lunes, 30 de noviembre de 2020

NOTA FINAL. apéndice, advertencia, correcciones

NOTA FINAL.

Hemos llegado al final de nuestra labor; damos por terminada esta obra al perder las Universidades su autonomía: la contemporánea está a la vista de todos; es un engranaje más de la complicada máquina administrativa. De lo que fue la nuestra, el lector que nos haya seguido a través de los diversos capítulos de este libro podrá apreciar la importancia que llegó a tener nuestro Estudio universitario.

Defectos tuvo como todas, nosotros no los hemos ocultado, pero también grandes virtudes, que hemos puesto de manifiesto. Hizo cuanto pudo, cuanto supo y cuanto sus medios económicos la permitieron, para enaltecer las enseñanzas y ponerse al nivel de otras Universidades más famosas; no cerró los ojos a la luz esplendorosa de la ciencia, y si no implantó ciertos y determinados estudios fue porque no podía, dado el escaso caudal de sus rentas; pero ya la hemos visto contribuyendo al engrandecimiento cultural aragonés en el siglo XVIII y en su exposición a la Reina dirigida, de la que hablamos en el último capítulo, enaltece y honra a aquellas corporaciones y entidades que laboraban en pro de las ciencias y de las letras, y entre líneas dice a su soberana:

"Si no doy ciertas y determinadas enseñanzas, no es porque esté contra ellas, sino porque no puedo, porque no tengo rentas suficientes para dotar esas nuevas cátedras, pero Zaragoza tiene elementos suficientes de cultura, que esta Universidad apoya y ampara, en los cuales los escolares hallarán ancho campo para ampliar sus estudios" (1).

Cuando por R. D. de 4 de diciembre de 1789 se manda establecer en esta Universidad la cátedra de Física experimental, los Claustros pasaron verdaderos apuros, porque no tenían rentas para dotarla, y se dieron las explicaciones merced al desinterés del carmelita calzado Fr. Fernando Campos, que se prestó a desempeñarla sin retribución alguna, y esta Universidad, celosa siempre de su deber, se dirige a otras, entre ellas la de Valladolid, para que le den informes concretos acerca de la nueva cátedra y medios empleados para cumplir lo ordenado por la superioridad.

El catálogo de sus hijos ilustres sería interminable; baste saber que en un trabajo bio-bibliográfico que tenemos hecho damos más de 1.500 doctores, salidos de estas aulas desde 1583 a 1845, sin contar las grandes lagunas que no hemos podido llenar por la pérdida de documentos y de libros de Gestis, y que comprende gran parte de la primera mitad del siglo XVII; entre esos doctores los hay que dieron días de gloria a Aragón y a España entera, y de los más eminentes en las ciencias y en las letras.

De esta Universidad salieron profesores para París; a ella acudieron los más distinguidos de otras, y Gaspar Lax, Simón Abril, Palmireno y el helenista Núñez, en el viejo Estudio de Artes, se enlazan a Xavierre, Belenguer, Costa y Escoto y muchos más, en la nueva Universidad; ella tuvo hijos tan famosos como Blancas, Apaolaza, los Argensolas, Andrés de Uztarroz,

(1) Insistimos en que el siglo XVIII fue de verdadera prosperidad para nuestra Escuela, que consiguió en él su mayor apogeo y esplendor; basta, además de lo ya dicho en el transcurso de esta obra, ver el resumen de su matrícula desde mediados del siglo XVII hasta la mitad del XIX. Desde 1646 (no hay libros de matrícula anteriores a esa fecha) a 1700, cursan en nuestra Escuela 41.404 alumnos divididos en esta forma: Artes o Filosofía, 23.943; Teología, 10.448; ambos Derechos, 4.589; Medicina, 2.424.

Desde 1701 a 1740, cursan un total de 23.055 escolares, en la siguiente forma: Artes, 11.675; Teología, 5.636; ambos Derechos, 2.587; Medicina, 3.157.

Desde 1741 a 1799, cursan 58.130 alumnos, divididos por facultades en esta forma: Ar- tes, 18.900; Teología, 20.356; Cánones y Leyes, 11.661; Medicina, 7.213.

Desde 1800 a 1844 estudian en nuestra Universidad 42.960 alumnos, en la siguiente forma: 14.629, artistas; 7.444, teólogos; 14.224, canonistas y legistas, y 4.663, médicos.

En resumen: desde 1646 a 1740, cursaron en esta Universidad un total de 64.459 escolares, y desde 1741 a 1844, 101.090, es decir, 36.631 estudiantes más en esos cien años que en los anteriores.

Sayas, Pignatelli, Latassa, Asso, Roda, Garcés y Calomarde; tuvo Maestros tan eminentes como Sobrarías, Serón, Verzosa, Costa, Ximénez, Malón de Chaide, Aliaga, Xavierre, Sebastián, Nasarre y tantos otros que sería prolijo enumerar.

De ella partieron algunos para fundar cátedras en Salamanca, llegando a adquirir fama europea en el estudio y práctica de la Medicina y Cirugía, acudiendo a esta Escuela, por su renombre en la ciencia de curar, estudiantes de Francia y otros puntos, en el siglo XVIII.

Tuvo altos protectores como Apaolaza, que con Cerbuna, su fundador, dotó con largueza sus cátedras; hombres eminentes como Sora, Frailla, Calixto Ramírez, Martell y Pignatelli la gobernaron; estadistas de primer orden como Roda, el Marqués de Compuesta y Calomarde, le debieron su educación. Honraron y recibieron honor de sus cátedras supremas dignidades, como Xavierre, Aliaga y Nasarre; reyes y príncipes asistieron a sus actos y se enaltecieron recibiendo las propinas de los grados.

En el siglo XVIII contribuyó, en gran manera, al desarrollo intelectual de Aragón; hombres salidos de sus aulas emprenden esta noble tarea (1). 
(1) "La Universidad de Zaragoza estaba a mediados del siglo pasado a la altura de las demás de España; seguía en su estado de municipal y autónoma, bienquista con el clero y con muchas cátedras regentadas por frailes, que se contentaban con tenues rentas, como los racioneros de las catedrales y beneficiados de las parroquias, pues, sin otros recursos, apenas hubieran podido vivir con las escasas dotaciones que percibían. Concurrían a ella los jóvenes del Bajo Aragón, los navarros ribereños y no pocos riojanos. Los Colegios eran allí insignificantes. El arzobispo Cancelario era casi nominal". - La Fuente: Historia de las Universidades. Tomo. IV, cap. XXV.
Era la época en que la Academia del Buen gusto daba que discutir a las Universidades de Salamanca y Alcalá; se fundaba la Real Academia Aragonesa y la de San Luis; el Conde de Fuentes, Pignatelli y Goicoechea, con otros nobles, eclesiásticos, catedráticos, artistas y comerciantes se aunaron para restaurar la moralidad por medio del Trabajo y la Industria, la Economía y las Artes. Camón comenzaba su Historia de la Universidad con la publicación de sus Memorias literarias de ella, y Latassa levantaba el gran monumento a la cultura aragonesa con su notable Biblioteca de Escritores Aragoneses. Y, por último, los estudios económicos que se venían iniciando desde mediados del siglo mencionado, por Asso, Anzano y otros juristas, llegan a su mayor apogeo, y el mismo Calomarde, estudiante de esta Universidad, y nada sobrado de recursos, que había de ser andando el tiempo Ministro y reformador de estudios, obtenía el premio de un tratado de Economía de Aragón, cuya paternidad se le disputó más adelante (1),

Hoy, por desgracia, nuestra sociedad concede escasísima importancia a las Universidades, porque su concepto de la riqueza es de índole tal, que ésta puede obtenerse sin cultura, es decir, sin saber; y si no que lo digan los muchos enriquecidos por la guerra en España y fuera de España.

Y sin embargo, a nuestro entender, los conceptos "cultura" y "riqueza" van tan estrechamente unidos, que uno depende de otro, pero tan íntimamente, que uno es estímulo y otro realidad, sin que pueda, con seguridad, afirmarse cuál es la realidad y cuál el estímulo, pues sin cultura no hay riqueza ni puede haber riqueza efectiva sin cultura verdadera.

La transformación de la riqueza, es decir, del concepto que la Humanidad tiene de ella, influye en el de la cultura, pero recíprocamente los cambios en el modo de concebir la cultura influyen, igualmente, en la esencia de lo que es la riqueza.

Nadie negará que hay desarmonía entre las Universidades tal cual hoy son y la vida social. Es opinión unánime que no cumplen los fines para que fueron creadas y por cuya realización existen; lo piensan muchos catedráticos; lo saben y lo declaran todos los estudiantes que estudian; lo afirman todos los padres de los escolares que se preocupan seriamente por el porvenir de sus hijos, y a la faz de todo el país expuso las causas un ministro de Instrucción pública, que en un documento oficial dijo (2):

(1) "De pronto, hacia la época de la expulsión de los jesuitas, surgieron en Zaragoza las ideas modernas y agrias cuestiones, que dieron que discutir a las Universidades de Alcalá y Salamanca, con motivo de la creación de una Academia llamada del Buen Gusto. Allí se comenzó también a tratar de Economía política y con ideas avanzadas, pues ya en el siglo anterior se había debatido ante la Diputación provincial del Reino la libertad de comercio, propendiendo a ésta la Diputación". - La Fuente, ibidem.

(2) D. César Silió: preámbulo del Decreto de 21 mayo de 1919, concediendo la Autonomía a las Universidades españolas. (Gaceta del 22 de dicho mes).

"La Universidades españolas, de tan gloriosa tradición, que compitieron con las más famosas del mundo en sus días de esplendor, son hoy casi exclusivamente escuelas que habilitan para el ejercicio profesional. El molde uniformista en que el Estado las encuadró y la constante intervención del Poder público en la ordenación de su vida, no lograron las perfecciones a que sin duda se aspiraba, sirvieron en cambio para suprimir todo estímulo de noble emulación y matar iniciativas que sólo en la posible diversidad hallan esperanzas de prevalecimiento".

En unos tiempos en que se proclama el trabajo, la experimentación como único método científico y la realidad viva como sujeto de toda investigación, una enseñanza puramente teórica, de libro, de apuntes, de memoria, sin relación con la vida presente, no puede satisfacer a los que la reciben ni a los que la dan, si los intereses de la institución, más sagrados que los suyos propios, no los posponen a éstos.

¿De qué sirve que nuestra Universidad tenga en sus cuatro facultades hombres eminentes en el saber - que no mencionamos por no herir su modestia - si en la mayor parte de los casos no pueden desarrollar sus iniciativas en pro de la cultura patria que les está encomendada, porque el factor Estado les niega o les escatima los medios para ello?

