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lunes, 30 de noviembre de 2020

Tomo II, CAPÍTULO XII, LA UNIVERSIDAD Y LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.

CAPÍTULO XII

LA UNIVERSIDAD Y LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.

LA UNIVERSIDAD CONVERTIDA EN MAESTRANZA DE INGENIEROS. - GESTIONES DEL RECTOR Y CLAUSTRO PARA OBTENER DE PALAFOX SU TRASLADO A OTRO LOCAL. - PATRIOTISMO DE LOS CLAUSTROS, PUBLICANDO EDICTOS PARA DAR LAS ENSEÑANZAS EL AÑO 1808. - ESCASA MATRÍCULA. EL SEGUNDO SITIO. - DESTRUCCIÓN DE LA UNIVERSIDAD. - CIERRE INDEFINIDO DE LA MISMA. - MEMORABLE CLAUSTRO DE 23 DE AGOSTO DE 1813. APERTURA DEL CURSO. - PLAN DE ENSEÑANZA ADOPTADO.

Conocidos son de todos los hechos que motivaron el levantamiento general de España contra Napoleón: los sucesos del 2 de Mayo de 1808 en Madrid, repercutieron, rápidamente, por toda la nación, y prepararon el ánimo de todos los buenos patriotas contra el invasor, Zaragoza, la invicta ciudad, supo poner en aquellos memorables sitios de 1808 y 1809 tan alto el honor patrio y el carácter bravo e indomable de sus hijos, que se conquistó la admiración de propios y extraños, escribiendo en el gran libro de la Historia patria las páginas más brillantes y conmovedoras de aquella memorable campaña, por la integridad del territorio.

Poco más de un mes hacía que las tropas que mandaba el mariscal Lefévre habían levantado el sitio puesto a esta inmortal ciudad, al ver el tesón con que sus hijos la defendían, cuando el Claustro de la Universidad, que, aun en medio del horror de la tragedia, se preocupaba por la enseñanza y a ella lo sacrificaba todo, dando un alto ejemplo de amor y de patriotismo, se reunía el 21 de septiembre de ese año de 1808, para estudiar el modo y manera de abrir la matrícula y comenzar las enseñanzas el 18 de octubre, como era uso y costumbre.

Hay que tener en cuenta que la Universidad había dejado de ser tal Universidad en lo que atañe a su edificio, pues la suprema razón de la defensa de Zaragoza había obligado al capitán general D. José de Palafox a convertirla, casi en su totalidad, en Maestranza de Ingenieros, y de ahí la furia con que fue atacada en el segundo sitio, y el heroísmo con que fue defendida: los universitarios, a pesar de comprender la suprema razón que obligaba a Palafox a convertir su edificio en alojamiento militar, protestaron de ello, y procuraron, como veremos más adelante, que la Maestranza fuera trasladada a paraje más conveniente y alejado de ella.

En el Claustro a que hacemos referencia se encomió el celo del Rector, demostrado en todo cuanto con las enseñanzas y mayor lustre de la Escuela estaba relacionado: se estudiaron con detenimiento las imposibilidades y complicaciones que ofrecería el plantear en el curso que se trataba de inaugurar el nuevo plan académico dado el año anterior por el Marqués de Caballero y el deseo que animaba a todos los claustrales de que la Maestranza de Ingenieros fuera trasladada a otro punto apto y cómodo para sus operaciones; lo necesario que era en la presente situación restablecer en esta Universidad la enseñanza de la Medicina (se había suprimido en esta Universidad por el plan citado); lo acreedores que eran los estudiantes que se hallaban en el ejército, defendiendo a la patria, de que sus servicios se les contase por un año de estudios, como se ejecutó en la pasada guerra con Francia; las facultades que residían en el Capitán general y Gobernador de Aragón para resolver y determinar sobre estos puntos y lo conveniente que sería, por los muchos cuidados y ocupaciones que pesaban sobre el defensor de Zaragoza, que comisionase al Rector para arreglar el modo y términos de que la enseñanza pudiera darse, sin entorpecimiento de ninguna clase.

