina se hizo al fin dueño de sus restos" (1). De entre los escombros, dice Borao, consta que se
sacaron algunos libros, y los demás se reclamaron en 1814 por medio del Diario de Zaragoza, diciendo ser procedentes de jesuitas y de los Canónigos del Río y D. Faustino Acha.

(1) De un Memorial elevado al Rey por la Universidad en 1813. (Gestis, núm. 46, fol. 17).

Colocáronse en Trinitarios provisionalmente los que habían pertenecido de hecho a la Universidad, que fueron poco más de cincuenta volúmenes.
Pasados esos años de lucha y de sobresalto, al reanudar sus tareas literarias nuestra Universidad, pensó con cariño verdadero el reconstruir, fuera como fuera, su biblioteca.
Así ya vemos que en Claustro de 30 de octubre de 1818, el Dr. Bernad propone que en vista de las manifestaciones que, tanto el Jefe político como el Intendente, habían hecho en el sentido de que nuestra Universidad recogiese cuantos libros le fuera posible para volver a formar su librería, de los conventos "que se hallaban en la casa de la sociedad y otras partes", se acuerda que los doctores Villava, Bernad y Tomeo arreglen una Representación para dichas autoridades, pidiendo todos estos libros.
Firme la Universidad en su noble y patriótico propósito de hacerse, cuanto antes, con una buena biblioteca y abrirla al público, en 7 de diciembre de este año presentó a la Excelentísima Diputación provincial el siguiente Plan que para la formación de una biblioteca pública propone a la Diputación provincial de Aragón el Claustro de la Universidad Literaria de Zaragoza:
"En virtud de la propuesta que hizo el Claustro de la Universidad de Zaragoza a la Diputación provincial de Aragón sobre que se reemplazase la perdida de la biblioteca antigua publica de la Escuela, concediendo al Claustro la facultad de
reunir y coordinar los inmensos volúmenes que existen a cargo del Gobierno, se pidió al Claustro, en oficio de 18 de noviembre ultimo, que formase un plan relativo a este extremo, manifestando la Diputación haber estimado la expresada solicitud. En su vista se propone el proyecto siguiente, en el que, agregando las rentas de la antigua biblioteca y ofreciendo gratuitamente sus trabajos los individuos de la Escuela, solo se piden las rentas necesarias para el pago de los gastos que han de aumentarse, debiendo estar la nueva abierta todo el año, pues antes solo lo estaba en el tiempo del curso, como que había otras bibliotecas. El caudal que se designa para este aumento es el correspondiente a la antigua biblioteca publica de San Ildefonso, que por ningún titulo puede estar secuestrado, no perteneciendo a aquella Comunidad, sino exclusivamente a la instrucción publica. Bajo estos, se han formado los siguientes artículos:
1. ° El Gobierno de la Universidad pertenecerá al Claustro, quien retendrá en sí la economía superior del establecimiento y continuando el método establecido anteriormente, cuya utilidad acreditó la experiencia, nombrará una Junta de Catedráticos y Doctores de todas las facultades, a cuyo cuidado estará la inspección inmediata de la librería, la qual se llamará Junta de Biblioteca.
2.° La Junta de biblioteca nombrará entre sus individuos un Secretario y un Tesorero; dará por sí los destinos de ayudantes o sirvientes, y para los empleos de Bibliotecario mayor y Bibliotecarios segundos, propondrá, como hasta aquí, ternas al Claustro.
3.° Habrá un Bibliotecario mayor y dos segundos, conforme a la Real Cédula de 1807, y entre los pretendientes deberán sor preferidos los doctores a licenciados, estos a los bachilleres y estos a los que no tuviesen grado alguno.
Lo que contribuyen los cursantes y graduados para el establecimiento y la idoneidad que en ellos se encuentre para los cargos, son la causa por la que deben ser preferidos. Se nombrarán también tres ayudantes para el servicio del publico, limpieza de los libros y estantes y demás trabajos materiales que puedan ocurrir.
4.° El Bibliotecario mayor se considerará jefe de este establecimiento, podrá tomar por sí las providencias interinas que crea convenientes y cuidará de hacer observar las determinaciones de la Junta. Deberá asistir a la biblioteca a
celar el cumplimiento exacto de los demás empleados, pudiendo advertir a los bibliotecarios y reprender a los ayudantes, según lo exigiesen las circunstancias.
5.° Los bibliotecarios segundos deberán asistir con puntualidad y atender al buen servicio del publico; deberán hacer, bajo la dirección del mayor, las correcciones de los Índices o catálogos respectivos, adquirir las noticias de las
obras dignas que se publicasen y proponer a la Junta las que creyesen necesario se compren.
6.° Los ayudantes deberán alcanzar los libros de los estantes, entregarlos y recogerlos, volviéndolos a poner en el mismo lugar de donde los sacaron. Considerándose como criados del publico, observarán en su porte y lenguaje la
mayor atención, debiendo preguntar a los bibliotecarios si existen o no las obras que ellos no conociesen o no bailasen en los Índices, quedándoles absolutamente prohibido el poder despedir a ninguno bajo pretexto de que no hay en la librería la obra por que se pregunta, pues esta respuesta la deberán dar precisamente los bibliotecarios, a fin de evitar abusos conocidos. Será de su obligación, igualmente, el componer los tinteros, cortar plumas, limpiar y sacudir los libros, estantes, mesas y asientos, quedando para el barrendero el limpiar los vidrios, paredes, techos, pavimento y lo exterior de los estantes.
7.° Las llaves de los estantes deberán tenerlas en sus cajones los bibliotecarios, conservando en su poder las de las salas los dos segundos, por meses alternativamente. Siempre ha de haber un bibliotecario para abrir la biblioteca, y si por justa causa faltaren los tres, han de enviar por sustituto
un individuo de la Junta, pasando antes noticia al Rector y obteniendo su consentimiento, no pudiendo entrar solos nunca los ayudantes.
8.° La biblioteca deberá establecerse en la Universidad apenas lo permitan las circunstancias, pero por ahora podrá situarse en el Colegio de PP. Trinitarios, donde se empezará desde luego la división de libros por facultades.
9.° Estará abierta al publico, después de formada, todos los días del año, excepto los en que se debe de oír misa, y aquellas cortas vacaciones que el Claustro acordare a propuesta de la Junta. Las horas serán en enero, febrero, noviembre y diembre, de nueve a once y de dos a quatro; en marzo, abril, setiembre y octubre, de nueve a once y de tres a cinco, y en mayo, junio, julio y agosto, de ocho a diez por la mañana y de quatro a seis por la tarde.
10. El trasporte y reunión de libros no puede la Universidad por si sola desempeñarlo, pues en el día no tiene fondo alguno, y los profesores trabajan sin mas retribución que la de ser útiles a la Patria, pero la Diputación podría,
destinando algunos presidiarios o excitando algún otro auxilio semejante, proporcionar sin dispendio esta traslación hallándose tan próximos los edificios donde existen y han de llevarse los libros.
11. Reunidos ya los volúmenes en el parage destinado, el Claustro proporcionará, por medio de sus celosos individuos, la coordinación y separación de volúmenes por el método que prescribirá la Junta de biblioteca, cuyos individuos presidirán estos trabajos. = Como los libros que están a la orden del Gobierno le corresponden distintos títulos y como los de ambas bibliotecas antiguas son del dominio de la nación, por esto deben prefixarse las reglas siguientes: 1.a Todos los libros que eran de la Universidad y de la biblioteca publica de San Ildefonso, deben reclamarse como propios de la nación donde quiera que existan, y destinarse en propiedad para esta nueva librería. 2.a Los libros proprios (sic) de las personas que huyeron con el Govierno intruso o que por estar en su poder se han secuestrado, deben igualmente agregarse como los anteriores, salvo el derecho que puedan tener a algunos sus verdaderos dueños. 3.a Los libros de conventos o corporaciones y también los de personas particulares que existen almacenados o bajo las ordenes de las autoridades, deberán agregarse a la biblioteca, pero tan solo en clase de depósito, logrando así sus dueños la ventaja de poder encontrarlos y el publico la de usar de ellos, Ínterin no los reclamaran con legítimo derecho. La reclamación de estas obras deberá hacerse a la Junta, la que mandará restituirlas a las corporaciones quando se hallen restablecidas y repuestas en sus derechos por la autoridad competente, y a los particulares siempre que acrediten en debida forma su derecho de pertenencia. 4.a Finalmente, la preciosa biblioteca que el difunto Marques de Roda confió al Seminario Sacerdotal de esta ciudad y legó al publico destinándola para el uso común, no está abierta como correspondía, defraudándose la intención del testador y sufriendo los ciudadanos este perjuicio. Como la única razón que motiva el estar cerrada es la falta de rentas para cubrir los gastos inherentes a la publicidad, hallándose estos ya satisfechos en la nueva biblioteca, parece conforme que se agregue a ésta aquella que se destinó al uso de la nación, por lo que sus representantes debían proporcionar al publico la utilidad que con derecho le pertenece.
12. De los libros asignados en propiedad podrán los duplicados venderse o rifarse en beneficio de la biblioteca a disposición de la Junta, lo que no podrá hacerse de modo alguno con los que evidentemente no se conozca pertenencia
a esta clase.
13. La Universidad aplicará a la biblioteca quanto redituen los arvitrios que había adoptado para la manutención de la perdida, y consistían en el derecho de quatro reales vellón por cada cursante que se matriculaba, y en lo que
pueda cobrarse de unos pequeños censos que con la librería de los jesuitas agregó S. M. a la de la Escuela. Pero como en el día es tan corto el numero de matriculas como difícil el cobro de pensiones, el Claustro propone a la Diputación que de cada grado mayor o menor que se confiriese en la Universidad, se cobre una propina regular de examinador para la biblioteca. Como el Marques de la Compuesta asignó a la biblioteca publica, cuyo servicio estaba encargado a los Religiosos de San Ildefonso, las rentas suficientes para el pago de bibliotecarios sirvientes y aun para compra anual de libros, parece claro que este caudal debe destinarse en el día a la biblioteca que se proyecta erigir, en lugar de comprenderlo en el sequestro de los bienes de la comunidad a que por ningún titulo pertenecía.
14. Los bibliotecarios gozarán por ahora de sola la gratificación que antes tenían, esperando se les proporcionara un situado correspondiente en mejorando las circunstancias de la nación. El estado adjunto, formado con toda la moderación posible, demuestra el caudal necesario para mantener abierta la biblioteca, debiendo notarse que, hasta llegar el día de su apercion, no se cobrará salario alguno, pagándose tan solo los trabajos de los mozos necesarios para sacudir y manejar los volúmenes, siendo gratuito el servicio que prestarán al publico los individuos del Claustro.
15. Últimamente, la Junta de biblioteca arreglará todo lo concerniente al método y coordinación de los libros y a proporcionar con la mayor brevedad al publico el uso de un establecimiento tan útil y necesario. Prescribirá a cada empleado sus funciones y cargas y dará parte al Claustro en el ordinario de cada mes de lo que se fuere adelantando en el proyecto y de lo que creyese digno de su atención". (Gestis, foto. 109 a 111 del núm. 45).

