CAPÍTULO II.
FUNDACIÓN DE LA UNIVERSIDAD.
I.
EL
ARRENDAMIENTO DE LAS GENERALIDADES. - CAPITULACIÓN Y CONCORDIA ENTRE
LOS DIPUTADOS DEL REINO Y LA CIUDAD. - ELECCIÓN DE FIRMA CONTRA EL
ARRENDAMIENTO. - PRIMER MEMORIAL DE HUESCA CONTRA ESTA UNIVERSIDAD. -
CERBUNA, VERDADERO FUNDADOR. -
APROBACIÓN DE LOS PRIMEROS
ESTATUTOS. - PRIMER RECTOR, D. JUAN MARCO. - NOMBRAMIENTO DE
CATEDRÁTICOS. - ACTOS POSESORIOS. - PRIMER CLAUSTRO DE NUESTRA
UNIVERSIDAD. - CARTAS AL REY YA AL CONDE DE CHINCHÓN. - INFORME DEL
CONSEJO DE ARAGÓN. - VIAJE A MADRID DEL P. XAVIERRE. - OPTIMISMOS DE
ESTE. - ¡UNIVERSIDAD A PESAR DE TODO!
Fracasados los
intentos del Cabildo y los Jurados allá por los años 1575 al 1577,
de que ya hemos hecho mención, para poner en vigor las bulas
y
privilegios que la ciudad tenía y por los cuales se erigía en
Zaragoza una Universidad general, nuevamente volvieron a preocuparse
de tan magna empresa los representantes de la ciudad, por el año
1580.
Lo primero que se propuso en el Capítulo y Concejo
celebrado el día 28 de octubre del expresado año, fue el que se
permitiera abrir el Archivo y extraer de él las bulas y privilegios
para sacar las copias y devolver los originales al
mismo, porque
se tenía la esperanza de que la Mitra, los diputados del Reyno, o
los poderosos caballeros, contribuirían y ayudarían con su óbolo a
una obra tan santa y tan noble.
Creían encontrar el rico generoso
y culto que diera sus caudales para la fundación, y aunque pululaban
los señorones y los ricachos que compraban baronías y pueblos
enteros, para eso de dar dinero con un fin tan honesto como el de
propagar la cultura, todos eran pobres de solemnidad.
El conde de
Sástago, Virrey de Aragón, que levantaba entonces para su vivienda
el suntuoso palacio donde hoy está el Casino de Zaragoza, no
solamente se guardó sus caudales, sino que se opuso con fiera
energía a que la Universidad se estableciese; "si lo que hace
falta a Aragón - decía en un informe al Rey - es gente que labre
los campos, gente que sirva a los ricos, gente que haga calzas y
zapatos. Gente que sepa, ¿para qué? No se logrará sino aumentar
los vagos, crear viciosos, despoblar más los campos y extender la
miseria; demasiado saben ya para que se les facilite saber más".
Y
como para no dar vale más el ejemplo de uno que el de cien que den,
resultó que todos los ricos pensaron mejor servir a su patria
apretando los cordones de la bolsa, que aflojándolos para vaciarla,
y los buenos propósitos de los Jurados se estrellaron ante la
indiferencia de los que podían ayudar con sus dineros a la fundación
de la Universidad de Zaragoza.
Decididos a ello, a pesar de todo,
convinieron los Diputados del Reino, que en el capítulo del arriendo
de las generalidades de Aragón, otorgado en 1.° de mayo de 1581 en
favor de Jaime de Funes, hubiera de dar éste 51.000 libras jaquesas
en tres tercios y mientras durara aquél (desde 10 de enero de 1585
hasta 9 de enero de 1588), para "los fines y efectos de
fabricar, instituir y fundar en la presente ciudad vna Vniuersidad,
escuelas y estudio general y los officios necesarios para
aquélla..."
Pero como de resulta de este pacto se hiciese
elección de firma a la Corte del Justicia mayor (que era apelar de
él), intentando estorbar su permanencia, y se temiese que los de
Huesca y otras personas que deseaban embarazar la fundación, harían
recurso al soberano, al objeto de precaver estos inconvenientes, se
deliberó en otro Capítulo y Concejo de Zaragoza celebrado el 2 de
mayo de ese mismo año, que se escribiese al Rey aceptara el pacto
del arrendamiento y que pasase un embajador de los diputados del
Reino a Portugal, donde se hallaba el monarca, para convenirlo con
él, designando al Jurado en cap micer Antonio Labata y al ciudadano
Vicencio Agustín, para que de ello tratasen con los diputados del
Reino.
En 16 de mayo ya se designó para que fuera a Portugal, en
representación de Zaragoza, al P. Pedro de Villalba, jesuita, pero
en definitiva nada llegó a resolver el Capítulo y Concejo, aunque
después se acordó que fuera el P. Xavierre, entregándole 200
libras jaquesas para el viaje.
En 29 de ese mismo mes y año se
hizo la capitulación entre la ciudad de Zaragoza y los diputados del
Reino, que firmaron: D. Juan Fenero, abad de San Juan de la Peña;
mosén Juan Romero, chantre y canónigo de Nuestra Señora
de la
Peña de Calatayud; don Felipe Fernández de Heredia, conde de
Fuentes; don Luis de Urrea; mosén Juan Martínez de Aniñón; don
Diego de Aguilar; don Jerónimo López, y don Cebrián del Río,
diputados del Reino, y los señores
micer Antonio Labata, Jurado
en cap, y el ciudadano don Vicencio Agustín, por la ciudad de
Zaragoza.
Los Capítulos de ese pacto eran:
1.° Que se pidiese
al Rey aceptara el arrendamiento y se enviase persona que lo
suplicara a S. M., depositándose las 51.000 libras en la tabla de
los depósitos de Zaragoza, debiendo emplearse en la fábrica del
edificio y cargar el sobrante en Censales sobre ciudades, villas y
lugares tutos del Reino, y aunque no se prevenía el rédito de
éstos, no parece dudable que sería para conservación de la fábrica
o para salarios de maestros y ministros.
2.° Que para
administrar la fábrica nombrase S. M. una persona que lo
representara, otra los diputados y un tercero la ciudad, y no
haciéndose el nombramiento o no conviniéndose los nombrados,
perseverase depositarlo en la tabla del dinero.
3.° Que S. M. y
sus sucesores hubiesen de ser los protectores del Estudio y
Universidad y nombrar el Canciller que diese los grados.
4.° Que
se suplicase al Monarca que se sirviera nombrar para tal cargo al
Arzobispo de Zaragoza, debiendo sustituir a su Ilustrísima un
dignidad y canónigo de La Seo, que por trienios sirviese cada uno y
confiriera los grados, y que para ejercer la jurisdicción hubiera
también Juez del Estudio que fuera designado entre los dignidades y
canónigos de La Seo, alternativamente y por trienios.
5.° Que el
primer nombramiento de lectores y maestros debieran hacerlo cinco
personas, designadas por el Rey, los Diputados del Reino, el
Arzobispo, el Prior y Cabildo de La Seo y la ciudad de Zaragoza,
siendo después por oposición las Cátedras.
6.° Que se hicieran
Constituciones o Estatutos para el régimen y gobierno de la
Universidad a semejanza de otras, pero especialmente Salamanca, por
cinco personas nombradas como en el pacto anterior.
7.° Que la
ciudad de Zaragoza debía asignar para ayuda de salarios 21.000
sueldos anuales, y dar, desde luego, los patios del Estudio viejo
para el edificio, como efectivamente los dio por este pacto (1). (1)
... y para que más válidamente fuesse la donación de dicha Ciudad,
aquélla comissó dichos patios, que los tenía dados a treudo al
Maestro mayor que era y a los otros Maestros de Gramática y Artes,
por diez sueldos de treudo cada un año... (Frailla: Lucidarío,
folio 11).