A remediar, en parte, estos males tendía el Decreto que en 21 de mayo de 1919 dio el entonces ministro de Instrucción pública D. César Silió, concediendo a las Universidades españolas un régimen autonómico, Decreto que en 9 de septiembre de 1921 fue ratificado por dicho señor con otro, aprobando todos los Estatutos que para regirse autonómicamente habían remitido al Ministerio las Universidades españolas (1).

(1) Grandes defensores ha tenido la autonomía universitaria: de Zaragoza, de esta Universidad, han salido las voces más entusiastas y decisivas: ahí están pregonándolo Giménez Soler, en sus discursos, en sus libros, en sus conferencias; Miral, que primero en Salamanca, y después aquí la ha defendido siempre; dígalo si no su vibrante y radical discurso de apertura en este Centro de enseñanzas el año escolar de 1917-18 al desarrollar el tema "Bases para una Pedagogía Aragonesa", y Sasera e Iranzo, ya muertos, y Calamita, Lasala, Jiménez Vicente, y por último, Borobio en su transcendental discurso-apertura de los estudios en esta Escuela, "Acción Social de la Universidad", leído en octubre de 1910.

Pero el paladín más esforzado, el más entusiasta, el más decidido de la autonomía universitaria ha sido el Dr. Royo Villanova, Rector de esta Escuela; él desde los escaños del Senado - al que un día tuvo el acierto de llevarle esta Universidad para bien de la cultura patria - ha ensalzado los beneficios que a la enseñanza podría reportar este nuevo régimen.

Después, ya sabemos todo lo que ocurrió: los enemigos de la autonomía universitaria, laborando tenazmente contra ella, y, por último, el Decreto de 31 de julio de 1922, dejándola en suspenso. Siguen, pues, nuestros primeros centros de cultura esperando la hora ansiada de su regeneración, el nuevo Mesías que pronuncie las sagradas palabras Surge et ambula. Nuevas orientaciones ha tomado la política española en estos últimos tiempos: las palabras renovación y regeneración están en todos los labios, pero hace falta que estén también en todos los corazones, y que nuestros gobernantes se percaten bien que en la cultura está la verdadera fuente de regeneración social: ella es la que debe mantener bien alta la bandera de la Patria; ella es la que ha de contribuir, en primer término, a esa renovación que todos anhelamos. La educación forma el corazón del hombre y ella dirige sus sentimientos y le estimula al cumplimiento de sus deberes morales y políticos; la cultura es, como dijo Colmeiro, el pan moral de los pueblos y la garantía más eficaz del orden interior.

APÉNDICE.

A pesar de que nuestra Historia puede considerarse terminada en el año 1845, al perder las Universidades su autonomía, en algunos capítulos y según la índole de lo en ellos tratado, damos cuantos datos nos ha sido posible casi hasta nuestros días. Publicamos en este Apéndice algunas efemérides curiosas que hemos hallado en el ya citado libro Registro de las reformas y sucesos notables de la Universidad de Zaragoza, desde el 25 de febrero de 1855, mandado abrir por el Rector D. Jerónimo Borao y que quedó interrumpido y con grandes lagunas a la muerte de dicho señor.

1855 (27 febrero). - Habiendo acordado el Gobierno de S. M. el establecimiento de observatorios en las Universidades del Reino por diferentes reales órdenes, comunicando al efecto la instrucción de 28 de diciembre de 1854, en la cual y su art. 6.° se determinaba las reglas que han de seguirse por el Comisario regio del Observatorio de Madrid, con los catedráticos encargados de las observaciones en las capitales donde residen las Escuelas, se dio principio a la obra en esta Universidad a fines del año último, quedando completamente terminada en los primeros días de enero del expresado año, situándose sobre uno de los ángulos de la capilla, a la parte del muro divisorio de ésta y el paraninfo. Le constituía una torrecilla elevada en la fachada S. O. del patio principal de la Universidad, y en la cual se construyó una pequeña estancia, donde se colocaron el dinamómetro, termómetros, etc. Sobre la misma había un terrado asfaltado y cerrado por una barandilla de hierro, y en él se situó el anemómetro, que se comunicaba por medio de cordones metálicos con el dinamómetro, que con los demás instrumentos citados y recibidos de Madrid, constituían el citado Observatorio.

El acceso a él era por una escalera construída al efecto, atravesando las bóvedas de la Capilla por una perforación verificada en la misma.

Las obras las proyecto y presupuesto el arquitecto D. Juan Jimeno en 4.854 rs. 75 cts., mas luego, con motivo de varios apeos que hubieron de practicarse en muros y cuchillos de la armadura, como también por haberse encontrado en bastante mal estado alguna parte de las cubiertas, hubo necesidad de un presupuesto adicional de 2.537 reales, con cuyas dos cantidades quedó completamente terminada la construcción. (Folios 5 y 5 v.).

1855 (25 marzo). - Invitada la Universidad por la comisión organizadora del homenaje al gran poeta español D. Manuel José Quintana, por acuerdo del Claustro fueron designados los doctores D. Pío Laborda y D. Manuel Sala, para que la representaran en el solemne acto, autorizándoles para suscribir, en nombre de la Universidad, la cantidad que estimaran prudencial para la corona de oro.

Dichos señores aceptaron la honrosa misión; así lo manifestaron a la Universidad y se suscribieron y entregaron 500 rs. v., cantidad que fue cubierta por suscripción, entre Rector, decanos, catedráticos de Facultad e Instituto y jefes de la Secretaría, Depositaría y Biblioteca, en proporción de sus haberes. (Fol. 6).

1855 (30 de mayo). - En 29 de agosto de 1855 comisionó el Sr. Rector D. Jerónimo Borao a los profesores D. Florencio Ballarín y D. Manuel Pardo Bartolini, para que escribiesen la Historia del Jardín botánico de esta Universidad y la biografía del que puede llamarse su fundador, don Pedro Gregorio Echeandía.

En 25 de septiembre del mismo año encargo al Director de Escultura en la Academia de San Luis, D. Antonio Palao, la ejecución del busto de Echeandía y el vaciado de tres ejemplares. No conservándose retrato alguno de aquél, hubo de recurrirse a los que le conocían personalmente, sobre todo a D. José Gorría, su discípulo predilecto, y éste proporcionó una persona del más exacto parecido con Echeandía, e indicó después algunas ligerísimas variaciones, con lo cual resultó una obra de perfecta semejanza con el original.

El 30 de mayo de 1856 se remitió un ejemplar al Ayuntamiento y otro al Instituto Farmacéutico, acompañando a ambos sus correspondientes oficios; el tercer ejemplar se colocó en la Biblioteca de la Universidad, y el primitivo, escayolado, se reservó para colocarlo en un modesto pedestal, debajo del cuadro central del Jardín botánico. (Fol. 14).

1856 (13 mayo)- Visita esta Universidad el Excmo. Sr. Ministro de Fomento D. Francisco Luján, que había llegado a Zaragoza el día 11 del mismo mes, acompañando al duque de la Victoria, que vino a esta ciudad a inaugurar el día 12 las obras del ferrocarril de Madrid a esta capital.

En su visita a este Centro le acompañó el Director general de Obras públicas D. Cipriano Montesinos, siendo recibidos por todo el Claustro de profesores, que vestían traje de ceremonia.

Examinó cuidadosamente los gabinetes, cátedras, sala rectoral, capilla, salón de actos y biblioteca, y manifestó quedaba muy complacido de todo; hizo algunas preguntas científicas e históricas acerca de la Universidad y sus útiles de enseñanza, y al despedirse del Claustro aseguró que quería dejar una huella de su paso por Zaragoza y de su visita a la Escuela, para lo cual excitó a ésta que pensase en las mejoras que pudieran convenirle.

El señor Rector, D. Jerónimo Borao, le contestó diciendo que el Claustro había acordado honrar una de las salas con el retrato del Ministro, para que quedase perpetua memoria de este acontecimiento, que no ha tenido otro parecido desde que Fernando VII asistió a la concurrencia de su grado en 1828.

La Universidad había colocado, de antemano, en el segundo ingreso, pasadas las escaleras, una inscripción latina, encomendada a D. José Delgado y concebida en estos términos:

ELISABETH

HISPANIARVM, AUSPICAE AMORE, REGINAE

BALDOMERO ESPARTERO

ET LIBERTATIS DVCI, ET LEGVM VINDICI:

FRANCISCO DE LUXAN,

STVDIOSO ARTIVM AC LITTERARVM AVCTORI:

OBSEQVENS ACADEMIA CAESARAVGVSTANA

D . O. C .

Después, el ministro, acompañado del señor Rector y de otras autoridades, visitó diversos centros de enseñanza de esta ciudad. (Fol. 11 vuelto y 12).

1856 (28 junio) - En dicho día del expresado mes y año tuvo lugar la colocación del retrato de D. Pío Laborda, antiguo Doctor, Catedrático y Vicerrector de esta Universidad y después Presidente de Sala del Tribunal Supremo de Justicia y de la Real Cámara, el cual quiso demostrar el buen recuerdo que conservaba de la Escuela, regalándole su retrato, obra de Montañés.

Fue colocado en la Sala Rectoral, que hasta fines de 1840 había servido de Claustrillo, por haber manifestado ese deseo el mismo Laborda, fundado en que allí había explicado Derecho Civil y Penal, desde 22 de septiembre de 1818, en que tomó posesión de su cátedra, hasta el año 1823, en que por causas políticas fue separado de la enseñanza, habiendo sido repuesto en la asignatura a principios de 1835 y continuado en ella durante todo el curso académico de 1835 a 1836, desde cuya época cesó por haber sido nombrado oidor de la Audiencia territorial de Burgos (Folio 14).

1856 (29 junio). - En ese día tuvo lugar, en el Paraninfo o Teatro de nuestra Universidad, espléndidamente adornado, la solemne investidura de treinta y seis licenciados en Jurisprudencia, bajo la presidencia del Rector D. Jerónimo Borao y con la asistencia de todas las autoridades, corporaciones, entidades y público distinguidísimo que llenaba el local.

La presentación de los graduandos se hizo por el padrino D. Cosme Alácano; el discurso fue leído por D. Germán Royo y Moliner, versando sobre la tutela y protección constante que la ley concede al hombre desde antes de su nacimiento hasta después de su muerte, y tomando el juramento de costumbre el Secretario D. Francisco de la Pisa Pajares, omitiendo lo que hace referencia al misterio de la Concepción de María por haberse declarado dogma, y no leyéndose como otras veces la protestación de la fe por considerarse irreglamentaria.