"Estado del caudal necesario para pagar los gastos necesarios en la biblioteca pública:
Un bibliotecario mayor tendrá anualmente … 1.000 reales.
Los dos segundos, a 800 reales cada uno... 1.600 “
A cada uno de los tres ayudantes, a razón de
6 reales diarios, se les señalan 2.200 reales,
que hacen... 6.600 “
Al barrendero, por gratificación anual... 300 “
SUMA 9.500 rs. vn. (reales vellón)

Nota. - Estas asignaciones deberán empezar el día que se abriese al público la biblioteca y considerarse como interinas hasta que puedan proporcionarse los fondos competentes. = Zaragoza y diciembre 7 de 1813. = Dr. de Castiel". (Gestis, fol. 112, núm. 45).

***
En 28 de octubre de 1814, la Universidad dirige al Rey un sentido Memorial dándole cuenta de la total ruina de la biblioteca y manifestándole que consideraba como de sus "primeros deberes acudir y reparar esta tan notable falta de depósitos de fe y de erudición", que trabaja con entusiasmo para conseguirlo, pero que no "puede nada sin el auxilio del soberano, pues se halla sin útiles, sin libros, sin caudales", pidiendo, respetuosamente, se le asignara "la colección de libros formada en esa Corte de los secuestrados a los partidarios del intruso Rey, puesto que, vendidos, han de rendir poco interés, y será muy grande el que resulte de organizar de nuevo tan útil establecimiento". (Gestis, núm. 46, fol. 17).
En 4 de abril de 1820 se pide el restablecimiento de la antigua Junta de Catedráticos y Doctores, cubriéndose las vacantes que pudieran ocurrir; en 1828, el Infante D. Carlos, protector de la Universidad, hace un donativo de 10.000 reales vellón con destino a la biblioteca, y ese mismo año, en 6 de junio, se dicta la Real orden siguiente:
"Inspección General de Instrucción Publica. = Por el Excmo. Sr. Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia, se ha dirigido a esta Inspección General, con fecha 22 de mayo próximo anterior, la Real orden que sigue: =
"Illmo. Sr.: Accediendo el Rey N. S. a la instancia de don Vicente Lisa y las Balsas, Ministro jubilado de la Real Audiencia de Extremadura, se ha dignado mandar que se restablezca la biblioteca de la Universidad literaria de Zaragoza y se continúe la exacción de 4 reales vellón a todos los cursantes al tiempo de presentarse a la matricula, con excepción de los pobres, con que antes contribuían para sostener y fomentar aquella, bajo las reglas y declaraciones
que comprenden los ocho artículos siguientes: = 1.° Que se establezca una Junta que se denominará "Real Junta de Biblioteca de la Universidad de Zaragoza, y se entenderá en todo directamente con el Ministerio del Despacho de mi cargo. = 2.° Que la referida Junta se componga de siete vocales, incluso el Presidente y Secretario, teniendo éste voto y aquél calidad en caso de empate, creando ademas un Tesorero, que lo sera uno de los individuos de aquella. = 3.° Que el Rector de la Universidad sea Presidente de la Junta, eligiéndose por S. M. los vocales que devan formarla entre los doctores mas condecorados o catedráticos antiguos, y en caso de vacante, se haga terna por la misma Junta para proveerla, deviendo ser el Secretario, así por su edad como por su expedición, sugeto capaz de desempeñar las funciones propias de su cargo. = 4.° Que se celebren por lo menos dos sesiones en cada semana, ocupándose desde luego la Junta en separar el antiguo edificio de la biblioteca por lo menos en la parte que sea bastante para reunir y colocar los libros que le huviesen quedado, los pertenecientes a los MM. RR. Arzobispos de Zaragoza, ya difuntos, D. Juan Saenz de Buruaga y D. Vicente Martinez y Gimenez, y los que corresponden al Espolio en qualquiera vacante de sus sucesores, quedando éstos exentos de la formación de la biblioteca llamada episcopal. = 5.° Que para el servicio de la biblioteca de la Universidad quando estuviere abierta, haya por ahora únicamente un bibliotecario que deverá ser doctor o en su defecto bachiller en qualquiera de las facultades, dos asistentes y un portero, todos tres estudiantes siempre que lo permitan sus ocupaciones literarias. = 6.° Que respecto de que la biblioteca solo ha de estar abierta durante el Curso y en sus días lectivos, se asignan por dotación al bibliotecario ochocientos reales vellón, y a los assistentes y portero, quatrocientos a cada uno, no satisfaciéndose esta asignación a ninguno de ellos hasta que finalize el año escolar. = 7.° Que estos empleos sean trienales y de provisión de la Junta, pudiendo esta reelegir a los que los sirvan siempre que lo estime conveniente, y proceder a su separación si no cumpliesen sus respectivas obligaciones. = Y 8.° Que la Junta procure, por todos los medios que estén a su alcance, hacer una completa liquidación de las deudas que tenga a su favor el establecimiento, proponiendo los medios prudentes para su mas cómodo y progresivo reintegro y las medidas útiles que faciliten su mas pronto restablecimiento. = Y la comunico a V. S. para su inteligencia y que se disponga su puntual cumplimiento en todos los extremos que contiene, dándome aviso de su recivo y de quedar ejecutada. = Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid 6 de junio de 1828. = Francisco Marin. = Señor Rector de la Universidad de Zaragoza". = Es copia del original, que debolbí al Sr. Rector, según lo acordado en el Claustro general de este día, de que certifico. = Joaquín Pardo y Vicente, Secretario". (Gestis, núm. 59, fol. 101).
Pocos días después (29 de junio) se dictaba la siguiente disposición:
"Por el Excmo. Sr. Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia, se ha dirigido a esta Inspección general, con fecha del 9 del corriente, la Real orden que sigue: = "Illmo. Sr.: El Rey N. S. se ha dignado nombrar para componer la Junta de Biblioteca de la Universidad de Zaragoza que se mandó establecer en el art. 1. ° de la Real orden de 22 de mayo próximo, bajo la presidencia del Rector de aquella Escuela, a los Doctores D. Vicente Lissa y las Balsas, D. Gregorio Peña, P. M. Pr. Francisco Garroverea, D. Pedro Tomeo y D. Florencio Marcellán con la calidad de Secretario. = Y lo comunico a V. S. para su inteligencia y cumplimiento. = Francisco Marin". (Gestis, núm. 59, folio 106).
En 1836 (30 de marzo) se nombran individuos de la Junta de Biblioteca a los Doctores D. Isidro Dolz, D. Miguel Laborda, D. Joaquín Iñigo, D. Marcos Bertrand, D. Mariano Nougués y D. Pedro Navarro, solicitándose la sanción de
S. M. a estos nombramientos, aprobándose al año siguiente un Memorial del Dr. Español, síndico fiscal de la Escuela, en el que se hace ver la conveniencia de que esta Junta no fuera independiente del Claustro.
En ese mismo año de 1837, la Universidad recibe un oficio de los ejecutores testamentarios de D. Rosa Berné, manifestando haber dejado ésta, en su último codicilo, a la Junta de Biblioteca, una posesión de ocho cahíces de tierra
y toda la librería, que era importantísima y constaba de unos 1.500 volúmenes, de su difunto hermano D. Manuel.
En 11 de septiembre se acuerda solicitar del Jefe político le sea entregada a la Universidad la librería del Arzobispo de Zaragoza, y en 1840 nos encontramos en los Gestis con que en 2 de octubre se da cuenta de las gestiones practicadas por la Universidad, cerca del Jefe político de la provincia,
para incautarse de la biblioteca pública del Seminario Sacerdotal de San Carlos; que habiendo tenido completo éxito todo lo en este sentido actuado, se presentó en dicho Seminario una Comisión de Catedráticos con un dependiente, a encargarse de las llaves del local destinado a librería y proceder a todo lo demás que comprendiera al cumplimiento de lo mandado por la superioridad; las llaves fueron entregadas, pero con la consiguiente protesta del presidente del Seminario.
Con posterioridad dicho presidente recurrió al Jefe político para que la incautación quedara sin efecto; éste envió la solicitud al Rector de la Universidad para que el Claustro informara en el sentido que tuviera por conveniente. La resolución no se hizo esperar mucho: en 25 de octubre se decretaba "que los libros propios del Colegio Sacerdotal de San Carlos quedan a la absoluta y libre disposición del mismo", pero que se adjudican a la Universidad, con todas sus pertenencias, los del Excmo. Sr. D. Manuel Roda y Arrieta (1), los de la biblioteca llamada de San Ildefonso y todos los de los Conventos suprimidos, con facultades para trasladarlos a su edificio "para que los tenga y use de ellos conforme a la Real orden de 22 de septiembre de 1838, quedando en su virtud sin efecto la de 9 de diciembre del mismo año, mas sin perjuicio del derecho de patronado en la librería de San Ildefonso, que se reserva a los fideicomisarios o habientes, derecho para que lo ejerzan como lo han hecho hasta aquí, bajo las bases del convenio celebrado en 22 de junio de 1837 entre los mismos y la Junta creada por el Jefe político don Fermín Moreno, o a la que adopten de nuevo con el Claustro general y sean conformes a dicha Real orden de 22 de septiembre y año citados". (Gestis, núm. 71, fol. 37).
En 1.° de marzo de 1843 encontramos el nombramiento de bibliotecario hecho a favor del Dr. D. Antonio Guzmán, con la asignación de 3.000 reales, y en 29 de julio del siguiente año vemos un oficio de la Junta de Hacienda, manifestando "que la comisión de ornato había dado su aprobación al modelo de los estantes de su biblioteca", y condiciones para la subasta. Estas eran:
1.a Que la construcción se ejecute en pública subasta, mediante el pliego que se arreglará.
2.a Que se haga la entrega de los estantes en madera blanca o sin pintura.
3.a Que se oculte el coste-presupuesto, a fin de ser la Junta libre de admitir las proposiciones.
4.a Que se reserve por un año, al menos, la entrega de cierta parte del valor en seguridad de la buena construcción o de los vicios que se adviertan en la madera; y
5.a Que de todo se dé cuenta en el inmediato Claustro.
Por esta época contaba la biblioteca con unos 7.162 reales vellón de renta por sus fincas, y unos 3.570 de matrículas.

(1) Ignoramos las causas, pero estos libros de D. Manuel de Roda no llegaron a ser entregados tampoco a la biblioteca de la Universidad; siguen figurando en la del Seminario Sacerdotal de San Carlos y son su principal riqueza bibliográfica.