8.° Y que si era necesario añadir o aumentar esta
capitulación y concordia pudieran hacerlo cinco personas designadas
en la forma señalada en los pactos 5.° y 6.°
Tan seria y formal
concordia causó serias y eficaces representaciones de los que
llevaban a mal la erección de esta Universidad, especialmente
Huesca, el conde de Morata, diputado del Reino y el Fiscal de S. M.,
los cuales hicieron
elección de firma por haberse puesto en el
arrendamiento aquel pacto del pago de las 51.000 libras jaquesas.
De
todo esto se ocupó la ciudad en el Capítulo y Concejo que celebró
el día 5 de junio de ese año, acordando enviar a S. M. un correo de
a pie, que fuese a Portugal y trajera la contestación del monarca, y
ya el 14 del mismo, le dieron
siete cartas que debía antregar
a las altas personalidades a quienes iban dirigidas: eran éstas el
Soberano, Vicecanciller D. Bernardo de Bolea, Conde de Chinchón,
Regente D. Juan Campi, D. Sebastián Santoyo, D. Pedro Morlanes,
agente de la ciudad en la Corte y a D. Luis Juan de Escorigüela
(1).
(1) Conocemos estos datos tan interesantes por los Mss.
de Camón, pero en el Archivo Municipal de esta ciudad hemos
encontrado la copia de una de esas cartas, que dice así:
"Al
Illustre Señor el Sr. D. Juan Campi, Regente del Consejo Supremo de
S. M. = Illustre Señor: En tiempo de la Magestad
del Emperador Carlos Quinto obtubo
esta Ciudad privilegio de dicha Magestad y por med¡o suio de la
Santidad de los Pontífices Julio Tercio y Paulo Quarto para fundar
en estta Ciudad una Universidad, con ser cierto como v. m. bien sabe
en aquellos tiempos estaba esta plaza y la república de estte
Reyno más poblado de mucho y más abundante de hombres de
toda facultad que no en los presentes, que cierto a los que tienen
naturaleza de estta Ciudad, y zelo del bien público como v. m. les
ha de hacer grande lástima ver la flaqueza que por hacá hay en
todas sciencias, y según bemos las cosas encaminadas se teme este
daño ha de hir de aumento, y siendo verdad que para oficios ni
veneficios no se puede haiudar estta tierra de otras parttes, ni
genttes por haver de ser provehido a natturales, es maior la
necesidad y en los que tienen cargo de estta república ha de crezer
la Ciudad de proveher en estto; de manera que viendo el daño tan
manifiesto, pensamos que en no hazerlo encarga mucho las conciencias
todos los que en ello pueden dar la mano. Este consistorio, teniendo
por ciertto que allende del grande beneficio que de hello ha de
resultar a este Reyno, se hará grande servicio a Dios y se dará a
V. M. mucho contento, y sirviéndose S. M. de ello ha determinado de
dar principio para que en estta Ciudad se puedan fundar unas Escuelas
que por el buen aparejo de la tierra, con el tiempo se espera sería
de grande authoridad y utilidad, y para este efecto ha consignado por
cargo del arrendamiento del general que ahora se ha hecho, cincuenta
y un mil libras. Y aunque a estte tan buen intento, como a cualquiere
que bueno sea no le faltan emulaciones, no por esto pensamos perder
ánimo para esforzarlo confiados en la clemenzia de S. M. y en la
buena intercesión de este Supremo Consejo y particularmente de v. m.
a quien como hijo de esta Ciudad y que sabe lo que importan las
letras y el egercicio de ellas. Así al universal como a los
particulares toca maior obligación de dar en esto la mano y tomar
esta causa por propia. Suplicamos a v. m. lo haga, pues la calidad
del negocio y la confianza que este Reyno en v. m. tiene lo merescen,
que cierto será cosa digna de su cristiandad y buen celo de v. m.,
quede por ahora memoria de haver tan principalmente aiudado v. m. a
poner a su patria en un tan buen esttado. Nuestro Señor la ¡llustre
persona de v. m. guarde y prospere con aumento, magistrados, y
goviernos como v. m. merece de Zaragoza y mayo diez y siette de mil
quinientos ochenta y uno. = Servidores de v. m. = El abad de San Juan
de la Peña. = Juan Romero, chantre y canónigo. = El conde de
Fuentes. = D. Luis de Urrea. = Gerónimo López. = Diego de Aguilar.
= Cibrián del Río. = Diputtados del Reyno de Aragón. = A su
continuación se halla la lista siguiente: = Otra semejante de la
misma sustancia fue despachada para el regente Terca. = Otra
semejante para Sopena. = Otra semejante para el regente Fonz. = Otra
para el proto - notario. = Otra para Diego Talayero. = Escrihibiendo
a todos al Illustre Señor. = Como Archivero por S. M. del R. Archivo
general de la antigua Diputación de este Reyno de Aragón, =
Certifico que la antecedente copia corresponde a la letra que existte
al folio trescientos trece, dorso del registro original de Acttos
Comunes y Deliberaciones del Consistorio de la misma Diputtación
del año mil quinientos y ochenta que se contaba desde primero de
Junio de él hasta fin de maio del siguiente 1581, que existe en el
almario 18 de él y la doy a pedimento del Señor Retor de la
Universidad literaria de estta Ciudad, y en virtud de Decreto del Sr.
Intendente general del Egército y del propio Reyno. = Zaragoza 4 de
febrero de 1784. = Pedro de Lezaun.
Decíase en todas
ellas que nunca habían entendido obrar en este asunto de tanta
trascendencia sin el agrado del Monarca, cuyo beneplácito era pacto
expreso de la capitulación que hemos mencionado.
En el Capítulo
y Concejo celebrado por los Jurados el día 8 de octubre, se dio
cuenta de la respuesta de S. M. dada en Lisboa a 18 de septiembre por
la cual mandaba se acudiese a representar en el Real Consejo de
Aragón sobre este negocio de la Universidad. Los Jurados acordaron,
en vista de lo expuesto por Felipe II, comisionar a D. Antonio
Labata, D. Gregorio la Cabra, D. Pedro Sessé y D. Jerónimo Labrit
de San Juan, Jurados de aquel año, juntamente con Micer
Ivando de
Bardaxi, Mr. Juan Pérez de Nueros, D. Juan Francisco de la Naja, D.
Vicencio Agustín y D. Jerónimo López, ciudadanos, para que
redactasen las instrucciones terminantes y concretas que debían
entregarse al comisionado
que se designara para que fuera a Madrid
a negociar este asunto; en 17 de octubre fue nombrado para ello D.
Agustín de Villanueva.
En un principio parecía que el éxito le
acompañaba, por cuanto en 7 de febrero de 1582 se dio cuenta en
Capítulo y Concejo de las cartas recibidas por los representantes de
la ciudad, sobre la erección de esta Escuela, y aunque en
los
Registros de actos comunes de ese año no se extractó su
contenido, se resolvió en 21 del expresado mes que regresaran
aquéllos de la Corte, y en 16 de junio escribía Agustín de
Villanueva haber enviado a firmar a S. M. este asunto de la
Universidad, no siendo presumible esto, en el caso de haber
sido
contraria la decisión al establecimiento proyectado; por último, en
13 de septiembre de aquel mismo año, se pasó y aprobó la cuenta de
Villanueva en Capítulo y Concejo.