Los licenciados fueron: D. Francisco Bellostas y Farlete, D. Antonio Fuertes y Salva, D. Eduardo Torres y Aysa, D. Román García Aguado, don Francisco de Sales Urra y Alonso, D. Orencio Padules y Oliván, D. Emilio Navarro y Ocheteco, D. Juan Bautista Navarro y Micolao, D. Pantaleón Oms y Padró, D. Antonio María Camps y Guamis, D. Luis Sala y Gay, D. Luis Moragas y Ena, D. Ángel Tejada y Ramírez, D. Bernardo Andrés Padules y Oliván, D. Gregorio Echeverría y Miguel, D. Lucas García Planas, D. Daniel Mendiri y Gan, D. Joaquín Esparza y Suescún, D. Agustín Ruiz y Sanzol, D. Claro de la Muela y Vázquez, D. Tomás Cavero y Álvarez, D. Sebastián Jiménez y Oscáriz, D. Demetrio López Montenegro y Virto, D. Pedro Salazar y Mac-Mahón, D. José Bellido y Bona, D. Ramón Díez y Escudero, D. Tomás Aguirre y Mena, D. Francisco Bernad y Ramírez, D. Germán Royo y Moliner, D. Felipe Juez Sarmiento y Bañuelos, D. Lorenzo Ruata y Sichar, D. Miguel Biesa (Blesa) y Nogueras, D. Mateo García y Lapuente, D. Juan Pueyo y Puyol, D. Desiderio de la Escosura y Fernández y D. Pablo Sancho y Lezcano. (Fols. 14 v. y 15).

1856 (10 julio). - Se recibe en la Universidad, para su colocación en lugar preferente, el retrato, pintado al óleo por D. Carlos Larraz, del entonces ministro de Fomento D. Francisco de Luxán.

1856 (10 agosto). - Se coloca en el salón grande (antigua capilla) de la Biblioteca un cuadro de honor en el que consten los Rectores que ha tenido esta Universidad.

1856 (21 septiembre). - Visita la Universidad el Excmo. e Ilmo. Señor D. Ramón Durán de Corps, dignidad de Arcipreste de la Santa Iglesia primada de Toledo, Capellán de honor y Predicador de S. M., Caballero de la Real Orden de Carlos III, Gran Cruz de la de Isabel "la Católica", Consejero de Instrucción pública y Presidente de su 1.a Sección.

1857 ( 5 noviembre). - Investidura de Licenciado en Teología y en Derecho de D. Luis Rueda y Díez y D. José María Riquelme y Paisano, bajo la Presidencia de honor de los aquella época inauguraron también (Fol. 21).

1862. - La adquisición y colocación en la misma Sala Rectoral del retrato de D. Eusebio Lera, regalado por sus herederos.

1862 (7 agosto). - Adquisición y colocación en la Sala Rectoral del retrato del Ilmo. Sr. D. Pedro Cerbuna, fundador de la Universidad, el cual fue copiado del que existe en el Palacio episcopal de Tarazona, por D. Nicolás Valdivia, por cuyo trabajo, marco dorado y gastos de viaje a dicha ciudad se le pagaron 264 escudos. (Fol. 21).

1866 (30 mayo). - La construcción de la torre y nuevo reloj. 
No se dan más detalles. (Fol. 21).

1867 (octubre). - Visita la Universidad el ministro de Fomento señor Marqués de Cervera. No se cita el día ni se dan detalles en el libro. (Fol. 21).

1867 (16 octubre). - La investidura de licenciado en Derecho bajo la presidencia del Ministro de Fomento D. Manuel de Orovio, que fue conferida por él mismo, a D. Joaquín García y Echarri, en cuyo recuerdo y visita que dicho señor giró a la Universidad se hizo su retrato al óleo por D. Bernardino Montañés, para la Sala Rectoral. (Fol. 21).

1868 (20 diciembre). - La Universidad recibe solemnemente para depositarlo, en la que fue su capilla, los restos del Dr. Jerónimo Xavierre, su primer catedrático de Teología y más tarde Cardenal; fueron exhumados de la que fue iglesia de Santo Domingo de esta ciudad. El acto se verificó bajo la presidencia del señor Rector D. Jerónimo Borao, levantándose la correspondiente acta. (Fol. 22).

1869 (15 febrero). - En esa fecha se adquieren para adornar el Paraninfo de la Universidad los bustos de Cervantes, Lope, Calderón, Herrera, Moreto, Moratín, Márquez y Rita Luna. Eran de tamaño natural y se compraron por 200 rs. a doña Joaquina Sáenz, viuda de Panzano; habían adornado, anteriormente, los salones del Liceo, fundado por aquella época en el palacio de la Infanta.

1869 (1.° marzo). - Dan comienzo en esta Universidad las lecciones de idioma sanscrito, (sánscrito) a cargo de D. Julián Pastor y Rodríguez. (Folio 24).

1869 (27 abril). - Solemne investidura de Doctor en la facultad de Derecho, sección civil y canónico, al licenciado D. Constantino Gil y Luego, apadrinado por el Dr. D. Vicente Ros, catedrático de Economía política y Estadística.

Al acto asistió el Claustro general y una numerosa y distinguida concurrencia.

De conformidad con las disposiciones vigentes no se recibió juramento al graduando, sino la promesa de obedecer las leyes dictadas por la nación y la de cumplir las obligaciones que impone el grado, observándose el ceremonial aprobado al efecto en 1.° de abril último por el Rector Sr. Borao. (Fol. 24 v.)

1869 (13 noviembre). - A las siete de la tarde de ese día, en el salón de actos, bajo la presidencia del Rector D. Jerónimo Borao, y con asistencia del gobernador civil D. Nemesio Fernández Cuesta; el regente de la Audiencia territorial D. Juan de Mata Alvarado; una comisión del Excelentísimo Ayuntamiento y numerosa y distinguida concurrencia, se celebró la inauguración de las enseñanzas gratuitas para la clase obrera.

Estas fueron: Derecho político, Antropología e Higiene pública, Historia de España, Aritmética y Economía doméstica, Gramática, Perfección de lenguaje y Moral social, a cargo de los Sres. D. Mariano Amoribieta, Rogelio Moreno Rey, Amado Arpal, Plácido Laguarta, Germán Ripollés y Ricardo Ortiz, alumnos aventajados de la Universidad, que generosamente se ofrecieron a dar las clases.

1870 (19 abril). - Con el título de Academia filosófico- literaria de Zaragoza se había instalado en 1.° de febrero del expresado año una sociedad enaltecedora de las letras patrias, compuesta por los graduados y cursantes de la Facultad de Filosofía y Letras, en esta Universidad literaria (1).
(1) Tenía por objeto el estudio y discusión de proposiciones o temas de las asignaturas que componían la expresada facultad, para acostumbrar a los alumnos a la exposición o controversia de las ideas. Sus individuos eran de tres clases: Académicos, Académicos profesores y Académicos honorarios. A la primera pertenecían todos los alumnos matriculados en la facultad; formaban la segunda los que tienen el título de Bachiller en la facultad, pertenezcan o no a ella, y constituían la tercera el Claustro de la facultad y los que hubieren obtenido un título de consideración y fueran de reconocido mérito.

Esa Academia tomó en una de sus sesiones ordinarias el acuerdo de consagrar al ilustre vate D. José Zorrilla una sesión extraordinaria, la que había de celebrarse en el Paraninfo de la Universidad, con inusitada pompa.

Dada cuenta del acuerdo al Rector Sr. Borao, acogió éste con entusiasmo la idea, el cual nombró una comisión compuesta de los Sres. Pina, Ledesma, Soler, Fuster y Hernández Fajarnés, a la cual se concedieron amplias facultades para la organización del acto.

Este tuvo lugar el 19 de abril, ante lo más notable y escogido que encerraba en aquella época la capital de Aragón. El Paraninfo de la Universidad presentaba deslumbrador aspecto, adornado todo él con gusto y riqueza extraordinarias; figurando, no solo la espléndida colección de tapices de nuestro Centro de enseñanza, sino los más notables de la riquísima que poseía la Iglesia de San Pablo, generosamente cedidos por su Capítulo y Junta parroquial.

(Lámina 15, pág. 437. Uno de los más ricos tapices que conserva esta Universidad. Fot Mora. Asunto histórico.)

Zorrilla recibió aquel día el tributo de admiración y cariño de este pueblo, noble y generoso, que le aclamó con el mayor entusiasmo.

Pronunciaron elocuentes discursos los Sres. Borao, Pina y Hernández Fajarnés; leyeron poesías los Sres. Clariana, Comelerán, Blasco, Laita y Salinas, y, por último, el poeta excelso, el cantor popular de nuestras gestas gloriosas, leyó, con aquella entonación que él solo poseía, una inspirada composición a la Academia dedicada, y algunas bellas rimas de su álbum a Rosa, recibiendo al final de ellas el homenaje de Zaragoza. (Fol. 27 al 30).

1871 (28 septiembre). - En ese día visitó la Universidad de Zaragoza S. M. el Rey

D. Amadeo I, con objeto de repartir en su Paraninfo los premios a los expositores de la Aragonesa de 1868.

Poco antes de la una de la tarde se presentó el monarca, siendo recibido en la puerta del edificio por todo el Claustro, con insignias, el profesorado del Instituto y Escuelas especiales y los maceros.

En el Paraninfo se encontraban todas las autoridades y corporaciones de Zaragoza, así como la Junta en pleno de la Exposición y numerosísimo público que aclamo al monarca.

Se pronunciaron elocuentes y sentidos discursos por los Sres. Royo (Mariano), Rector; D. Jerónimo Borao; Gobernador civil, y Alcalde de Zaragoza, Sr. Mariné.

Terminado el acto el Monarca visitó la Universidad, deteniéndose en la Biblioteca, examinando en ella las obras más raras y curiosas. (Fol. 48).

1874 (27, 28 y 30 de noviembre). - En estos días se registraron en esta Universidad algunos desórdenes, por secundar estos escolares la actitud de los de Madrid, en demanda de la abolición de los Decretos de 29 de julio y septiembre que restringían la libertad de enseñanza.

En esas algaradas, los alumnos de la facultad de Medicina se abstuvieron de toda manifestación y se presentaron espontáneamente al Rector, para prestarle completa sumisión a sus órdenes y a las del Gobierno habiendo influído mucho su decano D. Jenaro Casas.

1875. - Del 20 al 21 de enero de ese año visitó Zaragoza el Rey Don Alfonso XII; fue cumplimentado por la Universidad; su Rector, en nombre de la misma, asistió al banquete de gala que dio el Monarca; por falta de tiempo no visitó la Universidad.

1875 (22 de febrero). - Fue colocada en la Sala Rectoral una urna severa y de buen gusto, que encerraba los restos del Cardenal Xavierre.