Después de un período durante el cual la biblioteca estuvo clausurada, vuelve a abrirse al público en 1849 - ya con más de 12.000 volúmenes, en su mayor parte de Teología, por haberse acrecido principalmente con obras procedentes de las librerías de los Conventos. Quedó instalada en la parte del edificio que es hoy Instituto provincial y que antes había sido Colegio de Trinitarios; estaba distribuida en varios grandes salones, con desahogadas dependencias que
se desalojaron de sus libros en 1862, viniendo éstos a llenar algunas salas de la planta baja y del piso principal de la Universidad, sufriendo un nuevo traslado y quedando instalada en esta última parte la biblioteca.
En el Anuario del cuerpo de archiveros de 1881 se dice que en aquella época aun estaba sin estucar la fachada correspondiente a la calle de la Universidad, a diferencia de la principal del edificio, que ofrecía, ya concluida, más elegante aspecto. Los siete huecos de la galería de entrada que caen al patio, estaban cerrados hasta el medio punto, que cubrían ventanas de cristales, por donde penetraba luz bastante, permitiendo esto la colocación de nuevos estantes en la dicha galería, preparada así para ser, a poca costa, nueva sala de lectura, en caso necesario. Pero ciertos y determinados desperfectos que se notaron y hacían peligrosa la continuación de aquel estado de cosas, motivaron el traslado de los libros, aunque no en su totalidad, a un lugar inadecuado, como era la antigua capilla de la casa (1). (1) En oficio dirigido por el bibliotecario interino D. Eugenio Borao, al Director general de Instrucción pública, con fecha 2 de julio de 1867, pedía las cantidades necesarias para los gastos que ocasionara esta traslación, y al mismo tiempo, con un gran deseo en pro del arte patrio, solicitaba la traslación definitiva, suponemos que a la llamada casa de la Infanta, pues en la comunicación (cuya minuta tenemos a la vista) se dice: "aquí debiera concluir si no hubiese coincidido con el hundimiento próximo de la biblioteca y la dificultad de trasladarse a otro sitio de la Universidad, la ya acordada venta de una casa estimable cual pocas para el arte por su magnífico y renombrado patio de estilo plateresco... ¿Qué mejor ocasión para arrancar esa joya de las manos del extranjero que ya la acecha...?"

Y decimos "aunque no en su totalidad", porque aun quedaban en la parte del edificio no pocos volúmenes, que posteriormente se reunieron con el grueso de la biblioteca.
El 3 de abril de 1886 recibía el Jefe de la biblioteca un oficio del Rector, Presidente de la Junta de obras que se llevaban a cabo en la Universidad, ordenándole que con toda rapidez desalojara, bajo la dirección del individuo de aquella Junta, D. Pablo Gil y Gil, el local de la galería que ocupaba la biblioteca, "aunque sólo los estantes de la derecha, dejando los libros en el suelo del salón interior, debidamente ordenados, y colocando a los lectores en el despacho donde están ahora los empleados de esa dependencia". De esta orden protestó el Jefe de la biblioteca, y protestó porque con fecha 22 de diciembre del año anterior, la Dirección general de Instrucción pública ordenaba al Rector D. José Nadal que se pusiera de acuerdo con el arquitecto y el Jefe de la biblioteca, para "que, reunidos los tres con carácter de Comisión, escogitaran los medios a su alcance, para que los citados libros se hallen en el indicado tiempo lo mejor acondicionados que sea posible para su conservación y custodia", y resultaba que al Sr. Martínez Gómez, director en aquella época,
de la biblioteca de la Universidad, no se le había convocado ni una sola vez a reunión alguna y se había prescindido completamente de su colaboración en asunto que tanto le afectaba.
Otros varios traslados ha sufrido nuestra primera biblioteca, dentro de la Universidad, por obras o por conveniencias particulares de algún Rector, traslados que llevaron a ella la consiguiente perturbación, desorganizándola casi completamente; el último que sufrió fue por los años 1909 al 1910, a causa de la reforma general del edificio. Durante esas obras también prescindió, completamente, del personal facultativo la Junta que las dirigía.
Hoy sus fondos bibliográficos continúan, en gran parte, en la antigua capilla, habiéndose habilitado en la planta principal la sala de lectura, con nueva estantería para las obras más solicitadas por los lectores, último cambio de local de los ocurridos. ¡Ojalá sea el último!
Para que pueda apreciarse la progresión habida durante el pasado siglo, sólo haremos la siguiente consideración: Después de la destrucción casi total de la biblioteca en la lucha napoleónica, se reunieron en los Trinitarios poco más de 50 volúmenes; pues bien, en 1881 había 30.000, más luego hemos de añadir las importantes donaciones hechas por el obispo de Palencia D. Juan Francisco Martínez, D. Juan Sánchez Muñoz, abad D. Pedro (sin que conste su apellido), D. Manuel Turmo y D. Tomás Fermín de Lezaún. Y en constante relación los bibliotecarios con los literatos y periodistas de la capital de Aragón, como se lee en el Anuario del Cuerpo de archiveros bibliotecarios de 1882, se han ido recibiendo paulatinamente otros donativos del poeta D. Valentín Marín y Carbonell, del orador y crítico de arte D. Faustino Sancho Gil, del historiador
y filólogo Conde de la Viñaza (subiblioteca histórica” la he transcrito y está online en biblioteca-historica.blogspot.com) y de los catedráticos D. Martín Villar y D. Clemente Ibarra. Y posteriormente, a más de la parte que proporcionalmente correspondió de la rica biblioteca del Duque de Osuna, han hecho donaciones D. Teodoro Ríos, D. Inocencio Maynar, D. Salustiano Fernández de la Vega, D. Nicolás Montells y los Sres. Unceta y Hernández Fajarnés, celosísimo senador este último por la Universidad cesaraugustana y a quien nosotros no podemos por menos de tributar un sentidísimo recuerdo por la gratitud que merece como inspirador y patrocinador decidido del proyecto de instalación definitiva de esta biblioteca universitaria, haciendo las convenientes obras en la parte que da a la calle de la Universidad. Añádanse a esos acrecentamientos las partidas procedentes de los envíos anuales del Depósito
de libros y de la consignación de 1.500 pesetas que han figurado en los presupuestos para el pago de suscripciones y adquisición de obras nuevas, y se tendrá idea de los ingresos con que se ha enriquecido de un tiempo a esta parte el establecimiento que es objeto de este artículo.
Por lo que toca a la biblioteca universitaria actual, diremos que se halla dividida en dos secciones: la una, llamada de la Universidad, en el edificio que ésta ocupa en la plaza de la Magdalena, y la otra, llamada de Medicina y Ciencias, por estar formada por los fondos bibliográficos pertenecientes a las referidas facultades y hállase instalada en la soberbia construcción de nueva planta, erigida propia y exclusivamente con tal objeto en la plaza de Paraíso, dando vista a la plaza de Aragón.
La primera de ambas secciones es de estructura sumamente irregular y consta de dos departamentos, a saber: la sala de lectura y el depósito de libros. La sala de lectura está situada en la planta principal, habiéndose tomado con este
fin una parte de la galería del claustro y una estancia que da al llamado Coso Bajo. Entre la galería y esta estancia (que hace dos años ha sido dividida en dos por un elegante tabique de madera, para hacer un despacho al Jefe de la biblioteca, con mesas para que trabajen aisladamente catedráticos o personas distinguidas), donde están colocadas las mesas de los bibliotecarios y cedularios para los índices, se han colocado hasta veintinueve estantes, en los cuales se han procurado poner aquellas obras de Jurisprudencia, Historia y Bellas Letras que el público más solicita, dejando algún espacio para lo que haya de ingresar, según cálculo prudencial.
En la sala de lectura hay una pequeña puerta de comunicación, por la cual se pasa al espacioso y monumental salón que fue capilla (lo único que queda del viejo edificio que albergó la Universidad literaria de Zaragoza) y que ha sido
hasta hace pocos años el único local de que disponía la biblioteca. En ese salón, y al instalarla, se colocaron dos cuerpos de estanterías, que a primera vista se diferencian y distinguen por su construcción bien diversa, corriendo a lo largo del segundo cuerpo (o cuerpo anterior) una galería bastante ancha que permite el servicio y manejo de los fondos estanteados en ella. Recientemente, pues a pesar de sus proporciones la vieja capilla resultaba insuficiente para encerrar el hermoso y gran caudal de libros que hoy existen en la biblioteca de la Universidad, se han construido tres cuerpos de estantería, dobles, en el centro y paralelos, y otro cuerpo en el frente, con un total de ochenta y cuatro armarios, en los cuales han podido ser colocados los 8.000 o 10.000
volúmenes, que durante muchos años permanecían formando una enorme pila a uno de los lados; hoy no hay ya un libro fuera de sus estantes, ni por los suelos se ve el más pequeño montón de ellos; han podido hacerse estas importantes reformas merced al celo y laboriosidad del actual personal facultativo y al interés vivísimo con que atiende y cuida todo cuanto con la biblioteca está relacionado, el actual Rector de esta Universidad y Senador por ella, el excelentísimo e ilustrísimo Sr. D. Ricardo Royo y Villanova, fomentador en grado sumo de la cultura pública y amparador ilustre de los fondos bibliográficos que atesora la Universidad que con tanto acierto rige. Por él se consiguió que en los presupuestos de 1915 y 1916 se consignara la cantidad de 5.000 pesetas para el arreglo definitivo de dicho local, y con esas 10.000 pesetas han podido llevarse a cabo las importantes reformas en esos años verificadas.