Esto dice Camón en uno de sus
Mss.; pero la Universidad de Zaragoza aun tenía que sufrir largas
pruebas hasta llegar a su completo y total funcionamiento; ni el rey,
ni la mitra, ni los nobles, ni nadie había dado un céntimo para la
fundación del centro docente; tan sólo las 51.000 libras jaquesas
que el arrendatario Funes debía pagar en tres veces, era la cantidad
segura y positiva con la que contaban los Jurados para rehacer el
edificio material, dotar las cátedras y poder poner en ejecución
las bulas y privilegios que tenían concedidos; pero el presupuesto
del arrendamiento se consideró monstruoso. ¿A dónde iban a
parar los Diputados del Reino de Aragón que consignaban tantos miles
y miles de libras para instrucción pública? ¡Cincuenta y un mil
libras para fundar una Universidad! ¿Qué disparate era ese? Y el
Procurador fiscal, como encargado de la hacienda del Estado, y el
Conde de Morata y D. Francés de Ariño, protestaron y pusieron el
grito en el cielo, ayudados y secundados por Huesca, que se mostró
más impetuosa y más enérgica que todos ellos, mandando un memorial
a Felipe II, en el cual apuntaba un argumento para que el capítulo
de la subvención a Zaragoza fuese derogado y que al monarca le
decidió completamente; las 51.000 libras debían ser no para el fin
cultural que se perseguía, sino para las arcas reales; el memorial
decía así (1): (1) Lo reproducimos del interesante libro Estudios
de Historia aragonesa. Siglos XVI y XVII, debido a la pluma del culto
historiador y catedrático de esta Universidad D. Andrés Jiménez
Soler, págs. 24 y 25.
"El obispo, cabildo y ciudad de
Huesca del reino de Aragón, humildemente advierten a V. M. que los
diputados del año pasado, por ser los más de ellos de Zaragoza en
el arrendamiento que hicieron a primeros de mayo para el
trienio
venidero, ordenaron al arrendador que dentro de seis días
les diese tres mil quinientas libras para los gastos que a ellos les
pareciese, y las cobraron...; que demás desto dichos diputados
pusieron en el arrendamiento muchas cargas que en el trienio llegan a
ciento y setenta mil libras, en que consumen cuasi dos tercios del
precio del arrendamiento del general, que está arrendado en ochenta
y seis mil y quinientas libras cada año, y entre otras partidas han
consignado a la ciudad de Zaragoza para fábrica de Universidad
cincuenta y un libras en el trienio.
"Ante todas
cosas se repare el agravio que la ciudad de Zaragoza y diputados del
año pasado les hicieron en la consignación de las dichas cincuenta
un mil libras para fábrica de Universidad... para que... no
venga a menos Universidad
tan antigua y de tanto renombre como la
de Huesca, de donde han salido tantos y tan excelentes letrados, y
allende que la dicha Universidad no puede instituirse sino es
haciendo adjudicar a Zaragoza por el medio que ha comenzado el dinero
común de las generalidades que en fin ha de pervenir a la real mano
y tesorería de V. M...., y si es justo que en Aragón haya
Universidad famosa para que los del Reino puedan estudiar con menos
gasto y más comodidad dicen, más razón es que esté como está en
Huesca, pues tiene el ilustre nombre y autoridad que se sabe y ha
sido y es tan celebrada por su antigüedad, que seiscientos años
antes del nacimiento de Nuestro Redentor floresció en el mundo hasta
que con aquella pérdida general de España ocuparon los moros
Huesca. = Del obispo, cabildo y ciudad de Huesca.
A XXX de enero
de 1582".
No teniendo con esto bastante, los de Huesca
enviaron a Madrid una embajada para que hablara al Rey exponiéndole
sus quejas; pero enterados de que Felipe II estaba en Lisboa, allá
se decidieron a marchar, no haciéndolo porque
el Vicecanciller D.
Bernardo de Bolea disuadió a los comisionados de tal viaje,
diciéndoles que la voluntad real era no dejar pasar el arrendamiento
tal como estaba, ni tratar para nada de Universidad.
Así era, por
cuanto se pidió informe a los asesores don Juan y don Jerónimo
Pérez de Nueros, el cual hemos tenido la fortuna de hallar en el
Archivo de la Corona de Aragón, en el cual, después de varias
consideraciones, se manifiesta:
"... que repugnan los fueros
y actos de Corte en que sin voluntad de S. M. y de la Corte general y
disposición de fuero parece que no es permitido disponer de las
quantidades que proceden de las generalidades del Reino. Por todo lo
sobredicho nos parece que conviene a su real servicio nombrasse luego
Juez para dichas causas y processos en lugar de micer Bartolomé
López, que no conviene entretener este negocio, sino darle
conclusión por Justicia".
Y el acto de justicia se perpetró;
el Regente en funciones, Sora, halló el medio de que esas 51.000
libras, que para la Universidad de Zaragoza habían sido aplicadas y
para su fundación habían de servir, pasaran al fisco con promesa de
gastar 2.000 en la acequia imperial, "que al fin no se gastaron
porque el Estado entonces ya consideraba preferentes sus necesidades
a las de la nación" (1:Jiménez Soler: obra citada, pág.
26.).
Quedaba, pues, la Universidad enterrada para siempre; los de
Huesca, contentos y satisfechos, y el monarca, más satisfecho aún
que todos ellos.
Pero de pronto, inopinadamente, surge un hombre
de talento y de corazón que se llamó D. Pedro Cerbuna, un sacerdote
ejemplar, "buen predicador, virtuosísimo, amigo de las letras,
que deseando que hubiese personas doctas en los beneficios
principalmente curatos, hombre piadoso y limosnero, que toda su vida
y hacienda que tenía empleó en limosnas, el qual, según relación
de personas de crédito, hallándose que tenía recogidos algunos
millares de ducados de las rentas del Priorato y oficios que tuvo de
ser Vicario general, Sede vacante por muerte de D. Hernando de
Aragón, Arzobispo de Zaragoza de dicha ciudad y Arzobispado, se puso
en oración y suplicando a Nuestro Señor con oraciones, disciplinas
y abstinencias, le encaminarían en qué obras
pías los emplearía
que más necesidad y utilidad hubiese en esta ciudad y Reyno, y
después de haber continuado las oraciones, él por sí y por otros
siervos de Dios, a quien le encomendó, deliberó que la más
necesaria y útil obra pía que podía hacer era fundar la
Universidad en Zaragoza y emplear su hacienda en ello, y assí,
sabiendo que la ciudad tenía los dichos privilegios; para ello puso
medios para que aquélla le diese los patios de la Universidad vieja
y lugar para fundar la Universidad, que él a sus costas los
repararía
e fundaría Cátedras para que se leyessen en ellas
todas las sciencias. La qual deliberación la ciudad recibió muy
bien y lo tuvo en mucho y le dio los patios y poder para fundarla y
poner cathedráticos y cátedras, como parece por acto de
dicha
deliberación de Capitol y Concejo hecho en Zaragoza a tres del mes
de setiembre del año 1582...., y como en estas obras pías siempre
hay contrastes como los ha habido y hay para impedillas como
prudente, antes de poner en
execución los privilegios y la
Universidad general, no quiso hacer de nuevo las Escuelas por que los
émulos y contrarios no diessen en la cuenta y le impidiessen la
entrada, y principió porque después de hecha y estando con Rector,
Cathedráticos y otros oficiales, sería dificultoso el impedillas y
quitallas, y assí aventuró de gastar como gastó en el edificio
viejo y los generales del más de dos mil ducados, con dezir que lo
hacía para que tuviessen generales los artistas y gramáticos que
fuessen convenientes y dexó que se leyesen artes
y latinidad como
antes, sin mudar en ello cosa alguna hasta que le pareciesse buena
razón y en él entretanto anduvo ordenando los Estatutos que
convenían para el buen gobierno de la Universidad general y los
escribió todos de su propia mano".