Se acordó, por lo tanto, dirigir a Palafox dos solicitudes: una, pidiendo prórroga del rectorado en el Sr. D. Joaquín Pascual, que lo venía ejerciendo; facultar al mismo para el arreglo de la enseñanza; habilitación para ganar curso a los que se hallaran en el real servicio, etc., y otra, pidiendo la traslación de la Maestranza de Ingenieros a otro local más adecuado. Para atender y redactar estos memoriales se comisionó a los Sres. Berné, Lario y Andrés.

La segunda de estas solicitudes dice lo siguiente:

"Excmo. Sr.: El Claustro de la Pontificia y Real Universidad y Estudio general en Zaragoza, con la debida atención a V. E. Expone: Ser esta Escuela el primer Centro literario de España que antes manifestó su amor, lealtad y fidelidad a su Rey Don Fernando, lo que la hace más digna de la atención de V. E., a cuyo infatigable zelo por la defensa de la ciudad y Reyno aumenta mayor esplendor proteger las Ciencias en que tanto interna el bien de la Monarquía. Apenas cercaron los enemigos esta capital, lo preciso de la situación y la necesidad inevitable hicieron ocupar el edificio de la Universidad y destinarle para Maestranza; pero como el curso se halla tan cercano y a los ciudadanos amantes del lustre de la Patria les sea no poco sensible verse privados de un edificio tan proporcionado para dar la enseñanza pública, la mutua relación con el Parque de Artillería excita la ocasión de proponer a V. E., para el objeto, el palacio o casa del Marqués de Aytona, sito también en la plaza del Pilar. = Por lo que: A V. E. suplica se digne amparar esta solicitud de trasladar el taller de la Maestranza a las casas del Marqués de Aytona, terreno capaz y de combeniencias apetecibles, con lo que pueda esta Escuela dar la enseñanza en su propio edificio. = Zaragoza 24 de septiembre de 1808, = Excelentísimo Señor" (1). (1) Se trata de un borrador que se inserta en el Gestis núm. 48, fol. 210.

Palafox resolvió la primera en 25 de septiembre, accediendo a todo lo solicitado, y en cuanto a la segunda manifestó que la había pasado a informe del comandante de Ingenieros D. Antonio de Sangenís, el cual había reconocido la casa del Marqués de Aytona - propuesta por la Universidad - como otros sitios que se le habían insinuado por los mismos comisionados, y que no las hallaba aptas para colocar en ellos la referida Maestranza y que únicamente reunía condiciones el antiguo palacio en que habitaba el Capitán General, conocido por casa de los gigantes (hoy Audiencia), pero que el edificio había sido cedido para hospital de Misericordia. (Fol. 214, G., núm. 48).

En vista de la imposibilidad de trasladar la Maestranza a otro local se trató del sitio y paraje en que podía darse la enseñanza en el curso próximo. Y teniendo presente el Claustro que si podía conseguir del Comandante de Ingenieros D. Antonio Sangenís "que dejase expedita la luna de los colegios, en que en el día se hallaban las herrerías, podría muy bien establecerse dicha enseñanza en los referidos colegios con el auxilio del Claustrillo, Iglesia y Biblioteca respecto del corto número de estudiantes que por las actuales circunstancias se espera concurran en el próximo curso". Se acordó comisionar a los señores P. M. Andrés y D. Lorenzo Mareta, para tratar sobre el particular con el expresado Comandante. (Fol. 218, G., núm. 48).

El 15 de octubre se reúne nuevamente el Claustro y acuerda abrir la Universidad el 4 de noviembre, hacerlo público para que llegue a conocimiento de los escolares, que las clases se den en la parte del edificio que pueda quedar libre (las casas del bedel) y que se comunique a la Ciudad todo lo resuelto, así como las diferentes atenciones que el Capitán General Sr. Palafox había tenido con los universitarios.