Los fondos bibliográficos que existen en dicho local, son los siguientes: Galería: Manuscritos, incunables, obras de Aragón e impresas en Aragón, legado Unceta, obras en curso de publicación, las del Registro general de entrada, legado Hernández Fajarnos, Teología. - Parte baja, armarios laterales: Jurisprudencia, Bellas Letras, Historia, Enciclopedia.
Estanterías centrales: secciones de duplicados e incompletos, todas las obras que correspondieron de la biblioteca de Osuna, en su gran mayoría de Historia y muchas de ellas con riquísimas encuadernaciones, y unos 5.000 volúmenes sin clasificación todavía, pero en su mayor parte Teología dogmática y moral, Santos Padres y Doctores de la Iglesia, griegos y latinos, etc. En resumen, la sección de la Universidad consta hoy de unos 40.000 volúmenes, entre ellos más de 200 incunables y unos 300 manuscritos.
La no corta distancia que separaba el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, donde se hallaban instaladas las cátedras de Medicina, de la Universidad, donde siempre ha estado la biblioteca universitaria, y las muchas horas que los
alumnos de Medicina tenían ocupadas diariamente en cátedras y clínicas, impedía a éstos su asistencia a la biblioteca para consagrar algunos ratos al estudio, para adquirir y ampliar los conocimientos peculiares de su carrera.
A fin de remediar esta dificultad que se venía sintiendo hacía algún tiempo por profesores y alumnos, y para no desatender una necesidad tan importante como es el proporcionar libros de texto y de consulta, en una Facultad en que
las publicaciones son tan frecuentes y caras y en que no todos los que las estudian disponen de abundantes recursos, el Claustro de Profesores de la Facultad mencionada dispuso, en el mes de noviembre de 1881, la apertura de su especial biblioteca instalada en una sala próxima a las Aulas y formada por algunas obras adquiridas con el importe de la mitad de los derechos académicos. Pero faltando pronto la persona que se había brindado a prestar gratuitamente el servicio de la biblioteca, el señor Decano limitó el uso de los
libros a los señores Profesores y practicó algunas gestiones encaminadas a conseguir la apertura de esta biblioteca y el nombramiento de un individuo del Cuerpo facultativo de Archiveros y Bibliotecarios que se encargase de organizar y servir este Centro de estudio. Como resultado de estas gestiones, la Dirección general de Instrucción pública, de conformidad con lo informado por el Jefe de la Biblioteca universitaria de Zaragoza y con lo dictaminado por la Junta facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos, dictó una Orden, con fecha 18 de julio de 1883, mandando constituir una sección especial de Medicina,
en un local próximo a las clases, con todas las obras relativas a dicha ciencia que poseía la Facultad en su especial biblioteca juntamente con las obras de Medicina existentes en la universitaria. Se disponía así mismo que uno de los funcionarios adscriptos a esta última, fuese el encargado del servicio de la nueva biblioteca. Allí siguió funcionando, hasta que en el mes de agosto de 1893, por orden del señor Rector, se trasladó al local que hoy ocupa en el edificio, que en dicho año se inauguró, con destino a las facultades de Ciencias y Medicina.