Claramente se
desprende de las palabras de Frailla en su Lucidario, fols. 11 y 11
v., que dejamos copiadas, que convenido entre Cerbuna y la Ciudad,
que el primero pusiera en ejecución las bulas de Julio III y Paulo
IV y el Privilegio
de Carlos I, dispusieron la mayor reserva y
sigilo al objeto de que los enemigos de la Universidad no pudieran
impedir su fundación y hacer ésta por un verdadero acto de audacia,
pesara a quien pesara; era muy difícil suprimir una Universidad que
tenía su Rector, sus Catedráticos, sus Maestros, sus alumnos y
hasta las rentas con las cuales podía sostenerse.
Dispuesto ya
todo, el día 20 de mayo de 1583, día memorable en nuestros fastos
universitarios, "dentro las casas comunes vulgarmente llamadas
del puente de la misma ciudad, en presencia de Miguel Español, hijo
del muy magnífico quondam Miguel Español, ciudadano y notario
público de los del número de la ciudad de Zaragoza y secretario
principal de los muy ilustres señores Jurados y regimiento de la
dicha ciudad y de los testigos infrascritos, comparecieron y fueron
personalmente constituidos los muy ilustres señores D. Francisco
Carni, D. Jerónimo López, D. Martín Sánchez del Castellar, D. Gil
de Vlleta y D. Domingo Burces, Jurados de la dicha ciudad de
Zaragoza", aprobaron con la mayor solemnidad las ordinaciones o
Estatutos del nuevo centro de enseñanza, de conformidad con las
bulas de Julio III y Paulo IV y Privilegio del Emperador Carlos V,
que autorizaban erigir, construir y edificar un Estudio y Universidad
general con aquellos honores, preeminencias y prerrogativas que a los
estudios y universidades de Salamanca, Valladolid, Lérida y otras de
España, estaban otorgadas y concedidas; por esos Estatutos quedaba
nombrado primer Rector y Vicecanciller el arcediano D. Juan Marco, y
Cancelario, el Arzobispo.
Con fecha 23 del expresado mes, los
Jurados se creyeron en el deber de mandar a Felipe II la siguiente
carta:
"Sacra Católica Real Majestad. = Ya V. Mag.d
tiene entendido como el Emperador nuestro Señor, que está en el
cielo, hizo merced a esta ciudad de otorgar priuilegio y obtenerlo
dela Sede apostholica, para que en ella haya Uniuersidad donde se
lean todas sciencias por ser la cosa de que mas necesidad aquí
tenemos, como diuersas vezes se ha significado a V. M.d y con ser
esto assi, por ser tanta la pobreza desta ciudad, se ha dexado de
poner en execucion y quando vacó este arçobispado
por muerte del arçobispo don
Hernando, se suplico a V. M. por alguna pension sobre él para
dotacion de
las cathedras y para el edificio de la casa, que está
muy derruyda y ultimamente quando este reyno señaló cinquenta y una
mil libras para esto, tambien boluimos a suplicar a V. M. se siruiese
de que tubiese el effecto que tanto conuenia para el seruicio de
nuestro Señor Dios y de V. M. y siempre
V. M. Con su Santo zelo
ha sido seruido de mandarnos responder, mostrando mucha afficion y
voluntad de hazernos merced, como la esperamos y esta ciudad siempre
la ha rescibido de V. M. En este medio ha salido el dotor Pedro
Cerbuna desta yglesia de la Seo y con la experiencia que ha tenido
del tiempo que fue Vicario general en Sede vacante de lo que conuenia
para el ministerio de las almas que huuiese aparejo de que sin yr a
Reynos estraños, en este se pudiese aprender theologia y canones, y
para la vida y salud se pudiese enseñar medicina, y generalmente que
para el gouierno político conuenia grandemente que esta empresa se
lleuase adelante con su hazienda, ha propuesto y assi lo ha echo, de
reparar sufficientemente el edificio y de señalar y pagar las
cathedras y cathedraticos que comiencen a leer y a plantar el
exercicio de las letras que de ninguna cosa hay tanta falta, y assi a
tan Santa obra hauemos ayudado con nuestra industria confiados en la
grandeza y merced de V. M. y en su benignidad, clemencia y
christiandad y en la seguridad que nuestra fidelidad y la
esperiencia que V. M. tiene de ella, es justo que nos indique lo que
nosotros haremos con animo de seruir a V. M. lo tendrá M. V.
por seruicio, hauemos determinado de poner en execucion este
negocio porque no lo puedan estoruar algunos que por sus intereses
particulares se entiende que quisieren estoruarlo, atendido mas a sus
intereses particulares que al seruicio de Dios y de V. M. y al
beneficio publico y por las leyes deste reyno: antes de meternos en
posesion podrian poner impedimento y dilaciones que con esto se
remediarán con presupuesto que si V. M. no se siruiere de que este
negocio pase adelante, haremos lo que V. M. mandare y desta manera
quedara todo a la disposición de V. M. El prior de la Seo entendemos
que scribe mas largo a V. M. sobresto y assi nos remitimos a su
relacion. Y nuestro Señor la S. C. R. persona de V. M. guarde con
aumento de mas reynos y señorios como la Christiandad lo ha menester
de Çaragoça
23 de mayo de 1583. = D. V. S. C. R. Mag.d = Humildes subditos y
fieles vasallos que las reales manos de V. M. besan Francisco Carni,
Jher.° Lopez, Martín Sanchez de Castellar, Gil de Vlleta, Domingo
Burces, Jurados de Çaragoça.
Miguel Español, Secretario. = (En la carpeta): A la Sacra Catholica
Real Magestad el Rey nuestro Señor". (Arch. de la Cor. de
Aragón, Leg. 78).
A pesar de ella y sin esperar la aprobación,
el día 24 se celebró con toda solemnidad la inauguración de la
nueva Escuela, haciéndose todos los actos posesorios ante la
presencia del Prior de La Seo D. Pedro Cerbuna y los Jurados de la
Ciudad "y otras muchas y diversas personas que entonces en el
dicho studio se hallaron".
Primeramente aceptó y juró su
cargo en poder y manos del fundador, el Rector D. Juan Marco; acto
seguido se hizo la creación, aceptación y jura del Bedel: el
elegido, Pedro Ballester, ante la concurrencia y poniendo su mano
derecha sobre un misal, dijo: "Yo, Pedro Ballester, bedel de
esta Universidad y estudio general de Zaragoza, juro y prometo de
obedecer al Señor Rector que hoy es y por tiempo será del dicho
estudio y universidad in licitis et honestis y de hacer bien y
fielmente mi oficio de bedel según los estatutos de la dicha
Universidad..."
A continuación, el fundador D. Pedro
Cerbuna, en virtud del poder y de la facultad que se le había
concedido por los Estatutos de erección y fundación, hizo el
nombramiento de catedráticos y maestros en la forma siguiente:
Para
Teología, a Fr. Jerónimo Xavierre, Prior del Monasterio de
Predicadores.
Para Cánones, a los doctores Maestros D. Juan de
Ribas y D. Martín Miravete.
Para Medicina, a los doctores D. Juan
Tabar y D. Juan Sanz, menor de días.