Se construyó en los talleres de ebanistería de D. Mariano Chicot; era de palo santo, el interior de caoba, las molduras y talla de nogal, unas veces mate y otras tocadas con mina de plomo o con negro, la leyenda de limoncillo en rehundido, que semejaba oro mate; la planta era rectangular y apoyaba por los cuatro ángulos en otros tantos pies de género follado; las caras o planos laterales estaban cortados en trapecios, ostentando el frente principal una inscripción y el opuesto las armas de la Universidad en medio relieve; llegada la urna a sus máximas dimensiones encaja sobre ella la tapa, lentamente relevada, sobre la cual, para coronamiento, hay una meseta que soporta el gracioso remate de la obra; éste consistía en un grupo alegórico cuyo asunto principal es un vaso cinerario cubierto a medias por un velo, y al pie un libro, una pluma, una antorcha y un capelo que descuelga su triple encordonadura por fuera de su base. Los cantos son a chaflán y con adornos a los extremos; las caras, filetadas; los fondos, barnizados, y los relevados, mate.

La repisa o cartela en que se asentaba era de bastante importancia con relación a la urna, y tenía en su centro una alegoría de la muerte representada por un reloj de arena, una corona que le circuye y al lado unas palmas exteriores que anuncian la gloria póstuma.

La inscripción estaba así repartida:

CARDENAL

FRANCISCO JAVIERRE

CATEDRÁTICO EN ZARAGOZA, SU PATRIA

1543- 1608.

Los artistas fueron: de la obra en general, Mariano Chicot, y de la talla, Manuel García.

El coste de la urna fue 250 pesetas, y el de la repisa, 105.

1875 (17 diciembre). - Se hizo en este día la distribución del legado que para estudiantes pobres había dejado D. Mariano Gil y Alcalde, alumno que fue de esta Universidad y Presidente de Sala de la Audiencia de Pamplona. La distribución se hizo en la siguiente forma: Facultades: Seis alumnos a 3.000 reales; veintiuno íd. a 2.500; diez íd. a 1.000.

Farmacia y Notariado: Tres alumnos a 1.500 reales.

Instituto: Un alumno a 2.000 reales; cinco íd. a 1.500; tres íd. a 1.000.

Escuela de Veterinaria: Tres alumnos a 1.000 reales; siete íd. a 220.

1876 (1° octubre). - Se inaugura el nuevo Paraninfo de la Universidad.

El antiguo, destruído por las minas francesas, así como una gran parte del edificio, había sido habilitado después del año 1809 para que en él pudieran celebrarse los actos académicos, haciéndose en él las reparaciones más precisas a dicho objeto encaminadas.

Pero cuando estos actos se celebraban, a todos los concurrentes saltaba a la vista la modestia, la sencillez, aun la pobreza del Paraninfo de nuestra Universidad.

Se hicieron, pues, en él ese año importantes reformas, no solo de construcción- encaminadas éstas a darle más luz, pues el anterior era muy lóbrego - , sino de adorno, embelleciéndolo todo lo posible.

En él se colocaron, a más de los retratos de Juan II, Carlos V y Cerbuna, los de los Papas Sixto IV y Julio III, más los de D. Juan Marco y Pignatelli, Rectores; Bartolomé Argensola y Jerónimo Blancas, como insignes alumnos, y los de Jerónimo Xavierre, Juan Costa, Juan Sobrarias y José Suñol, como distinguidos representantes de las cuatro facultades.

También se colocaron dos lápidas de mármol blanco, y a los costados de las dos, cuatro medallones imitando bajos relieves en cobre; aquéllas contenían, la una, los Fastos o épocas célebres de la Escuela desde sus más remotos tiempos, y la otra, los nombres de los Reyes que han honra- do con su presencia la Universidad.

El coste de las obras fue de unas 20.000 pesetas.

Este Paraninfo fue reformado en los años 1909 a 1910; pero en tal forma, que, a pesar de toda la riqueza y ostentación - de muy mal gusto - que en él se quiso poner, no ha sido empleado casi por la Universidad desde esa fecha, estando no sólo en proyecto, sino en principio de ejecución otra reforma de verdadera importancia; hoy la Universidad celebra sus actos académicos en el hermoso salón a ellos destinado en la Facultad de Medicina y Ciencias.

1876 (20 marzo). - Los estudiantes de esta Universidad celebran en este día una brillante cabalgata para solemnizar las fiestas de la Paz por la terminación de la guerra carlista.

En dos carretelas, adornadas, unos, y otros a pie, vestidos con trajes usuales y llevando las banderas de sus facultades, recorrieron una parte de la población saludando a las autoridades y repartiendo millares de ejemplares de poesías escritas expresamente para este objeto por los señores D. Santiago Arnal y D. Juan Herrera.

El acto fue patrocinado por la Universidad.

1876. - Con motivo de la proclamación de Alfonso XII, el Claustro de la Universidad acordó colocar el retrato del Monarca en sitio preeminente, encargándolo a D. Félix Pescador, hijo menor del conocido artista y profesor de la Escuela de Bellas Artes, D. Mariano. fue pintado en París y se recibió en Zaragoza y colocado en el despacho rectoral, en 12 de marzo de 1875.

Con ocasión de este retrato de D. Alfonso consignaremos que en esa época formaban la colección moderna los siguientes: el de D. Pío Laborda, obra de D. Bernardino Montañés; el de D. Eusebio Lera, obra de D. Nicolás Valdivia (los dos regalados por ellos o sus familias); el de D. Francisco Luján, pintado por Carlos Larraz, en Madrid, a presencia del original, año 1856, por precio de 3.000 rs. v.; el de D. Pedro Cerbuna, hecho por Valdivia, teniendo presente el que existe en Tarazona; el de Isabel II, por el mismo autor (1863), ajustado en 2.500 reales; el del Marqués de Orovio, pintado por Montañés, sobre el original, en 1868 y su precio 3.000 reales, y el de D. Amadeo, trabajado en Madrid por Valdivia, el año 1875, cual costó 3.090 reales.

1878 (24 octubre). - En este día visitó la Universidad de Zaragoza S. M. el Rey D. Alfonso XII, durante su estancia en esta ciudad y a su regreso de revistar las tropas del Ejército de ocupación de las provincias del Norte. En ese día y a las tres y media de su tarde, el

Monarca se presentó en nuestro primer Centro de enseñanza, siendo recibido en el atrio por el Sr. Rector y Claustros de la Universidad, Instituto y Escuelas especiales, en traje académico; el Rector le dio la bienvenida en nombre de todos, contestando S. M. en frases muy lisonjeras, manifestando el placer que tenía en visitar esta Escuela ilustre. Acto seguido pasó a los gabinetes de Física y Química y Paraninfo; en éste el Rector explicó al Monarca el decorado del local, a lo que contestó D. Alfonso que "había tenido mucho gusto en oírle, estando muy oportuno", dando por terminada su visita y pasando al Instituto de segunda enseñanza.

1878 (23 noviembre). - Muere en ese día el ilustre escritor aragonés y Rector de esta Universidad D. Jerónimo Borao. Al siguiente se celebró su entierro, acompañando sus restos a la fúnebre morada todo el Claustro de la Universidad en traje académico y con insignias, siendo portadores de las cintas que pendían del féretro, tres por los respectivos decanos y tres por los alumnos, presidiendo el duelo el Vicerrector D. José Nadal, el Sr. Presidente de la Audiencia y el Sr. Barón de la Linde, Rector que había sido de esta Universidad.

El 2 de diciembre de ese año, en la parroquial iglesia de San Lorenzo, se celebraron solemnes exequias en sufragio del alma del finado, costeadas por la Universidad y a las que concurrieron todas las autoridades, entidades y corporaciones de Zaragoza.

1881 (25 mayo). - La Universidad celebró con extraordinario lucimiento el segundo centenario de D. Pedro Calderón de la Barca.

Al acto concurrieron todas las autoridades, corporaciones y entidades de esta ciudad y numeroso y distinguido público.

Se hizo el reparto de premios y lectura de las composiciones premia- das del certamen que la Universidad había convocado; fueron laureados: D. Cipriano Muñoz y Manzano, de Zaragoza; D. Honorato de la Saleta, de íd.; D. Pablo Cáceres de la Torre, de íd.; 
D. Baldomero Mediano y Ruiz, de íd.; D. Antonio Anguiar y Gascón, de Palma de Mallorca; D. José Jackson Veyán, oficial de Telégrafos; D. Valentín María Carbonell; D. Carlos Vara y Aznárez, alumno de esta facultad de Derecho, y D. Carlos Fernández Shaw.

1893 (17 y 18 octubre) (1) . 
(1) Aunque en el capítulo correspondiente del primer tomo ya damos noticia de las fiestas que esta Universidad celebró en honor de su fundador y para solemnizar la inauguración del hermoso edificio destinado a las Facultades de Medicina y Ciencias, publicamos en estas efemérides el programa completo de aquellos actos.
- FIESTAS ACADÉMICAS DE LA UNIVERSIDAD LITERARIA DE ZARAGOZA, PRESIDIDAS POR EL EXCMO. S R . MINISTRO DE FOMENTO, CON ASISTENCIA DE LAS AUTORIDADES, CORPORACIONES Y CLAUSTRO GENERAL EXTRAORDINARIO.

Día 17. - Solemnes exequias por el venerable fundador de la Universidad, D. Pedro Cerbuna, en el Santo Templo Metropolitano de La Seo, a las once de la mañana, asistiendo el Emmo. y Rvmo. Sr. Cardenal Arzobispo, Reverendos señores Obispos invitados, que concurran, y Excelentísimo Cabildo; pronunciará la oración fúnebre el Muy Ilustre Señor Canónigo, Dr. D. Florencio Jardiel.

El mismo día, a las cuatro de la tarde, tendrá lugar, en el Paraninfo de la Universidad, una sesión literaria por el orden siguiente:

I. Lectura del Acta por el señor Secretario general.

II. "Gloria a Cerbuna", himno cantado por alumnos de las distintas Facultades, con acompañamiento de orquesta; Dr. Ruiz de Velasco.

III. "La Universidad fundada por Cerbuna", discurso por D. Alvaro de San Pío; premio extraordinario de la Facultad de Filosofía y Letras.

"El estudio de la Teología en la antigua Universidad", discurso por D. Miguel Asín, alumno de Filosofía y Letras y del Seminario Conciliar.

IV. "Colombe", melodía por la orquesta; Gounod.

V. "Los Maestros de Jurisprudencia en la Universidad de Cerbuna", discurso por D. Alberto Martín Costea; premio extraordinario de la Facultad de Derecho.

"La antigua enseñanza de Medicina en nuestra Universidad", discurso por D. José García Belenguer, alumno de esta Facultad.