***

Desde el año 1859, en el cual, por Real decreto de 8 de mayo, se aprobaron las bases para la organización de los archivos y bibliotecas públicas, y se creaba el Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios, las dos
bibliotecas universitarias están regidas por personal del mismo.
Los principales artículos de ese R. D. son los siguientes:
"Las bibliotecas públicas que hoy existen y las que con este carácter se formen en lo sucesivo, estarán bajo la dependencia inmediata de la Dirección general de Instrucción pública (hoy Dirección general de Bellas Artes).
"Para su servicio y organización se dividirán en bibliotecas de 1.a, 2.a y 3.a clase.
"Serán de 1.a la Nacional y las que consten de más de 100.000 volúmenes; de 2.a, las que consten de más de 20.000, y de 3.a, las que no lleguen a este número.
"Las bibliotecas que en la actualidad se hallen agregadas a las Universidades e Institutos, continuarán prestando el mismo servicio que hasta aquí a los citados establecimientos y al público, debiendo comunicarse con el Gobierno por conducto de los Rectores.
"En las bibliotecas que se hallen al servicio de las Universidades e Institutos, se formará colección de todos los libros de texto referentes a las materias que se enseñen en cada establecimiento, y se procurará aumentarlas con obras
nacionales y extranjeras.
"Se cuidará asimismo de reunir en las bibliotecas universitarias o provinciales otra colección especial de las obras históricas y literarias que traten más particularmente de los sucesos o instituciones del antiguo Reino o distrito respectivo en que cada una radica. Y en las provincias que se distingan
hoy por sus adelantos en algún ramo especial de conocimientos, industria o artes, se procurará igualmente formar un repertorio completo, en cuanto sea posible, de obras, así antiguas como modernas, sobre cada uno de los indicados ramos.
"Las bibliotecas provinciales se unirán, siempre que las circunstancias lo permitan, a las universitarias o de Instituto. Entre tanto, se sujetarán al mismo régimen que las demás bibliotecas públicas.
"En cada biblioteca universitaria se irá formando, según lo consientan los recursos, un monetario, especialmente de las monedas y medallas geográficas e históricas del distrito a que pertenezca".
Actualmente se rigen por el "Reglamento para el régimen y gobierno de las bibliotecas públicas del Estado", aprobado por S. M. en 18 de octubre de 1901, siendo ministro de Instrucción pública el Conde de Romanones; en ese Reglamento, ya con miras más amplias y modernas, se dictan reglas para el personal facultativo que debe regir las bibliotecas, personal administrativo y subalterno, organización facultativa, organización administrativa, lectura pública y disposiciones particulares referentes a impresos y manuscritos, así como en lo que se refiere a los concursos bibliográficos de la Nacional.
Antiguamente, la biblioteca de la Universidad, como todas las regidas por el Cuerpo facultativo de Archiveros y Bibliotecarios, estaba catalogada siguiendo la clasificación bibliográfica de Brunet, que la dividía en estas secciones:
Teología, Jurisprudencia, Ciencias y Artes, Bellas Letras, Historia y Enciclopedias o periódicos. Hoy está ordenada con arreglo a las "Instrucciones" dadas por Real orden de 31 de julio de 1902, que ha suprimido las secciones bibliográficas, y coloca los libros por tamaños, con arreglo a una escala consignada en ellas, y numerados correlativamente.
Los catálogos son: uno alfabético de autores, otro de materias y otro topográfico, más los de incunables, manuscritos y obras raras y curiosas.
Hemos de hacer constar que los Decanatos tienen en la Universidad sus bibliotecas particulares, menos el de Medicina, que dio todos sus libros a la de aquella facultad, a pesar de la orden de la Subsecretaría de Instrucción pública y Bellas Artes de 19 de mayo de 1906, que rogaba a los Decanos de todas las facultades españolas contribuyeran con todos sus medios al fomento de las bibliotecas universitarias, aportando a ellas el caudal de libros reunidos en los Decanatos y coadyuvando con los bibliotecarios, bajo la dirección de los señores Rectores, al empleo de los créditos de que puedan disponer.
Los bibliotecarios de que tenemos noticias, desde que está servida por el Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, son los siguientes:
D. Eugenio Borao (interino), D. Joaquín Ferraz y Anglada, D. Benito Gutiérrez Sanz, D. Eugenio Escudero y Franco, D. Alfredo Escobar, D. Gregorio Martínez Gómez, D. Gregorio Callejo y Caballero, D. Ángel Somoza y Fernández, D. Francisco Marzo y López, D. Juan Ximénez de Embún, D. Enrique Garcés y Ferrer, D. Mariano García Repollés, D. Gregorio García-Arista y Rivera, D. Tomás González Martín, D. José M.a de Valdenebro y Cisneros, D. Miguel Lahoz y Calvo, D. Pedro Sánchez Viejo, D. Francisco Ferrer y Roda, D. Manuel Jiménez Catalán, D. Juan Irigoyen y Guerricabeitia, D. Faustino Gil Ayuso, D. Juan Ibarlucea y Urriz, D. Mariano Bernad y Bardaxí (interino), D. Manuel Abizanda y Broto (id.), D. Julio Vidal y Compairé, D. Jesús Comín y Sagüés y D. José Jiménez Herrera.
El personal actual es el siguiente:
D. Manuel Jiménez Catalán, Jefe de la Biblioteca y Archivo universitario. (Co-autor de esta obra)
Sección de la Universidad: Facultativos, D. Francisco Ferrer y Roda y D. Julio Vidal y Compairé; Subalterno, D. Francisco Andreu Mainar.
Sección de Medicina y Ciencias: Facultativo, D. Pedro Sánchez Viejo; Subalterno, D. Vicente Larraz.
Consignaciones para ambas bibliotecas: Para material de oficina, 600 pesetas; para material científico, 1.500.
Horas de servicio público: De ocho de la mañana a dos de la tarde, durante el curso; de nueve a una, en los meses de verano.
El movimiento de lectores en estos últimos años, según los datos estadísticos que se nos han facilitado, viene a ser, por término medio, de 20.000 a 24.000 lectores por año, entre ambas bibliotecas.