Para Lógica y Filosofía,
al doctor D. Juan Sancho y al maestro D. Pedro Poz.
Para
latinidad, a D. Miguel Belenguer, D. Juan Araciel, D. Miguel Villar y
el maestro D. Juan Lobera.
Seguidamente tuvo lugar el acto público
de un sermón o lección que hizo el catedrático de Teología P.
Xavierre, en el general mayor, en el cual, abriendo un libro en
presencia del Prior Cerbuna, Rector, Jurados y de muchos
ciudadanos
"y otra mucha gente y estudiantes que allí
estaban (1), explicó una licion de theologia de la primera parte de
Santo Thomas de la materia de la encarnación del verbo divino sobre
el articulo que trata, si por este nombre de encarnación
está
bien declarado el misterio, y acabada dicha licion se salieron todos
los sobredichos de la dicha aula mayor y subieron los dichos señores
Jurados, Rector y Prior y algunas otras personas a unos aposentos (se
lee aposectos) del dicho estudio llamados el Claustro de los
doctores y maestros y en otras aulas de aquel, entrando y saliendo en
ellas y abriendo y cerrando las puertas de aquellas el dicho señor
Rector y haciendo otros actos denotantes posesion del dicho estudio y
universidad pacificamente y quieta publicamente y sin contradicción alguna".
(1) Prot. de Miguel Español, menor. Lig. 10, T.
24, fols. 211 y siguientes. Sin embargo, Frailla, en su Lucidario,
dice que "... los dichos SS. Jurados con todo silencio por
evitar mayores males, se juntaron en el General mayor de las Escuelas
viejas y fueron allí el dicho Prior D. Pedro Cerbuna y el dicho
arcediano D. Juan Marco juró como Rector en poder del dicho Prior",
etc., etc.
Hechos los actos posesorios descritos o sea
inaugurada la Universidad, con fecha 26 los Jurados volvieron a
escribir al Rey en la forma siguiente:
"S. C. R. Magestad. =
Los días pasados escrivimos a V. Magd. como el Prior del Aseo
desta Ciudad, movido con tanto zelo, se havia encargado del reparo de
las Escuelas desta Ciudad y de pagar los lectores de las facultades
que en ellas han de leer y que por no dar lugar a los impedimentos
que podrían poner los que procuran estorvar este negocio,
determinabamos ponernos en posesion del, con presupuesto que despues
estuviese por esta via todo este negocio en nuestra mano seguiriamos
y obedeceriamos en todo la voluntad y orden de V. Magd. = El martes
pasado a 24 deste se tomó la posesión y fue nombrado por Rector el
doctor Joan Marco, arcediano desta Ciudad y se leyó una licion de
theologia y despues se va continuando este exercitio y se continuará
para
serbicio de Dios y de V. Magd. y beneficio deste Reyno debaxo
del patrocinio y obediencia de V. Magd. con grande confiança
que pues esta obra siempre havemos entendido que era del gusto de V.
Magd. el modo que en ella se ha tenido, pues ha sido solo por
facilitarla más y escusar a V. Magd. el desgusto que la importunidad
de algunos y los modos que en esta tierra en semejantes pretensiones
se tienen pudieran dar no dexara de ser aprobado por V. Magd. =
Resta aora suplicar a V. Magd, que como Señor y Patron y
Principal fundador desta universidad se sirva de faborecerla para que
llegue a punto que no sea indigna de tan grande Patron. Entendierase
ya en copiar los estatutos de la
universidad para iniciarlos a V.
Magd., sino que nos los han llebado con una manifestación a la
Audiencia real, de lo qual tenemos grande sentimiento porque es cosa
de que pueden nacer inconvenientes para el serbicio de V. Magd.,
porque qualquiere provision destas, si la Audiencia real la haze, la
hará luego la Corte del Justicia de Aragon y los actos de la Ciudad
por ordinaciones Reales estamos obligados a mostrarlos a quien V.
Magd. mandare y siempre se ha hecho y se hiziera aora si el
lugarteniente general de V. Magd. los quisiera ver por esa via y se
le dixo y por esta otra a nuestro parecer no se veen con tanta
autoridad de los ministros de V. Magd. y se abre puerta para
inconvenientes, en cobrandolos se copiarán y embiarán a V. Magd.,
cuya S. C. R. persona guarde y prospere nuestro Señor Dios con
augmento de nuevos Reynos y Señorios como la christiandad lo ha
menester de Çaragoça
a 26 de mayo de 1583. = De V. S. C. R. Magestad. = Humildes subditos
y fieles vasallos que sus Reales manos besan Francisco Carni, Jher.°
Lopez, Martín Sanchez del Castellar, Gil de Vlleta, Domingo Burces,
Jurados de la ciudad de Çaragoça.
Miguel Español, Secretario. = (En la carpeta): A la Sacra Catholica
Real Magd. el Rey nuestro Señor". (A. de la C. de A., Leg.
78).
Y queriendo tener de su parte al Conde de Chinchón, le
mandaron la siguiente carta explicándole todo lo ocurrido en este
asunto y dándole cuenta de las que se habían remitido al monarca;
en la misiva los Jurados dicen al conde lo que sigue:
"Ilmo.
Señor: Pocos días ha escribimos a Su Magd. dando razon de como
pensabamos poner en execution la buena obra que a esta ciudad y Reyno quería hazer el Prior de la Seo encargándose de hazer todo el gasto
necessario para dar principio a la universidad desta ciudad, agora
damos razon a Su Magd. de como ya esto se ha hecho, suplicandole que
pues lo que principalmente pretendemos es el servicio de Dios y de Su
Magd. y el beneficio comun deste Reyno y ya Su Magd. había aprobado
esta obra que se sirba también de
aprobar el modo que en ella se
ha tenido, pues ha sido por no hallar otro mas seguro y de menos
pesadumbre para Su Magd. y que como señor y patron y principal
fundador della la faborezca para que llegue a punto que no sea
indigna de tan grande patrón, ha nos parecido escribir esta a V. S.
para
supplicarle que pues tan a cargo tiene el mirar por el bien y
aumento desta ciudad y Reyno nos sea V. S. patrón en este negocio
para encaminarlo de manera que Su Magd. se tenga del por muy servido
y lo favorezca como se lo supplicamos y a bueltas desto queremos
acordar a V. S. que esta universidad podría ser de grande beneficio
para la cequia Imperial y que no seria malo buscar en esta sazón algun buen orden para acabarla. = Con esta ba una información de lo
que en este negocio ha passado hasta llegar al punto en que está,
supplicamos a V. S. que la vea y nos haga toda la merced que hubiere
lugar en este negocio como lo confiamos y como serviremos nosotros a
V. S. en quanto quisiere mandarnos cuya Ilma. persona y estado guarde
y prospere nuestro Señor como puede de Çaragoça
a 26 de mayo de 1583. = Besan las manos a V. S. Ilma. sus muy ciertos
servidores Francisco Carni, Jher.° Lopez, Martín Sánchez del
Castellar, Gil de Vlleta, Domingo Burzes, Jurados de Çaragoça.
Miguel Español, Secretario. = (En la carpeta): Al Ilmo. señor el
Señor
Conde [de Chinchón] thesorero general de los [Reynos de la]
corona de Aragon y suppmo. de su magd." (A. de la Corona de
Aragón, Leg. 78).
Ya el Conde de Sástago había dado aviso
al Rey de lo hecho por los Jurados de Zaragoza, fundando la
Universidad, guardándose "de todos los ministros que aquí
tiene para que no lo entendiésemos a fin de que no les
estorbassemos", y
nuevamente se dirige al monarca, enviándole
los Estatutos, para que los conociera y aprobara, en 15 de junio (1:
No fueron aprobados por Felipe II; los hemos encontrado en el A. de
la C. de A.).