VI. "Pizzicato", por la orquesta; Morley.

VII. "Ilustres aragoneses que cultivaron las ciencias en la época de Cerbuna", discurso por D. Joaquín Gimeno y Riera, alumno de la Facultad de Ciencias.

Día 18. - A las dos de la tarde, solemne inauguración oficial del edificio de las Facultades de Medicina y Ciencias.

Recibidos por el Claustro extraordinario el Excmo. Sr. Ministro de Fomento, Autoridades y Corporaciones invitadas, subirá al Salón de Actos toda la Comitiva.

Inmediatamente:

I. El Secretario general dará cuenta de los Reales Decretos relativos a la construcción del edificio y establecimiento de la Facultad de Ciencias físico-químicas y físico-matemáticas.

II. Memorias sobre las Facultades de Medicina y Ciencias en nuestra Universidad, por los respectivos Decanos de las mismas, excelentísimo Sr. D. Nicolás Montells y M. I. Sr. D. Bruno Solano.

III. Breves discursos de felicitación, por los muy ilustres señores Decanos de Derecho y de Filosofía y Letras, D. Clemente Ibarra y don Pablo Gil.

IV. Inaugurado el edificio, el Excmo. Sr. Ministro de Fomento abrirá el Curso de Conferencias y pronunciará la primera, en el Salón destinado a dicho Curso.

ADVERTENCIA.

Los autores de esta obra se complacen en hacer público el testimonio de su gratitud a la Universidad de Zaragoza (unizar.es), que, secundando con entusiasmo los nobles propósitos del Patronato Villahermosa - Guaqui, ha tomado a su cargo la publicación de este segundo volumen de su "Historia...

CORRECCIONES.

Pág. 39, líneas 33 y 37, donde dice Consejo léase Colegio, y donde se ha puesto Joaquín debe leerse Francisco.

Pág. 55, línea 4, donde dice Fraise léase Fraire.

Pág. 77, en la última línea, dice Gil y Zárate; debe decir Gil de Zárate.

Pág. 82, línea 10, donde dice Putribus léase Pulsibus.

Págs. 83, 84, 86, 87, 88 y 90, donde dice Boerabe léase Boerhaave, que es el verdadero apellido del médico holandés a que se hace referencia en los planes de estudio.

Pág. 132, línea 31, dice: Fernández Caballero; léase Francés Caballero.

Pág. 134, línea 30, donde dice Lorenzo de Palo debe leerse Lorenzo de Polo.
Pág. 179, penúltima línea de la nota, donde dice Vierges debe decir Verges.

Pág. 202, nota (2), línea 28 de la misma, donde dice Deysola, léase Deysoba.

Pág. 213, línea 27, dice Aris; léase Arias.

Pág. 234, línea 31, dice: Bernabé; debe decir Bernardo.

Pág. 238, en la línea 13, a la signatura topográfica que en ella figura debe añadirse esta otra: 20 | 2.906. Pág. 249, línea 7, debe hacerse lo mismo en aquella signatura topográfica, añadiendo esta: 20 | 2.951. En la misma página, en la línea 34, dice 3.031, y debe decir 3.033.

Pág. 240, línea, 35: además de la signatura topográfica que figura, auméntese 20 | 2.951.

Pág, 241, línea 25, hágase lo mismo, añadiendo 21 | 3.036, y en la misma página línea 32, donde figura la cifra 2.697, léase 2.967.

Pág. 242, en la última línea, la cifra de la signatura topográfica es 26 | 2.968 y debe ser 20 | 2.968.

Pág. 311, línea 32, donde dice Julio léase Tulio.

Índice alfabético e índice de capítulos. 
SE OMITEN. (Comienzan en la pág. 449 del pdf.
FINAL de la obra
).

Tomo II, CAPÍTULO XIII, ÚLTIMO PERÍODO UNIVERSIDAD AUTÓNOMA.

CAPÍTULO XIII

ÚLTIMO PERÍODO DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA.

LA POLÍTICA EN LA UNIVERSIDAD. - "LA TERTULIA PATRIÓTICA". - LIBERALES Y ABSOLUTISTAS. - INTENTOS DE SUPRESIÓN DE ESTA UNIVERSIDAD. - GESTIONES PARA IMPEDIRLO EN DIVERSAS ÉPOCAS. - PROPÓSITOS FRUSTRADOS DE SUS ENEMIGOS.

En lo que a la enseñanza se refiere, relatado queda ya todo cuanto podíamos decir, en los diversos capítulos de este libro, que alcanza hasta las últimos planes de estudio de 1845 y 1857, cuando las Universidades españolas perdieron su independencia.

Vamos a estudiar en éste algo que no es docente, pero que está íntimamente relacionado con el ambiente de la época, el cual envolvió a nuestros universitarios; son los últimos momentos de nuestra Universidad autónoma y libre.

Hubo un período en la Historia moderna de nuestra patria, verdaderamente tormentoso; nos referimos a las enconadas luchas entre liberales y absolutistas; entre los partidarios de la Constitución hecha en Cádiz, en plena guerra con el francés, y los que, enemigos de esas Cortes y de esa Constitución, querían a todo trance el gobierno absoluto de Fernando VII. No vamos aquí a reseñar esas luchas entre unos y otros partidarios, pero sí la parte que en ellas tomó nuestra Universidad, la cual no pudo o no supo sustraerse a ellas.

Terminada la guerra de la Independencia, se sentó Fernando VII en el trono de sus mayores; pero no por eso gozó de paz España y de tranquilidad: las luchas políticas y religiosas enconaron los ánimos, desataron las pasiones de tal modo, que nuestra desventurada patria fue teatro de sangrientas escenas, de hechos cruentos que llevaron a todos los ámbitos la perturbación y el desorden.

Fernando VII, aquel Monarca tan "deseado" por sus súbditos y por el que se vertieron torrentes de sangre española, comenzó su reinado aboliendo la Constitución, que en un principio había jurado, dando comienzo la batalla entre liberales y realistas, que ocasionó gran número de víctimas y que tuvo su primer desenlace en la sublevación militar acaudillada por Riego y Quiroga, que estalló en Las Cabezas de San Juan, el 1.° de enero de 1820, y cuya conspiración se propagó a varias ciudades, entre ellas Zaragoza; estos hechos obligaron al Monarca español a abolir el Santo Oficio, restablecer la Constitución del año 1812 y convocar Cortes.

Ya en 1814 la Universidad había elevado a las Cortes el siguiente mensaje:

"Señor: La feliz traslación del Gobierno español al centro de la Península, tan vivamente deseada por todos los buenos, excita los patrióticos sentimientos del Claustro de esta Universidad, que dirige sus votos a los representantes de aquella nación leal y vizarra que dio exemplo a las demás de Europa en constancia 7 energía para sacudir el yugo francés. = Dígnese V. M. recibir la gratitud y memoria de este Cuerpo Literario, por sus desvelos en favor de la Monarquía y por las gracias particulares que ha dispensado a esta Escuela. = Nuestro Señor prospere a V. M. como necesita la Patria. = Zaragoza, febrero 12 de 1814. = Por el Claustro de la Universidad Literaria... = A. S. M., Las Cortes Generales". (Fol. 157, G. núm. 45).

De su presentación se encargó el diputado D. Juan Francisco Martínez, el cual pocos días después mandaba a la Universidad la siguiente carta:

(Lámina 14, pág. 407. FERNANDO VI (es el VII). (Fot. Mora). Retrato de Goya, Museo Provincial.)

"Illmo. Señor: Muy señor mío y de todo mi respeto: Hoy se ha dado cuenta en el Congreso de la exposición de V. S. I. felicitando a las Cortes por su traslación a esta capital de la Monarquía, y se ha puesto en el acta el Decreto acostumbrado de haberla oído con agrado. = Con esto creo haber satisfecho puntualmente el encargo que V. S. I. se ha servido hacerme, y deseo complacerle en asuntos de mayor entidad. = Dios guarde V. S. I. muchos años. = Madrid 19 de febrero de 1814. = Illmo. Señor: B. L. M. de V. S. I. su más atento servidor y cap.n Juan Francisco Martínez. = Illmo. Sr. Rector y Claustro de la Universidad de Zaragoza". (Fol. 163, G. núm. 45).

El triunfo de los liberales provocó las consiguientes manifestaciones patrióticas, fundándose centros y sociedades en muchas poblaciones, en los cuales se ensalzaban los principios de Libertad y Constitución.

En 13 de abril de 1820 se había fundado en la nuestra por todos los amantes del sistema constitucional una Sociedad patriótica (1), que ese mismo día tuvo su domicilio social en el Teatro mayor (Paraninfo) de nuestra Universidad, según acuerdo del Claustro, que por unanimidad dispuso franquearlo a los socios de la misma. (Fol. 107, G., núm. 52).

En 26 de octubre de ese mismo año las Cortes relevaron a los sesenta y nueve exdiputados de las ordinarias de 1814, que firmaron el manifiesto o representación al Rey y que llevaba la fecha de 12 de abril de aquel año.

A dichos exdiputados se les privaba de todos sus empleos, cargos públicos, pensiones, honores y condecoraciones; entre ellos se hallaba el doctor de este Claustro Universitario y arcediano de Daroca D. Juan Francisco Martínez; el jefe político de la Región lo comunicó a la Universidad, para que ésta exonerara a dicho señor.

En 3 de agosto ya vemos a los milicianos que piden, y se les concede, autorización para que en los patios de la Universidad hagan el ejercicio de armas de sargentos y cabos (fol. 124, G., núm. 51) y en 10 de diciembre del siguiente año se acuerda por el Claustro facilitar el Teatro, para que en él celebren sus reuniones los electores del partido.

(1) Reglamento | formado por la Sociedad patriótica | de la Ciudad de Zaragoza | aprobado | en las sesiones celebradas en los días catorce y quince de Abril. | Impreso por disposición de la misma. | (Adornito). - En la Imprenta de Andrés Sebastián | año 1820. - 8.°; 20 págs. con portada. - (B. S. Carlos, Zaragoza).

La Tertulia patriótica, aquella Tertulia que hemos dejado instalada en el Paraninfo de nuestra Universidad, llegó un día en que el retrato del Monarca Emperador Carlos I, instaurador de este centro de enseñanza, y que ocupaba el testero principal, molestó a los socios que la formaban, porque en el reinado de aquel Emperador estuvieron muy oprimidas las libertades patrias; y llevaron su audacia a pedir, por medio de los asesores de la Universidad, que ésta quitara del sitio donde se hallaba colocada la efigie del augusto monarca, y el asunto se trató en Claustro celebrado el 15 de marzo de 1822, bajo la presidencia del Rector D. José Antonio Marco, y en él los asesores expusieron que los individuos de la Tertulia miraban con extrañeza que en la sala del Teatro Mayor, donde celebra sus sesiones, estuviera colocado al frente el retrato del Emperador Carlos V (1), y el Claustro, dócil y complaciente, acordó sustituirlo con el de Fernando VII, y si éste no se hallaba muy a mano con el del fundador Cerbuna, aunque fuera poniendo un obispo cualquiera con una inscripción al pie que diga que es Cerbuna.