CÓDICES, MANUSCRITOS, INCUNABLES Y LIBROS RAROS O CURIOSOS

Los principales son los siguientes:
Les Epistoles de Séneca a Lucil: letra del siglo XV, procedente del archivo de los Condes de Guimerá, en la villa de este nombre. Están publicadas estas epístolas por el cultísimo bibliófilo catalán D. Luis Faraudo de Saint-Germain.
Crónica de D. Álvaro de Luna: letra del siglo XV. Lleva "ex-libris" de D. Ramón Santocildes. Se publicó esta crónica la primera vez en Milán, en 1546, y difiere ligeramente de la publicada por D. José Miguel de Flores.
Nobiliario de D. Pedro de Portugal, con notas de Jerónimo Zurita: letra del siglo XVI. La obra original fue escrita en Portugal por D. Pedro.
Ordinaciones del término de la Romareda de la ciudad de Çaragoça: letra del mismo siglo que el anterior.
Cancionero catalán: letra del siglo XV, que fue propiedad de Turmo. Fue publicado en parte por Baselga (Zaragoza, 1896), con un índice de poetas.
Glossae observantiarum Regni Aragonum compositae a Micer Joanne Antich de Bages: diferentes letras de los siglos XVI y XVII. Procede de la donación de D. Vicente Lissa. Hay otros manuscritos de estas mismas glosas de Antich de Bages, todo él de letra del siglo XVI, con "ex-libris" de D. Tomás Fermín de Lezaún, que debe ser el que vio Latassa.
Don Clarisel de las Flores: libro de caballerías que compuso D. Gerónimo Ximénez de Urrea. Dos volúmenes; letra muy clara del siglo XVI, y según se apunta en el Anuario de 1882, pág. 213, creída del propio Urrea.
Descripçao de Ceiláo [do Constantino de Saa de Miranda]: letra del siglo XVII, en papel muy encolado, que le da un aspecto especial. Descrito en el Anuario, pág. 216.
Apuntaciones de D. Agustín de Boda: letra casi ilegible del siglo XV. También descrito en el Anuario de 1882, pág. 201.
Constitutiones synodales dioecesis Caesaraugustanae, con varias letras del siglo XV.
Regula beati Benedicti abbatis: manuscrito en vitela, de letra gruesa del mismo siglo XV, como el anterior.
Conquestes e histories deis Reys de Aragó e cótes (comtes con ó nasal) de Barcelona, compilades per lo honorable mossen pere (sic) Tomic: letra del siglo XVI. Es traslado del incunable de Rosembach, por más que no coincida la fecha del colofón (V. Haebler: Tipografía ibérica del siglo XV, núm. 641).
Códice Villarense: indudablemente uno de los más interesantes de la biblioteca, con letras de los siglos XIII y XIV, en vitela y papel cebtí. Lleva "ex-libris" del Dr. Villar, de donde el apelativo con que se le designa, y en la misma
guarda del "ex-libris" le pusieron un título facticio que dice así: "Libro de las antigüedades de España y de los Reyes della" (sic). En realidad, no es sólo interesante para el historiador en general, sino también para los que cultiven la
Gramática, la Preceptiva literaria y otros órdenes de conocimientos.
Regla del bienaventurado padre ntro. sant Agustín, obpo. de yponia ad moñchos.: del siglo XV, descrito en la pág. 206 del Anuario.
Lucidario de la Universidad y Estudio general de la Ciudad de Çaragoça, por Diego Frailla: letra del siglo XIX, de don Inocencio Camón, quien hizo esta copia, según afirmación propia, en 1768. Y debe ser, a su vez, copia de la revisada por Nasarre, porque el original pasó a la Biblioteca Real de
Madrid, dice Latassa. Según todos los caracteres de los tratados que comprende este manuscrito, se trata de autógrafos del aludido Camón, autor de las "Noticias" que vamos a indicar.
Noticias sobre la Universidad de Zaragoza, escritas por D. Inocencio Camón y Tramullas: letra del siglo XVIIII, autógrafo original. D. Jerónimo Borao se sirvió de este manuscrito para su Historia de la Universidad de Zaragoza. Este
manuscrito debió ser el original que de esta obra hizo el autor en la oficina tipográfica de Calixto Ariño (¿1868?).
Biografía de D. Faustino Casamayor y noticias de sus años políticos e históricos. Obras inéditas que posee la Universidad de Zaragoza, por D. Jerónimo Borao. (Zaragoza, 1885). Firma y rúbrica de Borao.
Años políticos e históricos. De las cosas particulares sucedidas en la Ciudad de Zaragoza [por D. Faustino Casamayor]. Años 1782 - 1833. Letra de los siglos XVIII y XIX, autógrafo. Debió constar de 50 o 51 tomos, habiéndose perdido los señalados con los números 11 y 23, correspondientes a los años
de 1794 y 1816. El Anuario del Cuerpo de 1882, pág. 224, ya hace notar esta falta de volúmenes. El tomo 18 trae intercalado, al folio 8.°, el Tratado de la peste de Zaragoza del año 1652, escrito por el licenciado Joseph de Estiche, cirujano. A pesar de las afirmaciones de Latassa, Borao, en su Biografía, sostiene que toda la obra pertenece a Casamayor, padre. Este precioso manuscrito de vida local fue descrito, según se ha dicho ya, en el Anuario del Cuerpo de Archiveros, y entre los trabajos que se hicieron con motivo y ocasión del Centenario de los Sitios, se publicó una parte - la más próxima a la lucha que se conmemoraba - con un notable estudio, debido a la pluma del literato D. José Valenzuela, amén de varios artículos y otras noticias encaminadas a llamar la atención sobre este curioso manuscrito, en el cual pueden estudiarse paso a paso tantos años seguidos de historia cesaraugustana.
Tratado de la Chimica: letra del siglo XIX, donación de D.a Rosa Berné.
Discurso sobre Alfonso X “el Sabio": letra del mismo siglo que el anterior, manuscrito procedente del legado Unceta.
Los principales impresos del siglo XV son los que figuran a continuación:
Monte Rotherio, Gruido: Manipulus curatorum. - Zaragoza: Mateo Flandro, 1475. - Primer libro impreso en Zaragoza con fecha cierta y primero en España con nombre de impresor.
Fragmentum arati phaenomenon: Venetiis - Antonius de Strata, 1488.
Aristóteles: Physica et Metaphysica: Lugduni, S. i., 1486.
Opera de naturali philosophia: Venetiis - Philipus Venetus, 1482.