En virtud de lo acordado se hizo público el siguiente Aviso. - "Como la enseñanza pública de establecidos estudios generales y Universidades había sido siempre la más interesante mira, y objeto de los que gobiernan dignamente los Estados y Reyno: El Excmo. Sr. Gobernador y Capitán General de éste, penetrado de tales sentimientos ha concedido a la Universidad Literaria de esta Ciudad, sin embargo, que su edificio se halla ocupado con los ramos de Maestranza, dar principio en el próximo Curso a la enseñanza de las facultades y ciencias, y entre ellas la de la Medicina, tan necesaria en las actuales circunstancias, verificándose la aperción del Curso en el quatro de noviembre, según disposición del Rector y Claustro. Así mismo ha dispensado la generosidad de S. E. que los cursantes que se hallen con destino en los Reales Exércitos sirban por escolares los años de su servicio militar, y que con ellos puedan tener a su tiempo los grados respectivos, concurriendo la idoneidad y suficiencia en los exámenes, para cuio efecto podrán matricularse los que quieran gozar de este beneficio por sí o por otra persona hasta el día treinta y uno de diciembre, y caso de no poderlo executar en alguno de los referidos modos deberán justificar causa que les haia impedido practicarlo". (Fol. 217, G. número 48).

Además se dirigió al Ayuntamiento la comunicación que damos a continuación:

"Ilmo. Sr: En medio de las actuales críticas circunstancias que llaman la atención del Gobierno; a la defensa de nuestras fronteras y organización del nuevo Exército en la capital; no ha podido este Claustro mirar con indiferencia la suerte de los jóbenes estudiantes que no se hallan comprehendidos en el servicio militar, y ha propuesto al Excmo. Sr. Capitán General quanto ha creído oportuno en beneficio de la enseñanza y compatibilidad de ésta con la causa pública y urgente del día. = S. E, ha aprobado y oído benignamente las intenciones del cuerpo literario, y zeloso del bien general, se ha serbido acordar: que para el próximo Curso se dé la enseñanza de todas las ciencias, incluso la de Medicina, por los profesores de esta Universidad, comisionando al señor Rector actual (a quien al efecto ha tenido a bien prorrogar en su empleo por un año) para que disponga de la apertura de la Escuela en el tiempo y forma compatible con el Estado presente, y el que a los estudiantes soldados se les pasen los respectivos Cursos, precedido el correspondiente examen. = A consecuencia de esta superior determinación, en vista de los antecedentes y después de un detenido examen ha acordado el Claustro que la Unibersidad se habra para dar la enseñanza en el día quatro de noviembre próximo, y que se participe a V. S. I. esta resolución, a fin de que no extrañe la retardación de la Fiesta del Sr. San Lucas, a que con el debido tiempo se combidará a V. S. I. en la forma acostumbrada, y para que acompañe al Claustro en la satisfacción, que le resulta de la gracia concedida por S. E. = Dios guarde a V. S. l. m. a. Zaragoza y octubre 17 de 1808. = Ilmo. Sr. = Por el Claustro de la R. Universidad literaria. = Joaquín Pascual, Rector. = El Barón de Castiel. = Por acuerdo de la Universidad. = Pablo Fernández Trebiño, Secretario. = Ilmo. Aiuntamiento de la Ciudad de Zaragoza". (Fol. 219, G., núm. 48).

Todos los buenos propósitos del Rector y Claustro vinieron a estrellarse ante la gravedad de los sucesos que en España se desarrollaban; ya no tenemos libros de Gestis hasta 1813, pues, no hubo más remedio que suspender la enseñanza y cerrar la Universidad; el Curso que se proyectaba no debió llegar a tener efecto o fue suspendido, y no fue, seguramente, por falta de matrícula: aunque poca, la hubo, a pesar de que Borao, en el estado que publica al final de su obra, no menciona el año 1808, como si nadie hubiera acudido al llamamiento que la Universidad hizo.

Hubo los siguientes matriculados, según el correspondiente libro que hemos tenido a la vista: En Teología, 32; en Cánones, 6; en Leyes, 35; en Medicina, 3; en Cirugía, 2; en Artes, 35.

Destruída la Universidad en una gran parte al año siguiente, rendida Zaragoza después de una heroica resistencia, poniendo el pie el ejército invasor sobre escombros y sobre ruinas, desarrollándose en nuestra patria la épica epopeya de ir arrojando poco a poco, lentamente y después de varias alternativas, a los ejércitos invasores, llegamos al año 1813, en el cual, despejada ya nuestra situación, vencidas las águilas imperiales, nuestros universitarios dan nuevamente un alto ejemplo de patriótico celo en bien de la cultura pública.