Pero Felipe II iba recibiendo misivas y callando la
contestación; en vista de su silencio, los Jurados le escribieron
nuevamente con fecha 8 de julio de dicho año de 1583, diciéndole lo
siguiente:
"S.C. R. Magd. = Los días pasados escrivimos
a V. Magd. como el doctor Pedro Cerbuna, prior de La Seo desta
ciudad, havia dado principio al reparo y reedificacion de las
escuelas desta ciudad, tomando a su cargo pagar los salarios de los
cathedraticos que leyesen en ellas y que se havia ya començado
a leer en ella theologia y otras facultades, y como el Instituto ha
sido y es tan santo y pio y que solo atendía al serbicio de Dios N.
S. y de V. Magd. y al aumento de su santa fe catholica ha sido su
divina Magd. serbido mover el
animo del dicho prior para que
diesse como de hecho ha dado a esta ciudad siete mil libras de
contado con las cuales la dicha ciudad se ha obligado a dar en cada
un año siete mil sueldos en cada un año al claustro de la
universidad para los salarios de otros cathedraticos lo qual ha dado
generalmente a todos tan grande contento y satisfacción con tan buen
principio que tenemos por muy cierto el bueno y felice suceso desta institución y que han de redundar della muy grandes beneficios a toda
la christiandad y que ha de ser en servicio de V. Magd, y que otros
muchos con tan buen exemplo han de hazer lo mesmo, de manera que en
breve tiempo se puedan criar en esta universidad muchos árboles y
plantas que den marabilloso fruto para la santa Yglesia nuestra madre
y que V. Magd. su singular patron y protector nos ha de hazer md. de
tener esta universidad debaxo de su sombra y amparo y hazelle toda
merced como los muchos y leales servicios y como la fidelidad natural
della lo merece | suplicamos a V. Magd. nos haga md. en no dar lugar
a las siniestras informaciones que algunas personas por sus
particulares intereses han hecho, y hazen y sea serbido faborecer
esta universidad como por otras lo tenemos suplicado a V. Magd. de
manera que no sea indigna de tan grande patron que en ello
resciviremos de V. Magd. singular gracia y merced cuya S. C. R.
persona guarde N. S. con aumento de mas reynos y señoríos como la
christiandad lo ha menester de Çaragoça
a ocho de julio de 1583. = D. V. S. C. R. Magd. Humildes súbditos y
fieles vasallos que las reales manos de V. Magd. vessan Francisco
Carni, Jher.° López, Martín Sanchez del Castellar, Gil de Vlleta,
Domingo Burzes, Jurados de Çaragoça.
Miguel Español, Secretario. = (En la carpeta): A la Sacra Catholica
Real Magestad el Rey nuestro Señor". (A. de la C. de A., Leg.
78).
La contestación la dio Felipe II, de su puño y letra,
al Consejo de Aragón, en la forma siguiente:
"A la consulta
que los días pasados se me embió sobre la licencia que Çaragoça pedía para fundar universidad, creo que respondi, queria yr mirando
un poco mas en ello antes de tomar resolucion, y haviendo pensado en
lo que mas conviene me ha parecido que lo sera no dar lugar a que la
dicha universidad se funde hasta que (placiendo a Dios) yo vaya a
aquellos reynos y oidas las partes mande lo que entendiere mas
convenir, y porque me dizen que en Çaragoça
se han dado mas priessa a començar
a poner edictos y cathedras y leer en ellas de lo que fuera razón, no
haviendoseles dado para ello la licencia que pidieron, sera bien que
se remedie esto de la manera que se merece su atrevimiento, y que en
Consejo se vea luego en la forma que se hazen y a quienes y que se
scrivira y se me avise de lo que parecera. = (Rúbrica). Al
Consejo de Aragón.
La respuesta de Felipe II era categórica y
terminante:
hasta que él viniera a Zaragoza y viera las cosas por
sí mismo, nada de Universidad y, entre tanto, que se procurara el
medio de remediar el atrevimiento que habían tenido los Jurados y
Cerbuna de poner en marcha el Estudio general, creado en 1542.
No
pretendía otra cosa el monarca español que dar largas al asunto;
pruébalo que el año 1585 vino a esta ciudad, y a pesar de las
terminantes manifestaciones hechas al Consejo de Aragón, nada hizo y
para nada se ocupó de la Universidad, ni resolución alguna tomó en
esta cuestión.
La Universidad zaragozana sólo le merece al
cronista de aquel viaje (1) estas palabras: "Año de mil
quinientos ochenta y tres se instituyó una Academia, pero no sé si
será duradera, por los pequeños salarios que cada año paga a
los
maestros della, mayormente teniendo las Academias de Huesca y
Lérida tan cerca, cada una diez y siete leguas, poco más o menos,
de sí. Lérida hacia el levante y Huesca hacia el solsticio de
verano".
Los de Huesca, al saber que la Universidad de
Zaragoza era un hecho y que la ciudad había encontrado al hombre
generoso que aprontaba los primeros dineros para su funcionamiento,
se dispusieron a la lucha y con fecha 19 de julio de ese año mandan
un memorial al Rey contra la nueva Institución, que firman el
obispo, el cabildo, la ciudad y la Universidad.
En el documento
comienzan lamentándose de que se les hiciera creer por el
Vicecanciller D. Fernando de Bolea "que la pretensión de
Zaragoza pararía" desde el momento que ya no podían contar con
las 51.000 libras del arrendamiento de Funes, y que, confiados en
ello, se habían vuelto a su ciudad tan contentos y satisfechos;
representan al Rey el agravio que reciben los privilegios que ellos
tenían concedidos de los serenísimos Reyes de Aragón, y siguen su
alegato, llegando hasta a faltar a la verdad, pues dicen al Rey que
han comenzado los de Zaragoza a leer todas las facultades sin tener
edificio ni rentas para cátedras, como si bueno o malo, no
dispusieran del viejo estudio y de las 7.000 libras que había dado
Cerbuna, más lo que la ciudad tenía prometido y cumplió fielmente.
Ya en ese memorial comienza a hablarse de si los estudiantes son
gente libre e inquieta por sus pocos años y de las muchas ocasiones
que en Zaragoza tendrán para distraerse y promover tumultos, porque
es tierra "demasiadamente regalada y aparejada para vicios, cosa
tan contraria a virtud y letras" (2).
(1) "Relación
del viaje hecho por Felipe II, en 1585, a Zaragoza, Barcelona y
Valencia", escrita por Henrique Cock... y publicada por Alfredo
Morel - Fatio y Antonio Rodríguez Villa. Madrid, imp. de Aribau y
Compañía, 1876. - XVII más 314 págs.
(2) En la obra del Sr.
Jiménez Soler, Las alteraciones de Aragón en la época de Felipe
II, se inserta este memorial y se estudia con gran competencia esta
cuestión.