De moribus seu Ethicorurn: Cesaraugusta: Paulus Hurus, 1492. Texto regleteado. Paitan la Introducción de Philosophia moral de Aretino y el Razonamiento de Marcelino y Leonardo.
De Cicerón: Ciceronis opera, qui ad artem oratoriam pertinent. Orationes pro Cthesiphonte: Venetiis - Bartholomeus Alexandrinus et Andrea Asulanus, 1485.
Tuullius (sic) de Officijs: S. l. i. n. a. - Este ejemplar presenta algunas diferencias con el descrito por Haín, número 5.280, si bien el orden de los tratados y aun la redacción de títulos y rúbricas es idéntica. El citado repertorio le asigna el año 1496.
Fori Aragonum: Cesaraugusta: Paulus Hurus, 1496. - Le sigue el Acto del quitamiento perpetuo dela (sic) hermandat y la Porrogacion (sic) delos fueros criminales, cuyos dos últimos opúsculos no tienen lugar, impresor ni año, pero tienen los mismos caracteres tipográficos que los Fueros de las prensas de Pablo Hurus.
Henricus de Gorrichen: Conclusiones sententiarum: S. l. i. n. a. - Incunable que sólo presenta diferencias muy pequeñas con el descrito en Haín, núm. 7.811, el cual supone anterior a 1489. Se ha encuadernado con esta obra una de las cuatro partes que corresponden a la obra entera de Pedro Lombardo, el Maestro de las Sentencias, que fue impresa por Juan de Colonia y Nicolás Jenson, en Venecia, el año 1481. Esta es la cuarta parte, con el comentario de Duns Escoto y las correcciones del célebre escritor inglés Tomás Penketh, lector en la Universidad de Padua.
Johannes: Comprehensorium: Valencia. - S. i.: Lamberto Palmart, 1475. Primer incunable español conocido con fecha.
Liber cronicarum: Nuremberg: Antonio Koberger, 1493. Con multitud de grabados en madera, representando personajes célebres y vistas de ciudades, repitiéndose a veces idéntico grabado para ciudades diferentes. Lo que está tratado con más extensión en esta obra es el centro de Europa (de la Europa medioeval).
Franciscus Maioranis: Sermones de landibus sanctorum [Al fin: Venetiis. - Pellegrinus de Pasqualibus, 1493].
Benedictus de Parentinis [Zaragoza: S. i. - S. a., ¿1478?].
San Vicente Ferrer: Sermones [Al fin: Venetiis. - Jacobus de Lencho, 1496]. Contiene sermones de témporas y de santos, y además, con portada propia, otra parte más, la tercera; y la primera parte - "Pars hyemalis" - , faltando la vida del inmortal predicador, debida al escritor siciliano Pedro Rausano. Procede del donativo de D. Juan Francisco Martínez, obispo y catedrático.
Franciscus Philelphus: Orationes cumquibusdam aliis eiusdem operibus (S. l. ¿Mediolani? S. a.: ¿1481?). Con los Sinónimos de Juan de Garlandría (sic) y las Epístolas de Juan Mario.
Franciscus Philelphus: Epistolae familiares [Al fin: Venetiis. - Joannes de Cereto, 1498]. Se ha encuadernado con este epistolario la edición de Cátulo de Venecia de 1496, comentada por el erudito caballero paduano Paladio Fusco.
Ptolomeus: Epitoma Joannis de Monte Regio in almagestum Ptolomei [Al fin: Venetiis. - Johannes Hamman de Landoia, 1496]. Con otras obras del Regiomontano, matemático.
Petrus Reginaldetus: Speculum finalis retributionis (S. l. n. i.). [Al fin: 1496]. Con la edición de la Imitación de Cristo, impresa en Venecia por Dyonisio y Peregrino en 1485, y el Confesional del Obispo megarense D. Andrés Escobar, que carece de todos los datos de impresión.
Salustio: [Be]llum catilinarum (sic) cum commento Laurenti valensis (S. l. i. n. a.).
Stella clericorum (S. l.: ¿Daventrie? - S. i.: ¿Richardus Paffraet?; S. a.: ¿1494?).
Johannes de Tambaco: Consolatorium theologicum: Basilee: Johannes de Amerbach o Averbach [14].92.
Joannes de Turrecremata, Cardinalis Sancti Sixti: Expositio brevis et utilis super psalterio [Al fin: Cesaraugusta. - S. i.: 1482]. El primer incunable puntuado (Haebler dice interpunción). Cuadruplicado.
Turrecremata: Expositio brevis et utilis super toto psalterio: Rome. - Udalricus Gallus de Bienna, 1470. Uno de los incunables más interesantes de esta biblioteca, por ser la edición príncipe de la obra.
Paulus Venetus: Lógica (S. l.: ¿Bononiae? S, i.: ¿Henricus de Haerlem? S. a.: ¿1485?). Encuadernada con el compendio del matemático Nicolás de Orbeliis (o Dorbellis), impreso en Bolonia por Enrique de Harlem en 1485, con cuya obra ofrece positivas semejanzas, y con la exposición de la Metafísica del Estagirita, del mismo autor y de la misma imprenta.
Paulus Venetus: Quadratura [seu Dubia]: [Al fin: Venetiis. - Bonetus Locatellus, 1493]. Con la llamada Magna Lógica del propio Pablo Véneto o de Venecia, impresa en esta hermosa ciudad por Albertino Vercelense, en 1499.
Jacobus de Voragine: Legenda sanctorum (S. l. n. i.). - [Al fin: 1497]. Este incunable procede del donativo que recibió este establecimiento en 1828 del catedrático y obispo de Palencia, Ilmo. Sr. D. Juan Francisco Martínez.
Gerardus de Zutphania: De reformatione virium anime [S. l.: Basilea. - S. i.: Joannes de Amerbach o Averbach, 1492]. En el mismo volumen se han encuadernado: un ejemplar del Consolatorium theologicum de Johannes de Lambaco o Tambaco, cuyo pie de imprenta es como se ha puesto en el
anterior impreso de la obra de Zutphania; el "Libro de las meditaciones", del Doctor Melífluo, del mismo lugar y año; la "Imitación de Cristo", en su edición de Venecia de 1486, impresa por Francisco Madiis, y los "Sermones a eremitas", del admirable Doctor San Agustín, que salió de la oficina de
Vicente Benalio, en Venecia, por el año 1492.
Y cerraremos esta relación de los principales impresos del siglo XV que atesoran los estantes de la Biblioteca de esta Universidad, con el incunable montserratino, también de Gerardo de Zutphania: De spiritualibus ascensionibus [Al fin: Monteserrato Joannes Luschner, 1499], al cual acompañan, como espléndido cortejo, dos opúsculos de San Buenaventura: Sanctus Bonaventura de instructione novitiorum et de quatuor virtutibus
cardinalibus, y Liber sancti Bonaventura qui incendium amoris dicitur, alias regimen conscientie vel fons vite, debidos, en el propio lugar y año, al mismo tipógrafo.