El 23 de agosto de ese año y bajo la presidencia del Vicerrector D. Pedro Valero, se celebra el primer Claustro después de la guerra, y en él, unánimemente, sin discusión alguna, el acuerdo que se toma es el de "que se dé principio a la enseñanza de todas las ciencias en este año; que se reconozca el edificio por el arquitecto Sr. del Caso, y que se vea dónde están las alhajas de la Universidad y sus caudales".

El reconocimiento del edificio se llevó a cabo y el informe del arquitecto no pudo ser más lamentable: "Lo he encontrado derruído y destrozado - dice el Sr. del Caso - por lo que padeció en el segundo asedio..., porque siendo su situación en un extremo de la población y de la calle del Coso, procuraron los enemigos tomarle con el mayor esfuerzo y violencia, sin perdonar medio alguno de los que proporciona el arte tormentario para tales ocasiones, tanto, que siendo la longitud del edificio de más de 150 varas, trabajaron por la calle de la Puerta del Sol diversas minas, con las que, y el favor de la voracidad de las llamas que prendieron, lograron volar y demoler la fachada que en la parte del edificio correspondía al grande patio circundado de un corredor o claustro..."

Resulta, pues, del informe del arquitecto mencionado, que toda la fachada que daba a la llamada Puerta del Sol (hoy Coso) quedó completamente destruída con sus puertas principales de entrada y salida y nueve aulas, habiendo tenido igual suerte el extremo inferior del edificio por la misma calle, en cuyo piso superior se hallaba la biblioteca y en el bajo salas para repasos y colegios de los cursantes; gran parte del hermoso patio quedó también destruído, salvándose la capilla, el teatro o paraninfo, casi toda la fachada que daba a la Magdalena y la parte de la calle de la Universidad, llamada casa del bedel; los daños ocasionados los estimaba el Sr. del Caso en un millón de reales aproximadamente; en las casas del bedel, el arquitecto informante dice que con un gasto aproximado de 4.000 r. v. (sin contar los bancos o asientos) se podrán poner, interinamente, unas cuantas aulas "para formalizar la enseñanza, con consideración al número de cursantes que permitirán concurrir las circunstancias de la presente época, y aunque ésta exigiera más, podrían habilitarse algunos sitios del edificio".

No se arredraron nuestros universitarios de aquella época; el 31 de agosto celebraron Claustro y los acuerdos tomados fueron los siguientes: Habilitar cinco aulas, por lo pronto, en la llamada casa del bedel; en vista del escaso resultado que había dado la investigación hecha para averiguar dónde estaban las alhajas y caudales de la Universidad, que el Receptor Sr. Barón de Castiel, a más de seguir sus investigaciones sobre tan importante asunto, se le autorice para que proporcione los medios necesarios para la obra que haya necesidad de hacer para habilitación de aulas, con calidad de reintegro, de los primeros fondos que entren en la Escuela "sean de la clase que fueren" y que al jefe político y al Ayuntamiento se les visite para manifestarles que el próximo San Lucas comenzará el Curso".

Con el edificio en ruinas, sin dinero, sin haber cobrado, seguramente, en los años de la guerra sus sueldos y sin esperan- zas de percibirlos, aquellos universitarios dan el ejemplo más grande de amor a la enseñanza de que se pueda hacer mención; y no andan con trámites dilatorios, ni expedientes de ninguna clase, sino que firmes en su noble propósito de reintegrarse a sus puestos, de divulgadores de la ciencia, a pesar de las angustias y de los sinsabores que seguramente les esperaban, hacen cuanto en el terreno académico y administrativo estaba a su alcance para ponerse en condiciones de laborar, cuanto antes, en pro de los intereses culturales que les estaban encomendados.

¡Con cuántas dificultades no hubieran tropezado de no ser autónoma la Universidad! ¡Cuántas comunicaciones se hubieran tenido que cruzar entre el Claustro y los ministros en estos tiempos que corremos, para poder llevar a cabo la obra de abrir la Universidad zaragozana!

En toda la Ciudad causaron la mayor satisfacción los nobles anhelos del Rector y Claustro de nuestro primer centro docente: el Jefe político aplaudió entusiasmado y aprobó todo lo que se venía haciendo y el Ayuntamiento dio los 4.000 reales vellón que por lo pronto hacían falta y a cuenta de lo que debía por el cargo ordinario.