A todo esto contestó Cerbuna haciendo el día 15
de agosto nuevo nombramiento de catedráticos, ampliando, por lo
tanto, las cátedras que debían darse; en la fecha señalada nombró
el Prior de La Seo para Teología al maestro Fr. Felipe Hernández de
Monreal, Prior del Monasterio de San
Agustín, de esta ciudad;
para Cánones, a micer Luis López y Juan Francisco Torralba; para
Leyes, a Juan de Ribas y López Galbán, y para la cátedra de
Gramática y Lenguas, al gran humanista Pedro Simón Abril; y no
siendo esto suficiente, al día siguiente se celebró el primer
claustro de Rector, Catedráticos y Consiliarios, que eran: el
primero, como ya hemos dicho, el Dr. Marco, y los demás, los
doctores y maestros Hernández de Monreal, López, Torralba,
López
Galbán, Valero Tabar, Juan Sanz (menor), Juan Sancho,
Pedro Fonz, Juan de Lobera y Araciel; en esa reunión, el Secretario
hizo solemne entrega de los Estatutos de la Universidad al Claustro,
y éste, a su vez, al Secretario, del libro
de la matrícula, para
que en él inscribiera a cuantos "querrán ser matriculados y
del gremio de la Universidad querrán gozar de sus inmunidades y
privilegios conforme a los dichos privilegios y estatutos
della".
Seguidamente, el Claustro nombró al notario
causídico de Zaragoza, D. Antonio Mirabete, procurador suyo y de la
Universidad y estudio general de la dicha ciudad, "absente et a
pleitos largamente, con facultad de jurar, sustituir una
y muchas
veces et", y a D. Pedro de Luna, escritor apostólico, residente
en Roma, su representante en aquella Corte con amplas
facultades.
La Universidad, por el estatuto aprobado en 20 de
mayo, tenía Bedel, pero no Maestro de Ceremonias; en este Claustro
fue nombrado para tal cargo Juan Sallén, bachiller de Cánones,
natural de la villa de Tauste, al cual se le dio todo
el poder y
atribuciones necesarias para el buen desempeño de su cargo; no juró
en el acto por hallarse ausente.
Acto seguido se hizo el
nombramiento de Receptor, con las facultades que el estatuto
concedía, el cual recayó en el maestro López Galbán, el cual,
hallándose presente, aceptó y juró. Por último, el Rector Juan
Marco, con arreglo a las facultades que el estatuto le concedía,
nombró Vice-rector al ilustre Dr. Diego Frailla, presbítero,
licenciado en Artes y bachiller en Teología, el cual juró, en manos
del Rector, cumplir bien y fielmente su cometido.
El día 27 de
septiembre, Cerbuna hizo un nuevo nombramiento (se lee
nombramiemto) de catedráticos, siendo éstos para Gramática,
Latinidad y Lenguas, al maestro Mendoza (no se cita el nombre en el
prot. correspondiente de Miguel Español); para Leyes, al famoso Dr.
Juan Costa, y para Medicina, al no menos célebre Dr. Jerónimo
Ximénez; el cuadro de profesores de la
nueva Universidad quedaba,
pues, constituido en la forma siguiente:
Teología: Fr. Jerónimo
Xavierre y el Dr. Felipe Hernández de Monreal.
Cánones: Dr. Juan
de Ribas, Dr. Martín Miravete, doctor Luis López y Dr. Juan
Francisco Torralba.
Leyes: Dr. Juan de Ribas, Dr. López Galbán y
doctor Juan Costa.
Medicina: Dr. Juan Tabar, Dr. Juan Sanz y Dr.
Jerónimo Ximénez.
Lógica y Filosofía: Dr. Juan Sancho y Dr.
Pedro Fonz.
Latenidad: D. Miguel Belenguer, D. Juan
Araciel, don Migual Villar, D. Juan Lobera, D. Pedro Simón
Abril y maestro Mendoza.
Estos fueron los primeros catedráticos
de la Universidad de Zaragoza, según consta de los prots. de Miguel
Español (menor) y cuyos documentos serán publicados
oportunamente.
Hecho ya el nombramiento de catedráticos, de
Rector, Vice-rector, Consiliarios, Receptor, Procuradores, Bedel y
Maestro de Ceremonias, es decir, cuanto la Universidad necesitaba
para ser tal Universidad, los Jurados entendieron
que era llegado
el momento de anunciar que en Zaragoza se enseñaban todas las
ciencias en el Estudio nuevamente fundado, con arreglo a los
privilegios y bulas concedidas, que le ponían al nivel de las de
Salamanca, Alcalá, Lérida
y demás de España, a cual efecto
hicieron edictos (cedulones), que a más de circular por todo el
Reino, dispusieron los Jurados pusiéranse en los sitios más
visibles de la ciudad; esto molestó al Virrey, Conde de Sástago
(otro enemigo de la Universidad), el cual quiso hacerlos quitar y
prohibir su publicación, pero el Regente y el Consejo no lo
consintieron, siendo de opinión que del hecho se diera cuenta al
Rey; así lo hizo el de Sástago en carta a Felipe II dirigida y a
la
que acompañaba uno de los cedulones o edictos.
Por cierto
que uno de los alguaciles del Virrey, que era natural de Huesca,
manchó de lodo, intencionadamente, el que se había colocado, por
orden de los Jurados, con las armas de la ciudad, en una de las
paredes de la Diputación; el disgusto y la excitación entre las
gentes que lo presenciaron fue tan grande, que, según dice Frailla,
"faltó poco no le echaron la puente abaxo"; se le puso
demanda criminal por la Corte del Justicia de Aragón: Procesus
Juratorum Concilii et Vniuersitatis civitatis caesaraugustae contra
Franciscum Xordan, super criminali, "y lo hicieron pronunciar y
dieron grave pena, sino que por intercession de personas está sobreseído".
En 30 de enero de 1584, los Jurados se dirigen
nuevamente al Rey, pidiéndole amparo y favor para la Universidad
fundada, por entender que se prestaba a Dios, a la Corona y al Reino
un gran beneficio; en esa carta se le dice al
monarca que habiendo
comenzado en ese año a leer, hay cerca de 200 teólogos, 70 u 80
juristas y de las otras facultades más de 1.000, "y assi
tenemos por cierto que será seminario, de donde saldrán muchos
hombres doctos para poder ser empleados en yglesias y dignidades y
particularmente en
beneficios curados; por no hallarse hasta
ahora, se han proveydo a personas que no tenían las partes
necessarias y que podrán seruir а V. M . en los tribunales y
consistorios de este Reino con la suficiencia
necessaria".
Robusteciendo estas manifestaciones, el Rector y
Claustro de Consiliarios escriben a Felipe II, con fecha 1.° de
febrero, manifestándole que con toda quietud y sosiego está
funcionando la nueva Escuela, que se han dado grados, se han hecho
incorporaciones de Bachilleres, Licenciados, Maestros y Doctores en
todas las facultades, "de manera que la Universidad está ya
formada con su Rector, y Claustro pleno de Doctores, Maestros y
Consiliarios, con mucho aplauso y contento desta Ciudad y Reino, por
el notable provecho que resultará para estos vasallos". En la
misiva se le dice al Rey que de todo se le da razón detallada, como
protector que es del nuevo Estudio, y para que sea servido,
favorecerla y ampararla con su real persona y, sobre todo, para que
se sirva no dar crédito a contrarias informaciones.
Como si todo
esto no fuera suficiente para mover el ánimo real y que Felipe II
demostrara su generosidad y su afecto a la noble empresa que entre
manos llevaban el Prior de La Seo y los Jurados de la ciudad, éstos
dirígense otra vez
a Felipe II, con fecha 3 de febrero; en
sentida y respetuosa carta le piden su ayuda y su protección para
tan noble obra "que hacen a sus expensas y con la ayuda del
Prior de La Seo y algunos particulares que la han favorecido, no
obstante los contrarios que tenemos en algunos señores y cavalleros
deste Reyno, que procuran por todas las vías que pueden dar a
entender а V. M. lo contrario para impedir una obra tan santa como
ésta, por lo que esta ciudad les ha ido a la mano en reprimir el
abuso y exceso que pretenden de llevar
pedreñales y otras armas
prohibidas, sin que los officiales de V. M. se les pudiesen quitar
haviéndose para ello de firmas de la Corte del Justicia de Aragón".