Para qué hacer comentarios; los lectores los harán del grado que gusten.

Rápidamente varían los acontecimientos en España; los cien mil hijos de San Luis, al mando de Angulema, toman a Cádiz, donde se habían refugiado las Cortes y el Rey, que se había visto obligado a asistir a ellas; disuelven las primeras, libertan al segundo que empieza a ejercer, nuevamente, su poder absoluto (30 de septiembre de 1823), declarando nulo todo lo hecho desde el 17 de marzo de 1820 y vemos que nuestra Universidad pasa rápidamente de constitucional a absolutista.

(1) Hasta tiempos muy modernos estuvo arrinconado el retrato del Monarca Emperador, del que erigió la Universidad de Zaragoza; en el manuscrito ya citado varias veces "Registro de las reformas y sucesos notables...", al fol. 56, se dice: "De la numerosa Galería que ostentaba el Claustrillo de la Universidad de Cerbuna, sólo uno respetaron las minas francesas: el retrato del magnífico Emperador Carlos Quinto. Maltratado por aquel suceso y por incuria (el que escribió estas líneas ignoraba el acuerdo del Claustro) recientemente, el Rector Sr. Hernández Fajarnés acordó su restauración, encomendándola al insigne pintor D. José González, quien la hizo de manera tan hábil y primorosa (aparte la economía de la difícil obra) que dicho retrato, además de veneranda y única reliquia de la antigua Universidad, que tributó este homenaje al invicto César, es testimonio perenne de la gratitud debida a quien acordó instituirla años antes de que Cerbuna la fundase en el solar de los antiquísimos Estudios de Zaragoza". Hoy ocupa ese retrato el testero principal del salón de actos de la facultad de Derecho.

Queda disuelta la Tertulia patriótica; de sus papeles se incauta el Claustro, según órdenes superiores; por el Inventario de ellos, que publicaremos oportunamente, vemos que Valero Roces, bedel de la Universidad, cobraba y pagaba cantidades de la Tertulia, como si en ella ejerciera las funciones de conserje.

En 9 de junio de 1823, y cumpliendo las recibidas de la Regencia, el Claustro acuerda que en la Capilla de la Escuela se celebre un aniversario en sufragio de las almas de los que han muerto en defensa del Altar y del Trono; tuvo lugar dicha solemnidad religiosa el 16 del expresado mes, invitándose al Ayuntamiento.

En 30 del mismo mes se acuerda felicitar a la Regencia por su instalación; enviándola el siguiente documento:

"Serenísimo Sr.: El Rector y Claustro de la Universidad literaria de Zaragoza se apresura a ofrecer a V. A. S. el homenaje más respetuoso por su gloriosa instalación, y sus más ardientes votos por la prosperidad y acierto de V. A. S. en el Gobierno de la desgraciada España, cuias riendas toma, después de sus más amargos y aciagos días. = Vacilaba el trono, caía el Altar, y la Nabe del Estado iba a sumergirse, quando la providencia cambió felizmente nuestra lamentable situación y se puso V. A. S. al frente de los negocios públicos. Todas suertes de dichas se esperan de V. A. S., pero principalmente la de que un día pueda entregar al Monarca el cetro de oro, que ahora le conserva en depósito, para el momento venturoso de su redención con toda la Real Familia. = El espíritu público está de parte del Rey Nuestro Señor, y por su poder anterior del 7 de marzo de 1820 y de parte de V. A. S., si así lo procura. Este cuerpo literario pedirá al Cielo todas sus bendiciones para V. A. S. y que le comunique las luces que sólo vienen de lo Alto, y que en vano se apropia el hombre reducido de su orgullo y de una infernal filosofía; los efectos funestos de estos dos falsos principios son los que tanto nos hacen llorar y han traído las lágrimas continuas a los ojos de todos los buenos españoles, siendo muchos los casos en que cada uno de ellos, como otro Iteli, no se dolía ni moría por la pérdida de sus hijos, sino por la del Arca Santa. Zaragoza. (Sin fecha). (G., núm. 54, fol. 145).

Al principio hay la siguiente nota:

"Con carta misiva al Sr. Dr. D. Josef Duaso se ha de embiar para el Martes en papel blanco lo siguiente, dirigiéndolo al Agente".

En esa misma fecha y cumpliendo una orden del Ministro de Gracia y Justicia Sr. Calomarde, se acuerda se cante en la capilla de la Universidad un solemne Te Deum en acción de gracias por la entrada en España del ejército libertador y que se hagan rogativas por la libertad y fidelidad del monarca.

Pocos días después, el 8 de julio, la Universidad acuerda pedir el restablecimiento de la Inquisición, a cual efecto se redacta, se imprime y se remite la siguiente

"Representación del Ilmo. Claustro de la Universidad Literaria de esta capital de Zaragoza A. S. A. Sma. La Regencia del Reino, en solicitud del restablecimiento del Santo Tribunal de la Inquisición. = Serenísimo Señor: El Claustro de Rector, Consiliarios y Catedráticos de esta Universidad literaria, con el más debido respeto hace presente a V. A. S.: Que si todos los españoles amantes de su Religión Católica tienen un derecho para elevar sus voces a V. A. S. por sí, o los Ayuntamientos que los gobiernan, y son los verdaderos y legítimos órganos de la voluntad general, para que se digne restablecer el Santo Tribunal de la Inquisición, con mucha más razón pueden alegarlo las Universidades literarias, y muy particularmente la de esta capital de Zaragoza, donde puede decirse con gloria, subiendo hasta la más remota antigüedad, hallarse la cuna de la fe católica que profesa toda la nación española. Las Universidades literarias, Serenísimo Señor, son las depositarías de toda doctrina y los encargados de dirigir la instrucción de la juventud, que un día ha de ocupar los primeros empleos de la monarquía.

"Las Universidades literarias son unas verdaderas auxiliares del Gobierno mismo, y de los desvelos ardientes del Santo Tribunal de la Inquisición, porque en vano trabajarían los primeros, si en las escuelas públicas, lejos de haber un concierto y armonía con sus providencias, se esparciesen semillas, que un día produjesen el amargo fruto de la impiedad y libertinaje...

"Este es un dilema infalible en nuestra España católica y religiosa, o Constitución o Inquisición; aquélla excluye a ésta por sus principios de libertad y republicanismo, y la Inquisición se opone directamente a uno y otro como dique, que contiene el verdadero libertinaje; con Constitución o Carta Constitucional, por más templada que se suponga, cae la Inquisición, y si aquéllas son contra la voluntad general de los religiosos españoles, la Inquisición es de su voto y deseo … las llamadas Cortes generales y extraordinarias de Cádiz, cuando lo extinguían en su determinación de 22 de febrero de 1813 dijeron en el artículo 2.° del capítulo 1.° El Tribunal de la Inquisición es incompatible con la Constitución; pues también los religiosos españoles dicen lo mismo en contrario sentido: No queremos la Constitución; pues queremos la Inquisición...

"Esta Universidad literaria, altamente convencida de la importancia del restablecimiento del Santo Tribunal de la Inquisición, se abstiene de hacer su defensa por creer hallarse ésta de parte de sus apologistas, bien conocidos a V. A. S. y de la benignidad y justicia en sus procedimientos y sólo presenta toda su apología en la imperiosa y precisa necesidad de su reparación. Tampoco quiere alegar por mérito que en el reinado feliz de los Reyes Católicos, el primer inquisidor aragonés, que perdió la vida por su zelo, perteneció a esta Escuela, y a este Cabildo Metropolitano, con gloria de estos dos dignos y respeta- bles Cuerpos: Por todo lo expuesto, "Suplica a V. A. S. se digne mandar el restablecimiento del Santo Oficio de la Inquisición, para la conservación de la pureza de la fe, de la moral y el Trono, en lo que recibirá singular merced, y como así lo espera del acendrado catolicismo de V. A. S. Zaragoza 8 de julio de 1823. = Serenísimo Señor. - A L. P. de V. A. S. = Dr. Gregorio Peña y Garro, Rector, y Pro- Cancelario. = Siguen las firmas de los Consiliarios y Catedráticos. = Gregorio Ligero, Secretario. (Al pie). = Con Licencia | en Zaragoza: En la Imprenta de Miedes, | año 1823, 2 hojas folio", (B.U.Z., G., núm. 54, fol. 134).

Pero la fiebre absolutista de nuestros universitarios de aquella época llega a más todavía: se acuerda enviar a la Regencia la siguiente representación, pidiendo que no haya Cortes:

"Serenísimo Señor: El Rector y Claustro de la Universidad literaria de Zaragoza, en el Reyno de Aragón, a V. A. S. con el más profundo respeto expone: Que por demasiado pública ha llegado a herir sus oídos la voz casi general y melancólica de que al regreso de S. M. al Trono de sus mayores podrán establecerse Cámaras de Diputados con carta Constitucional, sin que se le permita sentarse en él, con aquella magestad de que gozaba antes del 7 de marzo de 1820.

"No permita V. A. S. este gran desastre, que vendría a ofrecer el triste resultado de querer curar una enfermedad política, que la harían incurrir en otra semejante.

"Imperium multorum hand bona res, decía ya Homero en su famosa Iliada, Rey unicus esto, infiriéndose que no debe haber sino un Imperante, de modo que el Rey no sea sólo un mero ejecutor de las Leyes que la multitud formó; los gritos, las opiniones y dictámenes encontrados están diametralmente opuestos a la calma que ha menester el Solio de la Ley.

"A un solo centro, Serenísimo señor, deben dirigirse todos los puntos de la circunferencia que forma la rueda del Estado, y nunca salió templado un instrumento que manejaron muchas manos con diverso tacto y sensaciones diferentes.

"El Monarca, uniendo en sí todas las atribuciones supremas, evita y contiene de un solo golpe las incorrecciones y tumultos populares, y el secreto en los Consejos y en las mismas providencias con la uniformidad, actividad y claridad en su ejecución, no son ni pueden ser los caracteres de un Gobierno representativo, donde las pasiones se hallan siempre en choque y agitación, sino del de uno solo independiente y absoluto. Por tanto,

"A. V. A. S rendidamente suplican se sirva impedir de todos modos el Establecimiento de Cámaras o Carta Constitucional, y que sea sorprendido sobre este importante asunto el ánimo de S. M. a su regreso al Trono en el momento dichoso de su libertad, por convenir así a la Religión y a la Patria. - Zaragoza 20 de septiembre de 1823". (Rubricado). (G., núm. 54, fol. 148).