En 22 de septiembre de ese año se aprueba el plan de estudios, que con carácter interino presentó la comisión encargada de informar acerca de las enseñanzas que podían darse en el curso próximo de 1813- 14, y del cual hemos hablado ya en el capítulo correspondiente.

En Claustro de 13 de octubre y bajo la presidencia del Vicerrector Sr. Valero, se hicieron los siguientes nombramientos de sustitutos para las cátedras que había vacantes:

Vísperas de Teología, Dr. Juan Pablo Campo; Escritura de íd., D. Juan Sánchez Muñoz; Cuarta de íd., P. M. Dr. Fr. Francisco Sánchez; Vísperas de Cánones, Dr. D. Miguel Laborda; Prima de Leyes, Dr. D. Joaquín Mainar; Vísperas de íd., D. Miguel Otal; Economía de íd., Dr. D. Lorenzo Español; Filosofía, tercer año, Dr. D. Ceferino Lagrava; Id., 2.° año, Dr. D. Antonio Ventura; Id., 1.° íd., P. M. Dr. Pelegrín Serrano; Vísperas de Medicina, Dr. D. José Villar.

En ese mismo Claustro se acordó poner en conocimiento del Ayuntamiento que al día siguiente de San Lucas comenzaría el curso, que duraría hasta el 18 de junio "y que atendidas las circunstancias no pueden hacer la fiesta con la decencia y solemnidad convenientes como se ha executado en otros años con su asistencia", dándose comisión a los Dres. Martínez y Berné para que pasen en embajada, con arreglo a Estatutos, a invitar a la expresada Corporación.

También se acuerda que puesto que los Consiliarios nombrados para 1808 no ejercieron sus funciones, por las circunstancias azarosas de aquellos tiempos, continúen en este año escolar.

Todo lo actuado fue aprobado por el Claustro pleno que se celebró el día 16 de los expresados mes y año; por el acta vemos que sólo concurrieron a él veintinueve doctores y el Fiscal y actuando de Secretario D. Manuel Gil Burillo. ¡Cuántas bajas no ocasionó la guerra en nuestra ciudad!

La apertura del curso se hizo sin ostentación alguna, pues el día de San Lucas no hubo jura de Rector ni oración latina; el 27 de octubre se reunía el Claustro de Consiliarios para nombrar Rector y Vicerrector (el Sr. Valero había presentado la di- misión de su cargo) siendo nombrados D. Joaquín Cistué para el primero y D. José M.a Azpiazu para el segundo; sin ceremonia oficial alguna y dentro de la mayor sencillez juró su cargo y tomó posesión de él el Sr. Cistué el día 30 de octubre y en ese mismo Claustro se hicieron los nombramientos de nuevos Consiliarios, Limosnero, Receptor y Junta de Hacienda. La matrícula fue escasa: el total de cursantes fue de 101, divididos en la siguiente forma:

Teología, 11; Cánones, 4; Leyes, 24; Medicina, 6; Artes, 29; Cirugía, 27, según consta en el correspondiente libro.

En ese mismo Claustro dieron lectura a una comunicación, por la cual las Cortes, enteradas de las solicitudes hechas por el Ayuntamiento y la Universidad pidiendo la habilitación de un edificio para continuar la enseñanza, así como que se asignaran rentas, había resuelto que se remitieran a la Regencia para que acordara lo más conveniente, destinando para la inmediata apertura el Convento de San Ildefonso u otro que se juzgara más oportuno, y que en cuanto a la asignación de rentas se espere a la resolución del expediente sobre Instrucción Pública, que está a consulta de las Cortes. (Fol. 139, G., núm. 45).

En este capítulo hemos querido reseñar sólo la labor de los Claustros al principio y al fin de la guerra de la Independencia, para que pueda apreciarse el patriotismo y el amor a la enseñanza de aquellos profesores que al reanudar sus tareas en 1813 estudiaron detenidamente todo cuanto con la instrucción pública se relacionaba, pues en el capítulo "Biblioteca de la Universidad" ya se hace constar todos los trabajos realizados por ellos para reponer la destruída en 1809 y hasta de las clases de Gramática que a su cargo corrían se preocuparon, pues en diciembre de 1813 presentaron - como en otro lugar decimos - a la Diputación un plan aprobado por el Claustro para el restablecimiento de dicha enseñanza en el más breve espacio posible.


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