(Arch. de la Corona de Arag., Leg. 78).
Mientras la Universidad de
Zaragoza, como si alrededor suyo nada pasara, funcionaba dentro de la
mayor normalidad y el nuevo estudio se iba granjeando el aplauso
general, sus enemigos iban apretando el cerco para rendirla; con
fecha 27 de febrero, el Consejo de Aragón le daba al Rey
el
siguiente informe:
"Sacra Católica Real Magestad. = En
el negocio de la universidad de Çaragoça es servido V. M. en que no
se dé lugar a fundar dicha universidad hasta que, plaziendo a Dios,
vaya V. M. a aquéllos, y oydas las partes, mande lo que entendiere
mas convenir, y por que en Çaragoça han començado
a poner edictos y cathedras y leer en ellas, dandose mas priessa de
la que fuera razon, no haviendoles dado V. M. la licencia que pidian,
manda V. M. que se remedie
esto y se vea en la forma que se hará
y a quiénes y que se escrivirá y que se avise de todo a V. M. = Ha
parescido representar a V. M. que antes que la ciudad de Çaragoça
viniesse a supplicar a V. M., les hiziese merced de tomar debaxo su
amparo y protection esta universidad, ya havian fundado cathedras y
començado a leer en ellas,
en virtud del Privilegio de la Majestad del Emperador, y que lo que
después hicieron pocos días antes de Sanct Lucas, que es el tiempo
que acuden los estudiantes a las universidades y comiença
a leer en ellas, fue publicar edictos de lo que havian de leer de
allí adelante, que es muy ordinario que en qualquier universidad y
como esten en possession deste exercicio de letras tan fundado en
dicho Privilegio y confirmación del papa Paulo III, pretenderán
alguna manera de agravio en ser despojados desta possession y lo
tendrá aquella ciudad en disfavor en cosa que tanto entienden servir
a nuestro Señor y a V. M. y benefficiar aquel Reyno, no dandoles
lugar por lo menos a que por justicia se vean las pretensiones de
cada una de las partes y conforme a ella se haga declaración, que es
el camino mas llano para que ninguno pueda tener quexa ni pretender
agravio en lo que se hiziere, que paresce no puede negarse a nadie y
mucho menos a los que intentan obra de semejante calidad. = Paresce
al Consejo, despues de haverlo mucho considerado, que antes de
responder particularmente a lo que V. M. manda, se
tienen por
obligados en consciencia de bolver a representar esto a V. M., que
mandará lo que mas fuere servido. = El Regente, Sopena. = El Rte.,
Campi. = El Rte., Terça. =
El Rte., Frigola. = (A la vuelta): Consejo de Aragón. =
A XX de
Hebrero de 1584. = Respuesta a lo que V. M. mandó scrivir al
Consejo sobre la universidad de Çaragoça". (A. de la C. de A.,
Leg. 78).
A esto contestó el Rey lo siguiente:
"Será
bien acabar de tomar resolución de una vez sobre esto, y assi
convendrá que con fray Diego de Chaves se junten el Conde de Chinchón y el Regente Campi, y que allí se vean todas las razones y
fundamentos que por parte de Çaragoça se dan para que aya
universidad y por la de Huesca para estorvallo, y podrase hallar
presente el questá aquí por Huesca y despues se me acuse de lo que
parecerá". (Rúbrica). (A. de la C. de A., Leg. 78).
La
Universidad no se descuidaba, y como veía indeciso al Rey y a sus
enemigos mostrar la mayor actividad contra ella, mandó a Madrid, con
cartas para el confesor del Rey, el Conde de Chinchón y el Regente
Campi, a una persona
del talento y del prestigio del P. Xavierre;
por la carta que hemos hallado en el Archivo de la Mitra de Tarazona
y que envió a los Jurados en 22 de mayo, vemos que les dice que el
asunto llegó a estar en tan mal estado que se consideraba perdido
por muchas personas, pero que, gracias a sus entrevistas con el
confesor del Rey, el negocio había dado una vuelta tan grande, que
espanta a los que antes le vieron.
"Puedo escribir - dice el
P. Xavierre - cosas particulares que ha habido, pero lo que escribo
doy por muy cierto y asegurado y assi tengo y vuestras mercedes
pueden tener tanta confianza o más que jamás se ha tenido del buen
suceso de este negocio".
Muy optimista se mostraba el P.
Xavierre; indudablemente su alto prestigio e influencia y su amistad
con fray Diego de Chaves, confesor del Rey, aplazó la cuestión,
soslayándola, apartándola de las vías legales, que indudablemente
abandonaban los de Huesca para dar otro giro al asunto de la
Universidad, el social, "no pretendieron que se anulase lo hecho
por vulnerar tal o cual fuero, sino por los daños que al Reino
traería" (1: Jiménez Soler: obra citada, pág. 30.).
Cuando
el P. Xavierre creía, de la mejor buena fe, que el asunto terminaba
en bien para su querida Universidad, es cuando los de Huesca utilizan
cuantos medios pueden y están en sus manos, para anular
completamente un Estudio
que comenzaba con el brío y la pujanza
del nuestro, teniendo un cuadro de catedráticos tan ilustre como lo
pudiera tener la mejor universidad española (2) y una matrícula
que, como el claustro le había dicho al Rey en carta que le dirigió,
se aproximaba a los 2.000 alumnos.
(2) Para el Curso que
debía comenzar el día de San Lucas de 1584, hizo D. Pedro Cerbuna
el siguiente nombramiento de catedráticos:
Teología: Fr.
Jerónimo Xavierre, Fr. Felipe de Monreal, Fr. Pedro Malón de Chaide
y Fr. Francisco Gayán.
Cánones: Dr. Juan Francisco Torralba, Dr.
Juan de Miravete y Dr. Jerónimo Portolés.
Leyes: Dr: Andrés
Aninyón, Dr. Juan Gaspar Ortigas y Dr. Jerónimo
Villanueva.
Medicina: Dr. Jerónimo Ximénez, Dr. Juan Valero
Tabar, Dr. Juan Sanz y Dr. Jerónimo Portolés.
Artes: Dr. Juan
Sánchez, Mtro. Fr. Pedro López y Mtro. Jaime Lisbona.
Gramática:
Mtro. Pedro Simón Abril, Mtro. Juan de Lobera y Mtro. Jusepe
Salinas.
De todo se echó mano, de lo lícito y de lo ilícito;
para nada se tuvo en cuenta que la ciudad que tan mal parada salía
de aquella disputa, era la primera de Aragón, la capital del
Reino.
Hacemos gracia a nuestros lectores de algunos memoriales
que tenemos copiados de Huesca contra Zaragoza; algo de mucha
enjundia sobre el asunto y que revela el estado social de Aragón en
aquella época, se encuentra en la obra ya citada del Sr. Jiménez
Soler, Las alteraciones de Aragón en la época de Felipe II (1).
(1)
Cuando publiquemos, en tomo aparte, todos los documentos que deben
acompañar a esta obra, los encontrarán allí nuestros lectores. No
compartimos la opinión de algunos escritores regionales que han
tratado de las Universidades de Zaragoza y Huesca y de este ruidoso
pleito; la verdad debe decirse siempre y en asuntos históricos más,
so pena de desfigurarlos;
en esta lucha Huesca no se portó con su
hermana Zaragoza con la nobleza legendaria en la raza
aragonesa.