En cuanto a libros raros y preciosos, pueden señalarse el bellísimo misal de Jorge Coci, o sea el oficio divino para la Iglesia Catedral de Tarazona, publicado en 1529 en nuestra ciudad; el Graduate carthusiensis, en vitela, con bellísimas capitales, impreso por Chandiere en 1578. Y después de otros
que citó el laborioso y culto bibliotecario D. Eugenio Borao, como la Introductio in oryctographiam et zoologiam Aragoniae (1784), el Psalterium hebraeum (1516) y las obras del eximio prelado Fr. Bartolomé de las Casas, habrá que anotar el curiosísimo volumen avalorado por las siguientes obras del genial D. Francisco de Quevedo: "Política de Dios, Govierno de
Christo, Tyranía de Satanás. Escrívelo con las plumas de los Evangelistas" (aquí, el nombre y apellidos del autor): Zaragoza, Pedro Verges, 1626; edición primera. Y con la "Política de Dios" están encuadernadas las siguientes obras: Historia de la vida del Buscón, cuyo pie de imprenta coincide con el anterior; Sueños y discursos: Çaragoça, Pedro Cabarte, 1627; El peor escondrixo de la Muerte: Çaragoça, Juan de Larumbe, 1629 (la más antigua que trae Fernández Guerra, si bien advierte que se publicó modificada); Memorial por el Patronato
de Santiago: Çaragoça: Verges, 1629 (de la cual hay un ejemplar en el Museo Británico, según el crítico citado); Doctrina moral del conocimiento propio: Çaragoça, Verges, 1630, edición primera; El Chitón de las Tarabillas, del mismo lugar, impresor y año que la obra precedente (también edición primera);
Cvento de cventos, del mismo lugar e impresor, año 1629 (edición que no conoció Fernández Guerra, siquiera no sea la primera, que es de 1626); El Entremetido Don Reymondo (sic): Barcelona, Estevan Liberos, 1630. No la cita Fernández Guerra, ni la del "Catecismo de vocablos para instruir a las Damas hembrilatinas. Dirigido a Doña Babilionia", de Zaragoza, que dio a la estampa el ya repetido Pedro Verges, corriendo el año 1630.
Hay también ediciones muy notables de Santos Padres y Doctores de la Iglesia.
Entre los libros raros y curiosos que se conservan en la sección de Medicina y Ciencias, citaremos:
[Abu-l-Alhoçain ben Abdallah eben çina. Avicena]: Flores
Auicenne (sic). - [Lugduni: Claudius Davost, 1508].
[Abu-l-Alhoçain ben Abdallah eben çina . Avicena]: Auicéne medicorum principis canonú liber. - [Venetiis: Heredú... Dñi Octauiani Scoti, 1520].
Carolus Clusius: Exoticorvm libri decem... Item Petri Belloni. - Observationes eodem Carolo Clusio, interprete. - [Lugduni - Batavorum]. Officina Plantiniana Raphelongi, 1606.
Ignacio Jordán de Asso: Introductio in Oryctographiam et Zoologiam Aragonice... - Amstelodami. - Sommer, 1784.
Ignacio Jordán de Asso y del Río: Mantissa stirpium indigenarum Aragonicae. - S. l. [¿Massilae?] n. i., 1781.
Ignacio Jordán de Asso y del Río: Synopsis stirpium indigenarum Aragoniae. - Massiliae: s. i., 1779.
Juan Thomas Porcell Sardo: Información y cvracion de la peste de Çaragoça y praeservacion contra peste en general. - Çaragoça: Bartholome de Nagera, 1565.
Damián Carbón: Libro del arte de las comadres o madrinas y del regimiento de las preñadas y paridas y de los niños. - [Mallorca, Hernando de Cansoles]. 1541.
Bernardino Montaña de Monserrat: Libro de la Anatomía del hóbre... - Valladolid: Sebastián Martínez, 1551.
Alexandrinus Diophantus: Arithmeticorvm libri sex et de nvmeris mvltangvlis liber vnvs, cvm commentariis C[laudi] G[aspari] Bacheti... et observationibus D. P[etri] de Fermant... - Tolosa: Bernardos Bosc, 1670.
Además de estas obras antiguas, tiene esta biblioteca publicaciones de tanta importancia como las siguientes:
Annales de l´Institut Pasteur (Journal de Microbiologie), publicados bajo la dirección de Mr. Pasteur. Este es uno de los tres ejemplares que en España se conservan completos o casi completos; al que posee esta biblioteca le faltan los tomos 1.° y 2.°
Archives de Medicine experimentale et Anatomie pathologique. Publicados bajo la dirección de Mr. Charcot.
Trabajos del Laboratorio de investigaciones biológicas de la Universidad de Madrid. Continuación de la "Revista trimestral micrográflca", publicados por D. Santiago Ramón y Cajal, en la cual se contienen todos los interesantes y valiosos trabajos debidos a tan eminente maestro.

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