En 10 de octubre se adorna la fachada de la Universidad por el triunfo de los 100.000 hijos de San Luis y la liberación del Rey, dándose comisión a los Sres. Suaso y Castiel para felicitar a S. M. en nombre de la Universidad; en 1825 (20 de octubre) se declara que los jefes y oficiales de voluntarios realistas pueden acudir a los actos literarios con su uniforme; y en 1827 se recibe y se acuerda cumplimentar en todas sus partes la Real Cédula de S. M. y Señores del Consejo, por la que se manda guardar y cumplir la Bula, que en la misma se inserta, del Papa León XII, en la cual prohíbe y condena de nuevo toda secta o sociedad clandestina, cualquiera que sea su denominación.

La muerte de Fernando VII, la elevación al trono de su hija Isabel, la protesta, a mano armada, de su tío el Infante D. Carlos M.a Isidro, protector oficial de la Universidad de Zaragoza, dieron lugar a incidentes y sucesos desagradables entre los mismos escolares, divididos en bandos, y de los cuales ya nos hemos ocupado en el correspondiente capítulo.

En 1836 la Universidad de Zaragoza, cumpliendo órdenes de la Reina Gobernadora, juraba la Constitución del año 1812 en Claustro pleno de Doctores.

***

Muchas de las Universidades españolas arrastraban, a mediados del pasado siglo, una existencia lánguida y miserable por falta de medios pecuniarios, con los cuales atender dignamente a las dotaciones de sus cátedras; pero encastilladas en sus privilegios pugnaban por sostenerse contra todo y contra todos, a pesar de su escasa matrícula y de lo mermado de sus rentas.

Los diversos planes de estudios, dados en la primera mitad del siglo XIX y que iban lentamente centralizando la enseñanza e hiriendo de muerte la autonomía universitaria, no era suficiente para que determinados centros docentes comprendieran la necesidad en que se hallaban de desaparecer, para que de este modo pudieran vivir más esplendorosamente, en bien de la enseñanza, los que por sus timbres de gloria y sus medios económicos podían desenvolverse con más amplitud e independencia.

Cerca de cuarenta Universidades llegaron a existir en España: tuvieron Universidad Alcalá, Almagro, Ávila, Baeza, Barcelona, Cervera, Estella, Gandía, Gerona, Granada, Huesca, Irache, Lérida, Lucena, Luchente, Madrid, Murcia, Oñate, Orihuela, Oropesa, Osma, Osuna, Oviedo, Palencia, Palma de Mallorca, Pamplona, Sahagún, Salamanca, San Cristóbal de la Laguna en Tenerife, Santiago, Sevilla, Tarragona, Toledo, Tolosa, Tortosa, Valencia, Valladolid, Vich y Zaragoza.

La de Palencia desapareció muy pronto; la de Sahagún fue trasladada a Irache; las de Estella y Pamplona no llegaron a establecerse; de la de Tolosa, aunque dicen que se creó en 1540, no queda memoria alguna; de las de Murcia, Lucena, Luchente y Oropesa hay tan escasas noticias que no se sabe cuándo cesaron; las de Barcelona, Gerona, Lérida, Tarragona, Tortosa y Vich se refundieron en la de Cervera, desapareciendo a principios del siglo XIX la última y reapareciendo la primera; la de San Cristóbal de la Laguna no se erigió hasta fines del siglo XVIII.

A principios del siglo XIX existían las de Alcalá, Almagro, Ávila, Baeza, Cervera, Gandía, Granada, Huesca, Irache, Mallorca, Oñate, Orihuela, Osma, Osuna, Oviedo, Salamanca, Santiago, Sevilla, Sigüenza, Toledo y Zaragoza; mas como aquel plan tuvo poca vida por las circunstancias que atravesó España, subsistieron todavía algunas de ellas o se restablecieron después de la invasión francesa, hasta que la falta de recursos y las vicisitudes políticas las hicieron desaparecer.

El plan de Calomarde (1824) dejó las de Salamanca, Valladolid, Alcalá, Valencia, Cervera, Santiago, Zaragoza, Huesca, Sevilla, Granada, Oviedo y la de Toledo condicionalmente; mandando establecer una en Mallorca y otra en Canarias y dejando reducidas a Colegio-Universidad las de Ávila, Osma, Sigüenza, Orihuela y Oñate.

En 1845 existían las de Barcelona, Granada, Huesca, Madrid, Oviedo, Salamanca, San Cristóbal de la Laguna, Santiago, Sevilla, Toledo, Valencia, Valladolid y Zaragoza.

Por fin, en la reforma de aquel año, se suprimieron las de Huesca, Toledo y San Cristóbal, erigiéndose a Madrid en Central de todas las facultades, y quedando las de Barcelona, Granada, Oviedo, Salamanca, Sevilla, Valencia, Valladolid y Zaragoza con más o menos facultades; éstas son la Universidades que subsisten hoy, más la de Murcia, de reciente creación, y la parcial de La Laguna.

Tres veces estuvo la de Zaragoza amenazada de muerte: la primera, en 1829; la segunda, en 1836, y la tercera, en 1855.

Ya en los diversos estudios que se venían haciendo por los gobiernos de aquella época, para dotar a España de planes generales de enseñanza, entraba en la mente de los legisladores la supresión de ciertas y determinadas Universidades por las causas que hemos expuesto al principio de este capítulo; a este fin se les había pedido a todas datos estadísticos de los fondos y rentas con que contaban, del número de sus facultades y cátedras, sueldos de sus profesores e ingresos por matrículas y grados.

En 6 de octubre de 1829, en Claustro general, expuso el Rector que a su noticia habían llegado informes, que consideraba autorizados, de que se trataba de suprimir la Universidad de Zaragoza; la Junta de arreglo, atendiendo a la urgencia del caso, había redactado un memorial para el Monarca, en el cual se solicitaba se dejara sin efecto tal medida; también se había solicitado del Infante D. Carlos M.a Isidro, como protector de la Universidad, pusiera en juego toda su influencia cerca del Rey, para evitar lo que tal vez iba a ser pronto una realidad; también expuso el Rector se habían dirigido apremiantes cartas a diversos personajes, amantes unos, hijos otros de esta Universidad, para que apoyaran las peticiones hechas. No figuran en los libros de Gestis ni el borrador de la solicitud al Rey, ni el memorial dirigido al Infante, pero sí la carta que copiamos a continuación del Secretario de S. A., y que dice así:

"Recibí a su tiempo la carta que V. S. me escribió como Rector de la Universidad literaria de Zaragoza, de acuerdo de su Claustro general, en que me incluyó una reciente exposición del mismo al Serenísimo Señor Infante Don Carlos, dirigida a manifestarle su gratitud por la protección que S. A. le había dispensado quando se trató DE SUPRIMIRLA, A LA QUAL CONTRIBUYÓ EN GRAN PARTE EL HABERSE FRUSTRADO EL PROYECTO DE LA SUPRESIÓN.

"Así que la recibí la puse en manos de S. A., haciendo lo mismo con la misiva, y tuvo especial gusto y satisfacción en leerla. Sus deseos son, como lo han sido siempre, los de aprovechar quantas ocasiones se le ofrezcan de emplear el influxo que pueda tener en la conservación de los Cuerpos y los establecimientos útiles que el Rey N. S. se ha servido poner baxo su protección; y entre ellos la Universidad de Zaragoza es uno de los que le merecen más particular atención: TOMÓ, PUES, UN VERDADERO INTERÉS EN APOYAR SU SOLICITUD EN AQUELLA CRÍTICA OCASIÓN, y lo tomará siempre que pueda ser necesaria su mediación para facilitar la subsistencia y la prosperidad de esa ilustre Escuela.

"Como Secretario de Cámara de S. A. tengo la honra de hacerlo saber de su orden al Claustro por medio de V. S. para su inteligencia y satisfacción, y como individuo de él por mis grados de Maestro en Artes y de Doctor en ambos Derechos; QUANDO SUPE SE TRATABA DE SU SUPRESIÓN, ME APRESURÉ A CUMPLIR MI DEBER, HACIENDO INMEDIATAMENTE QUANTAS GESTIONES ESTUVIERON A MIS ALCANCES PARA IMPEDIRLO; y lo mismo haré siempre que el Claustro me considere útil al apoyo de sus justas solicitudes, pues con- tribuiré gustoso, no sólo a la conservación, sino a las mejoras y al lustre de una Escuela a quien debo la parte más principal de la instrucción científica que adquirí en mi primera juventud.

"Sírvase V. S. hacerlo así presente al Claustro general, renovándole con este motivo las veras de mi decidido afecto y de toda mi consideración. = Dios guarde a V. S. muchos años, = Madrid, 7 de noviembre de 1830. = Pascual Vallejo. = P. D. Anteayer me devolvió S. A. la carta de V. S. que se le había traspapelado; por eso he tenido que diferir hasta ahora mi contestación a ella. = (Rúbrica). = Sr. D. Joaquín de Cistué, Rector de la Universidad literaria de Zaragoza".

Por tal carta claramente se ve que los rumores eran muy ciertos y que sin la protección del hermano del Rey la Universidad de Zaragoza hubiera sido suprimida.

Nuevamente se puso sobre el tapete esta cuestión el año 1835, es decir, cuando en Madrid se elaboraban proyectos de enseñanza y nuevos planes de estudio. En Claustro celebrado el día 8 de octubre se trató de los rumores esparcidos sobre supresión de algunas Universidades y entre ellas la de Zaragoza; el Claustro acordó todas aquellas disposiciones encaminadas a evitar tan descabellada medida, que la mente de algún legislador acariciaba; hay que tener en cuenta que la Universidad no tenía ya su valioso protector, que había empuñado las armas contra Doña Isabel II.

El Claustro envió a la Reina el siguiente memorial:

"Señora: El Rector, catedráticos y doctores de la Universidad literaria de la heroica Zaragoza, después de tributar a S. M. sus más profundos respetos, hacen presente: = Que ciertas voces esparcidas sobre supresión de esta Universidad literaria, han afectado de alguna manera el civismo de los zaragozanos y con mayor intensión el de los individuos de la misma, sin que se les presente otro medio para mitigar su dolor, que depositarlo, cual hijo afligido, en el pecho tierno de su cariñosa madre. ¿No lo son ciertamente Isabel II y su Augusta Madre Cristina, de los españoles todos, de los aragoneses, de los zaragozanos?

"Los que suscriben. Señora, llenos de una idea tan dulce y consoladora y comisionados por el Gremio y Claustro de la misma Universidad, van a manifestar a V. M. las razones de apoyo y conveniencia pública para la continuación de esta Academia literaria y para que sea una de las que subsistan en el nuevo sistema que pueda establecerse; mas procurarán hacerlo. Señora, con toda aquella precisión que les sea dada, no sólo por molestar menos a V. M., cuanto que bástale a un hijo contristado descubrir la pena a su madre.

"Zaragoza, Reina y Señora, la inmortal Zaragoza, como capital antigua del Aragón, y cuya Universidad se data de la antiquísima época de César-Augusto, su fundador, tiene todas cuantas oportunidades y conveniencias físicas, morales y políticas pudiera haber tenido la famosa Atenas, cuna en un principio, y emporio en su progreso, de todas las ciencias.

"Una situación geográficamente ventajosa, poco distante de las provincias de Cataluña, Navarra, Rioja, Soria y otras; un clima saludable, casas espaciosas y cómodas, comestibles baratos. Silla arquiepiscopal con un numeroso Cabildo eclesiástico, que en sus dos Templos metropolitanos y magníficos, tributa el culto a su Dios, con aquella pompa y magnificencia que le son debidas; un Tribunal Superior de Justicia, en que los Tirones de Jurisprudencia, y aun los más adelantados pueden aprender y reducir a práctica todos sus preceptos teóricos; un Hospital Real y general en que los estudiantes de medicina encuentran un teatro anatómico, y el campo más vasto para practicar, ampliar y extender los conocimientos de la ciencia más interesante a la Humanidad; una Sociedad Económica de Amigos del País, en que se enseñan las Matemáticas, Economía civil y de Comercio, Química, Botánica, Agricultura y Dibujo; una Real Casa de Misericordia, que entre los desvalidos que abriga en su seno por fundación antigua del arzobispo Luna mantiene treinta plazas de estudiantes para otros tantos pobres, con una plaza de toros que ofrece en el curso del año varias diversiones de equitación y equilibrios, cuyos rendimientos ceden a beneficio de los hospicianos; unos paseos sumamente deliciosos; un coliseo moderno, que sobre aumentar el fondo de los propios de la ciudad, en el pie que se halla establecido en esta Capital, puede mirarse como una escuela práctica de todo linaje de virtudes, y servir por lo mismo de esparcimiento a la juventud estudiosa, que acaso no habiéndolo, podría entregarse a otras distracciones menos económicas y conformes a la moral; una Comandancia general de las armas, cuya aptitud imponente es bastante para tener a raya la fogosidad más ciega de la inconsiderada juventud escolar, aunque la de esta Universidad se ha comportado hasta el día, amante en extremo del orden, y sumisa a las autoridades constituídas; un no se qué. Señora, de clima tan fausto y propicio a las ciencias y estudios, que si no temiéramos molestar demasiado la atención de Vuestra Majestad, ni ofender de otra parte la delicadeza de tantos personajes, acompañaríamos, con mucha honra de esta Universidad, un catálogo muy numeroso de Barones muy esclarecidos e insignes por su ciencia y saber, hijos de la misma, que actualmente y al lado del Trono de V. M. se hallan prestando a la nación española servicios muy importantes en el Gobierno, Estamentos, Concejo, Tribunales; mas baste, Señora, con lo dicho.

"Pues todo este semillero tan fecundo de hombres esclarecidos, todas estas ventajas y conveniencias tan recomendables, todas, todas, Señora, desaparecerían con la velocidad de un relámpago, con la supresión de esta Universidad literaria. Y en un caso tan terrible, además, ¿por qué vía ocurrían a su natural y precisa subsistencia, un sinnúmero de familias huérfanas y desvalidas a resultas de ambos asedios, que en el día la cifran en el hospedaje que prestan a los estudiantes? ¿Cómo concluir la carrera literaria sus hijos, que solamente pueden verificarlo en sus hogares, por falta de medios para trasladarse y mantenerse en otros puntos? ¿Qué fruto sacaría ya la Universidad de los gastos enormes que tiene emprendidos para cerrar las brechas que en su dilatado edificio abrió el furor de la misma guerra? ¿Cómo reedificarse esas casas situadas en los extremos de esa capital invicta, arruinadas al embate del horrísono cañón enemigo, asestado contra Zaragoza, por la invasión y saña más ecsecrables?

"Los suplicantes, Señora, poniendo la mano en su pecho, se atreven a asegurar a su amada Reyna, que la conservación de esta Universidad literaria es el mejor antídoto para enjugar las lágrimas que todavía manan de los ojos de tantos desgraciados, y cicatrizar las heridas, que aun se ven abiertas en los corazones de los Numantinos modernos, con motivo de la guerra de la Independencia. = Es verdad, Señora, que los fondos de esta Universidad literaria sufrieron cierto menoscabo con la quiebra de las temporalidades censuarias de esta capital, y que los que tiene señalados en el día están reducidos a las pensiones de treinta mil r. v. sobre la mitra de Jaca, veinte mil sobre la de Tarazona y quarenta mil sobre la de esta ciudad, sin que se haya cobrado, después de su concesión, sino la primera, y solamente dos o tres años. Mas ¿qué es esto, Reyna munífica, en comparación de todo lo demás? Así que: = A V. M. rendidamente piden y suplican, que a beneficio de Zaragoza, la Heroica, y de tantos mártires de la Independencia nacional, se sirva mandar, que en el nuevo arreglo de Universidades literarias se cuente con la de esta capital, que tantas ventajas ofrece para todo género de Liceos, cuya gracia, protectora de las le- tras, llevará a las generaciones más remotas, a la paz del augusto Romano, el dulce nombre de Isabel II. Zaragoza 4 de Septiembre de 1835. = Señora. = Al pie del Trono de la Reyna de España se postran, con el más profundo respeto, los comisiona- dos de la Universidad literaria de Zaragoza. = Dr. Valero Tomás, Vice-Rector. = Dr. Lorenzo Español. = Dr. Juan Romeo. = Doctor Luis María Cistué, Barón de la Menglana. = Dr. Eusebio Lera. = Dr. Pedro Ortiz de Urbina. = De acuerdo del Claustro: Gregorio Ligero, Secretario. (Fols. 10 y 11 del G., núm. 66).

A la Exposición - que se hizo imprimir para poder mejor circularla - acompañaba esta carta para el ministro de Estado:

"Excmo. Sr.: Sometida al cuidado de V. E. por nuestra Augusta Reyna, la Secretaría de Estado y del Despacho del Interior, cuyo objeto es promober el bien estar y felicidad de los pueblos de España, rogamos a V. E. que al poner en las reales manos de S. M. la adjunta exposición, se sirba inclinar su real ánimo para que conceda a la heroica Zaragoza la gracia que su Universidad literaria solicita en la misma. = Ofrecen a V. E. su atención y respetos. = Zaragoza 4 de septiembre de 1835. = Excmo. Señor". (Borrador). (Fol. 12, G. núm. 66).

Además remitió la exposición dirigida a S. M., a los siguientes señores, para que se sirvieran apoyarla:

D. Pedro Foz, Arzobispo de Méjico, del Consejo de Gobierno; D. Ramón Pelegrín, Decano de la Sección de Gracia y Justicia del Consejo; D. José Canga Argüelles, de la Sección interior del Consejo; D. Eusebio Bardají, Decano de la Sección de Estado del Consejo Real; D. Pedro González Vallejo, Obispo y Prócer del Reino; M. I. Sr. Dr. Fermín Gil de Linares, Ministro de la Real Audiencia de Madrid; M. I. Sr. Dr. Marcial Antonio López, Fiscal cesante de la Real Audiencia de Madrid; señor don Santiago Tejada, Jefe de la Facultad, de la Secretaría de Gracia y Justicia.

El borrador de la carta a estos señores dirigida dice así:

"Excmo. Sr.: Movida esta Universidad literaria por ciertas voces de supresión de la misma en el nuevo arreglo que puede establecerse, ha dirigido a S. M. una reberente esposición a favor de su continuación, cuya copia acompaña a V. E. = Este Cuerpo, que tanto se honra de contar a V. E. entre sus individuos, se lisonjea igualmente de que se serbirá interponer su poderoso influjo para que no se pribe de vida a nuestra madre común literaria. = Dios guarde a V. E. muchos años. = Zaragoza, septiembre de 1835. = Excmo. Señor" (1).

(1) En 30 de marzo de 1836 se trató en Claustro la importante cuestión de Protector de la Universidad y se acordó que en Madrid hubiera una Comisión, con carácter permanente, de Individuos de esta Universidad, con un Presidente y un Secretario, "en la forma que la tiene la Real Sociedad Aragonesa".

Nuevos temores hubo de supresión de esta Universidad el año 1855; el 10 de mayo de ese año, el Rector citó a una reunión a todos los catedráticos para manifestarles tenía noticias fidedignas de que las Cortes constituyentes trataban de que en España quedaran sólo cinco Universidades y que podía ser que ésta fuera suprimida. Se convino, por todos, que era necesario obrar con prontitud y energía, nombrándose una Comisión compuesta de los doctores Ballarín, Alacanó, Delgado, Andreu y Lesarri, en representación de todas las facultades, los que, bajo la presidencia del Rector, se avistaron con el Ayuntamiento para que, como Patrono de la Escuela, uniera a ésta sus gestiones. Se escribió al Duque de la Victoria, Presidente del Consejo de Ministros, haciéndole ver lo funesto que sería para esta población que se suprimiese la Universidad literaria y suplicándole que interpusiera toda su influencia y prestigio en el Gobierno, para que no cesara en sus funciones este Centro de enseñanza, enumerándole las razones que para ello había.

La Diputación provincial secundó también estas gestiones, a pesar de que la Universidad no se había puesto en contacto con ella.

Pocos días después recibió el Rector una carta del diputado D. Claudio Moyano, diciéndole que la Asamblea constituyente había aprobado una proposición suya en la cual pidió que no se suprimiera ninguna de las actuales Universidades, dándose por terminadas las gestiones a la solución favorable de este asunto encaminadas.

fue respetada nuestra Universidad en todos los planes de estudio elaborados en esas épocas; desaparecieron algunas que fueron sus enemigas y que procuraron siempre el menor lustre de este Centro docente, pero Zaragoza continúa teniendo su Universidad, aquella Escuela fundada a costa de tantos afanes y sacrificios y sostenida por el patriotismo de sus hijos.

No creemos que en los tiempos que corren pueda desaparecer ni ver mermadas sus enseñanzas; cuando al fomento de la cultura patria deben dirigir sus mayores anhelos todos los gobiernos, sean cuales fueren sus ideales políticos, no debe pensarse ni en supresión de facultades ni de centros docentes.

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